Quise ex profeso mantenerme al margen de esta noticia por lo que implica para la Iglesia Católica y en especial para la curia chilena, hoy y en vista de los acontecimientos, me veo en la obligación de informar de tan escabrosa realidad .
Y no puede mas que parecerme curioso que tanta mugre se esconda detrás de los mismos clerimans que negaron el agua y la sal a la tradición.
Esperemos que El Arzobispo Monseñor Ricardo Ezzati, si haga lo que tiene que hacer, esto es una limpieza generalizada y profunda de la curia y losa seminarios chilenos y expulsar a todos los homosexuales y pedófilos, sean Rectores, obispos, sacerdotes, monjes o funcionarios y esto aunque se quede solo e iniciar de inmediato .
Gladius
(no comento mas por que no quiero; me da asco.)
«Melanie, esto que yo te voy a decir ahora no será siempre secreto; puedes publicarlo en 1858: Los Sacerdotes, Ministros de mi Hijo, los Sacerdotes…, por su mala vida, por sus irreverencias e impiedad al celebrar los santos misterios, por su amor al dinero, a los honores y a los placeres, se han convertido en cloacas de impureza. ¡Sí!, los Sacerdotes piden venganza y la venganza pende de sus cabezas. ¡Ay de los sacerdotes y personas consagradas a Dios que por sus infidelidades y mala vida crucifican de nuevo a Mi Hijo! Los pecados de las personas consagradas a Dios claman al Cielo y piden venganza, y he aquí que la venganza está a las puertas, pues ya no se encuentra nadie que implore misericordia y perdón para el Pueblo. Ya no hay almas generosas ni persona digna de ofrecer la víctima sin mancha al Eterno, en favor del mundo.
Dios va a castigar de una manera sin precedentes. ¡Ay de los habitantes de la Tierra…! Dios va a derramar su cólera y nadie podrá sustraerse a tantos males juntos.
Mensaje de La Santísima Virgen María a Melania en La Salette
Querellante en el caso, en fuertes declaraciones en Tolerancia Cero, dijo que “hay una gran cantidad de obispos y sacerdotes homosexuales, hipócritas y abusadores”.
James Hamilton, al centro, en recientes diligencias en los Tribunales de Justicia.
Denunciante en caso Karadima dice "no tener miedo" de enfrentar al sacerdote
Monseñor Ezatti pidió perdón a nombre de la Iglesia por abusos cometidos por sacerdote Karadima
Caso Karadima: Querellantes no acudirán a la Suprema para solicitar ministro en visita
Iglesia pide "compromiso inequívoco" para evitar que se repitan casos de abusos
SANTIAGO.- El querellante del caso Karadima, James Hamilton, formuló una serie de fuertes acusaciones en contra de quienes, a su juicio, estaban conscientes de las conductas de sacerdote y no adoptaron medidas frente al tema y agregó que es conocido que este tipo de hechos ocurre por la existencia de muchos sacerdotes homosexuales.
Al contestar porqué ocurrían este tipo de cosas en la iglesia, en el programa “Tolerancia Cero”, Hamilton dijo que sucedían “porque hay una gran cantidad de obispos y sacerdotes homosexuales, hipócritas y abusadores, en la iglesia. No digo que todos, pero un buen porcentaje".
Agregó que "hay personas en este momento, que han tenido una alta jerarquía en la iglesia, que están acusados, que están tapados y hemos visto ejemplos, como monseñor Cox, etc”, afirmó.
“El hecho concreto es que hay una seguidilla de abusos de pedofilia en el mundo entero y me acuerdo en Brasil, hace un años atrás, dejó la crema, con cientos de sacerdotes. Pasó piola porque era Sudamerica...pero es una cuestión generalizada. Entonces, pensar que en Chile tenemos solamente el ejemplo de Karadima... Nosotros sabemos de otros sacerdotes muy encumbrados...”, acotó.
Consultado sobre a quienes se refería, indicó que como no le constaba y el no había sido el directamente afectado “no podía ser tan irresponsable de hacer eso” y “tampoco puedo ir a obligar a una víctima por yo sé el tormento que se vive”.
Agregó que Karadima "tiene un círculo de gente formada con hábitos parecidos que siguen actuando de manera impune".
Cuestionó las actuaciones del párroco de El Bosque, Juan Esteban Morales, una vez conocidos algunos de los hechos que se le atribuyen a Karadima y de Andrés Arteaga, a quien calificó de un "un servilismo total" con el cuestionado sacerdote.
Denunciante de Karadima se refiere en duros términos a ex arzobispo de Santiago
James Hamilton acusó a Francisco Javier Errázuriz de haber protegido al ex párroco de El Bosque, demorando la investigación en su contra.
Una serie de denuncias contra altos miembros de la Iglesia realizó uno de los principales denunciantes del caso Karadima, el cirujano James Hamilton, en el programa Tolerancia Cero de Chilevisión.
Consultado frente a cuál debiese ser el castigo para los responsables, Hamilton aclaró que su principal preocupación se centra en descubrir a "un círculo de gente con hábitos parecidos" a los exhibidos, a su juicio, por Karadima y que el ex arzobispo de Santiago, Francisco Javier Errázuriz pague, ya que en opinión del cirujano, "él tiene en su conciencia muchos abusos".
"El es un criminal. Desde el 2004 tuvo en su conocimiento denuncias de abusos, que mandó a investigar con el consecuente malgasto sicológico que uno soporta, porque espera que hagan algo, pero mantuvieron (a los denunciantes) durante cinco años en vilo, tiempo en que prescribieron los delitos", señaló.
Hamilton confesó haber recibido amenazas de personas de fuera de la Iglesia por la denuncia que realizó y al ser cuestionado sobre sus creencias, manifestó "creer en Dios, pero ya no ser católico. La verdad no es fuerte, es".
Hamilton finalizó reconociendo haber pagado "un costo (personal) enorme" por todo este proceso, incluyendo "amenazas en el trabajo por haber denunciado"- aunque tuvo palabras de agradecimiento a sus actuales empleadores- y pensamientos suicidas, que finalmente superó. Citó permanentemente los tratamientos psicológicos a los cuales tuvo que someterse para enfrentar la situación.
Al final del post encontrara un video reportaje con el caso completo.
NO APTO PARA PERSONAS IMPRESIONABLES
ANTECEDENTES ANTERIORES DEL CASO.
Vaticano condena a Karadima por abuso a menores y víctimas evalúan pedir ministro en visita
Por: Juan Andrés Guzmán, Marcela Ramos y Gustavo Villarrubia
Por considerar que es culpable de abuso de un número indeterminado de menores y que cometió “abuso de ministerio”, la Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano condenó al sacerdote Fernando Karadima a “una vida de oración y penitencia” en reparación a las víctimas de sus abusos. No podrá tener contacto con los feligreses de la iglesia El Bosque, los miembros de la Unión Sacerdotal o con quienes haya dirigido espiritualmente. Tal como informó CIPER ayer, Karadima se encuentra recluido en un convento de calle Bustamante. La defensa de los denunciantes del sacerdote evalúa pedir un ministro en visita ante la gravedad de los antecedentes de la iglesia, que recibió denuncias de menores de edad. El fallo eclesiástico le pone presión a la Corte de Apelaciones, que la próxima semana debe decidir si ordena la reapertura de la causa penal.
Ver además: Iglesia da golpe de timón en caso Karadima
El 16 de enero pasado, sólo un día después de asumir en la Arquidiócesis de Santiago, el cardenal Ricardo Ezzati recibió desde el Vaticano la resolución de la Congregación para la Doctrina de la Fe respecto al escándalo que remeció a la iglesia chilena durante el 2010: el sacerdote Fernando Karadima era condenado por “abuso de menores en contra de más víctimas” y “abuso de ministerio”. Un día más tarde, Ezzati notificó al ex párroco de El Bosque de la sanción penal administrativa en su contra y comenzó las gestiones para reunirse con las víctimas de sus abusos.
La resolución permaneció más de un mes en secreto hasta que este viernes 18 de febrero el arzobispo citó a una conferencia de prensa, donde detalló los resultados de la investigación hecha por el Vaticano. Ante los nuevos antecedentes, los acusadores de Karadima estudian solicitar un ministro en visita dada la relevancia que ha asumido el caso y las innumerables diligencias que quedaron pendientes en la investigación que interrumpió a fines del año pasado el juez Leonardo Valdivieso. Así lo confirmó a CIPER el abogado Juan Pablo Hermosilla, quien señaló que para sus defendidos el fallo eclesiástico “produjo la sensación de que se abre una ventana y que entra aire fresco”.
“Estamos muy contentos de que se haya actuado con energía y claridad, pues esa es la forma de que estas situaciones no vuelvan a ocurrir. Lo peor que podía pasar es que las víctimas sientan que el costo que han pagado al hacer pública su situación no sirviera de nada. Este fallo hace sentir a la gente que ha sido abusada que vale la pena hablar porque va a ser escuchada”, añadió.
A Hermosilla le parece que hay un punto en el fallo del Vaticano que puede tener fuertes consecuencias para la investigación de la justicia penal chilena, donde el caso contra Karadima fue cerrado sin procesados. Esto porque la justicia chilena sólo conoció el testimonio de un denunciante que dijo haber sido abusado por Karadima siendo menor de edad: el abogado Fernando Batlle. Sin embargo, en el texto leído por Ezatti se dice que Karadima es declarado culpable del delito “de abuso de menor en contra de más víctimas”.
Consultado respecto a si hay más víctimas, Ezzatti señaló lo siguiente: “Si se me pregunta a mí sobre antecedentes, puedo decir que no tengo ningún antecedente. Pero precedentemente el decreto dice que en base a indicaciones que han llegado a la Santa Sede desde el arzobispo de Santiago, desde el procurador de justicia y desde la otra parte, le han llegado otras noticias también”.
Para Hermosilla, esta afirmación debe ser contemplada por al justicia chilena, y “pedirle a la iglesia los antecedentes que ha reunido y que dan sustento a su fallo, como lo planteó la fiscal de la Corte de Apelaciones a comienzos de febrero cuando solicitó que se reabriera la causa”, explica el abogado.
Durante la conferencia de prensa en que anunció la resolución, se le preguntó a Ezzati si la iglesia pondría estos antecedentes a disposición de la justicia civil. El arzobispo fue tajande: “Absolutamente no, porque son dos cosas totalmente diferentes. Le corresponderá al juicio civil buscar y encontrar la motivación de una posible absolución o una posible condena”.
Se espera que la próxima semana la Corte de Apelaciones resuelva si ordena o no la reapertura de la arista penal. El fallo del Vaticano pone presión a que se acoja la recomendación de la fiscal judicial, que consideró que aún quedan muchas diligencias pendientes.
