Tomado de: conelpapa
¿Qué sentido tiene la mortificación cristiana? El cilicio, el ayuno, las disciplinas, la penitencia...?
Para entender bien el sentido de la mortificación corporal, conviene recordar primero la enseñanza de Jesús
- Jesucristo nos enseñó una Verdades perennemente actuales: el camino de Cristo es un camino de Cruz; un camino que lleva a sufrir con Él, a corredimir con Él y a resucitar con Él.
El Evangelio nos transmite estas palabras de Jesús:
Jesús aceptó libremente la mayor mortificación, la muerte en la Cruz, porque sabía que era su camino para redimir a todos los hombres y cumplir la voluntad de Dios Padre.
Por esa razón le dijo a Simón Pedro, elegido por Cabeza de la Iglesia, cuando intentaba alejarle de los sufrimientos de su Pasión: apártate de mí, Satanás, que me escandalizas, porque no gustas de las cosas de Dios, sino de las cosas de los hombres (Matth. XVI, 23).
Jesús nos enseñó que el Camino de la Cruz es también nuestro camino para cumplir la voluntad de Dios.
— si alguno quiere seguirme, que se niegue a sí mismo, tome su cruz de cada día y me siga (Luc. X, 23).
- Esto explica que la señal del cristiano sea la Santa Cruz.
Las enseñanzas de los Apóstoles
- Los Apóstoles nos recordaron la necesidad de tomar la cruz de Cristo, con su vida—que acabó en el martirio— y su doctrina.
- San Pedro:
— ...gozaos al participar de la Pasión de Cristo, para que también exultéis gozosos en la revelación de su gloria (I Petr. IV, 3).
- San Pablo:
— Estoy clavado en la Cruz juntamente con Cristo. Y yo vivo, o más bien, no soy yo quien vive, sino que Cristo vive en mí(Gal. II, 19-20).
— Traemos siempre en nuestro cuerpo por todas partes la mortificación de Jesús, a fin de que la vida de Jesús se manifieste también en nuestros cuerpos (II Cor. IV, 10).
— Si vivís según la carne, moriréis; si con el espíritu mortificáis las obras de la carne, viviréis (Rom. VIII, 13).
— Al presente me gozo de lo que padezco por vosotros, y estoy cumpliendo en mi carne lo que resta que padecer a Cristo, a favor de su Cuerpo, que es la Iglesia (Col. I, 24).
— Los judíos piden señales, y los griegos buscan la sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos y necedad para los gentiles (I Cor. I, 22-23).
— Hay muchos que andan, ya os lo decía con frecuencia, y ahora lo digo llorando, como enemigos de la cruz de Cristo: cuyo fin es la perdición, cuyo Dios es el vientre, y la confusión será la gloria de los que gustan de las cosas terrenas (Philip. III, 18-19)
Las enseñanzas de los santos
- Los santos de ayer y de hoy han enseñado siempre la necesidad de la mortificación para unirse a Cristo.
- Los santos sabían que los pecados de los hombres oprimieron a Humanidad Santísima de Jesucristo, y quisieron expiar por sus propios pecados y por los pecados de los de los demás, uniéndose a su Cruz, por amor, libremente, mediante la mortificación.
La mortificación cristiana puede ser de muchos tipos.
- San Agustín:
“Esa cruz que el Señor nos invita a llevar, para seguirle más deprisa ¿qué significa sino la mortificación?” Epist. 243, 11
- San Gregorio Magno:
"Pasó el tiempo de las persecuciones, pero también nuestra paz tiene un martirio propio: no doblamos ya nuestro cuello bajo el hierro, pero con la espada del espíritu nosotros mismos matamos los deseos carnales de nuestra alma".
- Santa Brígida:
"Has de saber, hija mía, que mis caudales y tesoros están cercados de espinas, basta determinarse a soportar las primeras punzadas, para que todo se trueque en dulzuras."
- San Francisco de Borja:
"Para poder sufrir más, Cristo no abrió enseguida su costado. Lo abrió después de morir, para revelar el amor de su corazón, para enseñarnos que el amor no se hace espiritualmente presente antes de la muerte del hombre viejo que vive en nosotros según la carne."
