DIA 13 DE NOVIEMBRE DIA SEXTO DEL
SANTO EJERCICIO DEL MES DE MARIA
DIA SEXTO
CONSAGRADO A HONRAR LA VIDA DE
MARIA EN EL TEMPLO
ORACIÓN INICIAL
PARA TODOS LOS DÍAS DEL MES.
¡Oh
María! Durante el bello mes que os está consagrado, todo resuena con vuestro
nombre y alabanza. Vuestro Santuario resplandece con nuevo brillo y nuestras
manos os han elevado un trono de gracia y de amor, desde donde presidís
nuestras fiestas y escucháis nuestras oraciones y votos.
Para honraros, hemos esparcido frescas flores a vuestros pies y adornado vuestras frentes con guirnaldas y coronas. Mas, ¡oh María!, no os dais por satisfecha con estos homenajes; hay flores cuya frescura y lozanía jamás pasan y coronas que no se marchitan. Estas son las que Vos esperáis de vuestros hijos; porque el más hermoso adorno de una madre, es la piedad de sus hijos y la más bella corona que pueden deponer a sus pies es la de sus virtudes.
Sí, los lirios que Vos nos pedís son la inocencia de nuestros corazones. Nos esforzaremos pues, durante el curso de este mes consagrado a vuestra gloria, ¡oh Virgen santa!, en conservar nuestras almas puras y sin mancha y en separar de nuestros pensamientos, deseos y miradas, aun la sombra misma del mal.
La rosa cuyo brillo agrada a vuestros ojos, es la caridad, el amor a Dios y a nuestros hermanos. Nos amaremos pues, los unos a los otros, como hijos de una misma familia cuya madre sois, viviendo todos en la dulzura de una concordia fraternal. En este mes bendito, procuraremos cultivar en nuestros corazones, la humildad, modesta flor que os es tan querida y con vuestro auxilio llegaremos a ser puros, humildes, caritativos, pacientes y resignados.
¡Oh María, haced producir en el fondo de nuestros corazones, todas estas amables virtudes; que ellas broten, florezcan y den al fin frutos de gracia, para poder ser algún día, dignos hijos de la más santa y de la mejor de las madres. Amén.
Para honraros, hemos esparcido frescas flores a vuestros pies y adornado vuestras frentes con guirnaldas y coronas. Mas, ¡oh María!, no os dais por satisfecha con estos homenajes; hay flores cuya frescura y lozanía jamás pasan y coronas que no se marchitan. Estas son las que Vos esperáis de vuestros hijos; porque el más hermoso adorno de una madre, es la piedad de sus hijos y la más bella corona que pueden deponer a sus pies es la de sus virtudes.
Sí, los lirios que Vos nos pedís son la inocencia de nuestros corazones. Nos esforzaremos pues, durante el curso de este mes consagrado a vuestra gloria, ¡oh Virgen santa!, en conservar nuestras almas puras y sin mancha y en separar de nuestros pensamientos, deseos y miradas, aun la sombra misma del mal.
La rosa cuyo brillo agrada a vuestros ojos, es la caridad, el amor a Dios y a nuestros hermanos. Nos amaremos pues, los unos a los otros, como hijos de una misma familia cuya madre sois, viviendo todos en la dulzura de una concordia fraternal. En este mes bendito, procuraremos cultivar en nuestros corazones, la humildad, modesta flor que os es tan querida y con vuestro auxilio llegaremos a ser puros, humildes, caritativos, pacientes y resignados.
¡Oh María, haced producir en el fondo de nuestros corazones, todas estas amables virtudes; que ellas broten, florezcan y den al fin frutos de gracia, para poder ser algún día, dignos hijos de la más santa y de la mejor de las madres. Amén.
CONSIDERACION
María entro en el templo de Jerusalén como una
víctima destinada al sacrificio; pero esa víctima no sería consumida por las
llamas del altar, sino por las llamas del amor. Era el amor a Dios el que la
impulsaba en todas sus obras; el amor divino la arrancó de los brazos de su
madre y la llevó a la soledad del santuario; el amor la hizo consagrar a Dios
para siempre la flor de su virginidad, flor que no había encontrado hasta
entonces en el mundo ni terreno en que nacer ni atmósfera en que vivir. Antes
que María se abrazase con ella voluntariamente, y no con lágrimas como la hija
de Jefté, la virginidad era una hermosa desterrada que tocaba en vano a la
puerta de los corazones en solicitud de hospitalario albergue. Fue María la que
dio a conocer a los hombres su precio y la que les enseñó que esa virtud busca,
para vivir, el apartamiento y el retiro de la Casa del Señor.