EZZATI PIDIÓ DISCULPAS
Tal como lo informó CIPER en un reportaje publicado un día antes de que se conociera el fallo eclesiástico (ver artículo: Iglesia da golpe de timón en caso Karadima ), desde la llegada de Ezzati la actitud de la iglesia cambió en relación a Karadima y a los denunciantes. Estos últimos recibieron una señal de los nuevos aires el sábado 29 de enero, cuando el arzobispo recibió en su casa de Simón Bolívar al médico James Hamilton, uno de los principales acusadores del ex párroco de El Bosque. En la reunión que duró cerca de una hora, Ezzati le pidió perdón a él y a los otros denunciantes -que no pudieron asistir por estar de vacaciones- por la actitud que tuvo la iglesia en estos años en que han llevado adelante sus acusaciones.
Fiel a la línea que han tenido los denunciantes, en esa reunión Hamilton le planteó a Ezzati que estaban preocupados porque Karadima aún se mantenía en contacto con jóvenes y con muchos dirigidos sobre los cuales tenía poder absoluto y que podían seguir siendo víctimas suyas.
Similar preocupación le habían manifestado a Ezzati sacerdotes que se habían formado con Karadima y que fueron rompiendo con él a lo largo de estos años, especialmente después de la investigación del programa Informe Especial. El tema inquietaba al cardenal y por eso, cuando Hamilton le mencionó ese punto, Ezzati lo interrumpió y le dijo que se le había prohibido a Karadima tener contacto con jóvenes.
Según fuentes eclesiásticas, cuando ayer el arzobispo leyó en CIPER que a la casa donde se hospedaba Karadima llegó uno de los jóvenes que se había formado con él (Jorge Andrés Álvarez, de 26 años), montó en cólera, pues se estaba vulnerando una prohibición. Decidió entonces adelantar la conferencia de prensa para anunciar el fallo que desde mediados de enero tenía en su poder.
El joven es uno de los parroquianos de El Bosque y por lo tanto Karadima sabe que no puede reunirse con él. Por ello, se le preguntó a Ezzatti respecto a cómo podría garantizar la iglesia que el sacerdote cumpliera con las restricciones impuestas en el fallo. Concretamente se le dijo que a CIPER le constaba que habían ido jóvenes a visitarlo, como se informó ayer. “¿Quién va a controlar eso?”, se le consultó a Ezzatti. El arzobispo respondió lo siguiente: “Lo que establece el decreto es que el padre no podrá reunirse con miembros de su parroquia, no podrá reunirse con sacerdotes de la Unión Sacerdotal y con personas que haya dirigido espiritualmente. No quiere decir que el padre esté en una cárcel y que no tenga posibilidad de juntarse con otras personas”.
Pero contra lo planteado en la resolución de la Iglesia, Karadima también ha seguido reuniendo con algunos de los sacerdotes de la Unión Sacerdotal, como Juan Esteban Morales y el obispo Andrés Arteaga. Ambos concurrieron este lunes 14 de febrero al convento de las Siervas de Jesús de la Caridad, ubicado en General Bustamante 586, donde se refugia Karadima.
Respecto a Morales, Ezzatti explicó que él lo había autorizado, por razones humanitarias. “Yo mismo he permitido que cumpliera un gesto humanitario. Los derechos humanos son derechos también de las personas que están juzgadas y que están en la cárcel. Y por consiguiente, y por situación humanitaria, yo he concedido ese permiso”.
En cuanto a Arteaga -uno de los obispos que conforman el círculo más cercano a Karadima y quien ostenta uno de los más altos cargos de la Iglesia Católica como obispo auxiliar y vice gran canciller de la UC -, Ezzati evitó un pronunciamiento. “Yo no juzgo las intenciones de mis hermanos obispos. Estoy convencido que estarán actuando con rectitud de conciencia y por consiguiente la iglesia, que ha hecho conocer este decreto, ciertamente encontrará en ellos también la adhesión y la obediencia que corresponde”.
En el último punto de la declaración dada a conocer por Ezzatti se aborda la situación del centro de poder construido por Karadima: la Unión Sacerdotal.
“Junto a la entrega de presente documento, este colegio sugiere que el arzobispo de Santiago disponga, en común acuerdo con esta Congregación, una visita canónica a la Unión Sacerdotal del Sagrado Corazón, con la finalidad de verificar la eclesialidad de los procesos formativos y la transparencia de la administración económica”. Este último punto es clave, pues tal como informó CIPER el año pasado , la organización religiosa ha construido un imperio económico cuyo origen y gestión no están claros.
El DURO FALLO ECLESIÁSTICO
La resolución del Vaticano es un duro revés para Karadima, pues no sólo se reconoce la veracidad de los delitos denunciados sino que se plantea que habría más menores abusados. Además se le impone una vida de retiro lejos de quienes fueron parte de su círculo de influencia y se le prohíbe “asumir cualquier encargo en la Unión Sacerdotal del Sagrado Corazón”, el centro neurálgico de la influencia del sacerdote conformado por sacerdotes y obispos formados a su alero.
“Sobre la base de las pruebas adquiridas, el reverendo Fernando Karadima Fariña es declarado culpable de los delitos declarados en precedencia y en modo particular del delito de abuso de menor en contra de más víctimas; del delito contra el sexto precepto del decálogo cometido con violencia; y de abuso del ministerio a norma del canon 1389 del Código de Derecho Canónico”, dice el punto 1 de la declaración dada a conocer ayer por el arzobispo.
Luego se explicita con claridad que el sacerdote tendrá que recluirse en un lugar donde las visitas tendrán restricciones. Esto se plantea en los puntos 2, 3 y 4:
“En consideración a la edad y al estado de salud del reverendo Fernando Karadima Fariña, se considera oportuno imponer al inculpado de retirarse a una vida de oración y de penitencia. También en reparación de las víctimas de sus abusos, será preocupación del Arzobispo de Santiago, de acuerdo con la Congregación para la Doctrina de la Fe, evaluar el lugar de residencia, dentro o fuera de la Diócesis, de tal modo de evitar absolutamente el contacto con sus ex parroquianos o con miembros de la Unión Sacerdotal o con personas que se hayan dirigido espiritualmente con él”
“Se impone también (…) la pena expiatoria de prohibición perpetua de ejercicio público de cualquier acto de ministerio, en particular de la confesión y de la dirección espiritual de todas las categorías de personas”
“Además, se impone la prohibición de asumir cualquier encargo en la Unión Sacerdotal del Sagrado Corazón”
Si el sacerdote no cumple con las prohibiciones estipuladas en los puntos anteriores, arriesgaría incluso perder su condición de sacerdote, se afirma en el punto 5 de la declaración. “En caso de no observar las medidas indicadas, el inculpado podrá recibir penas más graves, no excluida la dimisión del estado clerical”. Al respecto, Ezzatti aclaró que confiaba en que Karadima cumpliría con las restricciones establecidas en la resolución. “Yo estoy convencido que tanto el padre como los miembros de la sociedad sacerdotal que lo acompañan son personas fieles a Jesucristo y a la Iglesia y van a cumplir sin duda alguna lo que esta acta dice. Sin embargo, la Santa Sede pone esta advertencia”.
De acuerdo al relato del arzobispo, el 17 de enero se reunió con el sacerdote Karadima para notificarlo, entregarle el fallo completo y fijar un lugar de residencia.: “La reacción del padre fue una reacción de mucha sorpresa frente a esto, y de meditación muy profunda. Él iba a leer con calma todo el decreto, que es muy largo y de autoría de la Santa Sede. El emprendió la tarea de preparar su defensa ante la Santa Sede”.
¿Le reconoció alguna de las acusaciones?, le preguntaron los periodistas presentes. “(…) él (dijo que ) era inocente y la iglesia juzga hechos externos y no tiene derecho a juzgar la conciencia de las personas”, respondió Ezzati.
Desde la notificación corre un plazo de 60 días hábiles, donde se le da la posibilidad de presentar un recurso frente a esta decisión, se plantea en el punto 6 de la declaración. Según contó Ezzatti, Karadima estaría trabajando en la redacción de un recurso de apelación a la resolución del Vaticano, lo que fue confirmado luego por su defensa.
ERRÁZURIZ EN CAPILLA
El fallo vaticano implica un duro cuestionamiento a la actitud y las decisiones tomadas por el anterior arzobispo de Santiago Francisco Javier Errázuriz. Pese a que en la conferencia de prensa de ayer Ezzati agradeció a éste la investigación realizada, a medida que los testimonios se han ido acumulando, ha quedado claro que hubo varios momentos en los que pudo haberse detenido los abusos de Karadima.
Francisco Javier Errázuriz recibió la primera denuncia en contra de Karadima en 2003 cuando el filósofo José Murillo le hizo llegar una carta relatando lo que le había ocurrido. La carta se la llevó el sacerdote jesuita Juan Díaz, vicario de la Educación del Arzobispo de Santiago quien relató a CIPER que personalmente le contó el caso y le entregó la misiva.
“Los vicarios nos reuníamos semanalmente con Errázuriz y después de esa reunión le pedí unos minutos en privado. Ahí le conté que una persona que yo conocía y estimaba, José Murillo, me había relatado una serie de acusaciones que afectaban al padre Karadima. Le dije que lo que me decía Murillo me parecía creíble y después de eso le entregué la carta. Él la leyó con atención delante de mí. Se mostró sorprendido. Tuve la impresión de que tomaba con seriedad la denuncia. No reacciono en defensa de Karadima; por el contrario, dijo que iba a estudiar esta carta con seriedad”, dijo a CIPER el sacerdote.
Agregó que después de esa conversación Errázuriz “nunca me tocó el tema de nuevo. Yo fui vicario hasta 2005 y nunca me dijo nada”. Cuando CIPER le preguntó a Díaz qué explicación encontraba para la actitud del cardenal, el sacerdote contestó: “Sinceramente prefiero reservar en mi fuero interno mi explicación”.
Similares dudas deja en el aire el testimonio del primer investigador del caso, el sacerdote español Fermín Escudero, quien en una impactante entrevista concedida a CIPER declaro que el caso Karadima le daba asco. Allí el sacerdote explicó que “si en este caso hubo negligencia u omisión no será por mi culpa, ya que cumplí paso a paso con cada punto de lo que se me había encomendado. Desde mi primera diligencia hasta la última que hice, justo en la víspera de dejar mi cargo, tomé el caso con toda la seriedad que se merecía. Y todas las veces hice mi informe incluyendo algo que ni siquiera estaba en mis atribuciones: explicitar mi parecer”.
El sacerdote relató que fue nombrado por Errázuriz para investigar el caso en mayo de 2004. A partir de ese momento recibió los testimonios de la esposa de James Hamilton, una nueva carta de José Murillo, -esta vez enviada a través de Ezzati- y los desgarradores relatos de James Hamilton y de Juan Carlos Cruz.