- Santa Teresa de Jesús:
"El amor de Dios se adquiere resolviéndonos a trabajar y a sufrir por Él".
- San Juan de la Cruz:
"El amor no consiste en grandes cosas, sino en tener grande desnudez y padecer por el Amado"
El Señor se le apareció con la cruz a cuestas y le dijo: "Juan, pídeme lo que quieras", El Santo respondió: " Padecer, Señor, y ser por Vos despreciado".
- San Francisco de Sales:
"El corazón lleno de amor ama los mandamientos, y cuanto más difíciles son, los encuentra más dulces y agradables, porque complacen más el Amado y le dan más honor."
"Hay que dejar que rodeen nuestro cerebro las espinas de las dificultades, y dejar traspasar nuestro corazón por la lanza de la contradicción; beber la hiel y tragar el vinagre, ya que eso es lo que Dios quiere".
"Besad de corazón frecuentemente las cruces que Nuestro Señor mismo pone sobre vuestros hombros; no miréis si son de madera preciosa o perfumada; ellas son más cruz cuanto sean de una madera más vil, abyecta y maloliente".
- San Luis María Griñón de Monfort:
"En efecto, toda la perfección cristiana consiste:
1. En querer ser santo: "El que quiera venirse conmigo".
2. En abnegarse: "que reniegue de sí mismo".
3. En padecer: "que cargue con su cruz".
4. En obrar: "y me siga" (Amigos de la Cruz)
- Santa Micaela del Santísimo Sacramento:
"Los santos no nacieron santos; llegaron a la santidad después de una larga continuidad de vencimientos propio."
- Santa Gema Galgani:
"Jesús, Dueño mío... Cuando mi cabeza se acerque a la tuya, hazme sentir el dolor de las espinas que te punzaron. Cuando mi pecho se recline sobre el tuyo, haz que yo sienta la lanzada que te traspasó”.
- San Josemaría Escrivá:
“Si no eres mortificado nunca serás alma de oración”. Camino n. 172.
“Esa palabra acertada, el chiste que no salió de tu boca; la sonrisa amable para quien te molesta; aquel silencio ante la acusación injusta; tu bondadosa conversación con los cargantes y los inoportunos; el pasar por alto cada día, a las personas que conviven contigo, un detalle y otro fastidiosos e impertinentes... Esto, con perseverancia, sí que es sólida mortificación interior”.Camino, n. 173.
“Busca mortificaciones que no mortifiquen a los demás”. Camino, n. 179.
Incomprensiones: la Cruz, “escándalo para los gentiles”
- Desde el siglo I han ido surgiendo ideologías que no comprenden el sentido novedoso de la mortificación cristiana:
- El paganismo. Los cristianos actuales sufren la misma incomprensión que los primeros cristianos, que vivían en un mundo pagano y decadente, donde se daba, igual que ahora, un gran naturalismo libertino. No comprendían el mensaje nuevo y liberador del cristianismo, que ayuda a superar las tendencias del hombre viejo.
- El materialismo marxista del siglo XIX o el ideario consumista del pasado XX.
- Y otras viejas teorías del siglo XVIII y XIX, como el positivismo cientifista.
- Aunque estas doctrinas estén trasnochadas o superadas, siguen vigentes algunos de sus tópicos, asumidos acríticamente por muchos.
Desde los primeros siglos del cristianismo los cristianos han sufrido, de un modo u otro la burla intolerante ante la mortificación cristiana.
Hermandad de N. P. Jesús Flagelado (Salamanca)
— Se conservan inscripciones denigratorias del mundo romano, como el dibujo de un burro crucificado para insultar a los cristianos.
— Esa tradición intolerante y esa falta de respeto ante las creencias religiosas de los demás se perpetúa hoy en algunos medios de comunicación.
El fin de la penitencia no es el sufrimiento, sino el amor y la unión con Cristo.
La mortificación y la penitencia“interior” y “exterior”.
