23 ago 2020

CHILE, LA REVOLUCION DEFINITIVA II. Jose Luis Uribe Fritz


METODOLOGÍA DE ANÁLISIS PARA LA DECODIFICACIÓN IDEOLÓGICA DEL PROCESO REVOLUCIONARIO MODERNO

18 DE OCTUBRE DE 2019    II/III

                                           SEGUNDA PARTE




DECODIFICACIÓN Y ANÁLISIS DEL NUEVO MODELO REVOLUCIONARIO ACTIVADO EN SU ÚLTIMA ETAPA EN CHILE Y SUDAMÉRICA DESDE FINES DEL AÑO 2019.

1.- LA REVOLUCIÓN DE SIEMPRE EN EL ANTIGUO Y NUEVO

 MODELO REVOLUCIONARIO


análisis de la matriz gramsciana del nuevo modelo revolucionario.



TEXTOS: José L. Uribe Fritz.
DIAGRAMACIÓN: Eduardo Beltran R.
IMÁGENES: Centro de Estudios Nacionalistas.


NOTA INTRODUCTORIA



Cuando ya no está en disputa el liderazgo político en la dirección del proceso revolucionario internacional. Y Cuando al mismo tiempo, no existe un centro de dirección ideológica que imponga los cursos de acción revolucionaria y defina la línea doctrinaria “oficial”. Hoy en día, resulta anacrónico como parámetro analítico, señalar quien ideológica y doctrinariamente es ortodoxo y quien es herético dentro de las filas de este nuevo modelo revolucionario marxista. Pero al mismo tiempo, por esta especial circunstancia, constituye un desafío metodológico tremendo poner en el lugar que le pertenece en este nuevo proceso revolucionario, cada principio renovado de la teoría política neo socialista y cada acto de praxis revolucionaria neomarxista. Además, de cada neologismo dialéctico de la especulación crítica y autocrítica marxista, cuando ambas críticas –interna y externa- han cumplido su misión de corregir el curso y la dirección del proceso revolucionario; dándole para ello, un nuevo contenido de ideas para nutrirlo. Ideas que por su parte, se expresan por medio de un nuevo léxico ideológico, que utilizan profusa e indistintamente las tres grandes vertientes de la revolución: la acracia, la social democracia y el marxismo. Y esto, a pesar de las diferencias teóricas y doctrinarias que si bien es cierto subsisten entre ellos, podemos constatar; que no solo han sido mitigadas substancialmente, sino que además, muchos de estos principios teóricos han terminado por confluir en el seno de este nuevo proceso revolucionario, borrando de esta manera, las otrora líneas “doctrinarias dogmáticas” que demarcaban claramente la ortodoxia y la herejía.

No obstante, las aporías del marxismo clásico siguen intactas en el presente, aunque algunas paradojas que le son inherentes las hayan resuelto a su manera…cínicamente: haciendo como siempre, caso omiso a la realidad. A partir de Gramsci por ejemplo, es necesario para la revolución obtener una “mayoría social”. Esta nueva resignificación estratégica de la hegemonía que concibe Gramsci, deja atrás el partidismo político formal, ya que se centra en un nuevo eje revolucionario que supera la compartimentación clasista; nos referimos a la sociedad civil. En efecto, en la praxis, el clacismo y el partidismo demostraron ser excluyentes, reduccionistas e insuficientes, en primer lugar; como elementos aglutinadores de fuerzas políticas con una verdadera vocación y eficacia revolucionaria. En segundo lugar, teóricamente, reflejan como ningún otro concepto doctrinario, la imposibilidad de abarcar en su integridad a la sociedad como objetivo estratégico a modificar de manera integral y radical. Problema que como veremos, Gramsci resuelve. De paso, dan cuenta además, del desviacionismo materialista economicista del modelo revolucionario soviético. En efecto, si la plusvalía del trabajo del obrero, -único sujeto de la única clase revolucionaria por antonomasia- es el elemento económico que condiciona la explotación económica, no obstante su análisis práctico como principio que pone en evidencia esta explotación, se estrella contra una realidad que porfiadamente demuestra que no todos los trabajos “crean plusvalía”. En efecto, ¿Cuál es la plusvalía que crea un vendedor de celulares? Los ejemplos se podrían enumerar hasta el infinito. De esta forma, con Gramsci el “clacismo proletario” es superado y se extrapola la identidad y pertenencia de clase…al “pueblo trabajador”. Más aún, siguiendo a Gramsci y a la escuela de Frankfurt, ciertos teóricos neo marxistas nos vienen a decir ahora, que además…la “clase se construye”. Y todo esto, a pesar de que L. Jugnet les recuerda a los “últimos intransigentes ortodoxos marxistas de los años 70”; que es el propio padre del comunismo K. Marx, quien “enumera cinco clases en “Miseria de la Filosofía” (1847) y cinco todavía en el “manifiesto de 1848” (…) siete en “La lucha de clases en Francia (1848-1852) y ocho en “La revolución y la contrarrevolución en Alemania”. No podemos entonces, no estar de acuerdo con el autor citado cuando afirma que “por una intención de simplificación polémica y de comodidad para la propaganda y la acción revolucionaria, es que se redujo todo más tarde al dualismo maniqueo “Burguesía-proletariado”.

Hemos traído a colación la “joya de la corona marxista” cual es “el clacismo proletario” y su antojadizo reduccionismo de confrontación clasista “burguesía versus proletariado”; para afirmar nuevamente con L. Jugnet que todo análisis politológico, debe necesariamente establecer, cuanto de “real” existe en esta doctrina y que debe ser “relegado a la mitósfera de la teoría marxista”. Como el “mito” del clacismo binario mencionado. Indudablemente la primacía de lo económico con Gramsci, sucumbió bajo la primacía de lo cultural y la primacía de un ateísmo burdo de manual, sucumbió también bajo el existencialismo inmanente radical de Gramsci. Entre otros aspectos ideológicos propios de la teoría marxista que Gramsci reformula y que desarrollaremos en el presente análisis. Es así, que creer que el marxismo fracasó porque la primacía del clacismo partidista económico a “modo comunista estatal salió mal”, va de la mano de la falacia que afirma que el “liberalismo derrotó” al comunismo porque su modelo libertario individualista es superior y ha tenido pleno éxito en traer paz y prosperidad a los pueblos.