Escudero dijo a CIPER que todos esos testimonios le parecían coincidentes y verosímiles: “Hamilton contaba todo lo vivido con tantos detalles que era imposible no creerle. Y su testimonio concordaba con los otros testimonios… Es uno de los relatos más crudos que me ha tocado escuchar. Hice un nuevo informe. Le agregué mi parecer, como lo había hecho en el informe anterior. Hasta ahí era todo lo que yo podía y debía hacer, excediendo mi función al agregar mi parecer. Poco tiempo después, tres días antes de que mi cargo como promotor expirara, fui a hablar con el cardenal y le dije que en unos días más expiraba mi cargo como promotor de justicia y que me perdonara pero yo no estaba disponible para continuar en el cargo. Y fue en la víspera de dejar el cargo, cuando llegó a mí el tercer testimonio directo: Juan Carlos Cruz“.
Escudero relató que tras esa última entrevista no supo más del caso. Luego se enteró de que Karadima había sido removido de la parroquia y reemplazado por Juan Esteban Morales. Pensó que eso se debía a las acusaciones, pero no era así. “Mi sorpresa vino después, cuando me enteré por una persona muy ligada a Karadima, que el cardenal no mencionó en ningún momento las acusaciones que había en su contra. Solo le dijo que le pedía que renunciara a El Bosque porque él ya había hecho mucho y debía cuidarse.”, dijo Escudero a CIPER.
Lo cierto es que en 2006 Errázuriz decidió cerrar la investigación, la que se reabrió recién en 2009. Y durante esos años Karadima pudo seguir manteniendo su conducta y el control total sobre la comunidad de El Bosque sin que nadie lo perturbara. La razón que esgrimió Errázuriz el año pasado para justificar su comportamiento fue que no creyó en las acusaciones. Así consta en las declaraciones que el arzobispo de Santiago hizo a The New York Times cuando expresó que las denuncias “lamentablemente no las juzgué creíbles”.
En 2010, cuando se emitió el programa Informe Especial, con las impactantes declaraciones de los denunciantes, Escudero tuvo un colapso. El sacerdote relató a CIPER: “Yo quedé muy mal con ese programa, incluso tuve un accidente vascular. Ver a James Hamilton, quien tenía tanto pudor de dar a conocer esto, exponerse así en televisión, me dio muchísima pena y dolor. Yo había hecho todo lo que estaba en mi poder para que no se llegara a esto, pero quienes debían hacer el resto no lo hicieron. Hubo mucha omisión en este caso… Así que fui a hablar con el cardenal y le conté lo de mi accidente vascular y le dije: yo soy una víctima más de Karadima. Y en esa ocasión le pregunté por qué él no se había acercado a las víctimas. El respondió que él era juez en esta causa y por lo tanto no podía acercarse porque debía tomar distancia. Y que él tenía sus razones para no recibir a James Hamilton. Evidentemente esa respuesta no me pareció, ya que él es el pastor y si de su rebaño se le acerca una oveja herida, él tiene el deber de acogerla”.
Ante todos estos antecedentes no parece casualidad que el Vaticano haya esperado que Ezzati reemplazara a Errázuriz y, cuando sólo llevaba un día en el cargo, le entregara los resultados de una investigación que remece a la Iglesia Católica chilena.
*En este artículo colaboró también la periodista Marcela Ramos
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Habla primer investigador eclesiástico de Karadima: “El caso me daba asco”
Por: Gustavo Villarrubia
- El sacerdote Eliseo Escudero comenzó a investigar los abusos sexuales de los que se acusa a Karadima en mayo de 2004 por orden del Arzobispo de Santiago, Francisco Javier Errázuriz. Y continuó con el caso hasta 2006 cuando terminó su periodo como promotor. Algunos lo responsabilizan a él de la demora que tuvo la investigación eclesiástica. Escudero habla por primera vez para aclarar: “Yo hice todo lo que estaba en mi poder… quienes debieron hacer el resto no lo hicieron”. Otros dos sacerdotes que conocen del juicio canónico aseguran a CIPER que el Cardenal Errázuriz tuvo antecedentes fidedignos desde 2003. Uno de ellos, Juan Díaz, no encuentra explicación para su tardanza en actuar.
Como el primer presidente del Tribunal Eclesiástico de Santiago, el sacerdote español Eliseo Escudero tiene una larga experiencia en las complejidades del sistema de justicia de la iglesia católica. Durante 30 años ejerció como juez viendo casos de nulidad matrimonial en el Tribunal Eclesiástico de segunda instancia. Ejercía como promotor de justicia cuando la mujer y la madre del doctor James Hamilton se acercaron al Arzobispado para denunciar los abusos y manipulaciones que el entonces párroco de la Iglesia de El Bosque, Fernando Karadima, había ejercido sobre él por cerca de dos décadas. Pese a que las indagaciones de Escudero apuntaban a que las acusaciones eran verídicas, el escándalo que se incubaba permanecería en secreto por otros seis años.
-¿Cuándo conoció por primera vez las denuncias contra el sacerdote Karadima?
El caso me fue encomendado en mayo del 2004. Y quiero remarcar que desde entonces nunca he hablado del tema a no ser con mis superiores. Incluso viví varios años con una persona muy cercana del círculo de Karadima y él se enteró primero por la prensa y no por mí (Escudero se refiere a que vivía con el sacerdote Samuel Fernández, muy cercano a Karadima y que asumió junto con Fernando Vives en la dirección de la Unión Sacerdotal cuando fue sacado recientemente de ahí el obispo Andrés Arteaga). Nunca quise hablar de este caso, para que nadie pensara que me estaba defendiendo de cosas que debería haber hecho y no hice. Pero yo le digo que si en este caso hubo negligencia u omisión no será por mi culpa, ya que cumplí paso a paso con cada punto de lo que se me había encomendado. Desde mi primera diligencia hasta la última que hice, justo en la víspera de dejar mi cargo, tomé el caso con toda la seriedad que se merecía. Y todas las veces hice mi informe incluyendo algo que ni siquiera estaba en mis atribuciones: explicitar mi parecer.
“Si en este caso hubo negligencia u omisión no será por mi culpa”
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“Mi sorpresa vino cuando me enteré que el cardenal no le mencionó a Karadima las acusaciones que había en su contra. Solo le dijo que le pedía que renunciara a El Bosque porque ya había hecho mucho y debía cuidarse”. (Eliseo Escudero)
-¿Por qué incluía su opinión?
Porque es más difícil juzgar un hecho por la lectura, que lo que me tocaba a mí, que fue conocer a los actores de los hechos que se relataban. Tener a la persona frente a frente, ver sus reacciones, contra preguntarle, eso te da una certeza y un conocimiento de los hechos que no te lo da una lectura.
-¿Cuál fue el primer testimonio que recibió?
A mí me nombran encargado de esta investigación en mayo de 2004. Me nombró el mismo cardenal Francisco Javier Errázuriz. Mi primera acción fue recibir a unos familiares de James Hamilton que venían a relatar unos hechos de los cuales eran más bien testigos, no actores. Yo escuché sus testimonios, hice las preguntas que creí convenientes y les dije que iba a hacer un informe y presentarlo al cardenal. Pero les dije también que creía que quien debería hacer esta denuncia era el mismo James Hamilton, ya que él era el actor.
-¿Qué opinión entregó usted sobre estos testimonios?
Por los detalles que estaban relatados, era muy verosímil, pero la prudencia mandaba a esperar y escuchar al actor o bien algún otro testimonio que pudiera aparecer sobre el mismo caso. Y ese nuevo testimonio apareció el 4 de noviembre de 2005, cuando recibí una carta que me entregaron, la cual venía firmada por su relator (José Murillo). También estaba firmada, confirmado la veracidad de la carta, por el obispo Ezzati si no recuerdo mal. Él le daba credibilidad a la firma de la carta. Al leerla, una vez más me dio la impresión de que estábamos frente a hechos que tenían fundamento. Así que por segunda vez hice mi informe y aparte de incluir mi parecer sobre la veracidad que me daban los hechos relatados, escribí que en caso de tomarse la acción de sacar al sacerdote Fernando Karadima de la parroquia El Bosque, se debería hacer antes una auditoría de las platas.
-¿Por qué era necesaria esa investigación?
Por los relatos me di cuenta que se estaba frente a un caso en el que a los abusos sexuales se agregaba mucho desorden de platas, en cuyo uso claramente estaban involucrados víctimas y victimarios. Me refiero a que eran platas que se usaban, por ejemplo, para viajes a Estados Unidos, Europa, donde los propios acusadores habían sido beneficiados, invitados a estos viajes que ellos no podían pagarse. A mí me parecía que se debía tomar muy seriamente este problema. Por esta razón yo recomendé: “En caso que se tome la decisión de sacar al sacerdote involucrado en estos hechos -que a mí me parecían muy creíbles- se debe hacer una auditoría muy seria del uso de las platas de la parroquia y el uso que se dio a estas en favor de estos hechos”.
“Me di cuenta que se estaba frente a un caso en el que a los abusos sexuales se agregaba mucho desorden de platas … se usaban en viajes a EEUU, a Europa, donde los propios acusadores habían sido invitados a hacer viajes que ellos en esos momentos no podían pagarse”. (Eliseo Escudero)
-¿Qué ocurrió luego?
Una vez entregado este informe, pasaron solo un par de meses y en enero de 2006 llega James Hamilton diciendo que quería hacerme su declaración. En ese entonces Hamilton no sabía aún que José Murillo ya había estado aquí. En derecho se dice: “Unus testis, nullos testis”, un testimonio es un testimonio nulo, pero cuando apareció Hamilton teníamos dos testimonios directos y el segundo no era una carta, era una persona que uno la tenía enfrente y contaba con tantos detalles todo lo vivido, que era imposible no creerle. Y su testimonio concordaba con los testimonios relatados en la carta recibida en noviembre.
-¿Qué impresión le dejó el testimonio de James Hamilton?
Le puedo decir que es uno de los relatos más crudos que me ha tocado escuchar. Hice un nuevo informe. Le agregué mi parecer, como lo había hecho en el informe anterior. Hasta ahí era todo lo que yo podía y debía hacer, excediendo mi función al agregar mi parecer. Poco tiempo después, tres días antes de que mi cargo como promotor expirara, fui a hablar con el cardenal y le dije que en unos días más expiraba mi cargo como promotor de justicia y que me perdonara pero yo no estaba disponible para continuar en el cargo. Y fue en la víspera de dejar el cargo, cuando llegó a mí el tercer testimonio directo: Juan Carlos Cruz. Era un testimonio un poco diferente a los anteriores. La parte de los hechos era muy similar y no dejaba dudas de que sí habían ocurrido. Pero la manera de relatar era diferente. El señor Cruz los contaba con mucha rabia. Yo entiendo la rabia de este señor ya que no es fácil exponerse contando este tipo de hechos. Lo escuché, hice mi informe y al día siguiente dejé mi cargo.
-¿Por qué usted no interrogó a Karadima después de los primeros testimonios que le parecieron tan verdaderos?