- Los santos han vivido la mortificación que llamaremos interior —sufrir con paciencia y humildad, por amor a Jesús (que también los sufrió), desprecios y humillaciones— y la mortificación que denominamos exterior (ayunos y prácticas de mortificación corporal), recordando siempre que esta mortificación exterior sin la mortificación interior es falsa.
- La mortificación interior reviste miles de formas: millones de cristianos viven abrazados a la Cruz de Cristo, aceptando y amando, en la normalidad de su vida corriente, la Cruz que Dios ha depositado sobre sus hombros:
- padres que ven con dolor como sus hijos son presa de la droga;
- mujeres que cuidan por amor, durante años, a sus hijos imposibilitados o a padres ancianos con enfermedades degenerativas;
- personas que sufren trastornos mentales o físicos muy dolorosos;
- personas que padecen la injusticia o la pobreza, en sus mil formas; que sufren los estragos de la guerra, o del terrorismo, o la desaparición de seres queridos...
- padres que ven con dolor como sus hijos son presa de la droga;
La mortificación interior, según los santos
- La mortificación y penitencia más genuina del cristiano es la interior.
- Es el “martirio a alfilerazos” del que hablaba santa Teresa de Liseux: vencimiento en pequeñas cosas de cada día, sufridas por amor a Dios.
- Los santos sitúan la mortificación interior, aceptada o buscada por amor a Cristo, muy por encima de la mortificación corporal exterior (ayunos, uso de cilicios, disciplinas, etc.).
- San Francisco de Sales
"El grado mas perfecto de humildad es complacerse en los menosprecios y humillaciones. Vale mas delante de Dios un menosprecio sufrido pacientemente por su amor, que mil ayunos y mil disciplinas."
- San Josemaría
“Pídele al Señor que te ayude a fastidiarte por amor suyo; a poner en todo, con naturalidad, el aroma purificador de la mortificación; a gastarte en su servicio sin espectáculo, silenciosamente, como se consume la lamparilla que parpadea junto al Tabernáculo. Y por si no se te ocurre ahora cómo responder concretamente a los requerimientos divinos que golpean en tu corazón, óyeme bien.
Penitencia es el cumplimiento exacto del horario que te has fijado, aunque el cuerpo se resista o la mente pretenda evadirse con ensueños quiméricos.
Penitencia es levantarse a la hora.
Y también, no dejar para más tarde, sin un motivo justificado, esa tarea que te resulta más difícil o costosa.
La penitencia está en saber compaginar tus obligaciones con Dios, con los demás y contigo mismo, exigiéndote de modo que logres encontrar al tiempo que cada cosa necesita.
Eres penitente cuando te sujetas amorosamente a tu plan de oración, a pesar de que estés rendido, desganado o frío.
Penitencia es tratar siempre con la máxima caridad a los otros, empezando por los tuyos.
Es atender con la mayor delicadeza a los que sufren, a los enfermos, a los que padecen.
Es contestar con paciencia a los cargantes e inoportunos.
Es interrumpir o modificar nuestros programas, cuando las circunstancias –los intereses buenos y justos de los demás, sobre todo– así lo requieran.
La penitencia consiste en soportar con buen humor las mil pequeñas contrariedades de la jornada;
en no abandonar la ocupación, aunque de momento se te haya pasado la ilusión con que la comenzaste;
en comer con agradecimiento lo que nos sirven, sin importunar con caprichos.
Penitencia, para los padres y, en general, para los que tienen una misión de gobierno o educativa, es corregir cuando hay que hacerlo, de acuerdo con la naturaleza del error y con las condiciones del que necesita esa ayuda, por encima de subjetivismos necios y sentimentales.
El espíritu de penitencia lleva a no apegarse desordenadamente a ese boceto monumental de los proyectos futuros, en el que ya hemos previsto cuáles serán nuestros trazos y pinceladas maestras. ¡Qué alegría damos a Dios cuando sabemos renunciar a nuestros garabatos y brochazos de maestrillo, y permitimos que sea El quien añada los rasgos y colores que más le plazcan! (Amigos de Dios).
Las prácticas de la mortificación exterior y la penitencia corporal.