Sin embargo, pretender demostrar la vigencia histórica del materialismo economicista bajo una nueva concepción y forma comunista; a pesar o a partir de Gramsci, también es una falacia. Y por último, pretender que Gramsci se aleja de Marx en sus concepciones teóricas, es el summum de las falacias analíticas. En efecto, nadie más marxista y más subversivo que Gramsci En fin, para ser directos; el cuestionamiento que debemos hacernos, no es inquirir sobre que es el marxismo según Gramsci, sino como Gramsci perfecciona al marxismo y elimina ese burdo materialismo economicista que tanto entrampó la teoría política y la acción revolucionaria marxista.

No es temerario afirmar que Gramsci es imprescindible para entender en gran parte el origen, la naturaleza, dinámica, estrategia, desarrollo y alcances del nuevo modelo revolucionario. Dado el inmenso aporte intelectual de profundización y renovación ideológica de Gramsci, sin duda alguna, el cauce táctico estratégico gramsciano es el gran catalizador de las nuevas categorías ideológicas revolucionarias de la Escuela de Frankfurt. El deconstruccionismo no solo encuentra en este cauce un fértil campo de acción, sino que como embrión teórico está presente en Gramsci. Lo mismo pasa con el estructuralismo lingüístico. La gran pregunta entonces es, dado que Gramsci es riguroso marxista en su concepción teórica, ¿Cuánto de comunismo pervive a pesar de Gramsci, en este nuevo modelo revolucionario? Hacemos esta pregunta, porque dado los avatares de la dialéctica marxista moderna, ni siquiera tendríamos que hablar de comunismo, sino ya de “comunitarismo”, como sinónimo de la colectivización reciclada de los koljos soviéticos y que ahora es netamente social como práctica y núcleo revolucionario.

No obstante, entender la naturaleza y los alcances del “comunismo” en la actualidad, significa reorientar el análisis a una mayor profundidad y no remitirlo solo a las formas de la práctica “estatal burocrática” de un sistema socio político que supuestamente fracasó, pero que sin embargo, ideológicamente fue corregido por Gramsci de tal manera, que fue reposicionado de acuerdo a la verdadera naturaleza y fin de sus ideas. Y sin conocer y entender las ideas que impulsaron este fenómeno de renovación a partir de Gramsci, es imposible decodificar correctamente este nuevo proceso revolucionario moderno. Volviendo al principio, ¿Cómo es posible que en ausencia de un centro ideológico como la extinta URSS y sin organismos de coordinación y difusión como el Komintern, distintos procesos revolucionarios guarden similitudes ideológicas y apliquen rigurosamente los mismos principios teórico prácticos y táctico estratégicos en sociedades tan disímiles como USA, Ecuador, Colombia y Chile? Se nos podrá objetar, que la articulación revolucionaria internacional existe. Y que prueba de ello, es el “Foro de Sao Paulo”. Sin embargo, esta articulación y cooperación revolucionaria internacional, si bien es cierto existe; no plantea ninguna “hegemonía” en la creación estandarizada de los procesos revolucionarios de los países que integran el Foro de Sao Paulo, como sí ocurría en el antiguo modelo revolucionario soviético impulsado uniformemente desde la ex URSS. Donde la política de los partidos comunistas nacionales, muchas veces eran la extensión de la política internacional de la URSS.

Portantiero, por ejemplo, es extremadamente claro al fijar la posición de “ortodoxia” entre Lenin, el gran estratega y Gramsci, el gran sucesor de Lenin en el diseño de la estrategia revolucionaria. “Lo que interesa ver –afirma- es la relación entre la teoría y la práctica que va construyendo (Gramsci) Y LA SOCIEDAD QUE PROCURA SUBVERTIR; NO LA RELACIÓN DE UNOS TEXTOS CON OTROS TEXTOS”. Y agrega más adelante, una inferencia sobre Gramsci, que debemos tener presente siempre: La “necesidad de análisis pormenorizados de cada sociedad nacional como SISTEMA HEGEMÓNICO PARTICULAR”.

Es decir, en este nuevo modelo revolucionario marxista, cada proceso revolucionario tiene al interior de estos países, su propio “Bloque Histórico” como Gramsci lo concibe, sus propios agentes revolucionarios, sus propias tareas específicas, su propio contexto y cauce socio-histórico-cultural sobre el que aplicar, su propia estrategia específica y particular para subvertir de raíz dicho cauce socio-histórico-cultural. De esta manera, un movimiento socio político como el de “los sin tierra” por ejemplo, es imposible que sea creado en países como Chile, donde el contexto geográfico y nacional es distinto. O que el movimiento indigenista de Bolivia, se replique tal cual en Argentina y Chile, países que tienen una notoria minoría indígena. En Bolivia el movimiento indigenista, ha sido vanguardia porque la mayoría de la población es indígena y se logró sin mayores resistencias, el reconocimiento de un Estado plurinacional y multicultural. De esta manera, lo que en un país constituye “vanguardia” como movimiento revolucionario, en otro; dicho movimiento será solo parte integrante del proceso revolucionario y no parte “determinante” del mismo. De este modo, el “bloque histórico” revolucionario tendrá conformaciones distintas, las que además; naturalmente, tendrán como matriz las características propias de la idiosincrasia de cada país como sustento de estas distinciones. No obstante, este hecho indesmentible, el mismo no quita que se “compartan experiencias revolucionarias” y se brinde asesoría “táctico-estratégica” entre los miembros del Foro de Sao Paulo o que tengan un discurso uniforme anticapitalista.