Dice San Jerónimo que María en el templo
distribuía sus ejercicios en la siguiente forma: desde la aurora hasta
promediana la mañana, se entregaba a la oración; hasta el mediodía se ocupaba
en obras de mano; se instruía después en la Ley y los Profetas, y luego se
entregaba de nuevo a la oración, que duraba hasta la entrada de la noche. Esto
constituía sus delicias y su pan cuotidiano, creciendo cada día en amor a Dios
y en la perfección de las virtudes. Ella era la primera en las vigilias, la más
fiel en cumplir la ley divina, la más asidua en la oración, la más constante en
el trabajo, la más profunda en la humildad, la más exacta en la obediencia y la
más puntual en sus deberes. Ásperas eran sus penitencias, prolongados sus
ayunos, brevísimo su sueño, frugal su alimento, sencillo su vestido y escasas
sus palabras. La oración era su vida y su alimento, y durante esas horas
felices en que el cielo se entreabría a sus miradas, su alma era edificada en
adoraciones y tiernísimos y encendidos afectos ante el amado de su corazón. En
estos momentos el mundo desaparecía ante sus ojos y ningún pensamiento humano
ocupaba su mente. Embriagada en celestiales delicias y enajenada en sublimes
arrobamientos, su alma se desprendía en la cárcel de su cuerpo y se
transportaba a las moradas del gozo eterno. – “Nadie, dice San Ambrosio, estuvo
nunca dotado de un don más sublime de contemplación; su espíritu siempre acorde
con su corazón, no perdía jamás de vista a Aquél a quien amaba con más ardor
que todos los serafines juntos; toda su vida no fue otra cosa que un ejercicio
continuo del amor más puro a Dios; y cuando el sueño venía a cerrar sus
párpados, su corazón velaba y oraba todavía”.
Esta es también la lección más provechosa que nos
enseña María durante su vida solitaria: huir del mundo para dedicarnos al
servicio de Dios. Es imposible seguir a un mismo tiempo las máximas de
Jesucristo y las máximas del mundo; unas y otras se rechazan como la luz y las
tinieblas, como el vicio y la virtud. Quien milite bajo las banderas del uno,
no puede aspirar a ser discípulo del otro; es una ilusión pérfida pretender vivir
en sociedad con los mundanos y llamarse discípulo de Jesucristo, que se abrazó
con la cruz y que hizo del sacrificio su ley y su consigna. Para servir
fielmente a Dios y santificarse es indispensable alejarse del bullicio
disipador que amortigua la piedad e impide oír las inspiraciones divinas.
Si queremos santificarnos, no vayamos a buscar la
santidad en otra parte; si deseamos la paz de nuestras almas, no vayamos a
pedirla al mundo, que vive en turbación perpetua; si anhelamos consuelos, no
los pidamos al mundo, que el solo puede darnos amarguras y desengaños.
EJEMPLO
María,
Virgen fidelísima.
San Vicente Ferrer, comúnmente llamado el Ángel del Apocalipsis por la unción
celestial de su palabra, profesaba una entrañable devoción a la Santísima Virgen
desde los albores de su infancia. El fue quien introdujo la piadosa y laudable
costumbre de saludar a María después del exordio de los sermones, costumbre que
se ha conservado hasta el presente. El amor que tenía por esta bondadosa Madre
lo comunicaba a todas las almas que convertía, asegurando por este medio su
perseverancia en el bien. Al pie de una imagen que veneraba en su celda buscaba
las luces necesarias para el ejercicio del ministerio de la predicación, y este
era el resorte secreto del éxito admirable de su palabra.
Irritado el espíritu del mal por las innumerables
almas arrebatadas a su imperio, empleó todos sus recursos infernales para
hacerle perder la vida de la gracia. Empezó por tentarlo de un modo violento
terrible contra la angelical virtud de la pureza, que Vicente amaba con sin
igual ardor y cuidaba con indecible esmero. Un día en que se ocupaba en
preparar un discurso sobre esta misma virtud, rogó encarecidamente a la
Santísima Virgen que se la conservara por toda la vida. Más, no bien hubo
formulado este ruego, cuando oyó una voz que le decía: “Vicente, no puedo
concederte lo que me pides porque muy luego perderás la virtud que tanto
estimas”.
Trémulo, confuso y abismado en amarguras quedó el
glorioso Apóstol al oír aquella respuesta, que creía ser de los labios de la
dulce Madre a quien había invocado. Y postrándose con el alba atribulada y los
ojos anegados en lágrimas a los pies de su querida imagen le decía: ¿Cómo es
posible, Madre mía, que consientas que este hijo que tanto te ama manche su
cuerpo y su espíritu con un pecado que me hará indigno de presentarme ante sus
ojos virginales? Todo lo temo de mi miseria, pero también todo lo he esperado
siempre de tu protección: ¿y ahora me abandonas a mi miseria, negándome tu
amparo?