- Estas practicas, tan arraigadas en las tradiciones del pueblo cristiano, buscan la unión con Cristo.
- Cuando son auténticas y siguen las normas de prudencia de la Iglesia no son, en modo alguno, un esfuerzo estoico o masoquista, o un soberbio dominio de sí mismo.
- Los fines de la penitencia corporal exterior son los mismos que los del Calvario y de la Misa: Cristo padeció por nosotros, dándonos ejemplo para que sigamos sus pisadas (I Petr. II, 21).
- Algunas practicas de mortificación y penitencia corporal, “exteriores”: penitentes procesionales, peregrinos, uso del cilicio y de las disciplinas, ayuno, etc.
- El pueblo cristiano vive en la actualidad muchas prácticas de mortificación exterior y de muy diversas maneras:
- Salir en procesión penitente durante la Semana Santa
Es la mortificación más popular. Millares de fieles cristianos viven esta mortificación, que consiste en acompañar al Señor durante horas, con el rostro cubierto, descalzos, etc., en los días de su Pasión, durante la Semana Santa.
Esta práctica de penitencia -muy enraizada en el sentir popular- se vive con características propias en numerosos países, como Italia, España, muchas naciones de América y Filipinas.
En muchos pueblos de Italia, América y España se escenifica la Pasión de cristo en Semana Santa, con el deseo de evocar y asociarse a los dolores del Redentor.
En la imagen una representación de la Pasión en un pueblo de Castellón de la Plana (España)
Ir en peregrinación
Millones de personas han encontrado a Dios durante una peregrinación: caminando, soportando el frío, el polvo, el viento y las incomodidades del viaje.
Así lo han hecho, desde hace muchos siglos —y en la actualidad, con renovado ímpetu— los verdaderos peregrinos del Camino de Santiago, en Galicia.
Ayunar
La Iglesia enseña que se debe ayunar en determinadas circunstancias (Viernes de Cuaresma, Miércoles de Ceniza, Viernes Santo); pero hay muchos cristianos que ayunan en otras ocasiones -por ejemplo, todos los viernes- por amor a Cristo; o se privan de pequeños gustos (tabaco, distracciones, etc.)
Miles de personas observan dietas estrictas, que ayunan para adelgazar o conseguir una buena forma física: pero ése no es el fin del ayuno cristiano.
¿Qué se entiende por ayuno y abstinencia?
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Por ayuno se entiende el hecho de consumir sólo una comida al día, sin que quede prohibido el tomar algún alimento en la mañana y por la noche.
Por abstinencia se entiende el hecho de privarse de comer carne.
Esto también supone que la comida debe ser austera, sin buscar la exquisitez de la calidad o de la cantidad. -
¿Quiénes están llamados al ayuno y a la abstinencia?
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La Iglesia establece el ayuno para los que hayan cumplido la mayoría de edad y hasta los 59 años. La abstinencia de carne es para los que tienen 14 años en adelante.
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A diferencia de la oración, el ayuno no es un fin en sí , sino tan solo un medio. El valor de las privaciones corporales depende de esa penitencia interior, de la cual son la expresión y que sólo Dios conoce.
La práctica del ayuno se encuentra en la mayoría de las religiones de la antigûedad. Se enlaza con la idea general de sacrificio, por la cual el hombre atestigua que reconoce la soberanía de Dios. Todo lo que posee viene de Él. Y debe darle gracias por ello. Se privará con este fin del fruto de su trabajo y llevará al altar las primicias de sus cosechas, o bien inmolará el cordero más hermoso de su rebaño.
Pero de todos los bienes que Dios le ha colmado, el más preciado es el de su propia vida. Es evidente que el hombre no ha de aniquilarla, pero absteniéndose de los alimentos confiesa que Dios es el único dueño de su vida y que él vuelve a ponerla entre sus manos.El hombre pecador manifiesta sensiblemente el arrepentimiento de sus culpas.
¿Comer y beber? No se tienen ganas de hacerlo cuando se está con pena. Del mismo modo cuando nos percatamos de que nuestros pecados son negativas de amor, debemos estar sinceramente afligidos de haber respondido tan mal a la bondad del Padre que nos habla.