Porque esa no era mi misión. A mí no me habían dado esa atribución. Solo en el caso de que el cardenal me lo hubiera solicitado, yo lo hubiera hecho. Pero así mismo le aclaro que en ese caso me hubiera opuesto.
-¿Por qué?
Porque frente a los testimonios que había aquí no quedaba más que tomar una decisión. Y yo no podía tomar esa decisión.
-¿Qué decisión?
El cardenal tenía tres caminos: El primero era leer los informes y decir “los testimonios no me convencen”. Y tirar todo a la basura. El segundo, era llamar al acusado, escuchar sus descargos y comparar los testimonios con los descargos del acusado. Y si los descargos no le convencían, decirle “yo le pido a usted que deje su cargo en la parroquia y se retire”. El cardenal no puede sin el permiso de Roma devolverlo al estado laical, pero sí pedirle que él pida a Roma la dispensa del sacerdocio. Y el tercer camino es nombrar a tres jueces para que frente a los hechos ellos juzguen y tomen una decisión. Esa decisión podía ser resuelta por ellos siempre y cuando no se encontraran menores entre las víctimas. Porque si se encontraban menores ya es un delito y eso sí o sí debe ser informado a Roma. (Diversas fuentes consultadas por CIPER coinciden en que el caso Karadima llegó a Roma porque uno de los denunciantes, Fernando Batlle, declaró: fui abusado sexualmente y torturado psicológicamente durante toda mi preadolescencia –hasta los 19 años aproximadamente– por el sacerdote Fernando Karadima)
“Ver a James Hamilton exponerse en televisión me dio muchísima pena y dolor. Yo había hecho todo lo que estaba en mi poder para que no se llegara a esto, pero quienes debían hacer el resto no lo hicieron”.
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“No sólo hablé con el cardenal sino que comuniqué todo lo que había ocurrido a alguien superior a él, conté todo lo que yo había escuchado y cómo se había procedido”. (Eliseo Escudero)
-Como promotor entonces, cuando le tocaba investigar estos casos, ¿nunca interrogó a un sacerdote acusado de alguna conducta indebida?
En un par de ocasiones el cardenal me pidió que entrevistara a un acusado, pero eran hechos diferentes. Recuerdo a un sacerdote al que se le acusaba de tener relaciones con una mujer. Se presentaron los hechos, hice mis informes y el cardenal me pidió que entrevistara al acusado. Mi primera reacción fue decirle que creía que él debía ser quien entrevistara al acusado, pero si creía que debería hacerlo yo, lo hacía siempre y cuando me diera un mandato por escrito. Él lo hizo, y entrevisté a esta persona. Acabó fuera del sacerdocio. Ahora, en este caso, ni con mandato del cardenal hubiera entrevistado a Karadima porque el caso me daba asco. Y si el cardenal me hubiera dicho que la entrevista a Karadima la hiciera yo, le habría insistido que era él quien debía hacerla.
-Luego de que terminó su período como promotor, ¿qué ocurrió?
Fui sustituido en el cargo y unos meses después me enteré que el cardenal le había pedido la renuncia a Karadima como párroco de El Bosque. Pensé que esto era a raíz de los hechos presentados. Incluso eso fue lo que le dije a José Murillo por teléfono cuando por esos días me llamó para saber en qué estaba el caso. “Hay buenas noticias, el cardenal le pidió la renuncia a Karadima y dejó de ser párroco de El Bosque”, le dije. Mi sorpresa vino después, cuando me enteré por una persona muy ligada a Karadima, que el cardenal no mencionó en ningún momento las acusaciones que había en su contra. Solo le dijo que le pedía que renunciara a El Bosque porque él ya había hecho mucho y debía cuidarse.
Supe también que sólo mucho tiempo después de que había renunciado, el cardenal le mencionó, muy de pasada: “hay unas acusaciones en su contra rondando por ahí que no tienen mucho fundamento”.
-¿Usted nunca le dijo nada al cardenal?
Mire, no solo hablé con el cardenal, sino que comuniqué todo lo que había ocurrido en esta investigación a alguien superior al cardenal. Le conté todo lo que yo había escuchado y cómo se había procedido en este tema.
-¿Y al cardenal qué le dijo?
Nuestra conversación fue después que salió el programa Informe Especial de TVN. Yo quedé muy mal con ese programa, incluso tuve un accidente vascular. Ver a James Hamilton, quien tenía tanto pudor de dar a conocer esto, exponerse así en televisión, me dio muchísima pena y dolor. Yo había hecho todo lo que estaba en mi poder para que no se llegara a esto, pero quienes debían hacer el resto no lo hicieron. Hubo mucha omisión en este caso… Así que fui a hablar con el cardenal y le conté lo de mi accidente vascular y le dije: yo soy una víctima más de Karadima. Y en esa ocasión le pregunté por qué él no se había acercado a las víctimas. El respondió que él era juez en esta causa y por lo tanto no podía acercarse porque debía tomar distancia. Y que él tenía sus razones para no recibir a James Hamilton. Evidentemente esa respuesta no me pareció, ya que él es el pastor y si de su rebaño se le acerca una oveja herida, él tiene el deber de acogerla.
Sacerdote Juan Díaz: “Tuve la impresión de que el cardenal tomaba con seriedad la denuncia”
No solo el relato del sacerdote Eliseo Escudero abre interrogantes sobre la lentitud de la iglesia para actuar en el caso Karadima. Otros dos testimonios de sacerdotes que hablaron con CIPER apuntan a lo mismo y contradicen lo que ha dicho el cardenal Errázuriz sobre esta investigación. El 25 de abril de este año, en su carta pastoral Errázuriz se refirió al tema Karadima y aseguró que las tres primeras denuncias formales contra el cuestionado sacerdote comenzaron a llegar al Arzobispado de Santiago a partir de mayo de 2005.
“Tuve la impresión de que (el cardenal) tomaba con seriedad la denuncia. No reacciono en defensa de Karadima; por el contrario, dijo que iba a estudiar esta carta con seriedad”. (Juan Díaz)
El sacerdote jesuita Juan Díaz tiene otro recuerdo. Él afirma que supo la historia del filósofo José Murillo cuando era vicario de Educación, en 2003. A Murillo lo había conoció desde los tiempos en que éste intentaba ser sacerdote en el noviciado jesuita y Díaz era provincial de la orden. Murillo desistió de su intento en 1999, pero dice que por la amistad que trabó con Díaz y la confianza que le tiene, acudió a él cuando decidió contar su verdad.
A Díaz le refirió esencialmente la misma experiencia que luego repitió ante el fiscal Armendáriz cuando se inició la investigación judicial: toqueteos en los genitales, manipulación y un intento de masturbarlo del cual Karadima trató de hacerlo sentir culpable.
El sacerdote Díaz recuerda que se quedó impactado con el relato: “Yo nunca había escuchado cosas como esas referida a Fernando Karadima. Había escuchado cosas positivas como el carisma que tenía y cómo atraía a los jóvenes y también cosas negativas como que era manipulador, pero nada como lo que me relató José Murillo en esa oportunidad”. Y agrega: “el testimonio me pareció creíble porque conocía a la persona que me lo contaba, y lo veía afectado. Lo animé a que le escribiera una carta al arzobispo Errázuriz y me comprometí a entregársela”.
El sacerdote piensa que alrededor de un mes después de esa conversación Murillo le entregó la carta. “Los vicarios nos reuníamos semanalmente con Errázuriz y después de esa reunión le pedí unos minutos en privado. Ahí le conté que una persona que yo conocía y estimaba, José Murillo, me había relatado una serie de acusaciones que afectaban al padre Karadima. Le dije que lo que me decía Murillo me parecía creíble y después de eso le entregué la carta. Él la leyó con atención delante de mí. Se mostró sorprendido. Tuve la impresión de que tomaba con seriedad la denuncia. No reacciono en defensa de Karadima; por el contrario, dijo que iba a estudiar esta carta con seriedad.
-Fuentes eclesiásticas han sostenido que esa primera denuncia de 2003 era anónima.
-No creo que se refieran a esta carta porque yo le expliqué al cardenal quien hacía la denuncia y de qué se trataba.
-¿Recuerda si estaba firmada la carta?
-Mire, yo la leí y decía lo mismo que José Murillo me había contado a mí. No recuerdo si estaba firmada, aunque imagino que sí. En todo caso le aseguro que no me habría prestado para transmitir una denuncia anónima.
-Después de que entregó esa denuncia, ¿recibió alguna respuesta del cardenal?
-Nunca me tocó el tema de nuevo. Yo fui vicario hasta 2005 y nunca me dijo nada.
“No sé cuál puede ser la razón de que el cardenal no me haya vuelto a tocar el tema”. (Juan Díaz)
-¿Qué le parece que no le haya vuelto a hablar del tema ni haya canalizado esas denuncia hacia una investigación?
-No sé cuál puede ser la razón de que el cardenal no me haya vuelto a tocar el tema.
-¿Usted le preguntó alguna vez qué había pasado?
-¿Yo debía preguntarle?
-Con esa denuncia que a usted le pareció creíble no se inició ninguna investigación. ¿Qué explica esa actitud del cardenal?
-Sinceramente prefiero reservar en mi fuero interno mi explicación.
Sacerdote Rodrigo García: “Ezzati dijo: aquí hay una víctima y debe ser escuchada”
El testimonio del sacerdote Juan Díaz deja abierta una incógnita: ¿Qué hizo Errázuriz con la carta que le entregaron? Ni en el proceso canónico ni en la justicia civil hay registro de que él le haya dado curso a esa denuncia. De hecho, la primera acusación que recibe oficialmente el sacerdote Escudero contra Karadima es la que llega a hacer la ex esposa de Hamilton, un año después.
Consultado sobre esa carta, Murillo explica que “tiempo después de enviársela al cardenal la borré de mi computador. Me daba vergüenza, no quería que mi familia, por un error, la leyera.”
El sacerdote jesuita Rodrigo García es amigo de José Murillo desde 1997 y fue una de las primeras personas a las que éste le contó lo que había vivido en la Parroquia El Bosque. Se lo dijo alrededor del año 2002 y su relato, explica el sacerdote, fue coincidente con lo que el filosofo denunció más tarde ante la justicia: tocaciones, intento de masturbación y un largo periodo en el que fue manipulado y se lo hizo sentir culpable de esos hechos.
García dijo a CIPER que se sorprendió con el relato de Murillo y que por lo mucho que lo conocía, no tuvo dudas de que decía la verdad. Supo más tarde que había decidido denunciar estos hechos al arzobispo Errázuriz; se enteró de la carta enviada a través del entonces vicario de la Educación Juan Díaz y supo del silencio que guardó la autoridad. García dice que por ese motivo, en el segundo intento de Murillo, la denuncia fue presentada a Ricardo Ezzati, entonces obispo auxiliar de Santiago, actual arzobispo de Concepción y recién elegido presidente de la Conferencia Episcopal. García fue el emisario de la carta y recuerda que se reunió con Ezzati el 11 de abril de 2005, en la mañana.
