... será que se acerca cada dia más el plan Andinia?...nota de benito. |
En toda época, aún hoy, la fe cambia. A veces, esto significa borrar las reglas de la tradición. Otras, en cambio, el éxito religioso está en volver a ellas, en seguir preceptos antiquísimos, alejando el desconcierto humano a fuerza de certezas divinas. Entonces, es el tiempo de la ortodoxia. Tal puede ser el caso de Jabad Lubavitch en la Argentina, un movimiento que se ha vuelto de los más dinámicos dentro del judaísmo local. Y si bien su presencia no es hegemónica, en los últimos años tuvo una gran expansión, reuniendo más seguidores y poder a su alrededor, gracias a un mensaje que combina ortodoxia y misticismo con una lógica de difusión propia del marketing moderno. Y, al igual que sucede a nivel mundial, en el país su prédica tiene especial llegada en el empresariado judío, así como ente los jóvenes y laicos.
Jabad Argentina posee 28 sedes en seis provincias y se estima que cuenta con unos 10.000 seguidores. Nacido hace más de 230 años en el pueblo bielorruso de Lubavitch, el movimiento tuvo su despegue local a mediados de los 90, bajo la mirada crítica y por momentos desconfiada del resto del judaísmo vernáculo. Sucede que sus miembros se definen por la fidelidad extrema a la palabra de la Torá (los cinco primeros libros de la Biblia) y la Halajá, donde figuran las 613 mitzvot u ordenanzas (248 positivas y 365 negativas) que para la ortodoxia el pueblo judío debe seguir.
Con largas barbas, sacos y sombreros negros los hombres (ropas de la fría Rusia Blanca, donde nació Jabad), y polleras hasta los tobillos y pelucas, en el caso de las mujeres (para ocultar todo elemento sensual), los Lubavitch más avanzados en el cumplimiento de los preceptos tienen una particular forma de vestir. También son estrictos en su alimentación kasher, que no sólo implica comer determinados alimentos, sino también una preparación y utensilios especiales.
Pero a diferencia de la ortodoxia a secas y a pesar de que muchos de los hábitos seguidos por sus miembros puedan parecer medievales, Jabad trabaja con la tecnología más moderna, desde revistas y programas de televisión hasta un importante sitio de Internet y la lectura de rezos en la pantalla de una palm. El rabino Tzvi Grunblatt, director del movimiento en Argentina desde 1978, tiene una explicación: “Todo lo que Dios creó en su mundo lo creó en su honor y puede usarse para reforzar la espiritualidad, pero hay que saber cómo hacerlo. Por ejemplo, yo tengo un programa de TV hace trece años, pero nunca lo vi. No tengo tiempo y no tengo televisión porque no quiero arruinarles la cabeza a mis hijos, quiero que crezcan sanos”.
El auge local de Jabad es reflejo de su presencia en el mundo, donde posee 3.000 centros distribuidos en más de 70 países. La historia reciente comenzó allá por los 50 en los Estados Unidos, en el hoy mítico templo ubicado en el 770 de Eastern Parkway (Brooklyn), de la mano del último rebe (líder) de Lubavitch y las certezas que desparramaron por el mundo los jasidím, sus emisarios. Un mensaje místico-pragmático que entre sus atractivos cuenta con postularse como un judaísmo auténtico en momentos de fuerte crisis global de la identidad religiosa.
Mística y negocios. Jabad es parte del jasidismo, el último movimiento místico judío, que a fines del siglo XVII buscó llegar a Dios a través de la vivencia, sin necesidad de la erudición teológica, e introdujo la idea de seguir las mitzvot con alegría. “El judaísmo es un sistema basado en la acción. Quiero ayudar y no ayudé: cero. No quise ayudar pero, porque me obligaron o por el motivo que sea, en lo concreto ayudé: eso vale. No es el summum de la espiritualidad, pero es la base”, dice Grunblatt. En parte, responden a quienes sostienen que con el precepto no basta y que, al contrario, la devoción por la norma anula la espontaneidad.
“Les importa difundir la Torá, no cómo lo vas a hacer. Son pragmáticos. Eso los hace tan exitosos. No te preguntan si creés en el precepto, lo importante es que lo cumplas, porque eso acelera la llegada del Mesías”, explica un laico que supo trabajar en Jabad.
