La ideología en cuestión que ahora se pretende imponer es la ideología de la "seguridad demográfica". Según palabras de Marx, la ideología presenta siempre una imagen invertida de la realidad y procede siempre de una falsa conciencia. La ideología esconde siempre los intereses de sus autores. Por otro lado, esta ideología tiene por función seducir a los que se invitan -o fuerzan- a adoptarla. Las mujeres que se hace abortar y los pobres a los que se esteriliza son `programados' para que hagan suyo el punto de vista que sobre ellos tienen los que desean su alienación.
¿Cuales son las organizaciones internacionales más influyentes a nivel mundial?. Entre otras podemos anotar: The Trillateral Comission; The Council of Foreign Relations (ambas con sede en la ciudad de New York); y las sociedades secretas: 'The Skulls and Bones Society' e 'Illuminaty' (la primera con sede en la Universidad de Yale, y la segunda esparcida por todo el globo terraqueo). Además, el Club de Roma, el Banco Mundial y, desde pocos años, "El Nuevo Orden Mundial" o "New Age".
La ambición de controlar la vida humana desde su concepción a la muerte es la máxima expresión del marxismo-comunismo, de los fascismos, de los imperialismos antiguos y del actualmente llamado "IMPERIALISMO INTEGRAL" . En todos ellos Dios es condenado a muerte para ser sustituido por otros dioses : el César, el emperador, Hitler, Mao Tse Tung, Stalin, el dinero, el placer, las drogas,... Para analizar la génesis de este imperialismo que está naciendo ante nuestros ojos, se ha elaborado la "ideología de la seguridad nacional".
Tras la guerra fría entre los dos bloques: Este-Oeste, o comunismo-democracias entran en juego otros dos bloques: Norte-Sur. La crisis petrolífera de 1973 juega el papel de un catalizador: si los países productores de petróleo pueden organizarse y amenazar las bases de la economía de los países industrializados, ¿qué ocurrirá si los países pobres productores de materias primas deciden ponerse de acuerdo e imponer sus condiciones a los países ricos? Se impone planificar la defensa a nivel mundial
Desde esta perspectiva, David Rockefeller, respondiendo a una sugerencia explícita de Brzezinski, organiza la "Comisión Trilateral": los EE.UU., Europa occidental y el Japón todos los países ricos deben ponerse de acuerdo frente al Tercer mundo,
Las empresas multinacionales aparecen aquí como un mecanismo esencial del sistema global de la dominación; llevan a cabo una industrialización que al mismo tiempo se encargan de limitar. Gracias a los centros de decisión en la metrópolis, hacen posible el control de los costos de mano de obra. Mantienen un chantaje basado en la amenaza del traslado de fábricas, y velan sobre sus mercados, protegen, en caso necesario, sus oligopolios, y vigilan y, en ocasiones, frenan el desarrollo económico de las naciones satélites. Sus beneficios también son innegables, todo el mundo las quiere.
Por su parte, la investigación científica deberá intensificarse y concertarse para garantizar el mantenimiento de un avance constante y decisivo con respecto a los países menos desarrollados. Y así, la justificación teórica del "crecimiento cero" vio la luz en 1972 en el Informe 'Meadows', y ha sido difundida por el Club de Roma, y foros empresariales generosamente financiados por el grupo Rockefeller.
Los países comunistas tampoco deberían quedar al margen de este proyecto de seguridad global. China merece una atención excepcional. Está probado que la despiadada política demográfica llevada a cabo en China popular ha sido apoyada e incluso estimulada por algunos círculos norteamericanos y occidentales inquietos por la aparición de un nuevo "peligro amarillo".
Los países del Tercer mundo deberán, pues, aceptar un programa "global". Tendrán que admitir que su desarrollo habrá de hacerse bajo control; En cualquier caso, habrá que impedir que se organicen para esquivar la vigilancia de las naciones poderosas.
Se pondrá de relieve la escasez de materias primas y la fragilidad del medio ambiente. Estos datos serán presentados como necesidades determinadas por la naturaleza, y el volumen de la población habrá de calcularse necesariamente de acuerdo con estos datos.
Esta minoría estará constituida por "personas con recursos" de todos los países, que se sentirán halagadas al ser admitidas en grupos "informales", más o menos conocidos
(como el grupo de Bilderberg, la Comisión Trilateral o el Club de Roma) u otros menos fácilmente identificables. Se arrogará la misión de regentar el mundo y tendrá bajo control a todo un cuerpo internacional de intelectuales. En cuanto una "élite" acepta su propia "colonización ideológica", esta misma "élite" se separa del pueblo y pasa a ser capaz de todas las abdicaciones. A partir de entonces, puede ser utilizada como repetidor de un centro de poder de un tipo totalmente nuevo. El imperio que está construyéndose es un imperio de clase que emana del consenso establecido, por encima de las fronteras, por la internacional de la riqueza.
