17 feb 2013

“LAS GRANDES HEREJIAS” HILAIRE BELLOC, La Fase moderna, cap. final

capitulo 7 del libro de HILAIRE BELLOC

r-HILAIRE-BELLOC-large570LAS GRANDES HEREJÍAS

Traducción de Denes Martos

Edición Original: The Great Heresies - 1938
Edición Electrónica: 2008

Capítulo 7
La Fase Moderna

Nos acercamos al mayor momento de todos.

La Fe no está ahora en la presencia de una herejía particular – como lo estuvo en el pasado ante la herejía arriana, la maniquea, la albigense o la mahometana  – ni tampoco está en presencia de una especie de herejía generalizada como lo estuvo cuando tuvo que enfrentar a la revolución protestante hace trescientos o cuatrocientos años atrás. El enemigo al cual la Fe tiene que enfrentar ahora, y que podría ser llamado “El Ataque Moderno”, constituye un asalto integral a lo fundamental de la Fe – a la existencia misma de la Fe. Y el enemigo que ahora avanza sobre nosotros está cada vez más consciente de que no existe la posibilidad de ser neutrales. Las fuerzas que ahora se oponen a la Fe están diseñadas para destruir. De aquí en más la batalla se librará sobre una bien definida línea divisoria y lo que está en juego es la supervivencia o la destrucción de la Iglesia Católica. Y toda su filosofía; no una parte de ella.

Sabemos, por supuesto, que la Iglesia Católica no puede ser destruida. Pero lo que no sabemos es la medida del área en la cual habrá de sobrevivir. No conocemos su poder para revivir ni el poder del enemigo para empujarla más y más hacia atrás hasta sus últimas defensas, hasta que parezca que el Anticristo ha llegado y estemos a punto de decidir la cuestión final.  De tal envergadura es la lucha ante la cual se halla el mundo.

A muchos que no sienten simpatía por el catolicismo, a quienes heredaron la antigua animosidad protestante contra la Iglesia (aún cuando el protestantismo doctrinario ya está muerto), y a quienes piensan que cualquier ataque contra la Iglesia tiene que ser de alguna manera una buena cosa, a todos ellos la lucha ya les parece como un ataque, actual o inminente, contra lo que ellos llaman el “cristianismo”.

Por todas partes es posible hallar personas diciendo que el movimiento bolchevique (por ejemplo) es “decididamente anticristiano” – “opuesto a toda forma de cristianismo” – y debe ser “resistido por todos los cristianos, sin importar la iglesia particular a la que cada uno pueda pertenecer”, y así sucesivamente.

El discurso y los escritos de esta clase son insubstanciales porque no significan nada definido. No existe una religión que se llame “religión cristiana”. Nunca existió una religión así.

Existe y siempre existió la Iglesia y varias herejías procedentes del rechazo de algunas de las doctrinas de la Iglesia por parte de personas que seguían queriendo retener el resto de sus enseñanzas y de su moral. Pero nunca hubo, nunca podrá haber y nunca habrá una religión cristiana general, profesada por todas las personas dispuestas a aceptar algunas importantes doctrinas centrales y poniéndose de acuerdo en disentir respecto de otras. Desde el principio siempre estuvo, y siempre estará, la Iglesia por un lado y, del otro, una variedad de herejías condenadas ya sea a decaer, o bien, como el mahometanismo, a crecer y convertirse en una religión aparte. Nunca hubo y nunca podrá haber una definición de una religión cristiana común porque algo así no existió jamás.

No hay una doctrina esencial de una característica tal que, habiéndonos puesto de acuerdo sobre ella, podamos diferir en cuanto al resto. Por ejemplo, no es posible aceptar la inmortalidad pero negar a la Trinidad. Una persona podría autodenominarse cristiana aún negando la unidad de la Iglesia Cristiana; podría autodenominarse cristiana aún negando la presencia de Jesucristo en el Sagrado Sacramento; podría autodenominarse alegremente cristiana aún negando la Encarnación.

No; la lucha es entre la Iglesia y la anti-Iglesia; entre la Iglesia de Dios y el anti-dios; entre la Iglesia de Cristo y el Anticristo.

La verdad se está volviendo cada día más obvia y dentro de unos pocos años será universalmente admitida. Al ataque moderno no le he puesto la denominación de “Anticristo”, aunque en mi fuero interno creo que ése sería el término adecuado. No le he puesto ese nombre porque, por el momento, parecería exagerado. Pero el nombre no importa. Sea que lo llamemos “Ataque Moderno” o “Anticristo”, es la misma cosa: hay una clara cuestión establecida entre el mantenimiento de la moral, la tradición y la autoridad católicas por un lado, y el esfuerzo activo orientado a destruirlas por el otro. El ataque moderno no nos tolerará. Tenemos que intentar destruirlo porque es el enemigo, totalmente equipado y apasionado, de la Verdad por la cual viven los seres humanos. El duelo es a muerte.

A veces las personas se refieren al ataque moderno llamándolo “un retorno al paganismo”. Esa definición es cierta si por paganismo entendemos una negación de la verdad católica: si por paganismo entendemos la negación de la Encarnación, de la inmortalidad, de la unidad y personalidad de Dios, de la responsabilidad directa del ser humano ante Dios y de todo ese cuerpo de pensamiento, sentimiento, doctrina y cultura que se resume en la palabra “católico”. Entonces, y en ese sentido, el ataque moderno es un regreso al paganismo.