Finalmente, sin duda que podríamos dar muchísimos más ejemplos como los descritos. No obstante, el mensaje final que queremos entregar, es que los patriotas de cada país, deben buscar en su propia realidad nacional la formación del “bloque histórico” que impulsa la revolución en sus países y a los teóricos que sustentan ideológicamente su proceso revolucionario particular. Mariátegui ha sido fundamental por ejemplo, para Perú y el movimiento indigenista en todo el continente americano. Portantiero ha sido referencia insoslayable en Argentina y también en el continente, como el primer traductor teórico de Gramsci. Y en nuestro país, Chile; Carlos Altamirano, Jorge Arrate y el alemán avecindado desde hace décadas por estas tierras, N. Lechner, han sido quienes han comandado la renovación del marxismo a partir del fracaso del gobierno de la unidad popular. Por último, nos cabe mencionar, que responder adecuadamente las interrogantes fundamentales que hemos planteado en esta nota introductoria, forma una parte del objetivo del presente análisis. La otra parte, es que el presente análisis pueda servir de guía y ayuda a los patriotas de nuestro continente, para la comprensión de sus procesos revolucionarios, pues a pesar de sus notas particulares, todos tienen como uno de sus referentes ideológicos más importantes, a Gramsci.   


Jose Luis Uribe Fritz.       


COMPLEJIDADES EN LA DECODIFICACIÓN DEL NUEVO MODELO REVOLUCIONARIO Y CLAVES METODOLÓGICAS PARA SUPERARLAS.



A más de nueve meses del 18 de octubre y frente a lo que la misma izquierda en general califica ideológicamente sin tapujos, como inicio de un “levantamiento popular”, es evidente que para la mayoría de las personas la aprehensión de esta violenta etapa histórica que nos toca vivir, presenta una serie de interrogantes y dicotomías sobre la naturaleza de las ideas y hechos políticos que se desarrollan desde esa fecha y que es necesario encarar y resolver de una manera analítica adecuada para su correcta comprensión. Es así, que por una parte; están quienes creen ver desde el 18 de octubre un “estado prerevolucionario”. Por otro lado, está una minoría que más o menos con cierto conocimiento ideológico básico del proceso revolucionario que vivimos, creen que estamos en la fase final de un intento golpista de clara inspiración comunista. Y finalmente, están aquellos que a partir de su particular conocimiento de la doctrina marxista, afirman fehacientemente que el comunismo “ya fracasó”. Que “no funcionó” nunca en ningún país donde asentó sus reales como poder político estatal y que por esta misma razón (que por supuesto no es tal) jamás funcionará ni tendrá opción alguna para volver a “ser gobierno” a pesar de toda la violencia y el terror desplegados. Desgraciadamente estos juicios absolutamente subjetivos, son mayoritarios entre las personas que políticamente activas tienen una posición claramente anti comunista y hacen patente que precisamente allí, donde la resistencia a este proceso revolucionario debería tener mayor consistencia y formación ideológica; muestra que dicha resistencia se funda en una serie de falacias y en un desconocimiento casi absoluto de las verdaderas categorías ideológicas que este nuevo modelo revolucionario marxista propugna.

Las difusas y débiles aristas intelectivas mediante las cuales es posible argumentar a partir de cualquiera de estas tres opciones, dan cuenta de la ausencia casi absoluta de referentes analíticos integrales y rigurosamente profesionales que decodifiquen en todos sus ángulos doctrinarios y recovecos dialécticos este proceso revolucionario neo socialista. En efecto, la violencia y el terror del “levantamiento popular” (falso estallido social) del 18 de octubre, son la razón explícita para quienes creen que por esta misma circunstancia, estamos en un “estado pre revolucionario” que en el peor de los escenarios nos conducirá a una abierta guerra civil. Visión de la realidad ésta, que sin embargo, encaja a la perfección con los fenómenos de la teoría, estrategia y praxis revolucionaria… del antiguo modelo revolucionario y que a estas alturas del nuevo proceso revolucionario que nos afecta desde hace décadas, resulta recurrente desmentir a partir de citar insistentemente a Gramsci.

Olavo de Carvalho afirma con claridad que “Gramsci transformó la estrategia comunista de una grande amalgama de retórica y fuerza bruta en una delicada orquesta de influencias sutiles, penetrante como la programación neuro-lingüística y más peligrosa, a largo plazo, que toda la artillería del ejército rojo. Si Lenin fue el teórico del golpe de Estado, Gramsci fue el estratega de la revolución sicológica que debe preceder y allanar el camino al golpe de Estado”. Por tanto, debemos refutar y demostrar al mismo tiempo, que no “estamos en un estado prerevolucionario” y que la violencia y el terror no forman parte del inicio de una revolución, sino que constituyen uno de los variados elementos estratégicos del cierre “definitivo” de la misma, de asalto final definitivo al poder y que muchos al igual que O. de Carvalho a pesar de su lucidez analítica; confunden con un “golpe de Estado” comunista a la vieja usanza. Evidentemente la gran mayoría de la personas equivocadamente ven esta violencia como un desesperado intento de parte de las organizaciones radicales tanto de la izquierda parlamentaria como extraparlamentaria, para hacerse con el poder político total por la fuerza, dado su estrepitoso fracaso político bajo las reglas democráticas para acceder al control total del Estado. Debemos explicar y demostrar entonces además, que dicha violencia aunque en su formalidad se cubra de apariencia “golpista”, no es tal. Que objetivamente el “poderío material armado” de la izquierda y su “organización guerrillera urbana”, impide que por sí solos logren un golpe por “la vía armada al poder”, frente al poderío militar de las FF.AA, que valga la redundancia, objetivamente es inmensamente superior. Y esclarecer por último, que tanto los agentes subversivos de la violencia, cuya naturaleza es diametralmente opuesta a los antiguos agentes subversivos; como la violencia y el terror revolucionarios en sí mismos; cumplen funciones ideológicas y estratégicas diametralmente opuestas a las que cumplían en la estructura paramilitar adosada a los partidos comunistas como brazo armado de los mismos, reiteramos; en el antiguo modelo revolucionario (F.P.M.R., M.I.R., Tupamaros, Sendero luminoso, F.A.R.C., Sandinistas, etc.)

