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Antes de las apariciones de la Santísima Virgen en Lourdes, apenas era conocida en el mundo esta población situada en la falda de los Pirineos; nadie la nombraba, permaneciendo en la oscuridad del olvido y entre las nieves que coronan sus montañas.
Era el once de febrero de mil ochocientos cincuenta y ocho, cuando una sencilla y humilde niña, por nombre Bernardita, al intentar pasar el Gave que corre al oeste de Lourdes para recoger, como su hermana María y otra amiga de ésta, un poco de leña, entre las sinuosidades de las rocas de Massabielle, oyó un ruido como de suave brisa, que lentamente agitaba las ramas de los árboles. Levanta su vista, y sus ojos no distinguen objeto alguno; se reproduce la agitación en las ramas y vuelve a mirar; a sus ojos aparece entonces una visión celestial.
Los ojos de la excelsa Señora se habían fijado llenos de benignidad en la niña, que se hallaba asombrada, extasiada y como fuera de sí. Aquella hizo la señal de la cruz, y la niña entonces tomando su rosario, empezó a rezarlo, durando la visión celestial hasta que lo terminó; y concluido, la celestial Aparición volvió a la eterna morada, de donde había venido, dejando en pos de sí un rayo luminoso, que al poco tiempo también se desvaneció. Durante sucesivos días concurriría Bernardita a la cita con la Señora del Cielo, iniciando una historia que no termina hasta los días de hoy.Los designios de Dios son incomprensibles. Precisamente en un siglo de soberbia y orgullo, en un siglo de racionalismo cual fue el siglo XIX, que pretendía haber acabado con todo lo sobrenatural y divino; en la nación bien amada donde los enemigos de la Iglesia más trabajaban por extender y propagar todos los errores, que tienen por fundamento no admitir más que el orden puramente natural, fue ahí donde la Santísima Virgen apareció.
Precisamente en esa época y en esa nación, donde los sectarios anti-cristianos negaban con más fuerza no sólo el pecado original, sino también la elevación por la gracia divina de la naturaleza humana; donde no se quería admitir la intervención divina en las cosas de los hombres; ahí fue donde Dios Nuestro Señor quiso destruir el fundamento de todos los errores; y para ello, se sirvió del instrumento al parecer más despreciable. De Bernardita, una niña pobre, débil e ignorante, que no sabía otra cosa que rezar el Sto. Rosario. Fue de ella de quien Dios se valió para vencer al mundo, confundir a los soberbios, humillar a los sabios y conseguir tan señalada victoria.
El cuerpo de Santa Bernardita está incorrupto, como queriendo mostrar al mundo incrédulo y apóstata de nuestros días quién es la Señora del Cielo y cómo está vigente su mensaje llamando a los hombres a la penitencia

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Me han encantado las fotos,pues estoy previendo peregrinación a Lourdes, este año, y no sabía que Bernardette esta incorrupta. Esta es una de las entradas que más me ha gustado porque soy ferviente seguidora de la Virgen, bajo cualquier advocación.Saludos y bendiciones.
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