“La reacción del arzobispo Errázuriz ante la carta anterior hizo que intentáramos buscar otro camino (…) Monseñor Ezzati nos daba confianza”. (Rodrigo García)
-¿Por qué decidieron que era mejor hablar con Ricado Ezzati?
-Porque la reacción del arzobispo Errázuriz ante la carta anterior hizo que intentáramos buscar otro camino. Queríamos que alguien distinto del cardenal supiese de la denuncia y no quedase nuevamente todo a su discreción y sin más testigos. Al mismo tiempo, hubo un acto de confianza en que la Iglesia, desde dentro, haría alguna cosa. Monseñor Ezzati nos daba confianza.
-Él dijo recientemente que lo que recibió de usted fue una carta anónima, pero que le dio crédito porque la persona que se la llevaba era un sacerdote jesuita. ¿Por qué fue anónima la denuncia?
-Lo que ocurrió fue lo siguiente. Yo visité a monseñor Ezzati y le expuse el caso diciéndole que se trataba de una persona que yo conocía y que me daba absoluta confianza. Fue una exposición larga y detallada. Después de recibir de mí la denuncia, recibió también la carta. Efectivamente la carta no estaba firmada porque José no quería exponer su nombre en vano otra vez. Quería saber primero si lo iban a oír. Si Ezzati decía que quería hablar con el autor de la carta, se presentaría de inmediato. Y eso fue lo que ocurrió. Entonces no se puede decir que era una denuncia anónima. Eso suena a un sobre sin remitente con un autor inubicable. La carta la estaba avalando yo. Y el denunciante se presentó de inmediato.
-¿Que dijo Ezzati cuando leyó la carta?
-Dijo casi textualmente: “aquí hay una víctima y debe ser escuchada. Dígale que venga”. Fijó una reunión que se llevó a cabo cerca de un mes después. Acompañé a José a la oficina y se reunieron solos. Recuerdo que José salió conforme, tranquilo, creyendo que había sido escuchado.
El sacerdote García agrega que fortuitamente se encontró dos veces más con Ezzati en distintas circunstancias y que el obispo, tomando la iniciativa, se le a acercó a hablarle sobre el tema. La primera vez le dijo “lo suyo está avanzado”. La segunda vez, a fines de 2005 le comentó “lo suyo está en manos del cardenal”.
Esta versión es coincidente con lo señalado por el promotor de justicia Eliseo Escudero, quien declaró que a fines de 2005 recibió una denuncia notarial que tenía la firma de Ezzati como respaldo.
Pese a todos los testimonios que ya estaban disponibles en 2005, la investigación eclesiástica que dejó Escudero al terminar su cargo, solo se retomó en septiembre de 2009, cuatro años después, cuando se designa al sacerdote Fermín Donoso Espic.
“Ezzati dijo casi textualmente: aquí hay una víctima y debe ser escuchada. Dígale que venga”. (Rodrigo García)
Así lo confirmó el sacerdote en su declaración ante el fiscal Xavier Armendáriz: “Por encargo del cardenal Errázuriz desde septiembre del año pasado me desempeño como promotor de la justicia de la iglesia para investigar posibles conductas indebidas por parte del sacerdote Fernando Karadima, causa que se inició en 2003 ó 2004, iniciada como Promotor de Justicia por el padre Eliseo Escudero, quien renunció al cargo por expirar su plazo”.
Consultado por el diario The New York Times, Errázuriz declaró que en 2003, al conocer la primera denuncia de Murillo “lamentablemente no la juzgué creíble”.
¿Hasta cuándo siguió creyendo increíbles las acusaciones el cardenal? Porque lo cierto es que desde 2006 a 2009 las instancias pertinentes del Arzobispado de Santiago no dieron señales de investigar a fondo la veracidad de las acusaciones de los cuatro profesionales y de la ex esposa de uno de ellos, a pesar de las recomendaciones de varios sacerdotes, entre ellos el propio promotor de justicia Eliseo Escudero.
Sólo el cardenal Francisco Javier Errázuriz puede responder.
CRONOLOGÍA BÁSICA
2003. José Murillo relata al sacerdote Juan Díaz -vicario de Educación del Arzobispado de Santiago- su historia de abusos como víctima de Karadima.
2003. Un mes después, Murillo le entrega una carta a Juan Díaz con su testimonio. Díaz relata que esa carta se la entregó al cardenal explicándole de quien se trataba e insistiendo en que le parecía creíble lo relatado. Hace unas semanas Errázuriz dijo al diario The New York Times que la denuncia de Murillo “lamentablemente no la juzgué creíble”. No dijo entonces que esta denuncia se la había entregado, respaldándola, su vicario de Educación.
2004, mayo. El promotor de justicia Eliseo Escudero recibe las denuncias contra Karadima presentadas por María Verónica Miranda, por entonces esposa de James Hamilton. La acompaña la madre éste. Escudero las oye por instrucciones de Errázuriz. Le envía un informe en el que juzga creíble lo relatado.
2005, 11 de abril. El sacerdote Rodrigo García se reúne con el obispo Ezzti para ponerlo al tanto de las denuncias de Murillo contra Karadima. García dice que recurrieron a Ezzati porque “queríamos que alguien distinto del cardenal supiese de la denuncia y no quedase nuevamente todo a su discreción y sin más testigos.” García le entrega a Ezzati una carta de Murillo, sin firma. Ezzati dice que quiere conocer al denunciante.
2005, mayo. Cerca de un mes después, Murillo relata personalmente su historia al obispo Ezzati. Este le pide que haga una declaración notarial de su testimonio.
2005, 4 de noviembre. El sacerdote Escudero recibe la carta de José Murillo, la cual viene con la firma Ezzati avalándola. Dice Escudero: “al leerla, me dio una vez más la impresión que estábamos frente a hechos que tenían fundamento, así que por segunda vez, hice mi informe y aparte de incluir mi parecer sobre la veracidad que me daban los hechos, puse que en caso de tomarse la acción de sacar al sacerdote Karadima de la parroquia, se debería hacer antes una auditoría”.
2006, enero. Escudero recibe la declaración de James Hamilton. El sacerdote afirma: “a partir de ese momento teníamos dos testimonios directos… Era imposible no creerle… es uno de los relatos más crudos que me ha tocado escuchar. Hice un nuevo informe, le agregué mi parecer como lo había hecho en el informe anterior. Hasta ahí era todo lo que yo podía y debía hacer.
2006. Poco después de Hamilton, Escudero recibe el tercer testimonio directo: Juan Carlos Cruz, el cual tampoco “dejaba dudas de que los hechos sí habían ocurrido”. Escudero dice que ”lo escuché, hice mi informe y al día siguiente dejé mi cargo”. Desde entonces y hasta septiembre de 2009 no hay investigación eclesiástica sobre el caso.
2006, septiembre. Errázuriz le pide a Karadima que deje el cargo. Lo reemplaza el sacerdote Juan Esteban Morales. Escudero interpreta este hecho como una consecuencia de la investigación que ha llevado adelante. Más tarde se entera de que el Cardenal le ha pedido a Karadima que deje el cargo sin mencionarle la investigación, argumentando que debe cuidar su salud. CIPER recogió testimonios parecidos en el entorno de la parroquia El Bosque: la salida de Karadima y su reemplazo por Morales se explicó oficialmente como un asunto de la edad del sacerdote. Por ello, muchas personas se enteraron de las acusaciones de Karadima recién en abril de 2010 con el programa de Informe Especial.
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Las pruebas que reunió la justicia chilena en el caso Karadima
Por: Juan Andrés Guzmán
- Tras el sobreseimiento definitivo dictado ayer por el juez Leonardo Valdivieso, la justicia chilena dejó de investigar el caso Karadima. Sólo lo hace el Vaticano, cuya decisión final nadie tiene certeza de cuánto tardará. Así, las denuncias de abusos sexuales que remecieron a la iglesia católica se encaminan hacia un incierto final. ¿Se investigó todo a fondo? ¿Qué pasó con los feroces testimonios que los chilenos vieron a comienzos de año? ¿No fueron convincentes para la justicia? ¿Prescribieron? Le presentamos aquí las pruebas y argumentos que defensores y acusadores presentaron en el proceso. Ahora la Corte de Apelaciones deberá analizarlos y puede confirmar que el caso se cierra definitivamente u ordenar que el juez investigue. Un elemento que podría pesar en esa decisión es una carta firmada por el sacerdote Fernando Karadima y de la que no se había hablado hasta ahora.
Vea resolución del juez Leonardo Valdivieso: Sobresee la causa por “encontrarse ya extinguida responsabilidad penal” del sacerdote Fernando Karadima.
Tras el sobreseimiento definitivo dictado ayer por el juez Leonardo Valdivieso, la justicia chilena dejó de investigar el caso Karadima. Sólo lo hace el Vaticano, cuya decisión final nadie tiene certeza de cuánto tardará. Así, las denuncias de abusos sexuales que remecieron a la iglesia católica se encaminan hacia un incierto final. ¿Se investigó todo a fondo? ¿Qué pasó con los feroces testimonios que los chilenos vieron a comienzos de año? ¿No fueron convincentes para la justicia? ¿Prescribieron? Le presentamos aquí las pruebas y argumentos que defensores y acusadores presentaron en el proceso. Ahora la Corte de Apelaciones deberá analizarlos y puede confirmar que el caso se cierra definitivamente u ordenar que el juez investigue. Un elemento que podría pesar en esa decisión es una carta firmada por el sacerdote Fernando Karadima y de la que no se había hablado hasta ahora.
“Sufrí reiterados abusos de índole sexual por parte del padre Fernando Karadima, que consistían principalmente en tocaciones en mis genitales. Eso ocurría a veces delante de otros jóvenes cercanos a Karadima, a quienes también les hacía lo mismo. Otras veces, en cambio, los abusos ocurrían en el confesionario, cuando me hablaba de la vocación, momento en el que me tocaba los genitales. Pero a diferencia de lo que ocurría cuando había más personas presentes, lo hacía más prolongadamente frotándolos varias veces. En algunas ocasiones mientras me acariciaba y mantenía su mano en mis genitales me decía que él tenía grandes cosas preparadas para mí, que yo era una de las personas en la que más confiaba, pero que tenía que mantener a mis papás alejados porque eran muy controladores”.
Este es uno de los testimonios en contra del sacerdote Fernando Karadima que recibió el juez Leonardo Valdivieso, magistrado que ayer anunció el sobreseimiento definitivo de la causa.
El testimonio pertenece al abogado Fernando Batlle (ver declaración completa), quien le aportó a la investigación de Valdivieso un elemento importante: una carta firmada por el propio Karadima y dirigida a Batlle cuando éste tenía 17 años.