Se confunden así -entre otras cosas- una serie de elementos propios de la doctrina comunista tradicional ya en desuso, con otros plenamente vigentes; de aspectos de mera formalidad de la praxis con la esencia misma de la ideología neo marxista; de objetivos estratégicos con fines ideológicos; de características propias del nuevo modelo revolucionario con las renovadas fuentes ideológicas internas y externas que lo alimentan; de desconocimiento y mal uso de terminología o “nombres propios” intrínsecos de la política, los que dicho sea de paso; han sido desplazados semánticamente por “conceptos subjetivos” exclusivos del neo marxismo. Dando pie de esta manera, a un cúmulo de valorizaciones y lecturas subjetivas del proceso revolucionario moderno, que además de rasguñar solo las formalidades del mismo, no tienen ningún asidero metodológico e ideológico para decodificar correctamente las distintas dimensiones políticas de la realidad presente y conectarlas con las profundidades metafísicas que la impulsan. Y esto es válido no solo para nuestro país; sino que además, para el resto de naciones como Ecuador, Colombia, USA y Argentina (hace unos años atrás) países donde es posible ver con claridad aspectos propios de la “Revolución Molecular” neo marxista estilo F. Guattari, como elemento de praxis revolucionaria propio de esta fase terminal del proceso. Y que para mayor confusión y extravío, pocos pueden explicar en qué consiste verdaderamente ésta sobre valorada “revolución molecular”: esto es, una amplificación de la teoría gramsciana de la hegemonía del poder; de “AGRESIÓN MOLECULAR” a la sociedad y de “MOVIMIENTOS SOCIALES MOLECULARES” como nueva fuerza revolucionaria (ambas ideas, la estrategia y el concepto, son de GRAMSCI Y NO DE GUATTARI); de combate estructural a la Iglesia Católica como institución que ejerce la supremacía ideológica del poder cultural y moral según Gramsci y que Guattari extrapola a la hegemonía del “capitalismo mundial integrado” como estructura de poder hegemónico doctrinario coercitivo a deconstruir; de subjetivación gramsciana radical de la revolución; de expresión de un existencialismo gramsciano primordial como nueva meta categoría ideológica del hacer político revolucionario y de reduccionismo deconstruccionista “dogmático” total de la política por medio de la “micro política del deseo” (este concepto sí lo aporta Guattari, pero teniendo como sustento las ideas gramscianas) y no ya solo como una exclusiva “nueva modalidad de guerrilla urbana”…que es como muchos la conciben, la reducen y la absolutizan; es decir, la convierten en un valor ideológico absoluto y que majaderamente insistimos, no es más que un aspecto “formal” de esta “etapa final” de cierre del proceso revolucionario a escala mundial y que tiene finalmente, un sustento propiamente gramsciano en la conformación de la naturaleza de los agentes revolucionarios que la encarnan. Reiteramos entonces, que la mentada y mal entendida “REVOLUCIÓN MOLECULAR GUATTARIANA EN SU VERDADERO ORIGEN, TIENE COMO CONCEPCIÓN ESTRATÉGICA, valga la redundancia; A LA ESTRATEGIA DISEÑADA POR GRAMSCI COMO ACCESO DEFINITIVO E IRREVERSIBLE AL PODER”.

Revolución molecular” que para mayor abundancia, bajo ningún aspecto ideológico constituye el nuevo pivote que ha modo de eje produce en torno de sí misma toda la actividad revolucionaria del presente, ni mucho menos marca el inicio de una “original o inédita” revolución. Si no que simplemente forma parte del apéndice de la revolución de siempre. Es decir, que retoma, profundiza y desarrolla hasta la irracionalidad más grotesca, las categorías ideológico filosóficas de la Revolución Francesa; su antecesor ideológico original. Pasando obviamente además, por el segundo gran hito revolucionario…la sanguinaria revolución bolchevique de 1917, cuyas “desviaciones” de teoría y praxis trata de recomponer AL MODO GRAMSCIANO.

Si bien es cierto, todas estas apreciaciones superficiales debemos consignarlas aquí, como uno de los principales escollos a superar para la correcta comprensión del proceso revolucionario moderno, no obstante, lo hasta aquí mencionado, no constituye más que algunos de los diversos aspectos “VISIBLES” de la última etapa de este proceso revolucionario. Verbigracia, la nueva estrategia guerrillera urbana de la Revolución Molecular. Mientras que los aspectos esenciales de este proceso cuya naturaleza es ideológica, es sin lugar a dudas la principal dificultad a resolver. Por lo tanto, no podemos dejar de señalar que nunca será suficiente reiterar que la necesaria integración y conexión de la formalidad política (contingencia) y la política de fondo (proceso ideológico) dentro de un esquema metodológico analítico-argumentativo, pasa por una serie de reglas de razonamiento y decodificación de los códigos revolucionarios, que se expresan en determinadas ideas, conceptos, actos y símbolos; propios y específicos de la esencia y formalidad de la matriz ideológica de un proceso revolucionario como parte de su desarrollo histórico en una época determinada.

