Como en vivachile.org no hay cabida a comentarios, le hice saber mi parecer al Sr Widow Lira en un par de blogs que republicaron su articulo titulado La prueba y el castigo en la Providencia divina. A propósito del terremoto.vivachile.org (el cual republico en extenso abajo)
Me parece extraordinaria la reflexión del Sr. Widow Lira, solo me asalta una duda: ¿Cuesta Mucho decir Felipe Berrios S.J.?.
Se me ocurre que con esa actitud de omisión solo se fomenta la desvergüenza no solo del Padre Berrios sino que de muchos “berriitos” que pululan en los ambientes pseudocatolicos chilenos, unos mas amanerados que otros.
Pseudocatolicos por que muchos de ellos han hecho suyas antiguas herejías como el arrianismo (por mencionar una entre tantas), herejías que los alejan de la comunión con la Iglesia Católica y los transforman en herejes, no obstante eso, siguen ocupando cargos en la estructura visible de la misma Iglesia (que ni los censura ni los sanciona), lo anterior los transforma en falsos católicos y genera una tremenda confusión entre los fieles, lo que redunda en el alejamiento de algunos, la apostasía de otros y la ignorante e indignante aprobación de una mayoría muy silenciosa que como dice el dicho popular “Comulga con ruedas de carreta”.
Si vamos legítimamente a criticar, llamemos al mal por su nombre y no demos respiro a las herejías, que el no denunciarlas con claridad equivale al silencio culpable de la misma jerarquía eclesiástica que calla.
Acá va la ultima herejía del Padre Felipe Berrios S.J. quien en el seminario al parecer no asistió a la clase en que enseñaron que el amor del prójimo por amor a Dios se llama “Caridad” y que tiene un alcance humanamente no comprensible si no se tiene “Fe”; Don divino gratuito, que dista mucho de la falsa caridad masónica llamada “solidaridad” que es la bandera de lucha de este moderno judas que no trepida en torcer la doctrina católica en cuanto medio le es posible (lo vi hace unos días decir en televisión que : Estoy seguro que Dios esta tan sorprendido como nosotros con el terremoto), y a propósito de lo mismo se me viene a la memoria un hecho ocurrido hace unos años y en el cual al finalizar de la historia interviene el curita de marras: En el curso de un viaje de la pastoral universitaria de la P.U.C. (Pontificia universidad Católica de Chile), el cual se efectuó vía ferrocarril en dirección al sur de Chile, sucedió la tremenda desgracia de que de manera increíble una joven estudiante de medicina cayera del tren, estando muy avanzada la noche y estando el tren aun en desplazamiento.
El punto es que la joven sufrió producto de la caída la amputación de sus 4 extremidades encontrándose de pronto en el suelo rodeada de una absoluta obscuridad, con unan avanzada hemorragia y acechada por perros.
Milagrosamente logró salir de esa situación y una vez fuera de peligro de muerte y cuando ya había comenzado su rehabilitación, se decidió a escribir un libro con su experiencia; desgraciadamente para ella y su fe El DESGRACIADO DE BERRIOS se encontraba cerca.
Al ella manifestarle al hereje en cuestión lo agradecida que estaba de Dios por haberle salvado la vida, el muy imbécil sacerdote la corrigió expresándole la certeza de que Dios no había intervenido para nada en su rescate y milagrosa salvación y que si ella estaba viva y en capacidad de escribir su experiencia solo se lo debía a ella misma y a su fuerza interior: razón por la cual el libro se titula “Elegí Vivir”.
Este “brillante” exponente del “Modernismo”, a saber la herejía denunciada por San Pio X se ha transformado en un adalid de la “Solidaridad”, fundando hace algunos años una institución llamada “Un Techo Para Chile”, la que junto al “Hogar de Cristo” se han transformado en lucrativos negocios barnizados con un matiz de catolicismo que solo brilla cuando se solicita dinero, por que las bendiciones y oraciones quedan solo a los miles de católicos y sacerdotes engañados que malentienden la ayuda al prójimo, y se dejan llevar por estas maquinarias económicas gerenciadas por “sacerdotes católicos” que se valen de las familias adineradas de Chile.
