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Tomado de:elcruzado
Editorial: El Cruzado
Hace unos días, el candidato presidencial Sebastián Piñera (candidato de derecha, supuestamente) lanzó un documento llamado “Acuerdo de Vida en Común” (AVC). En él, se promueve regular las uniones de hecho, situación anómala que tiende a ser un sustituto – fraudulento, por cierto – de la familia cristiana instituida por Dios y cuyo ejemplo más alto es, sin duda, la Sagrada Familia de Nuestro Señor.
Sebastián Piñera, candidato presidencial de derecha
En ese documento, se insta a legislar en varias materias las uniones entre personas de distinto o igual sexo. Al legislarse sobre las herencias y otros asuntos, para ese tipo de uniones ilegítimas, se les reconoce una cierta “institucionalidad”. Para ilustrar la gravedad de este asunto: imagine el efecto que tendría, por ejemplo, reconocer la legalidad del “sindicato de narcotraficantes”. Si bien la sindicalización o los gremios por sí mismos, en nada dañan el orden social ni se riñen con el orden jurídico, evidentemente, un reconocimiento a ese gremio perverso, sería, para ellos, un enorme avance estratégico en pos de sus planes más ambiciosos.
En otras palabras: pretender que los asuntos prácticos (como legislar la materia) en nada favorecen la posición de un determinado grupo, es un sofisma que abre camino al total reconocimiento de esos grupos de lobby homosexual. Les allana el camino para ser reconocidos como “matrimonio” y por ende, a adoptar hijos.
La trampa de una derecha “progresista”
El llamado “progresismo” en la esfera política actual, no ha sido definido y ha pasado a ser un privilegio o una cualidad que denota, en quien lo luce con orgullo, estatura de “estadista”. “Progresista” parece ser una palabra-talismán capaz de conquistar un espacio ganado como legítimo en el confuso panorama ideológico de hoy. Al no definirse claramente, el término “progresista”, no ha sido desenmascarado. Tanto derechistas (seudo-derechistas a decir verdad) como izquierdistas se hacen llamar “progresistas”. A final de cuentas, sea el enredo que sea, aquella palabra viscosa, tiene la virulenta capacidad de hipnotizar a los derechistas más laicos y a los conservadores más incautos para que sea aceptada como legítima, una posición de “derecha-socialdemócrata”. Y la campaña de Sebastián Piñera parece ser la plataforma para lanzar una nueva derecha: la derecha “social-demócrata”, es decir, izquierda socialista y atea.
Las consecuencias de la nueva derecha
Una vez cautivados los incautos y adormecidos los reaccionarios de la derecha chilena, éstos optan por apoyar somnolientos a lo que algunos entienden como “el mal menor”; mal que mal, la nueva derecha, que disfruta de una alta probabilidad de triunfo en las próximas elecciones, es “lo que hay”: la única alternativa viable. En medio de la apatía generalizada de los católicos, una nueva derecha avanza para imponerse como la única opción válida para oponerse a los corruptos gobiernos de la izquierda chilena que llevan casi dos décadas. Se quiere presentar al votante de derecha una punta de diamante: o se vota por una derecha que no es tal, y que promueve la unión legal entre homosexuales y la píldora abortiva, o se ganará una serie de nuevos gobiernos de la “Concertación”: la coalición de izquierda que más ha degradado moralmente a la sociedad chilena, la cual tuvo desde sus inicios, rasgos y convicciones profundamente cristianas. Y he ahí el peligro: aceptar el sofisma de que el “mal menor” debe ser aceptado sin condiciones. Los católicos, por el contrario, deben condicionar el voto para el candidato de “derecha” a un compromiso formal con los preceptos del orden natural y cristiano: oponerse vigorosamente a la equiparación – por indirecta que sea – entre la familia y las uniones de hecho, interrumpir la difusión de la píldora abortiva en los consultorios públicos, etc. Si los católicos no actúan de esta manera- cada uno en su ámbito y de acuerdo a sus posibilidades- pasarán a la historia como aquellos que favorecieron el lanzamiento de la nueva derecha: una derecha más letal y más corrupta que el socialismo de siempre, su compañero de ruta.
La voz del clero a favor de las nuevas familias: las “seudo-familias” de maricones.
Frente a la resistencia de los sectores más conservadores de la derecha, quienes visualizan, en esta propuesta de legislar, el enorme triunfo estratégico para el lobby homosexual, el rol de los pastores ha sido, una vez más, el de acompañar el ataque del lobo contra el rebaño que Cristo les encomendó. En efecto, hace un par de días, publicamos en El Cruzado.org las declaraciones del P. Felipe Berríos SJ quien ya había mostrado una extraña afinidad con los grupos de presión “pro maricones” a través de medios de prensa. En ese artículo, mostrábamos cómo el sacerdote, haciendo las veces de un ministro del enemigo de Dios, promovía la legislación de las parejas homosexuales porque, de lo contrario, se “produce algo injusto” (1).