Es así que además, en el estudio del modelo revolucionario neo marxista ya sea se intelija en sí mismo o confrontado con el antiguo modelo revolucionario, estos códigos se deben integrar necesariamente al interior del procedimiento metodológico mencionado, para de esta manera encauzarlos al menos en nueve niveles de análisis específicos correlativos propios de todo proceso revolucionario marxista. Proceso que como natural derivación del acto político-ideológico supremo –LA REVOLUCIÓN- debe comprender necesariamente la intelección de cada una de sus etapas históricas, a partir de un análisis diacrónico de las ideas que la sustentan, para entender el “porqué” de su profundización ideológica a partir de la superación de determinadas etapas históricas como hitos revolucionarios abandonados o superados en razón de la ineficacia de dichas ideas para llevar a la revolución a sus últimos estadios. Además, de la insoslayable tarea de desagregarlos para estudiarlos en su “especifidad”, de manera de establecer el origen de su reformulación ideológica, el rol que cumplen en la nueva teoría y praxis revolucionaria y dilucidar el por qué y de qué manera se integran a una determinada parte del proceso revolucionario y su relación con los reformulados objetivos estratégicos de la doctrina marxista. Esto es, analizarlos además, a partir de la nueva concepción táctico-estratégica que los explica. Sin estos elementos básicos, como substrato analítico metodológico, no es posible concebir, conocer, entender, juzgar, valorar, interpretar y relacionar correctamente, entre otros aspectos, el origen, la naturaleza, el carácter, el fin, contexto, trayectoria y magnitud del proceso revolucionario y sus agentes, con el fin de conocer su dinámica revolucionaria presente y proyectar su acción en el tiempo; demostrando de esta forma de manera correcta, a partir de la lógica interna propia de este proceso, los verdaderos alcances y consecuencias que dicho proceso tiene para nuestro país y para él mundo, en el sentido de la mentada “refundación de Chile” en particular y de la refundación de Occidente en general que pretenden concretar como parte final del mismo.

De esta manera, los nueve niveles de análisis señalados como imprescindibles son los siguientes:

1.- MATRIZ IDEOLÓGICA: Se debe establecer ante todo, cuáles son las fuentes ideológicas que configuran la matriz del neo marxismo. Es decir, determinar que teóricos profundizan, reformulan y renuevan la doctrina comunista tal cual como fue prescrita por K. Marx y cuál es el origen y naturaleza de las ideas que ahondan la dialéctica marxista, cuyo fin es definir el conocimiento de las leyes que determinan el desarrollo de la naturaleza, del hombre, de la sociedad, del propio pensamiento y de la mismísima revolución. Y junto a ello, determinar si estas ideas como sus teóricos son por una parte propios de la ideología comunista o son doctrinas y teóricos externos a ella.

2.- OBJETIVOS ESTRATÉGICOS: Establecidos los nuevos niveles de profundidad dialéctica de la matriz ideológica de acuerdo a las nuevas categorías que la informan, necesariamente los cuatro objetivos estratégicos del comunismo se verán también modificados en su orientación. Se debe establecer por tanto, cual es la naturaleza de estas modificaciones las que necesariamente deben ser meramente formales, pues en esencia estos cuatro objetivos estratégicos permanecen inmodificables tanto en el antiguo como nuevo modelo revolucionario. Reiteramos una vez más que estos cuatro objetivos estratégicos son: la extinción de toda idea de Dios y de toda religión; la extinción de todos los Estados-Naciones y de todo sentimiento patrio; la extinción de la familia y la extinción de la propiedad privada.

3.- TÁCTICA Y ESTRATEGIA: Tal vez este nivel de análisis sea el más complicado, por las confusiones a que se presta en cuanto a los elementos que lo constituyen y el alcance que tienen sus definiciones “teórico tácticas” e “ideológico estratégicas”, de “medios tácticos y fines estratégicos”, de “vanguardias ideológicas”, de “adaptación táctico estratégica a los flujos y reflujos revolucionarios”, de neologismos de la “guerra semántica” que desarrolla y que entre muchos otros aspectos, difieren en los variados procesos revolucionarios específicos insertos dentro del proceso revolucionario general, pero que en la visión de conjunto del mismo proceso, es posible ver como se articulan por medio de un movimiento de confluencia lógica de dinámica de praxis hacia un único fin meta político ideológico, aunque informado cada uno de ellos por sus objetivos estratégicos particulares. Aquí debemos aclarar que se debe entender como “los variados procesos revolucionarios específicos” por ejemplo, al feminismo, el indigenismo, el ecologismo, etc. A estas consideraciones se suma la misma definición que entrega la teoría marxista sobre táctica y estrategia. Ambas son definidas como “la ciencia de dirigir la lucha de clase del proletariado”. Por su parte Lenin específicamente afirma que la “estrategia revolucionaria no es más que el carácter de la revolución”. Obviamente si hablamos de un nuevo “modelo revolucionario”, es necesario actualizar ambas definiciones, pues es más que claro que el “carácter de la revolución moderna” es diametralmente opuesto al del antiguo modelo revolucionario y que por nombrar solo una de esas diferencias entre ambos; esto es, el clasismo proletario, es innegable que el mismo ha sido superado como exclusivo agente revolucionario. Sería anacrónico entonces, concebir un análisis sobre un determinado aspecto de la estrategia neo marxista, a partir de una categoría ideológica que ha sido superada.

Lo señalado se explica de la siguiente manera. Los movimientos sociales, coordinadoras, asambleas, consejos, colectivos, vocerías, facilitadores, territorios, organizaciones de la sociedad civil, ONG’s, etc. son aspectos formales de la nueva estructuración organizacional de los nuevos cuadros revolucionarios y se inscriben en los movimientos tácticos de las nuevas prácticas revolucionarias. Lo ideológico por su parte, muestra sus cambios estratégicos en los nuevos conceptos teóricos: ciudadanía, empoderamiento, autodeterminación, auto emancipación, autonomía, etc. Los que informan a su vez doctrinariamente, a los nuevos agentes “subversivos del cambio epocal” que componen dichos organismos revolucionarios, orientándolos hacia el cumplimiento de los cuatro macro objetivos estratégicos del neo marxismo. De esta forma, la autodeterminación radical subjetiva individual de las nuevas categorías sexuales binarias por ejemplo, lesbianismo y homosexualismo, organizadas en movimientos y colectivos, tiene como tarea prioritaria, cumplir el macro fin estratégico de destrucción de la familia “deconstruyéndola”. Y sus objetivos estratégicos específicos son modificar la costumbre social para que surja de ella una nueva norma moral como fuente subjetiva del derecho.