Me pareció tremenda y evidente la ausencia de estadísticas reales en lo que a sacramentos y ayuda espiritual se refiere y los siguiente apropósito de la muerte del Padre Renato Poblete S.J., (capellán del Hogar de Cristo fallecido en fechas cercanas). Ya que se ponía de manifiesto la cantidad de personas a que el “Hogar de Cristo” ha ayudado desde su fundación, a la cantidad de centros de acogida, la cantidad de almuerzos..etc.., y donde las primeras comuniones, donde las extremas unciones, bautismos, confirmaciones, confesiones, matrimonios realizados al alero de esta institución del “Hogar de Cristo”, donde la vuelta al seno de la Iglesia de quienes se habían separado, donde están las conversiones de miembros de sectas, todos los que atendidos por este “Hogar de Cristo” en donde solo aprendieron que el buen hombre ayuda al hombre por ser hombre…y por ende agradecen al hombre.
Y es que es evidente que lo único que importa a estos “sacerdotes” es el poder administrar medios y ayudar al hombre por el hombre, sin importarles la condenación diaria de miles de almas, almas muy queridas todas de Dios, por que Dios sufre y mucho cuando se condena un alma, y sufre mas cuando ve que la responsabilidad de esa condenación recae en quienes tienen el mandato Divino de trabajar por la salvación de las mismas.
"¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si al final pierde su alma?"Mateo 16, 21-27.
La falsa caridad masónica…
Nota: no son todos los curas,
pero los herejes destacan mas que el resto…
¿será que son mas?
Les dejo con el herético articulo en cuestión.
Gladius
Terremoto: Ni prueba, ni castigo ni intervención de Dios
Lc. 13, 1-9 / 3.er domingo de cuaresma
PADRE FELIPE BERRíOS
Capellán de Un techo para Chile
"¿O creen que las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de Siloé, eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Les aseguro que no". Esta frase de Jesús puede responder a muchas exclamaciones que se han escuchado por diferentes personas desde el día del violento terremoto y el tsunami del sábado pasado, y que aún afectan a nuestro país. Mucha gente lee en estos "arrebatos" de la naturaleza signos de la "rabia" de Dios, o dicen que estos desastres son "mandados" por Dios para "probar" a las personas. Pensar así no sólo es absurdo, sino que también refleja una concepción de Dios errónea e infantil.
Dios no actúa con los humanos como un niño que juega con un insecto y se entretiene poniéndole dificultades y molestándolo para ver cómo reacciona. Dios, en Jesús, nos toma en serio y por eso respeta profundamente las leyes que gobiernan la creación, y a las cuales se sometió Jesús al tener que aprender, crecer, comer, dormir, sufrir y morir.
A eso se debe la reacción de Jesús cuando le comentaron el caso de aquellos galileos, cuya sangre Pilato mezcló con la de las víctimas de sus sacrificios, y él agrega también a las víctimas del desplome de la torre de Siloé. Para Jesús, ambos casos no tienen nada que ver con la calidad moral o con la relación con Dios de quienes murieron, y por eso les dice: "¿Creen ustedes que esos... sufrieron todo esto porque eran más pecadores que los demás?".
Si la gente que muere inesperadamente en una catástrofe estuviera ligada a una especie de "juicio divino", eso significaría -entre otras cosas- que quienes hemos sobrevivido "mereceríamos" vivir más que aquellos que han muerto, y eso es un absurdo.
Remata Jesús su argumentación agregando el ejemplo de la higuera, en el cual él nos señala la paciencia que tiene Dios con nosotros, pues no interviene -"para cortar la higuera"- y aunque no demos frutos siempre nos dará otra oportunidad. Sin castigos ni amenazas, Dios respeta totalmente la libertad humana. Y su relación con nosotros está basada en el amor, y no en el miedo.
