Decripción: | Usemos de manera más sobria las palabras,
los alimentos y bebidas,
el sueño y los juegos,
y permanezcamos vigilantes, con mayor atención”.
... el ayuno nos ayuda a tomar conciencia de la situación en la que viven muchos de nuestros hermanos
Justicia Sin Excusas 2015 - Campaña del Milenio - Naciones Unidas
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Privarse del alimento material que nutre el cuerpo...
... facilita una disposición interior a escuchar a Cristo y a nutrirse de su palabra de salvación.
Con el ayuno y la oración le permitimos que venga ...
... a saciar el hambre más profunda que experimentamos en lo íntimo de nuestro corazón:
el hambre y la sed de Dios.
¿ y tú,... que comes en Cuaresma ?
Jesús les respondió:
«Mi comida es hacer la voluntad de aquel que me envió y llevar a cabo su obra.
... estás enterado que hoy día, muchas jovencitas y jovencitos, es más ni tan jovencitos, ... únicamente por una cultura marcada por la búsqueda del bienestar material, el valor de una medida terapéutica para el cuidado del propio cuerpo. . .
¿ y tú,... que comes en Cuaresma para bien de ... ?
... el ayuno...
“ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos,
la alegría a los tristes, expulsa el odio, trae la concordia, doblega a los poderosos”
... Puesto que el pecado y sus consecuencias nos oprimen a todos,
el ayuno se nos ofrece como un medio para recuperar la amistad con el Señor
"Jesús, después de hacer un ayuno durante cuarenta días
y cuarenta noches, al fin sintió hambre"
(Mt 4,2)
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“De cualquier árbol del jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él, morirás sin remedio”
(Gn 2, 16-17).
http://www.vatican.va/archive/ESL0506/__P3.HTM
El verdadero ayuno, repite en otra ocasión el divino Maestro, ...
... consiste más bien en cumplir la voluntad del Padre celestial,
que “ve en lo secreto y te recompensará”
(Mt 6,18)
http://www.vatican.va/archive/ESL0506/__PUG.HTM
.
Él mismo nos da ejemplo al responder a Satanás, al término de los 40 días pasados en el desierto, que “no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”
(Mt 4,4).
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El verdadero ayuno, por consiguiente, tiene como finalidad comer el “alimento verdadero”, que es hacer la voluntad del Padre
(cfr. Jn 4,34).
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el ayuno ... práctica penitencial, ...
que puede ayudarnos a mortificar nuestro egoísmo y a abrir el corazón al amor de Dios y del prójimo,
primer y sumo mandamiento de la nueva ley y _ + compendio de todo el Evangelio + _
(cfr. Mt 22,34-40).
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... Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en ese lugar,
y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?».
Jesús le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu.
Este es el más grande y el primer mandamiento.
El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
... de estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas».
... el ayuno tiene como último fin ayudarnos a cada uno de nosotros,
como escribía el Siervo de Dios el Papa Juan Pablo II,
a hacer don total de uno mismo a Dios (cfr. Enc. Veritatis Splendor, 21). Tienes que leerlo, y luego estudiarlo.
http://www.vatican.va/edocs/ESL0044/_INDEX.HTM
21. Seguir a Cristo no es una imitación exterior, porque afecta al hombre en su interioridad más profunda.
Ser discípulo de Jesús significa hacerse conforme a él, que se hizo servidor de todos hasta el don de sí mismo en la cruz
(cf. Flp 2, 5-8).
http://www.vatican.va/archive/ESL0506/__PZ6.HTM
Tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús.
El, que era de condición divina,
no consideró esta igualdad con Dios
como algo que debía guardar celosamente:
al contrario, se anonadó a sí mismo,
tomando la condición de servidor
y haciéndose semejante a los hombres.
Y presentándose con aspecto humano,
se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte
y muerte de cruz.
Mediante la fe, Cristo habita en el corazón del creyente
(cf. Ef 3, 17),
el discípulo se asemeja a su Señor y se configura con él; lo cual es fruto de la gracia, de la presencia operante del Espíritu Santo en nosotros.
Que Cristo habite en sus corazones por la fe, y sean arraigados y edificados en el amor.Ef 3, 17
http://www.vatican.va/archive/ESL0506/__PZ1.HTM
Inserido en Cristo, el cristiano se convierte en miembro de su Cuerpo, que es la Iglesia
(cf. 1 Co 12, 13. 27).
12 Así como el cuerpo tiene muchos miembros, y sin embargo, es uno, y estos miembros, a pesar de ser muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo.
... Porque todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo –judíos y griegos, esclavos y hombres libres– y todos hemos bebido de un mismo Espíritu.
El cuerpo no se compone de un solo miembro sino de muchos.
Si el pie dijera: «Como no soy mano, no formo parte del cuerpo», ¿acaso por eso no seguiría siendo parte de él?
Y si el oído dijera: «Ya que no soy ojo, no formo parte del cuerpo», ¿acaso dejaría de ser parte de él?
Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿dónde estaría el oído? Y si todo fuera oído, ¿dónde estaría el olfato?
Pero Dios ha dispuesto a cada uno de los miembros en el cuerpo, según un plan establecido.
Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?
De hecho, hay muchos miembros, pero el cuerpo es uno solo.