Compadecida la bondadosa Madre de las angustias de
Vicente, le hizo oír estas palabras: “No te aflijas, querido hijo mío, porque
la voz que te ha puesto en tanta congoja, es la voz de Satanás que quería
inducirte a la desesperación: consuélate, pues has de saber que mientras tú me
seas fiel, yo lo seré también contigo, intercediendo por ti ante mi Divino
Hijo”.
Estas consoladoras palabras devolvieron la paz al
corazón de Vicente y tornaron en suavísima alegría su pasada tristeza. Teniendo
por defensora a la que es fuerte como un ejército ordenado en batalla, no temió
ya los asaltos del infierno. Esta asistencia maternal de María se hizo sentir
especialmente en la última hora de su siervo fiel, anticipándole con su
presencia las delicias del cielo y arrojando de su lecho de muerte al espíritu
maligno que intentaba dar el último asalto a aquella alma privilegiada.
La Santísima Viren es fiel hasta la muerte con los
devotos suyos que imploran su asistencia en el peligro y le sirven con
fidelidad en la vida.
JACULATORIA
En tu regazo ¡oh María!
Desde hoy dejo el alma mía.
ORACION
¡Oh María! Madre de Dios y madre nuestra, nosotros
venimos hoy a vuestros pies en solicitud de nuevas gracias y de nuevos favores,
porque sabemos que jamás se agota vuestra piedad y amor para con vuestros hijos
necesitados. Vos sabéis que vivimos en un mundo que tiende a todas horas lazos
a nuestra inocencia. Pero nosotros que os hemos escogido por madre y prometido
despreciar las pompas y vanidades del mundo, venimos a protestaros que con el auxilio
de la gracia jamás nos separaremos de la senda que nos habéis trazado con
vuestros ejemplos y virtudes. No, Señora nuestra, el mundo no tendrá encantos
bastante poderosos para inducirnos a olvidar por un momento las dulzuras de
vuestro amor, ni cadenas bastante fuertes que nos retengan lejos de vuestro
lado. ¡Ah, que sería de nosotros sin vos; a donde iríamos a buscar el consuelo
en nuestras penas y el alivio en nuestras dolencias; en qué fuente iríamos a
beber esos goces purísimos con que sabéis recompensar el amor de los que os
buscan; a donde iríamos a buscar la luz en nuestras dudas, dirección en
nuestros negocios, consejos en nuestras vacilaciones! ¿Quién se compadecería de
nuestra miseria, quién tomaría a su cargo los intereses de nuestra salvación,
quién intercedería por nosotros delante de Dios nuestro Juez? ¡Ah! quién sino
vos, dulce Madre, que no desoís jamás los clamores de vuestros hijos y que
tenéis siempre pronta vuestra diestra para arrancar de los brazos de la misma
muerte a los que iban a perecer. Con vos todo lo que tenemos, - gracia,
consuelo, salvación. Ayudadnos, y seremos siempre vuestros fieles hijos y
vuestros rendidos siervos. Amén.
PRACTICAS ESPIRITUALES
1.Ofrecer
al Sagrado Corazón de Jesús, por medio del Corazón Inmaculado de María, todos
nuestros pensamientos, palabras, obras, trabajos y sufrimientos en satisfacción
de nuestros pecados.
2. Rezar
devotamente el Acordaos por la
conversión de los pecadores.
3. Hacer
un acto de mortificación interior o exterior en honra de los dolores de María.
ORACION FINAL
PARA TODOS LOS DIAS
¡Oh
María, Madre de Jesús nuestro Salvador y nuestra buena Madre!, nosotros venimos
a ofreceros con estos obsequios que colocamos a vuestros pies, nuestros
corazones deseosos de seros agradables y a solicitar de vuestra bondad, un
nuevo ardor en vuestro santo servicio.
Dignaos presentarnos a vuestro Divino Hijo, que en vista de sus méritos y a nombre de su Santa Madre, dirija nuestros pasos por el sendero de la virtud. Que haga lucir con nuevo esplendor, la luz de la fe sobre los infortunados pueblos que gimen por tanto tiempo en las tinieblas del error; que vuelvan hacia Él y cambie tantos corazones rebeldes, cuya penitencia regocijará su corazón y el vuestro.
Que
confunda a los enemigos de su Iglesia y que en fin, encienda por todas partes
el fuego de su ardiente caridad; que nos colme de alegría en medio de las
tribulaciones de esta vida y de esperanza para el porvenir. Amén.Dignaos presentarnos a vuestro Divino Hijo, que en vista de sus méritos y a nombre de su Santa Madre, dirija nuestros pasos por el sendero de la virtud. Que haga lucir con nuevo esplendor, la luz de la fe sobre los infortunados pueblos que gimen por tanto tiempo en las tinieblas del error; que vuelvan hacia Él y cambie tantos corazones rebeldes, cuya penitencia regocijará su corazón y el vuestro.
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