Este terremoto y el tsunami no son ni castigo, ni prueba de Dios ni tampoco su intervención, tanto para aquellos que murieron como los que nos salvamos. Es un desastre de la naturaleza que tiene explicaciones físicas, lo cual no impide que la fe nos ayude a darle sentido y así -a partir de un hecho tan doloroso y dramático- despertar la solidaridad y darle un contenido más trascendente a la vida.
felipe@untechoparachile.cl
La prueba y el castigo en la Providencia divina. A propósito del terremoto.
Un mediático sacerdote de la Compañía de Jesús (aquella de la que alguien dijo “¡Ay, Jesús, qué compañía!”), ha publicado una columna titulada: “Terremoto: ni prueba, ni castigo ni intervención de Dios”. En ella explica que el terremoto que hemos sufrido nada tiene que ver con Dios, es sólo “un desastre de la naturaleza que tiene explicaciones físicas”. Y, al parecer, lo que tiene explicaciones físicas no es usado por Dios para probarnos, ni puede tener el sentido y la finalidad del castigo ni está, en definitiva, sometido de modo alguno al gobierno del Creador.
Esto último, sin embargo, molesta al oído de aquél que piensa en Dios como un ser providente y todopoderoso, porque si Dios verdaderamente lo es, entonces nada puede escapar a su gobierno: ni sobreviene un terremoto, ni estalla un volcán, ni se levanta el viento, ni una hoja cae de su árbol sin que Dios lo quiera o lo permita.
La cuestión es, entonces, la siguiente: ¿cómo puede Dios querer o permitir un mal tan grande como el que hemos sufrido los chilenos? Aquí es donde la respuesta apresurada, en cualquier dirección, nos empieza a jugar malas pasadas: o sacamos a Dios de nuestra tragedia, y resulta que se torna un Dios ausente, que ya no es providente, ni todopoderoso, ni que gobierna todas las cosas del universo (es decir, ya no es Dios), o le achacamos a Dios la causa del mal que sufrimos, y así resulta culpable de nuestras desgracias, malo, vengativo y, peor aún, caprichoso de un capricho tal que juega con los hombres como si le fueran indiferentes (es decir, ya no es Dios).
Ni lo uno, ni lo otro. El terremoto que nos ha devastado nos enfrenta a uno de los grandes misterios del la vida del hombre en esta tierra: el misterio del pecado. Todo lo que ha hecho Dios es bueno, pero el hombre, mediante su pecado, ha introducido el mal en la creación y, con él, el sufrimiento, la tristeza, la debilidad, la muerte. El lector se preguntará qué tienen que ver nuestros pecados con las inclemencias de la naturaleza, y esto no tiene respuesta si lo que se busca es una suerte de nexo causal físico entre el terremoto sufrido y los pecados de Pedro, o Juan, o Diego o los de todos los hombres que alguna vez han vivido, en esta tierra o en el mundo entero. No existe tal nexo, pero lo cierto es que, mediante el pecado, el hombre introduce el desorden no sólo en su relación con el Creador, sino también en su relación con la creación. La naturaleza, que había sido dispuesta por Dios para que sirviese dócilmente al hombre, se vuelve contra él, haciéndole sensibles las consecuencias del mal que ha introducido en el mundo.
Dios no es causa de ningún mal, más bien todo lo contrario: mitiga los males que causa el hombre y endereza lo que el hombre ha torcido. No obstante, no los mitiga todos: en su Providencia Sapientísima, permite (no quiere) algunos males. ¿Por qué? Pues porque, como Todopoderoso que es, es capaz de sacar bienes de males. Aunque lo razonable sería pensar que sólo el bien engendra al bien y, consecuentemente, que del mal no puede salir sino el mal, Dios, en su Infinita Bondad, aprovecha incluso nuestro propio mal para obtenernos bienes, y lo hace usando del mal como prueba para los buenos y castigo para los malos: mediante el mal que sufrimos, los buenos son probados para, con la ayuda de Dios, salir fortalecidos en su bondad. Y por ese mismo mal, los malos son castigados para, también con la ayuda de Dios, ser removidos en sus conciencias y huir del pecado que les pierde.