Finalmente está la extrapolación del concepto de guerra militar y las leyes de la guerra militar a la guerra ideológica, que debemos mencionar obligadamente, pero que no es posible desarrollar en este punto, salvo para señalar que el concepto más importante de guerra que se aplica a la guerra ideológica, es el concepto que elabora Clausewitz. Autor que dicho sea de paso, han estudiado hasta la saciedad los grandes teóricos marxistas. Otro alcance que se debe mencionar, es que invariablemente la guerra ideológica es sin duda la “madre de todas las guerras”, la cual puede devenir en los tipos de guerra que le están subordinadas, es decir; guerras económicas, militares, civiles, culturales o semánticas entre otras.

En síntesis, al menos tres elementos se deben considerar aquí, como fundamento y continuidad en la conformación táctico estratégica entre el antiguo y el nuevo modelo revolucionario.

A) En su concepción original, la estrategia revolucionaria no es más que el método implementado para la consecución del poder –específicamente el “proceso de traspaso del poder” como consumación de la revolución –y la táctica, se concibe como todos aquellos movimientos ejecutados funcionalmente para alcanzar dicho fin (alianzas, acuerdos, diálogos, protestas, paros, coerciones, consensos, etc.)

B) Todas las modificaciones en la táctica están determinadas por la adaptación a las “situaciones revolucionarias” o lo que es lo mismo; su flexibilización o paso de una vía a otra (a grandes rasgos pacífica o armada) y que dependen en gran medida de los periodos de flujos y reflujos revolucionarios y del reconocimiento de las características del periodo histórico donde estos se dan.

C) El diseño de la estrategia revolucionaria y todos sus movimientos tácticos; guardan siempre directa relación con el alcanzar conseguir obtener como logro ideológico; los cuatro objetivos estratégicos señalados en el punto anterior.

De esta manera, queda manifiesto tal cual como lo afirma Lenin, que la estrategia general como “carácter” de la revolución, informa todo el proceso y cada etapa particular del mismo. Por lo que el análisis táctico estratégico, se debe ir desarrollando a medida que el análisis va cubriendo cada aspecto ideológico del proceso en sus etapas de corrección, avance o retroceso y que como ya señalamos, en léxico marxista; son los flujos y reflujos revolucionarios en su camino al acceso al poder total.

4.- TEORÍA POLÍTICA: El acceso al poder -entendiendo que éste es la principal categoría de la política- presupone una teoría política que permita alcanzar la obtención de dicho poder, por medio del establecimiento de un gobierno cuya legitimidad para gobernar debe descansar en la asimilación que los gobernados asumen sobre las categorías ideológicas de dicha teoría política, que debe propugnar siempre necesariamente una determinada concepción sobre la naturaleza, significado y fin del hombre, la sociedad, el Estado y el mismísimo “gobierno”, entendiendo que estas categorías trascendentales son buenas, legítimas y verdaderas para el desarrollo armónico de las personas en su integridad personal dentro de la sociedad nacional de la que forman parte y la mancomunión de fines próximos y remotos que deben existir entre ambos. La teoría política marxista siempre ha concebido el camino al acceso al poder como un “proceso revolucionario” de ruptura absoluta con el orden social y político vigente y lo ha dividido persistentemente en dos vías; la vía democrática o pacífica (proyecto político de gobierno) y la vía armada al poder. Indudablemente que ambas modalidades aún persisten en este nuevo modelo revolucionario, pero bajo las nuevas categorías ideológicas que las han reformulado estratégicamente y que es necesario decodificar y relacionar con los invariables y reformulados objetivos estratégicos del marxismo.

5.- PRAXIS REVOLUCIONARIA: Se debe establecer cuál es la naturaleza y significación de la práctica revolucionaria moderna encaminada a transformar el orden social, cuál es su alcance, bajo que nombres discurre y bajo qué aspectos se concreta de acuerdo a cada uno de los objetivos estratégicos.

6.- AGENTES SUBVERSIVOS DE LA REVOLUCIÓN: Se debe elucidar cuáles son los nuevos agentes subversivos históricos del “cambio epocal” y que encarnan en sí mismos el proceso de transformación revolucionaria de la sociedad y bajo qué aspectos ideológicos y estratégicos operan.

7.- CONTEXTO HISTÓRICO Y PROCESO REVOLUCIONARIO: Se debe determinar cuál es el contexto histórico según la ideología neo marxista o nuevo campo de acción revolucionaria sobre el que se yuxtapone el nuevo proceso revolucionario. Aquí se debe tener siempre presente la consigna de Lenin: “el carácter de la época determina el carácter de la revolución”.

8.- CODIGOS REVOLUCIONARIOS: Como ya hemos señalado, los códigos de todo proceso histórico revolucionario como de la ideología que lo sustenta, se distribuyen en cuatro grandes grupos. A) Las ideas. Que en política definen al hombre, el Estado, la sociedad, el gobierno y la revolución. B) Los conceptos. Que expresan la dialéctica argumentativa ideológica sobre la definición de las principales categorías del pensamiento y la política. C) Los actos. Que son informados por dichas ideas como normas de conductas legítimas, buenas y verdaderas. D) Los símbolos. Que son representaciones ideográficas tanto de la naturaleza como del valor de dichas ideas.

9.- CONFLICTO IDEOLÓGICO: Todo análisis debe definir cuál es la naturaleza y carácter del conflicto ideológico (principio de contradicción) y el estado y estadio del mismo en el tiempo presente del desarrollo del proceso revolucionario, pues de la naturaleza de este conflicto proviene toda la dinámica del proceso revolucionario.