En su historia, el movimiento tuvo siete grandes rebes, ordenados por algo bastante parecido a un linaje. El último, que no tiene sucesor, fue Menajem Mendel Schneerson, fallecido en 1994. Desde otras posturas en el arco religioso aseguran que Jabad tiene una cuasi devoción por sus líderes, y lo señalan como algo ajeno a la tradición judaica. “Al revés, la presencia de un rebe es algo que siempre hubo en la historia del pueblo judío. Hombres sagrados con un nivel espiritual más allá del común de la gente”, señala Grunblatt. Tan es así que hay más de 20 tomos con las cartas que el rebe respondió en vida, y algunos Lubavitch aún hoy le escriben. Luego, abren un volumen al azar, introducen su carta y en la respuesta que salió buscan orientación. “No soy de los que siguen esa práctica, me parece que se puede abusar y no me gusta –explica Grunblatt–, pero conozco casos donde la carta abierta era justo de la situación exacta que se consultaba.”
Junto a su fuerte acción de marketing, Jabad es conocido por desarrollar mucha obra social (hogares para niños judíos en situación de riesgo o acompañamiento a pacientes judíos terminales, por ejemplo). En ambos casos, reunir fondos es clave. Un rabino ideológicamente opuesto, que pidió reserva, asegura: “Hay muchos filo-Jabad en la Argentina. Muchos lo toman como un grupo de afinidades para acceder a relaciones y negocios”. Más allá de esto, otras fuentes también atribuyeron a Jabad una fuerte ascendencia sobre el empresariado judío, y aunque Grunblatt desestima esos comentarios (ver recuadro), uno de los Lubavitch más destacados es Eduardo Elsztain, presidente de IRSA y vinculado a los bienes raíces. Elsztain es miembro activo de Jabad, seguidor de su mensaje y, se estima, uno de sus mayores aportantes. Otro donante ilustre es Alan Faena, en una clara muestra del pragmatismo de Jabad a la hora de buscar recursos. “Sí, Alan aporta, pero siempre con los eventos de celebración de fechas importantes que se llevan a cabo en el Faena Hotel”, explicó una de sus asistentes a PERFIL.
Desde la organización de desayunos en el hotel Alvear, donde se leen cuentos jasídicos y muchos de los asistentes y aportantes son empresarios, hasta el tradicional alquiler del Llao Llao durante varios días para celebrar (la pascua judía) en ese costoso hotel de Bariloche, el boom de este movimiento religioso parece ir de la mano de un alto poder adquisitivo.
Interna. Rabinos liberales y conservadores aseguran que no hay diálogo con Jabad. “Ven a la ley judía como divina e inmodificable, mientras que para los liberales fue escrita por hombres con inspiración divina y puede modificarse”, explica un líder religioso que pidió no ser nombrado. “Yo con una mano sostengo la Torá y con otra el diario. Para Jabad, las dos manos son para la Torá”, sintetiza. Otra interna habla del temor que algunos padres judíos liberales o laicos sienten ante la posibilidad de que sus hijos se acerquen a los Lubavitch, por las fricciones que los nuevos hábitos podrían traer en la familia. Desde Jabad, la respuesta a este último planteo es que el cambio será para mejor y no un problema. Pero sobre la Torá son tajantes. “Cómo es posible –se pregunta Grunblatt–, ante una tradición de Dios con tres mil años, que hace 200 años apareció un profeta y dijo que Dios cambió de opinión. Y si tal profeta apareció y dijo eso, no puede ser aceptado por el credo judío, porque uno de sus principios es que Dios no cambia de opinión.” Hombres y mujeres, que sí cambian de parecer, dirán de qué manera continúa en la Argentina este movimiento hacia el interior de la fe judía.
http://www.diarioperfil.com.ar/edimp/0190/articulo.php?art=2362&ed=
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se permiten los comentarios anónimos sin necesidad de cuenta, los mensajes con groserías, apologia de ideas contrarias a las mias o brutalidades no se publicaran, no obstante ello de ser interesantes serán editados y publicados con la advertencia de que han sido modificados.