No parece que ningún ayuno fuera instituido por los Apóstoles. Sin embargo, vemos que recurrieron a él en graves circunstancias, como para volverse más dóciles a la acción del Espíritu Santo.
Molestarse por los demás sin que éstos se den cuenta. No estar del todo bien para que ellos estén un poco mejor. Pero eso en el secreto. Que sólo Dios lo sepa. Y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
¿Cuál es el fundamento de todo esto? Una frase de Nuestro Señor nos iluminará: «Mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en Mí no lleve fruto, lo cortará; y todo el que de fruto, lo podará para que de más fruto.»
La mortificación puede aparecer a una mirada superficial como una medida relativa, como un esfuerzo inútil; pero en realidad contribuye al mejoramiento de nuestra vida espiritual.
Extracto del libro "En lo Secreto" de Chevrot
Dormir en el suelo, uso de el cilicio y de las disciplinas, etc.
Estas prácticas forman parte de una tradición de siglos dentro de la la Iglesia. Muchos sacerdotes, religiosos y laicos las viven en la actualidad.
- Los santos han recordado siempre a los cristianos que las usan que deben vivirse con humildad y siempre moderadas en la dirección espiritual.
San Ignacio de Loyola las denominaba “penitencias externas” en sus famosos Ejercicios, nº 87.
Se viven con diversas formulaciones según los diversos carismas de la Iglesia. Estos objetos de mortificación suelen estar a la venta en monasterios.
- De todos modos, no es lo mismo mortificarse, obviamente, por corredimir por Cristo, que por hacer deporte. Desde hace siglos hay cristianos que duermen sobre superficies duras para unirse con la cruz de Cristo.
- Esto es mortificación, pero no lo es el simple dormir en el suelo, porque para muchos montañeros del mundo constituye un verdadero gozo dormir en el suelo en el monte.
Cilicio
¿Qué es el cilicio?
- Es un instrumento que sirve a algunos cristianos para unirse los sufrimientos de Cristo en la Cruz, mediante la mortificación corporal, que es la oración del cuerpo.
- Consiste en una cinta con pequeños salientes que se puede colocar en diversas partes del cuerpo, como la parte superior del muslo. Produce una molestia leve y llevadera por cualquier persona: no se sangra, ni se producen heridas, etc.
- Precisamente por su asequibilidad (es una mortificación corporal que permite trabajar activamente, caminar y moverse con naturalidad, que no daña en absoluto la salud y ayuda a mantener la presencia de Dios) cuenta con hondo arraigo en la historia de la Iglesia.
Numerosas obras artísticas, que han representado a muchos santos y hombres de Dios con cilicio. Es habitual encontrar menciones a esta práctica en la vida de los santos de los diversos siglos. Una mención entre cientos: los biógrafos cuentan que san Francisco Solano “usaba cilicio durante todo el año”.
Ha sido frecuente su uso en tanto en clérigos como en laicos a lo largo de la historia, también en la actualidad. Es sabido que Carlos V usaba el cilicio y las disciplinas. Se las dejó en herencia a su hijo Felipe II, entre sus pertenencias, como muestra de su devoción a Cristo.
Los biógrafos de san Gabriel de la Dolorosa cuentan que, durante su juventud llevaba cilicio bajo el traje. Y así, muchos otros santos.
Durante siglos ha sido tan conocida esta forma de mortificación que resultaba familiar incluso para los niños. En la historia de Francisco y Jacinta, los videntes de Fátima se lee como los niños habían comenzado a usar como cilicio un pedazo de cuerda gruesa, que no se quitaban ni para dormir para unirse a los dolores de Cristo, en su deseo de corredención.
En la actualidad esta modalidad de mortificación ha caído menos en desuso de lo que se puede suponer; ya que se siguen fabricando y se pueden adquirir cilicios en conventos de clausura, donde los siguen vendiendo.
Esto indica que, a pesar de la lógica discreción con la que se vive esta mortificación, sigue habiendo muchos cristianos que encuentran por este camino un medio de manifestación de amor al Señor.
