CINCO PASOS QUE SE REQUIEREN PARA REALIZAR UNA BUENA CONFESIÓN
CINCO PASOS QUE SE REQUIEREN PARA REALIZAR UNA BUENA CONFESIÓN:
1) Examen de conciencia
Se
ha de pensar en las faltas cometidas (pensamientos, palabras, obras y
omisiones), especialmente las graves (los pecados mortales), a partir de
la última confesión bien hecha. Se puede examinar la propia vida a la
luz de los diez Mandamientos, del mandamiento del amor al prójimo, de
los preceptos de la Iglesia, de los pecados capitales y de los deberes
del propio estado (familia, profesión, etc.). Un consejo práctico es que
las faltas se analicen fundamentalmente a la luz de los diez
Mandamientos. En muchos misales, manuales o devocionarios se
encuentran exámenes de conciencia que nos pueden ser muy útiles.
2) Dolor de los pecados cometidos (llamado dolor de corazón)
Tras
realizarse el examen de conciencia, se ha de pedir a Dios la gracia de
tener un vivo y profundo dolor de todos los pecados cometidos, sobre
todo de los mortales que lo han ofendido. En seguida debemos realizar
sinceramente ese acto de arrepentimiento.
Para ello es aconsejable el rezo del "Acto de Contrición" o "Señor mío
Jesucristo" y también emplear la siguiente oración-poema:
"No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
Tipos de dolor (arrepentimiento):
a) El dolor puede ser perfecto o contrición (llamado también contrición perfecta):
es el dolor de los propios pecados cometidos, por amor a Dios y por
constituir una ofensa a Él. El pecador se duele de haberlo ofendido por
ser Dios quien es y se propone no pecar más. Este dolor que proviene
específicamente del amor a Dios, unido a la voluntad de ir a confesarse cuanto antes en la primera ocasión,
justifica al pecador: le concede la gracia santificante y, si muere, se
salva aun antes de que se realice realmente la confesión sacramental*.
Pero tiene la obligación de manifestar al sacerdote confesor los
pecados mortales cometidos (Lc 7,47). El dolor perfecto o contrición
perfecta no es suficiente para acercarse a la Sagrada Comunión, pues
para esto último se debe acudir antes al confesionario para acusar todos
los pecados mortales. Los pecados veniales no obliga que sean
confesados para poder comulgar.
b) El dolor puede ser imperfecto o atrición (llamado también contrición imperfecta):
es el dolor que se tiene debido al temor a los justos castigos divinos
que merecemos (eternos o temporales) por nuestros pecados; es suficiente
para el perdón de los pecados en el sacramento de la penitencia, pero
no lo es para alcanzarnos la gracia sin el sacramento de la confesión.
Esto significa que, por sí mismo, no borra los pecados, sino sólo cuando
se acude al confesionario.
3) Propósito de enmienda (de no pecar más)
Es una firme resolución de nunca más ofender a Dios. Y
hay que hacerla antes de confesarse. Jesús a la pecadora le dijo: «Vete
y no peques más» (Jn 8,11). Esto es lo que se propone el pecador al
hacer el propósito de enmienda: no quiero pecar más. Si no hay verdadero
propósito, la confesión es inválida.
Este propósito debe ir aunado al arrepentimiento (o dolor de corazón). Ha de ser firme, eficaz y universal (que abarque a todos los pecados cometidos, sobre todo los mortales). Debe ser una intención nacida de un verdadero arrepentimiento; éste se consigue al tener conciencia de los males -de todo tipo- ocasionados por el pecado.
No significa que necesariamente el pecador ya no volverá a pecar, pero sí quiere decir que está resuelto a hacer lo que le sea posible para evitar sus pecados. No se trata de la certeza absoluta de no volver a cometer pecado, sino de la voluntad de no volver a caer, con la gracia de Dios. Basta estar seguro de que ahora no se quiere volver a caer. Lo mismo que al salir de casa no sabes si tropezarás, pero sí sabes que no quieres tropezar.
Este propósito no debe ser solamente negativo: no hacer esto, no decir aquello... También hay que hacer propósitos positivos: rezaré con más atención, seré más amable con todos, hablaré bien de los demás, callaré cuando esté con ira, seré agradecido, veré sólo buenos programas en la televisión, hablaré con aquella persona que tanto me cuesta, etc.
Este propósito debe ir aunado al arrepentimiento (o dolor de corazón). Ha de ser firme, eficaz y universal (que abarque a todos los pecados cometidos, sobre todo los mortales). Debe ser una intención nacida de un verdadero arrepentimiento; éste se consigue al tener conciencia de los males -de todo tipo- ocasionados por el pecado.
No significa que necesariamente el pecador ya no volverá a pecar, pero sí quiere decir que está resuelto a hacer lo que le sea posible para evitar sus pecados. No se trata de la certeza absoluta de no volver a cometer pecado, sino de la voluntad de no volver a caer, con la gracia de Dios. Basta estar seguro de que ahora no se quiere volver a caer. Lo mismo que al salir de casa no sabes si tropezarás, pero sí sabes que no quieres tropezar.