Esto es evidente en el orden personal: todos hemos conocido a aquella persona buenísima que, sin mediar razón aparente, es consumida por una dolorosa enfermedad, en la cual se purifica y santifica. Dios la prueba para hacerla más semejante, en el dolor, a su Hijo. También hemos visto a aquél otro, que vivía como si no hubiese Dios ni ley, hasta que la enfermedad viene, dolorosamente, a hacerle presente su miseria e indignidad, como un aviso último para que vuelva su rostro a Dios, el Único en el que hay Salud verdadera.
Y esto que es evidente en el orden personal, se realiza, también, en el orden social: las naciones y los pueblos, durante su historia, han sido permanentemente probados y castigados para su propio bien: ya para su fortalecimiento, ya para que se volvieran a Dios, a quien habían abandonado.
Dios no obtiene estos bienes del mal, sin embargo, sin nuestra libre participación, y por ello la prueba no nos fortalece, sino que nos hunde, cuando no es aceptada con el espíritu del Señor en su Pasión. Y del castigo no se alcanza provecho alguno si no se lo recibe con espíritu de humildad y contrición. Y esta libre concurrencia a la prueba o el castigo que Dios providentemente nos dispone es necesaria tanto para el caso de la persona singular como para el caso de la sociedad.
Ahora bien, los hombres (y las sociedades), en general, no somos ni del todo buenos ni del todo malos (no obstante que haya algunos mejores y otros peores), de manera que no tiene sentido preguntarnos, respecto del terremoto pasado, quiénes han sido probados y quiénes castigados. Tampoco tiene sentido esa pregunta para Chile o para las ciudades y pueblos que han sufrido la catástrofe. Probablemente todos hemos sido de algún modo probados y de algún modo castigados.
Cada uno habrá de reflexionar, en su fuero interno, en qué ha sido probado y por qué ha sido castigado. Debemos intentar en conjunto, sin embargo, el ejercicio de descubrir en qué ha sido probado Chile, y por qué ha sido castigado. Ésta ha de ser la primera de las tareas de la reconstrucción, si queremos que la misma se asiente sobre roca, y no sobre arena. De nada servirá construir casas y edificios, levantar escuelas y hospitales si, como pueblo y nación, no nos volvemos humilde y libremente a Dios, en quien está nuestra gloria y destino.
Felipe Widow Lira.
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CARIDAD
Etim: Del latín charitas.
Ver también: Caridad
Tomado de corazones.org
Del Catecismo
1822 La caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas por El mismo y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios.
1823 Jesús hace de la caridad el mandamiento nuevo (cf Jn 13, 34). Amando a los suyos ‘hasta el fin’ (Jn 13, 1), manifiesta el amor del Padre que ha recibido. Amándose unos a otros, los discípulos imitan el amor de Jesús que reciben también en ellos. Por eso Jesús dice: ‘Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor’ (Jn 15, 9). Y también: ‘Este es el mandamiento mío: que os améis unos a otros como yo os he amado’ (Jn 15, 12).
1824 “Fruto del Espíritu y plenitud de la ley, la caridad guarda los mandamientos de Dios y de Cristo: ‘Permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor’ (Jn 15, 9-10; cf Mt 22, 40; Rm 13, 8_10).
1825 Cristo murió por amor a nosotros ‘cuando éramos todavía enemigos’ (Rm 5, 10). El Señor nos pide que amemos como El hasta a nuestros enemigos (cf Mt 5, 44), que nos hagamos prójimos del más lejano (cf Lc 10, 27-37), que amemos a los niños (cf Mc 9, 37) y a los pobres como a El mismo (cf Mt 25, 40.45).
