Por lo interesante y esclarecedor del planteamiento, publico este comentario hecho por un lector llamado Utunumsint
utunumsint ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Encuentro en un aeropuerto":
Pues sí. A raíz del caso Kardima, se comenta que en estos días un montón de sacerdotes han sido objeto de burla en nuestro país. Es cierto que esto es culpa de tanto sinvergüenza que hay dentro del clero; pero también es cierto que los medios de comunicación influyen sobremanera en las mentes de los menos pensantes, los cuales terminaron por asociar la pederastia al sacerdocio. Y es que no hay que pensar mucho para darse cuenta de que esto no es así: basta sencillamente la honestidad intelectual. Pero sabemos que aquella honestidad no abunda en este mundo moderno, pues le dices a cualquier persona que la pederastia es una grave perversión que tiene su origen en la homosexualidad, y que esta, a su vez, comienza a raíz de graves trastornos suscitados a causa del bombardeo que recibimos constantemente por parte de la industria del sexo, cuyos promotores son los mismos medios de comunicación que lucran con los abusos sexuales, y te dirán que eres un homofóbico, retrógrado, y una sarta de barbaridades más.
Lo peor de todo, es que en el mismo mundo católico abunda esta pseudo-lógica. Karadima, por ejemplo, según sabemos, no era un pederasta, sino un homosexual que, a causa de su condición depravada, abusó de algunas personas, pero ¿ha sido acusado de homosexualidad en los medios? No. ¿Se ha utilizado su caso para condenar con más fuerza la homosexualidad en la Iglesia? No. ¿Se ha utilizado su caso para condenar la industria pornográfica, y sus promotores, que alimentan todas estas depravaciones? No. Lo que se hace es condenar la figura del sacerdote en sí en los medios, mientras el resto de aquella inmundicia intocable sigue multiplicándose en los mismos medios.
Bueno, ya vemos como están linchando al Cardenal Medina por opinar objetivamente sobre el caso Karadima, considerando que un muchacho de 17 años, si bien es menor de edad ante la ley, está muy lejos de tener la mentalidad de un niño de 8 o 9 años, por tanto lo que allí hay es homosexualidad y no pederastia.
ResponderEliminarSe trata precisamente del desenmascarar la hipocresía de los medios, cuya táctica consiste en hablar muy bonito de las víctimas, para así decir verdades a medias con el solo fin de difamar a la Iglesia, pues a Karadima se le ha condenado por abusar de menores, sin matizar, ni decir claramente que aquellos menores estaban a un paso de la mayoría de edad legal. El problema está, como hemos visto en los medios, que decir claramente esto conlleva necesariamente una injusta reacción por parte de los enemigos de la Iglesia, lo cuales tomarán la objetividad del planteamiento como un menosprecio de la dignidad y del dolor de las víctimas, lo cual es completamente absurdo.
Lo más extraño de todo esto, es que personas evidentemente inmorales, que defienden el aborto, los “matrimonios” homosexuales, o cualquier “libertad” sexual, asuman el rol de moralizadores cuando se trata de enjuiciar a miembros del clero. Claro está pues, que lo hacen con el único fin de difamar a la Iglesia de Cristo, aprovechando la irracional credulidad de las masas, pues pretenden servirse de culpas individuales, ciertamente deplorables, para transformarlas en culpas colectivas. Así es como injusta e irracionalmente se termina asociando la pedofilia con el sacerdocio.
En cuanto a estos inmorales que el mundo tiene por moralizadores, pienso que son culpables, al menos en parte, de las depravaciones como la pedofilia, pues al colaborar con la inmoralidad, cualquiera sea, y al promoverla públicamente, están contribuyendo al nefasto influjo que ejerce el pecado sobre la sociedad, y que ciertamente en los peores casos termina por marcar la vida de un pobre niño. Y aquí entran todos aquellos homosexuales que son adulados en los medios, protegidos, e incluso homenajeados por Estados que alguna vez fueron católicos. Precisamente son ellos, junto con los medios, quienes más gritan en contra de los curas pederastas, pero no se dan cuenta que han colaborado, y de hecho colaboran con ello. Se trata de una de las tantas paradojas de este mundo moderno.
Yo insisto, pues, que debería tomarse el caso Karadima como un gran ejemplo de la miseria humana, para así condenar con más fuerza uno de los ejes de la inmoralidad moderna: la homosexualidad; y así desterrarla, con la gracia de Dios, de una vez por todas del clero.