NIVELES DE ANÁLISIS

MODELO REVOLUCIONARIO NEO MARXISTA


1.- MATRIZ IDEOLÓGICA DEL NUEVO MODELO REVOLUCIONARIO:

PROCESO DE PROFUNDIZACIÓN, RENOVACIÓN Y REFORMULACIÓN IDEOLÓGICA:

FUENTES EXTERNAS: ANARQUISTO -SOCIAL DEMOCRACIA-REVOLUCION FRANCESA-FREUDISMO.

FUENTES INTERNAS: GRAMSCI-ESCUELA DE FRANKFURT-REHABILITACIÓN DE TEÓRICOS CONDENADOS-RELECTURA DE MARX.






2.- OBJETIVOS ESTRATÉGICOS: EXTINCIÓN DE LA RELIGIÓN-EXTINCIÓN DE LOS ESTADOS NACIONES-EXTINCIÓN DE LA FAMILIA-EXTINCIÓN DE LA PROPIEDAD PRIVADA (Profundizados dialécticamente y reformulados estratégicamente).



3.- TÁCTICA Y ESTRATEGIA: entre muchos aspectos táctico estratégicos que sería largo enumerar, señalamos los siguientes, por guardar directa relación con las características esenciales de este nuevo modelo revolucionario: revolución de arriba hacia abajo – revolución en un solo paso – modificación de las creencias – modificación de la costumbre social – práctica subjetiva individual radical de la política – praxis organizacional colectiva y horizontal - formación y conquista de una mayoría social como fuerza revolucionaria.


4.- TEORÍA POLÍTICA: ESTADO FACILITADOR- GOBIERNO AUTONOMO DE LA SOCIEDAD CIVIL PLURINACIONAL Y MULTICULTURAL- ORGANIZACIÓN DEL PODER POLÍTICO AUTÓNOMO Y UNICAMERAL (ASAMBLEA CONSTITUYENTE)- ORDEN COLECTIVO TERRITORIAL COMO FUENTE DE LA MORAL, LA JUSTICIA Y EL PODER.



5.- PRAXIS REVOLUCIONARIA: COLECTIVISMO- CONSEJISMO-ASAMBLEISMO-MOVIMIENTOS SOCIALES.



6.-AGENTES SUBVERSIVOS DE LA REVOLUCIÓN: INDIVIDUOS-CIUDADANOS-EMPODERADOS (CONSTRUCTOS SOCIALES): HOMOSEXUALES, LESBIANAS, TRANSGENEROS, ANIMALISTAS, VEGANOS, ECOLOGISTAS, INDIGENAS, objetores de conciencia, ETC.



7.- CONTEXTO HISTÓRICO Y PROCESO REVOLUCIONARIO MODERNO:

A.- CULTURA, CREENCIA, MORAL Y COSTUMBRE SOCIAL CRISTIANA DOMINANTES HISTÓRICAMENTE SEGÚN GRAMSCI Y NUEVO MODELO REVOLUCIONARIO.

B.-CAPITALISMO TARDÍO O “CAPITALISMO MUNDIAL INTEGRADO” DOMINANTE SEGÚN GUATTARI Y NUEVO MODELO REVOLUCIONARIO: NEO SOCIALISMO.


8.- CODIGOS REVOLUCIONARIOS: IDEAS – CONCEPTOS- ACTOS Y SÍMBOLOS SOBRE EL ORIGEN, LA NATURALEZA, SIGNIFICADO Y FIN DEL HOMBRE, EL ESTADO, LA SOCIEDAD, EL GOBIERNO Y LA REVOLUCIÓN.



9.- CONFLICTO IDEOLÓGICO: (PRINCIPIO DE CONTRADICCIÓN) naturaleza y carácter del conflicto ideológico y el estado y estadio del mismo en determinado tiempo del desarrollo del proceso revolucionario.


Finalmente, la última aclaración que se nos impone, es indicar que si utilizamos profusamente la palabra “decodificación” como la acción de interpretar “códigos ideológicos”, es por la siguiente razón. Este vocablo hace referencia a “una agrupación de leyes o normas legales de forma sistemática que regula de manera unitaria una materia determinada”. O más escuetamente significa “Conjunto de reglas o preceptos sobre cualquier materia”. La ideología marxista obedece completamente a esta definición y en la teoría, norma mediante una serie de reglas de especulación ideológico-filosóficas, no solo la naturaleza y el significado de la vida del hombre en sociedad, sino el “cómo y el por qué” en la “praxis”, se debe asumir en última instancia “legalmente” de acuerdo a estas “normas ideológicas”, la vida individual y colectiva de acuerdo a su particular cosmovisión, elaborando para ello un determinado régimen político-jurídico. Por lo tanto, el conjunto de reglas o preceptos ideológicos propios del marxismo, codifica doctrinariamente; ideas, actos, conceptos y símbolos que le son propios y que es imprescindible decodificar correctamente para entender sus expresiones teóricas vitales (naturaleza y significado de sus ideas), la naturaleza y formalidad de su proceso revolucionario y finalmente, las etapas, el alcance, objetivos y fin del mismo.

Por otro lado, el análisis o interpretación ideológica puede aparecer casi siempre con el carácter de subjetivación, y lo es sin duda, cuando es una exegesis academicista que teoriza sobre el pensamiento de tal o cual autor, a modo de mera especulación intelectual sobre su obra y que por lo tanto, no realiza formulaciones que la vinculen con la realidad social y la contingencia política. Un ejemplo de esta distorsión, lo constituye la miríada de “teóricos” que “teorizan” sobre Gramnsci, dándolo por superado, sin ilustrar con un ejemplo “práctico verificable” o una humilde imagen, la construcción de las fuerzas hegemónicas compenetradas de las categorizaciones ideológicas de Gramsci que nutren a la Escuela de Frankfurt, las que con una omnipresencia asfixiante, han configurado por espacio de varias décadas, el proceso revolucionario que ha sancionado la muerte de todo lo verdadero, natural, justo, bello y sagrado que le es dado al hombre vivir como expresión de unión con Dios, su patria y su familia y que hoy en día está en su última etapa de aniquilación TOTAL.

