8 dic 2011

Día de la Inmaculada Concepción de María Santísima

Madre mía: solo te pido me des la fortaleza para ser fiel en mis propósitos y perseverar hasta el ultimo aliento de mi miserable vida en la consagración que hoy hago a Jesucristo La Sabiduría Encarnada por medio de ti virgen Pura concebida sin pecado original, desde el primer instante de tu ser natural.
Pues a contar de hoy ya no tendré nada mío mas que mis propias faltas,  confió en que ayudado de tu maternal mano y bajo la protección de tu  ancho y abrigadito manto, llegare un día a disfrutar de la eterna gloria en el cielo junto a ti, a Jesús tu hijo, a Dios Padre, al Espíritu Santo y todos los santos, por los siglos de los siglos…Amen
Gladius.
DÍA DE NUESTRA CONSAGRACIÓN A LA VIRGEN SA010140[4]
El 8 de diciembre de 1854, cuando Pío IX proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción, Santo domingo Savio se consagró a La Santísima Virgen María .
CÓMO HACER LA CONSAGRACIÓN
Al fin de las tres semanas se confesará y comulgará con la intención de entregarse a Jesucristo en calidad de esclavo de amor, por medio de María, y después de la Comunión recitará la fórmula de consagración, que convendrá escribirla o hacerla escribir, si no está impresa, y firmar el mismo día que la haga. Bueno será que en ese día se pague algún tributo a Jesucristo y a la Virgen, ya por vía de penitencia de la infidelidad a los votos del bautismo, ya para protestar de la completa dependencia del dominio de Jesús y de María. Este tributo será según la devoción y la capacidad de cada cual, como ayuno, una mortificación, una limosna; aun cuando no se diera más que un alfiler, es bastante para Jesús, que sólo atiende a la buena voluntad. Todos los años, el mismo día se renovará la misma consagración, observando estas prácticas durante tres semanas.
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CONSAGRACIÓN DE SI MISMO A JESUCRISTO,
LA SABIDURÍA ENCARNADA,  POR MEDIO DE MARÍA
¡Sabiduría eterna y encarnada!
¡Amabilísimo y adorable Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, Hijo único del Eterno Padre y de María siempre Virgen!
Te adoro profundamente en el seno y en los esplendores de tu Padre, durante la eternidad, y en el seno virginal de María, tu dignísima Madre, en el tiempo de tu encarnación.
Te doy gracias de que te has anonadado, tomando la forma de un esclavo, para sacarme de la cruel esclavitud del demonio.
Te alabo y te glorifico porque has tenido la bondad de someterme en todo a María, tu Santa Madre, con el fin de hacerme, por medio de Ella, un fiel esclavo.
Pero, desgraciadamente, ¡ingrato e infiel como soy!, no he observado los votos y las promesas que con tanta solemnidad te he hecho en mi Bautismo: no he cumplido con mis obligaciones.
No merezco llamarme hijo tuyo, ni tu esclavo; y, como no hay nadie en mí que no merezca tus rechazos y tu cólera, ya no me atrevo a acercarme por mí mismo a tu santa y augusta Majestad.
Por eso he recurrido a la intercesión y a la misericordia de tu Santísima Madre, que me has dado como Medianera para contigo; y es por medio de Ella que espero obtener de Ti la contrición y el perdón de mis pecados, la adquisición y la conservación de la Sabiduría.
Te saludo, pues, ¡María Inmaculada!, vivo tabernáculo de la divinidad, escondida en el cual, la eterna Sabiduría quiere ser adorada por los Ángeles y por los hombres.
Te saludo, ¡Reina del Cielo y de la tierra!, a cuyo imperio todo está sometido, todo lo que está por debajo de Dios.
Te saludo, ¡seguro Refugio de los pecadores!, cuya misericordia no faltó a nadie.
Escucha los deseos que tengo de la divina Sabiduría, y recibe para eso los votos y los dones que mi bajeza te presenta.
Yo,........................................................., infiel pecador renuevo y ratifico hoy en tus manos los votos de mi Bautismo: renuncio para siempre a Satanás, a sus seducciones y a sus obras, y me doy enteramente a Jesucristo, la Sabiduría encarnada, para llevar mi cruz tras El todos los días de mi vida, y para que yo le sea más fiel de como lo he sido hasta ahora.
Te escojo hoy, en presencia de toda la Corte celestial, como Madre y Señora mía.
Te entrego y consagro, en calidad de esclavo, mi cuerpo y mi alma, mis bienes interiores y exteriores, y el valor mismo de mis buenas acciones pasadas, presentes y futuras, dejándote un entero y pleno derecho de disponer de mí y de todo lo que me pertenece, sin excepción, según tu agrado a la mayor gloria de Dios en el tiempo y en la eternidad.
Recibe, ¡Virgen bondadosa!, esta pequeña ofrenda de mi esclavitud, en honor y en unión con la sumisión que la eterna Sabiduría gustosamente quiso observar para con tu maternidad; en homenaje al dominio que ustedes, los dos, tienen sobre este pequeño gusano y miserable pecador; y en acción de gracias por los privilegios con los que la Santísima Trinidad te ha favorecido.
Proclamo que desde ahora quiero, como verdadero esclavo tuyo, procurar tu honor y obedecerte en todo.
¡Madre admirable!, preséntame a tu querido Hijo, en calidad de eterno esclavo, para que El, que por Ti me rescató, por Ti me reciba.
¡Madre de misericordia!, hazme la gracia de obtener la verdadera sabiduría de Dios y de colocarme, para eso, en el número de las personas a las que amas, instruyes, guías, alimentas y proteges como a hijos y esclavos tuyos.
¡Virgen fiel!, vuélveme en todo un perfecto discípulo, imitador y esclavo de la Sabiduría encarnada, Jesucristo, Hijo tuyo, Tanto que por tu intercesión y por tu ejemplo yo llegue a la plenitud de su edad en la tierra y de su gloria en los Cielos. Amén.
Lugar................................................……….
Fecha................................................………
Firma................................................………
Firma de un testigo..................................…

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