11 jun 2007

Los Mandamientos de La Ley de Dios


62.- LOS MANDAMIENTOS DE LA LEY DE DIOS SON DIEZ.
62,1. Los mandamientos son normas de conducta dictadas por Dios a la humanidad. Estas normas son el camino que ha de conducir al hombre a la felicidad eterna. «Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos» (608), dijo Jesucristo .
La división y numeración de los mandamientos ha variado en el curso de la historia. La actual es de San Agustín. Los ortodoxos tienen una división distinta.
Los mandamientos son preceptos de la ley natural impresos por Dios en el alma de cada hombre.
Por eso obligan a todos los hombres de todos los pueblos, y son valederos para todos los tiempos, constituyendo el fundamento de toda moral individual y social. «La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma» (609), dice la Sagrada Escritura.
Dios ha impreso los mandamientos en el alma de tal modo que, incluso los que se las dan de ateos y dicen que no hay Dios, reconocen esta ley impuesta por Dios al hombre, y se ofenden cuando se les llama ladrones o embusteros. La moral católica no sólo obliga a los católicos, obliga a todos los hombres; pues se basa en la ley natural. Todo hombre, católico y no católico, está obligado a no matar, no robar, no explotar al prójimo, no calumniar, etc. Esto no excluye que haya mandamientos exclusivos para los católicos, como el ir a misa, práctica de sacramentos, etc.
Los mandamientos de la Ley de Dios son la ley moral que Dios dio a Moisés en el Antiguo Testamento y que Cristo perfeccionó en el Nuevo.
Se basan en que Dios es nuestro Dueño y nuestro Señor, y nos puede mandar. Pero es tan bueno, que lo que nos manda es para bien nuestro.
Con los mandamientos, Dios protege nuestros derechos y también los de nuestros prójimos.
Los mandamientos no son prohibiciones caprichosas para poner trabas a la libertad del hombre. Es la ley justa y sabia con que Dios quiere gobernarnos para nuestro propio bien.
Todos los mandamientos son para todos: nadie puede dejar de cumplirlos, y es necesario cumplirlos todos para salvarse. No basta decir: yo no robo ni mato. Para salvarse hay que guardarlos todos.
Para condenarse basta faltar a uno. Para poder pasar por un puente es necesario que no se haya hundido ninguno de sus arcos. Dice el Apóstol Santiago el Menor que el que guarda los demás mandamientos pero quebranta uno solo, se hace culpable de todos (610).
62,2. Los mandamientos de la ley de Dios constituyen el programa más completo y más perfecto que se ha dado en el mundo, para conseguir la paz y la tranquilidad a los individuos, a las familias, a los pueblos y a las naciones. En la guarda de ellos está el secreto de abrirse paso dignamente en la vida. Si quieres que todo el mundo te estime y te respete, guarda los mandamientos. Además, te aseguro que tu vida será mucho más feliz que si no los guardases.
Las mayores tragedias que vemos en esta vida ocurren frecuentemente porque no se guardan los mandamientos. Por eso están las cárceles llenas de desgraciados, por eso el hambre de muchos hijos, por eso los disgustos en tantas familias, tantas lágrimas y tantas penas. Si se cumplieran los mandamientos de Dios desaparecerían muchos problemas de hoy: delincuencia, terrorismo, violaciones, madres solteras, adulterios, hijos extramatrimoniales, abortos, homosexualidad, drogas, SIDA, etc. Si todo el mundo cumpliera los mandamientos, la vida en la Tierra sería un cielo.
Una sociedad que no acepte valores auténticos va camino del suicidio.
Para muchos hoy no son valores la familia, la fidelidad matrimonial, los hijos, el respeto a la vida de seres humanos inocentes, la moralidad sexual, la honradez, la verdad, la religión, la moral... A dónde vamos por este camino? Qué futuro nos espera? Dice Dios en la Biblia: «Mis mandatos son luz de los pueblos» (611).
El reconocimiento de Dios no se opone en modo alguno a la dignidad humana, sino que es su fundamento. Cuando el hombre organiza el mundo sin Dios, acaba organizando una sociedad contra el hombre.
62,3. El cumplimiento de los mandamientos a veces cuesta trabajo.
Tenemos que frenarnos, renunciar.
Pero los mandamientos nos llevan al cielo. Son como las ruedas del carro, que pesan, pero gracias a ellas puede andar. Un carro sin ruedas no hay quien lo mueva. Dios hace posible por su gracia lo que manda.
62,4. La moral católica no es represiva, como algunos dicen. No quita la libertad al hombre. La orienta para que se realice como persona humana. Como las vías del tren que le obligan a ir por un camino, pero ayudan al tren a avanzar y a llegar. Le impiden que se despeñe.Algunos consideran a Dios como enemigo de la libertad humana, y piensan que el hombre será totalmente libre cuando se emancipe de Dios y de la Religión. Sin embargo, sometiéndonos a la ley de Dios nos realizamos plenamente como personas humanas, pues nos liberamos de la esclavitud de nuestros instintos desordenados. Libertad es la capacidad para poder elegir entre dos valores auténticos. Pero elegir el mal, abandonando el bien, no es libertad sino esclavitud. El hecho de que algunos prefieran ser esclavos es lamentable. Pero las joyas no pierden valor aunque haya personas que no saben apreciarlo. La libertad con Dios, es auténtica. La libertad sin Dios es un engaño.
Dios no quita libertad para lo bueno, sino para lo malo. Con esto ayuda al hombre. Elegir lo malo es una equivocación. Quitar la libertad para lo malo es un bien.
No hay verdadera libertad sino en el servicio del bien y de la justicia. El ejercicio de la libertad no implica el derecho a decir y hacer cualquier cosa.
El cristiano se siente libre, no porque hace lo que quiere sino porque quiere hacer lo que Dios manda. Obedece a Dios libremente, sin coacción. «Lo que nos hace libres no es el no querer aceptar lo que sea superior a nosotros, sino el acatar de buena gana lo que está por encima de nosotros» (Goethe).
«Yo soy libre cuando elijo lo que me perfecciona como ser humano. Si actúo sólo en virtud de mis apetencias momentáneas soy esclavo de mi tendencia a tomar lo agradable como valor supremo. Lo agradable es un valor, pero se halla en la parte más baja de la escala de valores»(612).
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(608) - Evangelio de San Mateo, 19:17
(609) - Salmo 18
(610) - Carta del Apóstol Santiago, 2:10
(611) - Profeta Isaías, 51:4
(612) - ALFONSO LÓPEZ QUINTÁS: El amor humano, I, 4. EDIBESA Madrid

TOMADO DE: http://personal5.iddeo.es/jorgeloring/mandamientos.html

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