El apóstol san Pablo ofrece una descripción incomparable de la caridad: ‘La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta (1 Co 13, 4-7).
1826 “‘Si no tengo caridad -dice también el apóstol- nada soy...’. Y todo lo que es privilegio, servicio, virtud misma... ‘si no tengo caridad, nada me aprovecha’ (1 Co 13, 1-4). La caridad es superior a todas las virtudes. Es la primera de las virtudes teologales: ‘Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad’ (1 Co 13,13). 1827 El ejercicio de todas las virtudes está animado e inspirado por la caridad. Esta es ‘el vínculo de la perfección’ (Col 3, 14); es la forma de las virtudes; las articula y las ordena entre sí; es fuente y término de su práctica cristiana. La caridad asegura y purifica nuestra facultad humana de amar. La eleva a la perfección sobrenatural del amor divino.
1828 “La práctica de la vida moral animada por la caridad da al cristiano la libertad espiritual de los hijos de Dios. Este no se halla ante Dios como un esclavo, en el temor servil, ni como el mercenario en busca de un jornal, sino como un hijo que responde al amor del ‘que nos amó primero’ (1 Jn 4,19):
O nos apartamos del mal por temor del castigo y estamos en la disposición del esclavo, o buscamos el incentivo de la recompensa y nos parecemos a mercenarios, o finalmente obedecemos por el bien mismo del amor del que manda... y entonces estamos en la disposición de hijos (S. Basilio, reg. fus. prol. 3).
1829 La caridad tiene por frutos el gozo, la paz y la misericordia. Exige la práctica del bien y la corrección fraterna; es benevolencia; suscita la reciprocidad; es siempre desinteresada y generosa; es amistad y comunión:
La culminación de todas nuestras obras es el amor. Ese es el fin; para conseguirlo, corremos; hacia él corremos; una vez llegados, en él reposamos (S. Agustín, ep.Jo. 10, 4).
Resumen
1844 Por la caridad amamos a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios. Es el ‘vínculo de la perfección’ (Col 3, 14) y la forma de todas las virtudes.
La Caridad en relación a la moral
2093 La fe en el amor de Dios encierra la llamada y la obligación de responder a la caridad divina mediante un amor sincero. El primer mandamiento nos ordena amar a Dios sobre todas las cosas y a las criaturas por El y a causa de El (cf Dt 6, 4-5).
2094 Se puede pecar de diversas maneras contra el amor de Dios. La indiferencia descuida o rechaza la consideración de la caridad divina; desprecia su acción preveniente y niega su fuerza. La ingratitud omite o se niega a reconocer la caridad divina y devolverle amor por amor. La tibieza es una vacilación o negligencia en responder al amor divino; puede implicar la negación a entregarse al movimiento de la caridad. La acedía o pereza espiritual llega a rechazar el gozo que viene de Dios y a sentir horror por el bien divino. El odio a Dios tiene su origen en el orgullo; se opone al amor de Dios cuya bondad niega y lo maldice porque condena el pecado e inflige penas.
Ycual fue tu deduccion final? Es castigo de Dios? o fue una lateracion normal del planeta como lo ha sido por cientos de miles y millones de años, pues este es un planeta vivo, no esta muerto.