Nadie sabe quién decide ni quién es responsable. Todo es anónimo, impersonal y secreto. El productor del mensaje ideológico está oculto. No cabe, pues, someter el discurso al juicio personal: está listo para el consumo: frío, objetivo e imperativo. El productor de ideología debe, pues, guardar el secreto: estará donde quiera, pero inaprensible.
¿Qué nuevos territorios quedan todavía por conquistar? Las nuevas fronteras del imperialismo ya no son físicas; coinciden con las de la humanidad entera. Lo que hay que hacer emerger es un hombre nuevo, completamente purgado de sus creencias pasadas, de su moral sexual, familiar, social, de su creencia en el valor personal de cada hombre y de su creencia en Dios, sobre todo en un Dios que se revela en la historia con el fin de asociar al hombre a su designio de creación, de salvación y de amor.
La ideología en cuestión es la ideología de la seguridad demográfica. Según palabras de Marx, la ideología presenta siempre una imagen invertida de la realidad y procede siempre de una falsa conciencia. La ideología esconde siempre los intereses de sus autores. Por otro lado, esta ideología tiene por función seducir a los que se invitan -o fuerzan- a adoptarla. Las mujeres que se hace abortar y los pobres a los que se esteriliza son `programados' para que hagan suyo el punto de vista que sobre ellos tienen los que desean su alienación.
Pero esto no es todo. La perversión esencial de esta ideología es que procede por antífrasis: al mal le llama bien. Se niega la ley moral; la conciencia individual sólo puede referirse a sí misma o, más exactamente, a los intérpretes autorizados de la trascendencia social que le dicen lo que puede desear o debe querer. Esta ideología sirve de fundamento a las instituciones políticas y jurídicas que le sirven.
Empieza afirmándose como principio el acontecimiento liberador de la muerte de Dios. Este principio es 'liberador' se nos dice, porque Dios impide la autonomía del hombre y su felicidad. Así pues, Dios debe morir, e incluso hay que ayudarle a morir, para que el hombre pueda vivir y tomar por fin su destino entre sus solas manos. Cumplida esta condición, la nueva humanidad puede nacer, y de este parto deben ocuparse los iniciados.
En este nacimiento, el papel de algunos médicos 'ilustrados' será determinante y, al mismo tiempo, contradictorio. A ellos corresponderá el denunciar las 'creencias pasadas', 'pre-científicas', así como los 'tabús' que acompañan a dichas creencias. Están llamados a ejercer una nueva medicina que consiste en administrar la vida humana como se administra una materia prima; en constituir una nueva moral basada sobre el nuevo sentido de la vida; en penetrar en la política con el fin de engendrar una sociedad nueva; en derruir la concepción tradicional de la familia separando el amor del sexo; en prescribir cuando una persona debe vivir o morir; en proceder, con ello, a una selección rigurosa de los que serán autorizados a transmitir la vida: temas todos ellos que han sido dolorosamente experimentados con nefastos resultados en la historia, incluso reciente, pero que aquí se reactivan con energía y se integran en un cuadro lúgubre y mortífero.
La ideología imperialista tiene una función utilitaria. Ignora toda posible búsqueda filosófica y teológica de la verdad del hombre, la sociedad y el mundo. La idea de Dios como creador es inútil considerarla siquiera. La sociedad se declara trascendente: una nueva religión civil ha nacido, un nuevo ateísmo político, un nuevo reino, cuyas divinidades paganas llevan por nombre poder, eficacia, riqueza, posesión y saber. Los que son ricos, sabios y poderosos demuestran, gracias a su triunfo sobre los débiles, que están justificados para ejercer un papel mesiánico. En ellos se encuentra en efecto, tanto la medida de sí mismos como la de los demás.
Esta ideología mesiánica y herméticamente laica, así como la moral del amo que le es inherente, exige que sus autores reprogramen a los demás hombres. Hay que programarlos física y psicológicamente; hay que planificar su producción y su educación; para ello, habrá que utilizar el hedonismo latente, y contar con la búsqueda del placer. Este discurso ideológico tiene la virtud de eliminar el sentido de la responsabilidad y la capacidad de acción en las personas, ejerce además la misma influencia en el plano de la sociedad¡ Qué bien colaboran en esta misión la TV, la prensa del corazón, la permisivad a todos los niveles, y la implantación política de una enseñanzas miserables! Y todo en nombre de la libertad y la igualdad. Para el Tercer Mundo, en particular, estas ideas son totalmente desastrosas. Consisten en hacer creer que la pobreza es natural, y que es una fatalidad estrictamente ligada a un exceso de crecimiento demográfico.
La utilidad es el criterio único que debe tenerse en cuenta a la hora de admitir la entrada de un ser humano a la existencia. ¿Produce o consume bienes? ¿Produce beneficios o placer? Si las respuestas son negativas, el nuevo ser es nocivo: es un enemigo. Y como nada garantiza siquiera que, de ser útil lo seguirá siendo siempre, el ser humano constituye así una amenaza permanente para la seguridad de sus semejantes.