Lo mismo puede decirse de otras mortificaciones corporales, como el ayuno, las disciplinas, dormir sobre tabla o en el suelo, etc.
Su uso tiene origen bíblico: «cubrirse de cilicio y de ceniza».
La difusión: Santa Catalina de Siena
El cilicio se llama así porque la materia provenía especialmente de Cilicia: un vestido de piel de cabra o de camello que, al contacto con la piel, era un instrumento de penitencia.
Parece que fue santa Catalina de Siena la santa que difundió y comenzó a usar el cilicio en la versión actual, cuyo uso no produce grandes molestias y es llevadero, como confirma la experiencia de siglos, por todo tipo de personas. Un ejemplo entre muchos es el del Canciller de Inglaterra, santo Tomás Moro.Se pueden contemplar los cilicios que usaron los santos en diversas ciudades del mundo. Por ejemplo, en Ávila (España) se exponen en un museo los instrumentos de mortificación de Santa Teresa de Jesús.
La fotografía muestra el cilicio y disciplinas de una beata religiosa italiana expuesto al público. El arte religioso ha reflejado desde hace siglos en diversos lienzos el uso de esta mortificación.
- Afirma el estudioso Louis Gougaud: “Una mirada a las vidas de los santos modernos lleva a afirmar que no estamos en manera alguna ante una mortificación perimée ”(desfasada, superada).
Disciplinas de devoción
Los autores espirituales las llaman “disciplinas de devoción”. Como toda mortificación corporal, busca unir el alma con Cristo.
San Francisco de Sales las recomendó a los laicos como devoción privada en su libro Introducción a la vida devota: “La disciplina encierra eficacia maravillosa para despertar el deseo de la devoción cuando se toma moderadamente”.
El Cura de Ars, siguiendo la tradición de la Iglesia, le recomendaba a un sacerdote que se quejaba de que los feligreses de su pueblo no se acercaban a Dios:
"¿Ha predicado usted? ¿Ha orado? ¿Ha ayunado? ¿Ha tomado disciplinas? ¿Ha dormido sobre duro? Mientras usted no se decida a esto, no tiene derecho a quejarse".
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- Los santos han recordado siempre a los cristianos que las usan que deben vivirse con humildad y siempre moderadas en la dirección espiritual.
- El pueblo cristiano vive en la actualidad muchas prácticas de mortificación exterior y de muy diversas maneras:
Jamas Dios va a querer el sufrimiento de alguno de los suyo. No fue voluntad de Dios la muerte en la cruz, sino el amor hasta el extremo, aunque eso suponga la cruz. El camino es el amor, no el sufrimiento. Pero hay un misterio profundo en nuestra fe que hace inseparable cruz y resurrección, amor y dolor, como dos caras de la misma moneda. Pero el camino pasa por el amor. La imagen de Dios que somos esta en el amor, no en el dolor. La madre que ama a su hijo no repara en el dolor que este amor le traiga, aun cuando ello le lleve la vida, pero su motor, su unico y más fuerte motor es el amor. No nos equivoquemos de camino: ama hermano, ama hasta el extremo a tu hermano sin que nada te distraiga. Pronto descubriras que el amor verdadero pide asumir el dolo, la cruz y la donación de la misma vida identificandote con Cristo. Pero el amor es la unica fuerza capaz de identificarnos con el Señor haciendola unidad misteriosa que tantas veces menciona San Juan de la Cruz y tantos otros Santos. "Amen como yo los amé", no dijo. Solo alli esta la fuerza para dar la vida. No en el heroismo y la avnegación personal, no. Solo en el amor a su medida, hasta el extremo.
ResponderEliminarme parece que el cilicio es una gran forma de hacer penitenci apor que no afecta la salud solo causa una constante molestia en la piel y ya , y tambien pienso que no es que DIOS quiera el sufrimiento para sus hijos solo los quiere salvar y que papa haria lo que fuera por asegurarle un buen futuro a sus hijos y ademas DIOSno llama a todo el mundo a vivr de esta manera solo a unos cuanto a unos escogidos por que El sabe que son capaces y lo puedenhacer.
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