Para entender la importancia de esa carta hay que recordar que durante todos estos meses de investigación el testimonio de Batlle ha sido uno de los que más ha complicado a Karadima. Batlle declara haber llegado a la Parroquia de El Bosque cuando tenía 13 ó 14 años y haber sido permanentemente abusado por el sacerdote. Es por sus acusaciones, por ejemplo, que la causa eclesiástica partió a Roma, pues el derecho canónico actual establece que cuando en este tipo de denuncias hay menores, los expedientes tienen que ser vistos en el Vaticano.
Karadima calificó estas acusaciones de mentiras tanto ante el fiscal Xavier Armendáriz como ante el juez Valdivieso, insistiendo además que a todos los acusadores (Batlle, Hamitlon, Murillo y Cruz) los había conocido en la parroquia luego de que cumplieran 18 años.
Karadima acusó a Batlle de mentiroso: “Jamás le efectué tocaciones en sus genitales cuando él tenía 13 ó 14 años. Eso es falso y además como he dicho él llegó a la parroquia cuando tenía 18 años y se retiró cuando tenía 23”, dijo el sacerdote al juez Valdivieso.
Más adelante en la misma declaración, insistió: “quisiera hacer presentes que estas personas eran universitarias cuando trabajaron en la Acción Católica Universitaria”.
Algo muy distinto aparece en la carta que Batlle le entregó al juez. Está fechada en junio de 1994 y la firma Karadima.
Dice: “Tu trabajo pastoral ha sido cada vez más profundo, servicial y abnegado. Estoy muy agradecido por lo que me ayudas y lo que das en la Acción Católica. Pronto saldrás del colegio, estudiarás una carrera universitaria y la vida pasará muy rápido. Por eso, en toda circunstancia debes mantenerte cerca de Dios, continuar tu entrega en la parroquia y estar abierto a lo que Dios te vaya indicando por el camino. No hay nada más grande e importante en la vida que seguir a Jesucristo y tú, desde niño te has esforzado por seguirlo de cerca. Ahora que eres adulto en la fe, mantén con más fuerza aún ese compromiso que nace en la fe”. (Lea la carta completa)
En el sumario que el juez Valdivieso acaba de cerrar no aparece ninguna indagación respecto de esta carta. El magistrado no interrogó a Karadima sobre la aparente contradicción ni tampoco ordenó periciar el documento para saber si la firma que aparece abajo es la del sacerdote.
Simplemente la recibió.
Es posible que haya considerado que, independientemente de si la agresión contra Batlle ocurrió o no, estaba cubierta por el manto de la prescripción, por lo cual no era necesario investigarla. Tal es la tesis sostenida en la investigación por la defensa de Karadima.
LA OPINIÓN DE ARMENDÁRIZ
El expediente Karadima, que pronto debiera llegar a manos de la Corte de Apelaciones para que se pronuncie sobre este sobreseimiento, tiene 400 fojas. De ellas cerca de 300 corresponden a la investigación realizada por el fiscal Xavier Armendáriz, desde que asumió la investigación en abril hasta mediados de julio. Las 100 restantes corresponden a lo que investigó, el juez Leonardo Valdivieso, quien tuvo la investigación en su poder entre el 15 de julio y el 16 de noviembre, cuando decidió cerrar el sumario.
Todas las fuentes consultadas por CIPER coinciden en que la investigación de Armendáriz es la que aporta la mayor cantidad de material para aclarar si las acusaciones de abuso sexual son reales o no.
De hecho, muchos de los testimonios del caso que han citado los medios vienen de declaraciones hechas ante el fiscal. Armendáriz interrogó a sacerdotes, careó testigos y recibió datos sobre curiosas donaciones hechas a funcionarios de El Bosque que podían saber si las acusaciones en contra de Karadima eran ciertas o no.
Sin embargo, el fiscal perdió la investigación cuando quiso incautar material que tenía en su poder el abogado eclesiástico de Karadima, Juan Pablo Bulnes. Ese material contenía nada menos que declaraciones y elementos de prueba que Karadima había entregado a Roma para su defensa.
Para realizar la incautación y revisar las oficinas de Bulnes, Armendáriz pidió autorización al 8vo Juzgado de Garantía, el que centró la cuestión sobre si la investigación del fiscal abordaba casos previos a 2005 o no, es decir, si eran hechos que debía investigar la fiscalía o el sistema de justicia antiguo.
En la argumentación que hace ante el tribunal de garantía para mantener el control de la investigación, Armendáriz aporta un profundo análisis jurídico del caso que es importante tener a la vista ahora que el juez Valdivieso ha decidido que no hay más que investigar.
Armendáriz señala, primero, que de acuerdo a los testimonios reunidos, Karadima es una persona “de gran carisma e influencia que toma hasta hoy en sus manos la formación espiritual de un gran número de jóvenes” y que ejerce en ese trabajo una autoridad tal que logra “confundir su acción con la voluntad divina, logrando sometimiento y subyugación espiritual y emocional”.
En ese sentido, explica, lo que ha indagado la fiscalía es “la posible comisión de delitos sexuales (…) en un centro religioso que hasta el día de hoy (el subrayado es del fiscal) mantiene inalterada la estructura que posibilitó conductas de interacción sexual con al menos cuatro víctimas, cuyo carácter es constitutivo de delitos”.
Agrega que la mantención de ese orden en El Bosque puede hacer que los discípulos repitan las conductas abusivas del maestro: “La experiencia que existe al respecto es que tales ambientes suelen perdurar largo tiempo e incluso hacerlo a través de la repetición de las conductas abusivas por parte de discípulos que adoptan como suyas las conductas desviadas del líder inicial.”
Armendáriz alude aquí a la denuncia en contra del actual vicario de El Bosque, Diego Ossa, quien continúa el trabajo con los jóvenes de la iglesia y que fue acusado por un feligrés de la parroquia Jesús Carpintero llamado Óscar Osbén, de haberlo abusado sexualmente en 2003. (Ver: Nuevas propiedades y testimonios urgen decisión del cardenal sobre Karadima)
Armendáriz explica al tribunal que Osbén recibió del sacerdote Ossa entre 8 y 10 millones “sobre la base de recordarle una eventual interacción sexual con él en el año 2003 (…) Se hace presente que el sacerdote señor Ossa, que expresamente declaró que no deseaba reclamar de esta situación, es una de la dos personas de mayor confianza del imputado y también está domiciliado en la Parroquia El Bosque. Lo anterior lleva a considerar que las conductas del imputado (Karadima) pueden estar siendo imitadas o repetidas por personas de su entorno más cercano, alguna de las cuales han recibido su influencia literalmente desde su primera juventud”.
Al respecto es importante señalar que en su acusación contra el vicario Ossa, Osbén afirmó que “él tenía la costumbre de dar golpecitos en los genitales, diciendo “estos pirulitos mantelos amarrados”, lo que no me gustaba, yo reaccionaba y él se daba cuenta por lo que me decía que no me preocupara. Yo lo veía como desagradable, pero sin connotación sexual”.
La declaración se parece mucho a la acusación que hace en contra de Karadima Fernando Batlle, quien señala que al llegar a la parroquia, Karadima lo saludaba muy afectuosamente mientras le palmoteaba los genitales y le decía que “el pirulito” había que tenerlo “corcheteadito”. CIPER tiene antecedentes de que al menos hubo otra denuncia en contra de otro sacerdote de la Unión Sacerdotal. Esta denuncia se hizo en la investigación eclesiástica, no en la judicial. Consultada por CIPER, la victima solicitó reserva de su identidad pero dijo que el sacerdote le practicó el mismo toqueteo de genitales usando la frase “hay que cuidar la castidad”, que numerosos testigos atribuyen a Karadima. El sacerdote cuestionado fue requerido por CIPER y negó que hubiera hecho tal cosa.
¿Hay más acusaciones contra otros sacerdotes? La respuesta puede estar en la investigación eclesiástica, lo cual muestra lo importante que habría sido para la justicia civil acceder a lo que la iglesia investigó, o al menos a los que Karadima declaró como acusado.
EL BOSQUE HOY
En su presentación ante el tribunal de garantía, el fiscal Armendáriz remarcó con insistencia otro punto: si es posible que estos hechos se sigan cometiendo, la obligación de la autoridad es investigar, aún cuando los hechos inicialmente denunciados puedan haber prescrito.
Para el fiscal, los relatos de Batlle, Hamilton, Murillo y Cruz, configuran de parte de Karadima “una forma característica y común de abordar a sus víctimas para someterlas a sus deseos”. Armendáriz añadió que “dado que el entrono y características de la dinámica de El Bosque permanecen inalterables hasta hoy, especialmente en cuanto a que su figura central es el denunciado Karadima, es altamente probable que los actos que sufrieron (los denunciantes) se hayan repetido y se estén repitiendo hasta hoy.”
Para el fiscal la credibilidad de estas denuncias se refuerza en “los testimonios de numerosas personas, entre ellas cuatro sacerdotes formados en la Parroquia de El Bosque (Hans Kast, Andrés Ferrada, Eugenio de la Fuente y Fernando Ferrada)… los cuales dan cuenta de que el imputado es capaz de someter a sus designios a sus dirigidos y manipularlos a su antojo, además de mantener conductas invasivas de los espacios corporales de los jóvenes que asisten al recinto, impropias de un sacerdote.”
Armendáriz recalca que Hans Kast, actual canciller del Arzobispado, “solicitó formalmente al Ministerio Público que al imputado se lo aislara de personas menores de 60 años y se adoptaran lo que llamó, “medidas de protección” respecto de los jóvenes que hoy asisten a la Parroquia.”
Respecto de la necesidad de investigar lo que ocurre hoy, el fiscal es claro:
“Es imposible de soslayar, en una investigación responsable, la necesidad de avanzar las investigaciones para establecer o descartar la efectiva ocurrencia actual o próxima en el tiempo de conductas de carácter sexual que podrían revestir visos de delito respecto de los menores o jóvenes en proceso de formación”.
Armendáriz cerraba su argumentación remarcando la importancia de los documentos que quería incautarle al abogado Juan Pablo Bulnes, pues esos antecedentes “pertenecen a la etapa cúlmine de una indagación eclesiástica que se prolongó por años y puede ser muy importante para determinar la comisión de otros ilícitos sexuales”.
Finalmente el tribunal de garantía determinó que los hechos denunciados habían ocurrido antes de que comenzara a funcionar el nuevo sistema de justicia y ordenó al fiscal entregar el expediente al sistema de justicia antiguo.
A partir de julio quedó a cargo de la investigación el juez Leonardo Valdivieso Lobos, el cual no consideró necesario ver los documentos que Armendáriz quería requisarle a Bulnes y por lo tanto no ordenó esa incautación.
Mostrando que veía las cosas de una manera diferente, tampoco se sintió impelido a determinar si los abusos denunciados se habían continuado realizando. Al menos en las 100 fojas que tiene su investigación, no aparecen diligencias en ese sentido.