Pero hay más de un paganismo. Hubo un paganismo del cual todos provenimos: el noble y civilizado paganismo de Grecia y de Roma. Existió el paganismo bárbaro de las salvajes tribus externas, los germanos, los eslavos y todos los demás. Está el paganismo degradado del África; el foráneo y desesperanzado paganismo del Asia. Ahora bien, desde el momento en que de todos estos paganismos fue posible atraer a personas hacia la Iglesia universal, cualquier nuevo paganismo que rechace a la Iglesia ciertamente sería bastante distinto de los paganismos para los cuales la Iglesia fue, o es, desconocida.

Una persona subiendo una montaña puede estar al mismo nivel que otro bajándola; pero ambos caminan por sendas diferentes y tienen destinos finales distintos. Nuestro mundo, al salir del antiguo paganismo de Grecia y de Roma para dirigirse hacia la consumación de la Cristiandad y de la civilización católica de la que todos derivamos, es la negación propiamente dicha del mismo mundo que abandona la luz de su religión ancestral y se desliza hacia atrás para llegar a la oscuridad.

Siendo así las cosas, examinemos al Ataque Moderno – al avance anticristiano – y distingamos su naturaleza especial.

Notas

[1] )- La palabra “herejía” se deriva del verbo griego “haireo” que al principio significó “yo tomo” o “yo apreso” y después vino a significar “yo extraigo”.

[2] )- 1. Por una discusión de la fecha de Crucifixión, Resurrección y Pentecostés debo referir mis lectores al trabajo claro y erudito del Dr. Arendzen “Men and Manners in the time of Christ” (Sheed and Ward). De las pruebas que han sido exhaustivamente examinadas queda claro que la fecha no es anterior al año 29 DC y posiblemente sea en algunos años posterior, siendo la más amplia y tradicionalmente aceptada la del año 33 DC.

[3] )- La Orden de Orange (en inglés Orange Order) es una organización de fraternidad protestante, que opera en el Reino Unido y la República de Irlanda. De carácter conservador, aboga por defender la pertenencia de Irlanda a la Corona Británica. Se fundó en 1785 como respuesta a los primeros avances del nacionalismo irlandés, que había logrado ya representación en las cámaras de Londres y que había impulsado algunas tentativas secesionistas. En Irlanda del Norte se la asocia con el Partido Unionista del Ulster (Ulster Unionist Party), aunque muchos de sus miembros pertenecen al Partido Unionista Democrático (Democratic Unionist Party). Las actividades de la Orden de Orange son, por lo general, polémicas y se consideran anticatólicas.  (N. del T.)

[4] )- No es fácil establecer el momento exacto después del cual la religión oficial del Estado Romano, o aún el Imperio, es cristiano.  La victoria de Constantino en el puente Milvio ocurrió en el otoño del año 312. El Edicto de Milan, promulgado por él y por Licinio, y por el cual se tolera la práctica del cristianismo en todo el Imperio, es de principios del año siguiente, 313. Cuando Constantino se convirtió en el único emperador, pronto vivió como un catecúmeno de la Iglesia Cristiana pero, no obstante, continuó siendo la autoridad suprema de la antigua organización pagana en calidad de Pontifex Maximus.  No se bautizó sino en vísperas de su muerte, en 337  y, a pesar de que convocó y presidió reuniones de obispos cristianos, éstos siguieron siendo un cuerpo independiente en una sociedad mayormente pagana. El propio hijo y sucesor de Constantino simpatizó con el antiguo paganismo moribundo. El Senado no cambió por toda una generación. Para la destrucción oficial activa del agonizante culto pagano los hombres tuvieron que esperar a Teodosio, bien al final de ese siglo. Todo el proceso abarca una larga vida humana entera: más de ochenta años.

[5] )- Fue la famosa “guerra por una letra”. La letra i “. Los seguidores de Arrio utilizaron la palabra “homoiusius” para indicar que Cristo había sido “semejante” a Dios mientras que la ortodoxia empleaba el término “homousius” para indicar “de la misma naturaleza” que Dios. Siendo “usia” un concepto que significa “sustancia”, los herejes afirmaban que Cristo había sido de una sustancia semejante pero no de la misma sustancia que Dios. (N. del T.)

[6] )- El autor se refiere, obviamente, a la Primera Guerra Mundial. (N. del T.)

[7] )-  Fue basándose sobre este hecho que ciertos escritores franceses opuestos a la Iglesia dedujeron ese enorme desacierto que la Inmaculada Concepción nos habría llegado de fuentes mahometanas.  Gibbon, por supuesto, copia a sus maestros en esto – como siempre lo hace – y repite el absurdo en su “Decadencia y Caída”.

[8] )- Téngase presente, por supuesto, que el autor escribe en la primera mitad del Siglo XX. (N. del T.)

[9] )- En realidad, ambas veces Europa se salvó más por la muerte del caudillo de los invasores que por la derrota de sus ejércitos. En la batalla de los Campos Cataláunicos Atila no fue derrotado sino apenas obligado a retroceder. Prueba de ello es que, al año siguiente, arrasó Aquilea y obligó a Valentiniano a huir de Rávena. Se retiró solamente luego de entrevistarse con el papa León I. Dos años más tarde, en el 453 Atila moría y su imperio se desmembraba por las disputas entre sus sucesores.

Con los mongoles pasó algo similar. En 1241, la muerte de Ugedei Khan (el tercer hijo de Gengis Khan) paralizó el avance mongol sobre Europa. Los mongoles volvieron al Este a disputar la sucesión de su Imperio. (N. del T.)

[10] )- Lo era cuando el autor escribió este libro (N. del T.)

[11] )- Escrito en Marzo de 1936.

[12] )- Quizás  vale la pena resaltar una vez más que esta evaluación sobre el Islam fue escrita por Hilaire Belloc ¡en Marzo de 1936! (N. del E.)

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