Este propósito no debe ser solamente negativo: no hacer esto, no decir aquello... También hay que hacer propósitos positivos: rezaré con más atención, seré más amable con todos, hablaré bien de los demás, callaré cuando esté con ira, seré agradecido, veré sólo buenos programas en la televisión, hablaré con aquella persona que tanto me cuesta, etc.
4) Confesión (decir los pecados al confesor)
Obliga decir al sacerdote TODOS
los pecados mortales cometidos después de la última confesión bien
hecha. Debe decirse el número de veces que se cometió un tipo de pecado y
los agravantes (es decir, las condiciones que hacen más grave un pecado
mortal. Por ejemplo: robar a un pobre es más grave que a un rico).
Conviene decir también los pecados veniales, aunque esto último no es
obligatorio.
5) Satisfacción (cumplir la penitencia)
La
satisfacción es la penitencia impuesta por el confesor al penitente
para desagraviar, reparar y satisfacer por la culpa contraída al ofender
a Dios. Debe haber voluntad de aceptar y cumplir la penitencia
implicada en la confesión (pero si no se puede realizar por olvido
inculpable, etc, el sacramento no deja de ser válido).
La restitución.
En algunos pecados obliga la restitución. Así, por ejemplo,
debemos restituir el dinero robado. O si hemos calumniado, debemos
aclarar que no era verdad lo que divulgamos para restituir la fama del
prójimo en un asunto grave. La restitución obliga en la medida de lo
realmente posible, así que si alguien robó y no tiene los recursos para
devolver lo robado, esta obligación queda en suspenso hasta que los
tenga, pues nadie está obligado a lo imposible. Si para restituir lo
podemos hacer, de algún modo, sin delatarnos de ladrones o de
calumniadores, esto es lícito siempre que sea sin mentir ni permitir que
otra persona -alguien inocente- pueda ser acusada de nuestro pecado.
Muchas veces es sólo asunto de emplear el criterio y la inteligencia.
Para quien no tenga la verdadera intención de restituir lo robado
-en cuanto esté en posibilidades de hacerlo- la confesión resulta
inútil, pues es requisito para que sea válida.
Finalmente, es importante tener presente que es Dios mismo, a través del poder que otorgó a sus sacerdotes, quien perdona nuestros pecados cuando realizamos una confesión bien hecha. Cristo dejó este sacramento que es un signo sensible, como un juicio verdadero. El sacerdote, con el poder recibido de Cristo, juzga. Como instrumento de Dios, este juez -bajo pena de pecado mortal y excomunión- está obligado a guardar un silencio absoluto sobre la confesión. En ese juicio se retienen o se perdonan los pecados. "Díjoles otra vez, ´La Paz sea con vosotros. Como me envió Mi Padre, así os envío Yo´. Diciendo esto, sopló y les dijo: Recibid el Espíritu Santo; a quien perdonareis los pecados, les serán perdonados; a quienes se los retuviereis, les serán retenidos´." Juan 20:21-23. Sólo la soberbia herética pretende brincarse el tribunal que Dios mismo quiso establecer para el perdón de los pecados, con la inútil y absurda pretensión de dizque "confesarse directa y solamente" con Dios. Y muchos han sido víctimas de este engaño. Oremos mucho por las almas de buena fe que han sido así arrastradas al error, para que adviertan el engaño.
* De ahí lo recomendable de realizar diariamente, antes de dormir, un acto de contrición perfecto todos los días.
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Finalmente, es importante tener presente que es Dios mismo, a través del poder que otorgó a sus sacerdotes, quien perdona nuestros pecados cuando realizamos una confesión bien hecha. Cristo dejó este sacramento que es un signo sensible, como un juicio verdadero. El sacerdote, con el poder recibido de Cristo, juzga. Como instrumento de Dios, este juez -bajo pena de pecado mortal y excomunión- está obligado a guardar un silencio absoluto sobre la confesión. En ese juicio se retienen o se perdonan los pecados. "Díjoles otra vez, ´La Paz sea con vosotros. Como me envió Mi Padre, así os envío Yo´. Diciendo esto, sopló y les dijo: Recibid el Espíritu Santo; a quien perdonareis los pecados, les serán perdonados; a quienes se los retuviereis, les serán retenidos´." Juan 20:21-23. Sólo la soberbia herética pretende brincarse el tribunal que Dios mismo quiso establecer para el perdón de los pecados, con la inútil y absurda pretensión de dizque "confesarse directa y solamente" con Dios. Y muchos han sido víctimas de este engaño. Oremos mucho por las almas de buena fe que han sido así arrastradas al error, para que adviertan el engaño.
* De ahí lo recomendable de realizar diariamente, antes de dormir, un acto de contrición perfecto todos los días.
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