LOS ARGUMENTOS DE LAS PARTES
Lo cierto es que la revisión del expediente del juez Valdivieso no arroja grandes novedades respecto de lo que había avanzado Armendáriz. Los elementos nuevos que aporta son, principalmente los viajes al exterior realizados por Karadiama y los certificados médicos presentados por la defensa (cuatro en total) que coinciden en describir el estado de salud de Karadima como delicado en extremo.
Tal vez lo más interesante de esta parte de la investigación es algo que no depende del juez sino de las partes, las cuales previendo el final, usaron toda su batería argumentativa y permiten formarse un juicio sobre si correspondía o no seguir investigando.
Siguiendo la línea de Armendáriz, los acusadores de Karadima insistieron en sus escritos que el sacerdote de El Bosque cometió abusos contra menores y que sus prácticas sexuales las sigue teniendo, al menos hasta que abandonó, a mediados de este año, la citada parroquia.
Esa es la tesis jurídica del abogado acusador Juan Pablo Hermosilla, quien sostiene que Karadima abusó de sus clientes usufructuando de “su calidad de sacerdote, confesor y guía espiritual que le entregaba una clara posición de poder y de jerarquía”.
Sobre la prescripción, sostiene que si bien los hechos iniciales tuvieron lugar hace más de 10 años, éstos se siguieron cometiendo en los siguientes años y se pueden estar cometiendo aún sobre otras víctimas. Al respecto cita el artículo 96 del Código Penal, que afirma que la “prescripción se interrumpe, perdiéndose el tiempo transcurrido, siempre que el delincuente cometa nuevamente crimen o simple delito”.
Se alude así a que lo que se juzga en este caso no es un hecho sino un “patrón de conducta, mantenido en al tiempo al menos desde 1983”.
Por su parte, la defensa de Karadima sostiene que los hechos denunciados jamás ocurrieron. Pero si hipotéticamente hubiesen ocurrido, estarían prescritos y entonces no tendría sentido investigar.
Así lo sostiene el penalista Luis Otriz Quiroga. quien parte su alegato señalando que la investigación hecha por Armendáriz es profunda y acuciosa:
“Han prestado declaración más de 80 personas, se han acompañado documentos, se han llevado a cabo careos y adjuntado informes, con una actividad y esmero difíciles de igualar, incluso en procesos por delitos de extrema gravedad”. En ese sentido, agrega, es difícil aportar algo nuevo: “todas las diligencias que VS puede haber llevado a cabo (…) no puede cambiar los hechos establecidos en la primera etapa de esta causa”.
Ortiz alega que otra característica de esta investigación es que ha recibido una “publicidad desmedida, sesgada y verdaderamente escandalosa”. Sostiene que la cobertura y los comentarios mentirosos “han logrado hacer trizas el prestigio y reputación de un sacerdote que ha dado su vida por la Iglesia, todo ellos antes de un pronunciamiento judicial”.
En ese sentido Quiroga tiene palabras de gratitud para Valdivieso: “mi representado no puede sino sentir tranquilidad y gratitud del estilo rigoroso y respetuoso de los derechos del imputado con que este Tribunal llevas sus causas. Reconocemos que la campaña difamatoria en contra del padre Karadima ha disminuido considerablemente desde la fecha en que los autos están en poder de VS.”
Respecto de la prescripción, el abogado argumenta que las acusaciones están fundadas “en hechos acaecidos hace ya muchos años, todos ellos falsos, pero que, de ser verdaderos –lo que solo lo señalamos como hipótesis para los efectos del razonamiento– están prescritos por lo que terminarán necesariamente con un sobreseimiento definitivo”.
El abogado puntualiza que continuar con un proceso que va a terminar sobreseído “afecta de manera muy severa los derechos humanos del imputado. El estigma de una acusación en contra de un sacerdote de la naturaleza de las que se formulan en este caso, constituye una afrenta cuya mantención indefinida, a través de un proceso largo, hacen tanto o más daño que una verdadera condena, reflexión que nos lleva a expresar a VS la necesidad de darla a esta causa una tramitación lo más rápida posible”.
Agrega que su defendido tiene le mejor disposición para colaborar y de prestar declaración tomando en cuenta su delicado estado de salud.
Con ello, hace referencia a los certificados médicos entregados por ellos y que difundió La Tercera este fin de semana. En ellos se afirman que someter a Karadima a un careo es poner en riesgo su vida.
En uno de los certificados médicos, fechado el 21 de octubre de 2010, el doctor Santiago Soto Obrador afirma lo siguiente: “Se me ha informado que el Padre Karadima será sometido a un careo. Desde el punto de vista médico, vengo a afirmar fuertemente que esa actividad pude generar en él una nueva crisis hipertensiva grave y angina de pecho, condiciones que podrían ser incluso, fatales, no solo por lesiones a nivel cardiaco sino que por desencadenar arritmias y embolias cerebrales”.
Varios meses antes, en abril el mismo doctor Soto había expedido similares afirmaciones para oponerse al careo al que expresamente Karadima se había negado. En esa oportunidad Soto señaló: “Las condiciones actuales son especialmente delicadas dado que, situaciones tensionales aún moderadas, suelen desencadenar crisis hipertensivas con riesgo neurológico y cardiovascular y arritmias que agravan el equilibrio coronario, con riesgo de infarto de miocárdico. Esto es espacialmente posible en la situación presente”.
Según pudo averiguar CIPER, el juez Valdivieso no solicitó un informe médico independiente para corroborar lo afirmado por Soto. Y debió haber solicitado una opinión imparcial pues según publicó recientemente La Segunda, Soto es muy cercano a Karadima. El doctor fue decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Finis Terrae y a la inauguración de esa carrera asistió justamente el cuestionado sacerdote.
El otro médico que se opuso a que Karadima fuera careado con sus acusadores es el doctor Juan Luis Córdoba que, según afirma La Segunda, es integrante de la Acción Católica de El Bosque.
Tras esos informes, el juez Valdivieso recibió una nueva presentación de Ortiz Quiroga en la que reiteró los planteamientos anteriores, insistiendo sobre todo en que debía aplicarse la prescripción. También se opuso decididamente a la posibilidad del careo pues esta diligencia “constituye una oportunidad inmejorable para transformar una diligencia judicial reservada en una actuación de carácter público y noticioso, ajena al control de VS y sometida a presiones propias de una noticia. El tratamiento público de la diligencia solo ocasionará la humillación de nuestro representado quien, por su avanzada edad y estado de salud no puede contrarrestar la utilización mediática que los querellantes han hecho de sus casos. Esta diligencia solo tiene por objeto dilatar una investigación que está llamada a concluir por sobreseimiento definitivo, en razón de la prescripción penal”.
Ese documento se presentó el 2 de noviembre. Luego no ocurrió nada más en la investigación y el 16 de noviembre el juez declaró cerrado el sumario sin dar una razón jurídica de ese acto. Ayer el magistrado decidió sobreseer definitivamente la investigación. Sus motivos posiblemente los entregará mañana.
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Iglesia da golpe de timón en caso Karadima
Por: Juan Andrés Guzmán y Gustavo Villarrubia
Un giro radical en la actitud de la iglesia frente al sacerdote Fernando Karadima dio el nuevo arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati: recibió en su casa a uno de los principales denunciantes, se reunió con los sacerdotes que se han alejado de Karadima y ordenó que el vicario Diego Ossa abandonara la parroquia de El Bosque. La Iglesia está a la espera del fallo vaticano, que se presume adverso y que sería “inminente”. Además, la próxima semana la Corte de Apelaciones deberá definir si reabre la investigación penal contra Karadima, como lo recomendó la fiscal Loreto Gutiérrez. En un convento de Santiago, Karadima aguarda las resoluciones que definirán su futuro.
Desde comienzos de enero en la parroquia de El Bosque no se ha vuelto a ver al sacerdote Diego Ossa oficiando la misa de 12, como hizo sin falta durante los últimos dos años. Ossa es uno de los sacerdotes que conforman el círculo de hierro de Fernando Karadima. Llegó a El Bosque procedente de la parroquia Jesús Carpintero de Renca, donde fue acusado de abusos sexuales por un feligrés . Karadima siempre quería tenerlo cerca y en estos meses en que abandonó el Bosque y se ha refugiado en distintos lugares, Ossa siempre lo acompañaba. Desde comienzos de año, sin embargo, Ossa desapareció sin aviso luego de que fuera protagonista de algunos incidentes con feligreses que pedían que no siguiera oficiando misa y menos reuniéndose con los jóvenes de la Acción Católica que allí se congregaban cada miércoles.
Su traslado a una parroquia que aún no está definida es una de las primeras medidas que ha tomado el nuevo arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, desde que asumió. Lo mismo hizo con otros jóvenes sacerdotes que mantenían contacto permanente con Karadima y que fueron notificados de su cambio a otras iglesias.
Sin que la prensa haya tomado nota de ello, Ezzati ha sostenido reuniones y tomado decisiones que le dan un fuerte giro a la actitud que había tenido la Iglesia frente a Karadima y sus acusadores. Uno de los gestos más potentes ocurrió el 29 de enero pasado, cuando Ricardo Ezzati recibió en su casa de Simón Bolívar a uno de los principales acusadores del ex párroco de El Bosque, según confirmaron a CIPER altas fuentes eclesiásticas. La reunión privada, de una hora de duración, marca un quiebre con la línea seguida por el anterior arzobispo, Francisco Javier Errázuriz, quien durante los 9 años transcurridos desde que José Murillo le hizo llegar la primera denuncia a través del vicario para la Educación, el jesuita Juan Díaz, nunca los recibió. La única respuesta que tuvieron Murillo y Juan Carlos Cruz, otro de los denunciantes, fue un mensaje del arzobispo enviado a través de terceros: “Estoy rezando por ustedes”.
En los hechos, sin embargo, Errázuriz paralizó la investigación eclesiástica y Karadima pudo seguir manteniendo su conducta y el control total sobre la comunidad de El Bosque sin que nadie lo perturbara. La razón que esgrimió Errázuriz el año pasado para justificar su comportamiento fue que no creyó en las acusaciones. Así consta en las declaraciones que el arzobispo de Santiago hizo a The New York Times cuando expresó que las denuncias “lamentablemente no las juzgué creíbles”.
Por el contrario, Ezzati se reunió el 17 de enero, dos días después de asumir como arzobispo de Santiago, con seis sacerdotes de la Unión Sacerdotal que controlaba Karadima y que el año pasado cortaron sus lazos con su tutor espiritual. Fue la primera de una serie de reuniones en las cuales Ezzati recogió, entre otros aspectos, la preocupación de que Karadima estuviera aún en permanente contacto con jóvenes, tal como lo había dicho hace meses a la justicia el canciller del Arzobispado de Santiago Hans Kast.
