Con estas palabras, las del título, le contestó nuestra Señora en Lourdes a santa María Bernarda, cuando en la fiesta de la Anunciación del año 1858, la niña le pregunta quién era. Y muchos consideran que estas apariciones y la fuente de agua por la que muchos enfermos se curan, han sido un obsequio del Cielo en agradecimiento por la declaración del dogma de la Inmaculada Concepción de nuestra Señora, que hiciera cuatro años antes el papa Pío IX.
Hoy, 11 de febrero, la liturgia recuerda a nuestra Señora de Lourdes, porque este mismo día se apareció por primera vez en 1858, ese día Bernardita (o Bernardette como se la conoce también por su apodo en francés) se asustó mucho al principio y se dispuso a rezar el rosario, pero cuando quiso comenzarlo para hacer la señal de la Cruz en su frente, la mano se le cayó, y nuestra Señora le tomó el crucifijo y le hizo la señal a la niña. Luego de terminar el rezo del rosario concluyó la aparición.
Hace dos años atrás en este blog se presentó una historia muy completa sobre las apariciones de Lourdes que se pueden hallar aquí.
Este año, ponemos a disposición de nuestros lectores un curioso libro publicado apenas 5 años después, donde se cuentan los relatos de la santa y las primeras siete curaciones milagrosas, entre otras cosas. Este libro es ofrecido por Google y se puede encontrar aquí.
Cuerpo incorrupto de santa María Bernarda, que según algunas fuentes aún conserva la sangre líquida corriendo por sus venas.
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