Escandalizados, los católicos más informados, esperábamos la sanción o el llamado a retractarse por parte de los Obispos de Chile. ¿Qué ocurrió entonces?
Monseñor Goic, Presidente de la Conferencia Episcopal, salió en defensa de la legislación de la unión homosexual -que él llama, “de connotación sexual diferente”– en una entrevista a radio Agricultura (2). Con ello, Monseñor Goic se ganó los aplausos del Movimiento de Liberación de maricones que declaró: “(…) valoramos profundamente que dicha institución [la Iglesia] reconozca la existencia de parejas homosexuales o heterosexuales que conviven y señale la importancia de regular su régimen patrimonial”.
Mons. Goic en uno de los cordiales encuentros con el presidente del movimiento de integración y liberación de maricones (Movilh), Rolando Jiménez.
Desconcertados nuevamente, los católicos con quienes comentamos esta noticia, esperábamos la opinión del Arzobispo de Santiago, el Cardenal Errázuriz. Para sorpresa de muchos e indignación de otros, el Cardenal elogió la medida (¡!). Como señala El Mercurio del día domingo 18 de octubre, “El religioso le dio un mérito a la propuesta, al decir en Canal 13 que ‘hay realidades que hay que abordar. La cantidad de parejas que viven sin contraer matrimonio son una realidad’”(3). Sin embargo, aseveró que el documento “todavía es muy rudimentario”. Dicho de otra manera: el documento político que más ha favorecido al lobby que ejercen las ONGs pro-homosexuales en los últimos años, al determinar los primeros pasos al reconocimiento del seudo “matrimonio homosexual”, sería, para la principal autoridad de la Iglesia chilena: rudimentario. Más confusión precisamente en el momento en que la claridad de la doctrina católica es necesaria para guiar a los fieles y al mundo político en la recta senda que preserve a la familia cristiana.
Es triste decirlo, pero la realidad de los hechos demuestra que son los propios pastores “demoledores” los encargados de adormecer las conciencias y desincentivar la resistencia de los católicos que pueden actuar desde la esfera política y en el ámbito particular individual para que en Chile no tengamos nunca un matrimonio homosexual. Aquellos llamados por Nuestro Señor para guiar el rebaño se coluden con el lobo que amenaza los restos que quedan del orden cristiano.
Ayer fue el incondicional apoyo del clero chileno al comunismo. Hoy, los hechos demuestran que los obispos chilenos dan su incondicional apoyo al lobby homosexual y, esta vez, no es por grave omisión: es un apoyo declarado justo antes de las elecciones presidenciales, momento en que la voz de los Obispos se esperaba con ansias.
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Notas:
(1): El Mercurio, 17 de Octubre del 2009.
(2): Blog El Mercurio, Jueves 15 de octubre del 2009. http://blogs.elmercurio.com/cronica/2009/10/15/gays-valoran-que-la-iglesia-ap.asp “maricones valoran que la Iglesia apoye regulación a uniones de hecho”
(3): http://www.emol.com/noticias/nacional/detalle/detallenoticias.asp?idnoticia=380740
El P. Berríos aprueba regular parejas homosexuales
Nuevamente el sacerdote jesuita, Felipe Berríos, vuelve a sorprender con sus afirmaciones no-católicas. En más de una oportunidad ha intentado exponer al vicio de la sodomía como una conducta normal o aceptable e incluso ha apoyado la aceptación de estos grupos.
Lejos de actuar como sacerdote, buscando la conversión de esas almas para acercarlas a la Iglesia y la práctica de la virtud, les ha buscado una aceptación en nombre de la "caridad". Por eso no era de extrañar que ahora acogiera el documento presentado por los asesores del candidato de la Alianza, Sebastián Piñera, en el cual se promueve proteger - y por ende, equiparar a la familia - a las "parejas" que conviven en Chile. Sean éstas hetero u homosexuales.
En el diario "El Mercurio" aparecen sus declaraciones (1):
"Hay que hacerlo, [regular las uniones homosexuales] porque es una cuestión de hecho que se da, y si no se buscan subterfugios y se produce algo injusto", dijo Berríos, subrayando que ello "no significa tocar la definición de matrimonio ni tampoco cambiarla".
¿Cómo dudar entonces de que la crisis moral que afecta al mundo católico, es reflejo de la crisis moral por la cual atraviesa el clero?
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http://diario.elmercurio.cl/2009/10/17/nacional/politica/notici/15af3ff1... , 17 de Octubre del 2009.
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