Según quienes han conversado con Ezzati en las últimas semanas, una de las primeras medidas que tomó al asumir su nuevo cargo fue prohibir que Karadima tuviera contactos con jóvenes. Al menos hasta la llegada del pronunciamiento del Vaticano, que diversas fuentes consideran “inminente”.
Como reflejo de este golpe de timón, un aspecto relevante empezó a desarrollarse en completo sigilo en la trastienda de la imponente parroquia de El Bosque: Francisco Costabal, actual presidente de la Acción Católica, sacó las innumerables pertenencias personales que Fernando Karadima había acumulado en sus dependencias, utilizando para ello una camioneta. Al menos dos viajes fueron registrados por CIPER para una mudanza en la antesala del fallo vaticano que sellará su destino.
En cuanto al paradero del cuestionado sacerdote, CIPER logró determinar que ya no se encuentra en el fundo El Guindal de Calle Larga, perteneciente a la familia Browne. Allí había sido recibido por María Victoria Browne quien junto a su esposo Juan Ignacio Lira eran antiguos feligreses de El Bosque. Pero Carolina Browne, hermana de la primera, no estaba de acuerdo con la invitación, como lo hizo saber a la revista Qué Pasa en noviembre del año pasado: “Con su decisión, mi hermana nos está exponiendo como familia. Es una tontera lo que hace”, señaló. Allí Karadima era visitado por el obispo auxiliar de Santiago, Andrés Arteaga, y los sacerdotes Samuel Fernández y Diego Ossa.
En la primera semana de enero el cuestionado sacerdote dejó dicha propiedad y pasó unos días en una casa de calle Félix de Amesti, en la comuna de Las Condes. Allí CIPER constató que llegó de visita Jorge Andrés Álvarez Stevenson, de 26 años, quien creció al alero de Karadima en la iglesia El Bosque, donde incluso tiene una habitación. Hasta el domicilio temporal del sacerdote lo acompañó el párroco Juan Esteban Morales.
Actualmente, sin embargo, Karadima se encuentra en el convento de las Siervas de Jesús de la Caridad, ubicado en General Bustamante 586, donde existe una residencia de ancianas. El 14 de febrero, CIPER vio llegar hasta el lugar al obispo Andrés Arteaga y en los días siguientes, vio entrar cada noche y con mucha cautela al padre Morales, quien duerme en el convento. “Me mandaron a decir que no está”, respondió una religiosa cuando CIPER preguntó por Karadima. Por teléfono, en cambio, otra monja respondió que el sacerdote no podía atendernos pues se encontraba haciendo misa junto a Morales.
FORMADOS POR KARADIMA
La Pía Unión constituye uno de los temas complejos que deberá enfrentar Ezzati si Karadima es sancionado. Hasta septiembre del año pasado estaba controlada por el ex párroco de El Bosque y la formaban 50 sacerdotes -diseminados en las principales iglesias de la capital- y obispos formados a su alero. Karadima “despertó” esas vocaciones y eso constituía para muchos un ejemplo de que Dios actuaba a través suyo. Así también lo pensaba el ex arzobispo Errázuriz, quien en su carta pública del 23 de abril del año pasado afirmó: “De él (Karadima), Dios se ha valido para despertar numerosas vocaciones al sacerdocio, al episcopado y a la vida consagrada”.
En 2006, cuando Errázuriz decidió sacar a Karadima del cargo de párroco de El Bosque amparándose en su avanzada edad, sacerdotes de la Pía Unión realizaron un intenso lobby para que Karadima mantuviera el control de esa importante parroquia.
–No hubo puerta que no tocáramos para revertir la decisión. Llegamos hasta el Vaticano a presionar por algo que considerábamos totalmente injusto y sólo fruto de la animosidad del arzobispo Errázuriz frente a la persona del padre Karadima. Cómo íbamos a imaginar todo lo que sabríamos más tarde –dice apesadumbrado un sacerdote de la Pía Unión.
Pese a la presión del grupo, el cambio se realizó. En estricto rigor, sin embargo, todo continuó igual para Karadima, pues El Bosque pasó formalmente a manos de Juan Esteban Morales, su sacerdote favorito, y a quien había formado para su reemplazo. Karadima siguió siendo el único guía espiritual de la comunidad y manteniendo el férreo control de la parroquia, la Pía Unión Sacerdotal y las finanzas. También continuó viviendo en dos habitaciones de la parroquia, mientras que su hermana Patricia Karadima siguió ocupando una de las casas que hay al interior del recinto. La otra casa, en la que vivió hasta su muerte su madre Elena Fariña, siguió ocupada con sus pertenencias sin que nadie pudiera entrar salvo Silvia Garcés, encargada del aseo de alta confianza del sacerdote y a quien “donó” 29 millones de pesos. Karadima, por su parte, continuó pasando un mes de vacaciones en Europa como lo había hecho siempre (Ver artículo: Querellantes de Karadima apelan al sobreseimiento )
Cuando se reactivó la investigación eclesiástica en su contra, Karadima trató de mantener a la Pía Unión cohesionada. Según relataron a CIPER algunos sacerdotes, poco después de que estallara el escándalo y se supiera que había una investigación eclesiástica en curso, Karadima reunió a unos 30 de ellos en la parroquia El Bosque y “ante el Altísimo” -como se llama coloquialmente a jurar ante el sagrario, el lugar más sagrado de la iglesia, pues ahí están las ostias consagradas-, juró que todo era falso. “De lo que se me acusa nada he hecho”, les dijo, según recuerdan algunos de los presentes.
Al verlo jurar “ante el Altísimo”, nadie quedó con dudas. No les pidió que cerraran filas en torno suyo, pero quienes estaban ahí captaron el mensaje: “Implícitamente nos hizo sentir que contaba con nosotros”, dijo a CIPER uno de los sacerdotes.
Para varios de ellos todo cambió tras la emisión del programa “Informe Especial” de TVN con los dramáticos relatos de Fernando Batlle, James Hamilton, Juan Carlos Cruz y José Murillo. Algunos sacerdotes empezaron a calzar escenas y episodios de los cuales habían sido testigos. Los artículos de CIPER abrieron un nuevo forado en la confianza ya que, afirman, no tenían conocimiento ni de las cuantiosas cantidades de dinero que manejaba la Pía Unión ni de las propiedades que fueron adquiriendo.
No fue fácil el proceso del distanciamiento. A juzgar por sus relatos fue muy duro. Hasta que doce de los sacerdotes se reunieron en la iglesia Santa Marta, donde es párroco Javier Barros. Y por primera vez, en colectivo, compartieron experiencias y situaciones de las que fueron testigos y que, a la luz de los testimonios, configuraban un nuevo cuadro.
Ese día concluyeron que las denuncias de Hamilton, Murillo, Batlle y Cruz, a los cuales muchos de ellos bien conocían, eran al menos verosímiles, aunque a varios de ellos les parecen completamente ciertas. Y fue ahí que surgió la idea de hacer una carta pública anunciando su separación de la Unión Sacerdotal. (Ver artículo “Cisma” en la Unión Sacerdotal controlada por Karadima ).
El arzobispo Errázuriz intentó mediar entre los dos grupos. Para ello, en noviembre del año pasado sacó de la dirección de la Pía Unión al obispo auxiliar de Santiago, Andrés Arteaga, partidario incondicional del ex párroco de El Bosque. En su lugar puso a uno de sus hombres de confianza, Fernando Vives, vicario de la Zona Cordillera del Arzobispado; y como consejeros optó por una decisión salomónica: en representación de los disidentes, nombró a Javier Barros Bascuñan, quien oficia en la Parroquia Santa Marta; y como representante de los que aún creen en la inocencia de Karadima puso a Samuel Fernández Eyzaguirre, decano de Teología de la Universidad Católica hasta el año pasado, además de ex vicario de la Zona Sur. Pero los intentos de reunir al grupo no fructificaron: “no se puede establecer un diálogo sin establecer la verdad”, dice un sacerdote.
El futuro de la Pía Unión no es baladí. A su nombre está inscrita la propiedad de la Parroquia El Bosque, cuyo avalúo es de 10 millones de dólares, y de varios departamentos en la misma zona residencial.
El futuro de los partidarios de Karadima es aún más complejo. Ante una sanción vaticana, ¿cómo serán evaluados ellos? ¿como sacerdotes que fueron engañados? El problema se torna más complejo si el cuadro sicológico que describen los acusadores de Karadima resulta cierto. Y ello, porque todos estos sacerdotes han estado durante muchos años bajo el férreo control del ex párroco de El Bosque y cumpliendo estricta obediencia a todas sus decisiones.
En una reciente entrevista concedida a CIPER, Mariano Cepeda, ex empleado y sacristán de El Bosque por 60 años, reparó en el miedo de los curas a Karadima: “Me acuerdo que venían los primeros viernes de cada mes y los tenía un buen rato formados en el pasillo, haciendo cola frente a su oficina. Los llamaba uno por uno. Nosotros comentábamos: ‘Ahí están los corderos, con la cabeza gacha esperando que les llegue la luma’. Iban para allá a darle cuentas de su vida”, dijo Cepeda a CIPER. (Ver artículo: Ex sacristán de El Bosque: “Vi al padre Karadima besuqueándose con un joven de la parroquia”)
Los formados de Karadima deberán enfrentar razonables dudas sobre su idoneidad para seguir en contacto con jóvenes y en puestos de gran responsabilidad en las parroquias en que hoy ofician como párrocos o vicarios en todo Santiago.
Esas dudas se han transformado en molestia en muchos feligreses de El Bosque, parroquia que ha menguado en sus asistencias.
Consciente de que la Iglesia ha tardado demasiado en actuar, el arzobispo Ezzati comenzó su tarea.
El siguiente es el primero de 7 videos en que se expone completo el caso desde su origen. El video contiene relatos que pueden resultar chocantes por la crudeza de contenido de los mismos, se recomienda a quienes no se sientan aptos a escuchar a no seguir los videos.
REPORTAJE
Si Monseñor Lefevre viviera, se molestaría por este articulo "no me defiendas compadre", cuidado, no le demos al enemigo "armas". yo soy Católico y creo que hay que ser cuidadosos.
ResponderEliminarAnónimo 17:10:00 El caso es de dominio publico, existe un fallo de dominio publico emanado del _Vaticano, el exponer la basura modernista "ya publica" no me parece sea dar "armas" al enemigo. El enemigo son estos curas homosexuales, pederastas abusadores quienes ganando cargos y accediendo a dignidades sacras para concretar sus sucias aspiraciones, han dañado irreparablemente la Honra de Cristo y nuestra Iglesia.
ResponderEliminarDe hecho ya iremos viendo como los 20 años de silencio amparados por los Arzobispos de santiago van dando sus frutos, existe centenares de denuncias de actos degenerados por parte de sacerdotes en Chile...Recordemos que uno de los discípulos de Karadima, fue muchos años rector del Seminario Pontificio Mayor...y no creo haya formado Carmelitas descalzos.