ResponderEliminarllego aca buscando Crux y Gladius y me encuentro con estos comentarios, sobre todo el del terremoto chileno (soy argentino y católico). El porque Dios permite algo así es un misterio para mi. Luego, el sufrimiento no sirve absolutamente para nada, salvo para sufrir. Los que creen en el sufrimiento o son psicopatas, o masoquistas o NO HAN SUFRIDO. Cuando se sufre de veras se comprende a fondo, ue no sirve para nada. Hay que pasar por esa etapa para comprenderlo. Tal vez, se me ocurre que el único que por lo menos ha pegado en el poste (imágen futbolera)fue Levinas cuando dijo que para lo único que sirve es para que otro que ve sufrir a su prójimo, se conmueva y lo ayude y comparta el dolor. Eso es lo más aproximado a la verdad creo yo. Por otro lado en general se habla de Dios como si se estuviera a su altura y se comprendiera, cuando en realidad, por lo menos yo, jamás en mi vida supe que quería el Señor de mi, salvo lo que aprendí en el catecismo y la Biblia. Uno puede rezar dia y noche por meses pidiendo luz para hacer algo y luego cuando toma la decisión sigue tan ignorante como el primer día. Hay excepciones que confirman la regla.
ResponderEliminarCelso Seduva
Esta persona tan desquiciada que escribe tanta tontera acerca del padre Berríos y no es capaz de identificarse ¿como puede hacer llegar un mensaje cristiano a través de estas páginas?
ResponderEliminarYo por lo menos, con cristianos de este tipo, ni a misa.
Jajajajaja...me rio de ti Anónimo de las 11:58:00 que me tratas de desquiciado por escribir la verdad sobre un hereje, pero la critica mayor es de hacerlo sin ser capaz de identificarme...jajaja deja que me ría, por lo menos firmo el blog bajo un pseudónimo y no publico mi nombre porque si lo hiciera tal vez tu mismo (a) te caerías de espalda.
ResponderEliminarPero no me vengas con esas, si ni siquiera eres capaz de inventarte un mote para jorobarme.
Por cierto me queda claro que si defiendes a ese hereje nunca estaremos en Misa juntos, yo asisto a la liturgia de siempre, la que es más agradable a Dios, la liturgia de Abel, no la de Caín, el cordero imperfecto fruto de la tierra y el trabajo del hombre.
LA VERDAD ES QUE ENCONTRE EXELENTE SU COMENTARIO SOBRE EL P. BERRIOS.NO ME SORPRENDE TANTO SUS PALABRAS PORQUE UN SACERDOTE QUE SE VISTE DE "PAISANO" LLEVA DE POR SÍ. UN LETRERO EN LA FRENTE QUE DICE"SOY MODERNISTA Y ESTOY CON EL MUNDO".MUHAS GRACIAS POR TUS ARTÍCULOS.
ResponderEliminarPAZ Y BIEN
Creo que me perdí navegando en Internet y me metí en la máquina del tiempo. Eso debe ser porque leo sobre herejes, arrianos y fanatismos que más bien son parte del oscurantismo medieval.
ResponderEliminarY el ingenioso que acusa de herejía a Berríos, cree que nos iríamos de espalda si supiéramos su identidad, jajaja. Además de desquiciado y sicópata (porque no me cabe duda que gozaría torturando infieles), es megalómano.
Que gran bien hace estudiar teologia hoy entre hombres libres, hijos de Dios, amigos y no siervos y esclavos de hombres misoginos, categorizadores de cuanto hay y borrachos de la Letra y no del Espiritu para aprender a pensar por nosotros mismos sin la autoridad que cita catecismos, voces de papas muertos muchos de ellos de dudosa reputacion y palabras degastadas en cuanta apologetica trasnochada de puritanos marginadores se halla por doquier en listas interminables de canones que solo pueden ser leidas en viejos y muertos manuscritos que de divino tienen bien poco.Sin duda es tan grande el edificio que ya no hay lugar para el carpintero de nazareth.No hay duda que esta Jerarquia y sus secuaces no entran en el reino de Dios y su pretendida medianeria no hece que los otros entren.Sepulcros blanquedos, llenos de muertos e incapaces de palabras de misericordia y de amor para con herejes, descaminados y opulentos principes que de antemano ha condenado desde el amor que todo lo puede el Papa Francisco.Cruz et Glaudius ya teneis vuestro premio.
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