El ojo no puede decir a la mano: «No te necesito», ni la cabeza, a los pies: «No tengo necesidad de ustedes».
Más aún, los miembros del cuerpo que consideramos más débiles también son necesarios,
y los que consideramos menos decorosos son los que tratamos más decorosamente. Así nuestros miembros menos dignos son tratados con mayor respeto, ya que los otros no necesitan ser tratados de esa manera. Pero Dios dispuso el cuerpo, dando mayor honor a los miembros que más lo necesitan,a fin de que no haya divisiones en el cuerpo, sino que todos los miembros sean mutuamente solidarios.
¿Un miembro sufre? Todos los demás sufren con él. ¿Un miembro es enaltecido? Todos los demás participan de su alegría.
Ustedes son el Cuerpo de Cristo, y cada uno en particular, miembros de ese Cuerpo.1 Co 12, 13. 27
http://www.vatican.va/archive/ESL0506/__PYB.HTM
Bajo el impulso del Espíritu, el bautismo configura radicalmente al fiel con Cristo en el misterio pascual de la muerte y resurrección, lo «reviste» de Cristo.
(cf. Ga 3, 27)
ya que todos ustedes, que fueron bautizados en Cristo, han sido revestidos de Cristo.
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«Felicitémonos y demos gracias —dice san Agustín dirigiéndose a los bautizados—:
hemos llegado a ser no solamente cristianos, sino el propio Cristo (...).
Admiraos y regocijaos: ¡hemos sido hechos Cristo!».
El bautizado, muerto al pecado, recibe la vida nueva
(cf. Rm 6, 3-11)
... ¿No saben ustedes que todos los que fuimos bautizados en Cristo Jesús, nos hemos sumergido en su muerte?
Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, par que así como Cristo resucitó por la gloria del Padre, también nosotros llevemos una Vida nueva.
Porque si nos hemos identificado con Cristo por una muerte semejante a la suya, también nos identificaremos con él en la resurrección.
Comprendámoslo: nuestro hombre viejo ha sido crucificado con él, para que fuera destruido este cuerpo de pecado, y así dejáramos de ser esclavos del pecado.
Porque el que está muerto, no debe nada al pecado.
Pero si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él.
Sabemos que Cristo, después de resucitar, no muere más, porque la muerte ya no tiene poder sobre él.
Al morir, él murió al pecado, una vez por todas; y ahora que vive, vive para Dios.
Así también ustedes, considérense muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.
http://www.vatican.va/archive/ESL0506/__PYB.HTM
... viviendo por Dios en Cristo Jesús,
es llamado a caminar según el Espíritu y a manifestar sus frutos en la vida
(cf. Ga 5, 16-25)
... Yo los exhorto a que se dejen conducir por el Espíritu de Dios, y así no serán arrastrados por los deseos de la carne.
Porque la carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne.
Ambos luchan entre sí, y por eso, ustedes no pueden hacer todo el bien que quieren.
Pero si están animados por el Espíritu, ya no están sometidos a la Ley.
Se sabe muy bien cuáles son las obras de la carne: fornicación, impureza y libertinaje,
idolatría y superstición, enemistades y peleas, rivalidades y violencias, ambiciones y discordias, sectarismos, disensiones
y envidias, ebriedades y orgías, y todos los excesos de esta naturaleza. Les vuelvo a repetir que los que hacen estas cosas no poseerán el Reino de Dios.
Por el contrario, el fruto del Espíritu es: amor, alegría y paz, magnanimidad, afabilidad, bondad y confianza,
mansedumbre y temperancia. Frente a estas cosas, la Ley está demás,
porque los que pertenecen a Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y sus malos deseos.
Si vivimos animados por el Espíritu, dejémonos conducir también por él. Ga 5, 16-25
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... La participación sucesiva en la Eucaristía, sacramento de la nueva alianza
(cf. 1 Co 11, 23-29)
... Lo que yo recibí del Señor, y a mi vez les he transmitido, es lo siguiente: El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó el pan,
dio gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía».
De la misma manera, después de cenar, tomó la copa, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza que se sella con mi Sangre. Siempre que la beban, háganlo en memora mía».
Y así, siempre que coman este pan y beban esta copa, proclamarán la muerte del Señor hasta que él vuelva.
Por eso, el que coma el pan o beba la copa del Señor indignamente tendrá que dar cuenta del Cuerpo y de la Sangre del Señor.
Que cada uno se examine a sí mismo antes de comer este pan y beber esta copa;
porque si come y bebe sin discernir el Cuerpo del Señor, come y bebe su propia condenación. 1 Co 11, 23-29
http://www.vatican.va/archive/ESL0506/__PYA.HTM
... es el culmen de la asimilación a Cristo, fuente de «vida eterna»
(cf. Jn 6, 51-58)
... Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo».
Los judíos discutían entre sí, diciendo: «¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?».
Jesús les respondió: «Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes.
El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.
Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente».
http://www.vatican.va/archive/ESL0506/__PWC.HTM
... principio y fuerza del don total de sí mismo, del cual Jesús —según el testimonio dado por Pablo— manda hacer memoria en la celebración y en la vida:
«Cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa, anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga»
(1 Co 11, 26).
http://www.vatican.va/archive/ESL0506/__PYA.HTM
Publicado por David Gonzalez Silva
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