Lógicamente, la ideología de la seguridad demográfica tiene por fundamento y término único a la muerte. La ejecución del niño antes de nacer camufla la violencia de nuestra sociedad, tanto más cuanto que la materialidad de esta ejecución se realiza de manera furtiva. La aceptación social del aborto se ha extendido de manera aterradora, constituye el máximo desprecio de la vida humana, y a la vez la negación de la condición personal.
El niño muerto en el seno de su madre no es sacrificado: no se le hace sagrado para proteger la cohesión de la comunidad humana. Es ejecutado sin que la violencia sea expulsada de la sociedad humana. Pues para una sociedad totalmente laica nada es sagrado, incluida la vida. El sufrimiento y la muerte constituyen, carecen de sentido y justifican la rebelión contra el Dios Padre. Por lo tanto, el niño al que se mata significa la destrucción del Padre. Su ejecución no conjura la violencia; anuncia al contrario mucha más violencia. Y lo que es más grave, una de las funciones de la ideología es la de disimular esa violencia ilimitada sustrayéndola al control de la razón.
Así pues, la legalización del aborto señala la inminencia del retorno de un delirio irracional, disimulado bajo el camuflaje engañoso de una ideología de autoprotección.
En este Imperialismo integral sin fronteras y sin jefes visibles la revolución parece imposible, pues el príncipe de este mundo - el diablo- se cuida bien de no desvelar su rostro (cfr. Juan y, 44). La más importante victoria del demonio es hacer creer que no existe; así nadie le combatirá.
Políticos y lobbies influyentes tienen cogidos a los medios de comunicación por la "cartera" Salvo raras excepciones, dichos medios carecen de libertad para informar libremente. Cumplen una función de ocultación indispensable. La información ha de ser tratada según los intereses de los que la producen y según los gustos de los que la consumen. La colonización de la opinión debe tener efectos tranquilizadores en los unos y angustiantes en los otros.
Los proyectos de la legalización del aborto no son, en suma, como hemos visto, más que la parte visible de un iceberg que oculta grandes peligros para nuestra humanidad.
En este contexto los actuales "progresistas" podrían ser simplemente unas marionetas, manejadas por capitalistas y al servicio de los intereses de estos. Para buena parte de ellos la progresía consiste en negaciones: a) Destruir a los EE.UU. si caen, caerá Europa y con ella toda la civilización judeo cristina y liberal, empresa más que difícil b) Un no visceral al catolicismo, cuya doctrina se opone frontalmente a sus desaforadas pretensiones c)
Ataques a la familia, matrimonio y enseñanza tradicional; para ello promueven y favorecen las relaciones sexuales (libres)entre los jóvenes, legalizan los abortos; legalizan, , las relaciones contra natura entre homosexuales, legalizan la adopción de menores por parejas de homosexuales, cuando ni las parejas normales pueden adoptarlos por falta de niños, teniendo que ir a China a por ellos. La educación que preconizan ha dado resultados catastróficos. Solapadamente van eliminando la educación religiosa. Son tan virtuosos en destruir lo que tocan como incapaces de sustituir lo que tenemos por algo mejor. No se dan cuenta que le están haciendo el juego sucio a los capitalistas. Muchos, ni siquiera se han enterado de que el muro de Berlín cayó hace tiempo, dejando al descubierto un mundo de muerte - más de cien millones de asesinados- , terror y miseria, resultado de una dictadura más nefasta que la capitalista.
Estas notas, muy extractadas, recogidas de diferentes fuentes tendrán su parte de verdad, otra parte que nos ocultan o se soslayan, y su parte de farol e incluso de tontería. De lo que no hay duda es de que algo que nos afecta se está moviendo de forma oscura. Como personalmente no creo mucho en la capacidad mental ni organizativa del género humano, no me queda más remedio que admitir la existencia de fuerzas exteriores bienhechoras o malignas, que actúan a nivel mundial. Millones de personas de todas las religiones también lo creen. En el Apocalipsis se encuentran ya reflejadas estas luchas; y en los Evangelios, manual de vida de todos los hombres y todos los tiempos, se encuentran las soluciones. Cuando el hombre elimina a Dios de su vida - normalmente a causa de su forma de vivir- , todas las monstruosidades son posibles. Como no pueden prescindir de él , lo sustituyen con ídolos modernos: poder, dinero, sexo, drogas, juego , un cantante o actriz, fama, sectas infinitas, e incluso creencias como que un gato negro trae mala suerte. Los que "dicen" no creer en Dios ni en el diablo terminan ridículamente creyendo en cualquier cosa.
Desgraciadamente, los peligros que se ciernen hoy sobre la humanidad son los mismos que, de una u otra forma, han padecido todas las generaciones desde hace más de dos mil años. La forma de superarlos también es conocida: Cristo. Sólo que su "ideología" no es apta más que para hombres y mujeres fuertes y limpias de corazón.
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Alejo Fernández Pérez
http://www.arbil.org/(70)abor.htm
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