La correcta decodificación en cambio, es colegir la forma política original tal cual como fue pensada ideológicamente y la relación que tiene con la naturaleza de las cosas sobre las que teoriza (hombre, Estado, gobierno y sociedad), en el hecho práctico y concreto tal cual se manifiesta con la intención de modificar esa misma naturaleza. Es por eso que no rehuimos las conclusiones, porque estas, en primer lugar, no son más que hitos decodificados verificables de un periodo de la realidad modificada por la praxis revolucionaria. Y en segundo lugar, porque los hechos en su “cotidianeidad” –para usar un neologismo del nuevo lenguaje ideológico neo socialista- son el medio ambiente natural de la revolución. No olvidemos que el marxismo es la “filosofía de la praxis”. Definición esta, que Gramsci homologará como nombre propio del marxismo para referirse reiteradamente a él. Es decir, que para este sistema de pensamiento, no existe una realidad inmutable eterna anterior y superior al hombre y al mundo, cuyos absolutos trascendentales metafísicos, determinan su origen, naturaleza y fin. Porque para el marxismo, lo único que existe en la realidad como verificable, existe como la acción constante y transformadora del hombre sobre la materia (historicismo). Para él, no existe dicotomía entre la comprensión del mundo y la transformación del mismo. Marx lo afirma expresamente: “el hombre no es un ser abstracto, agazapado fuera del mundo. El hombre es el mundo de los hombres, el Estado, la sociedad”. Es por esto, que debe haber una estrecha unión analítica que relacione el principio ideológico con la práctica revolucionaria, porque si por un lado la correcta metodología la pide, por el otro, la naturaleza misma de la doctrina a decodificar nos lo arroja como exigencia.

En lo que respecta a la finalidad del nuevo proceso revolucionario de izquierda, indudablemente que el siguiente racionamiento y su consecuencia desde la perspectiva de sus objetivos políticos, no es original ni es desconocida para todos aquellos que han seguido la evolución de las ideas marxistas y que desafortunadamente son una “gran minoría”. En efecto, se sobreentiende que precisamente aquellos postulados ideológicos y sus aspiraciones, son para construir un nuevo hombre, un nuevo tipo de sociedad, un nuevo sistema de relaciones humanas y un nuevo ordenamiento político y por ende, una nueva concepción del Derecho y del Estado y esto; -previa destrucción de todo lo vigente que se le opone- y que además, se trabaja intensamente para ello, mediante una fuerza política organizada que actúa bajo las órdenes de un estado mayor revolucionario, con una teoría política propia que condiciona una acción política unificada, coherente, planificada y sostenida en el tiempo. Es precisamente a esta acción ideológica revolucionaria sostenida en el tiempo a la que Gramsci denomina como “bloque histórico”. La que para mayor eficacia debe operar sin “fisuras teórico prácticas”, de manera que lo compacto de su conformación, impida el surgimiento de “grietas” que puedan debilitar este “bloque histórico” como sustento del proceso revolucionario. El meollo del asunto es afirmar su vigencia, su validez actual y su influencia a partir del desenmascaramiento de la apariencia moderna de este “bloque histórico” revolucionario que nos toca vivir, por medio de la correcta intelección de sus nuevas categorías ideológicas y axiológicas, nomenclatura político-social, metodología operativa-revolucionaria y reformulación táctico estratégica. Porque su existencia ni siquiera debe ser puesta en duda. Por último recordemos una vez más, que como regla de análisis debemos tener siempre presente, que la capacidad de reacción frente a un hecho político, siempre está determinada por el nivel de comprensión ideológica del mismo. Por lo tanto, solo un análisis fundado sobre premisas metodológicas correctas, nos dará un verdadero conocimiento y comprensión de los enormes peligros del proceso revolucionario DEFINITIVO en medio del cual estamos inmersos desde hace varias décadas.


2.- LA RELIGIÓN COMO CAUSA PRIMERA DE LA RENOVACIÓN IDEOLÓGICA DEL MARXISMO



HAGO UN LLAMAMIENTO A LA DESTRUCCIÓN

DE LA IDEA DE DIOS”.

PROUDHON




La compleja trama de la vida en nuestra sociedad moderna, tiene diversos escenarios todos unidos por hilos invisibles para las expresiones vitales de esta sociedad, y que transmiten proyectos de futuro arraigados profundamente en un sistema de manifestaciones y relaciones políticas, destinadas a crear el poder necesario que configure una nueva realidad en toda la integridad de sus expresiones. Surgen de esta forma, en el drama de la vida moderna, nuevos actores y nuevos decorados políticos que avasalladoramente sin mayor resistencia, van representando, construyendo e imponiendo, las categorías ideológicas de una nueva revalorización de la vida individual y en comunidad. Lo grave de esta innegable circunstancia, es que las expresiones de esta nueva realidad, son por su propia naturaleza; tremendamente hostiles para quienes tienen la osadía de resistirlas una vez que han podido conocer y comprender el verdadero sustrato ideológico que persiste inalterable a pesar de estos nuevos actores y nuevos decorados. En lo medular, esta hostilidad se manifiesta en su formalidad política, moral y cultural incesantemente anti natural y anti humana y en su fondo ideológico metafísico, despiadadamente anti espiritual y anti cristiana.

Pero en esencia, aunque el decorado haya sido cambiado y nuevos actores hayan irrumpido en los distintos escenarios, la obra sigue siendo la misma. Incluso, a pesar de que el libreto haya sufrido modificaciones tales, que a ojo de un inexperto en la materia, este podría llegar a cometer el equívoco de pensar que está frente a una obra distinta de la original. ¿Cuál es esta obra y cuál es el drama que representa para nuestra patria y él mundo? La obra en cuestión no es otra que LA REVOLUCIÓN y su eterno afán de destrucción.

Y en este sentido, lo que ha quedado de manifiesto desde este 18 de octubre en nuestro país y en Hispanoamérica en general, es que durante los últimos 30 años de consolidación del proceso revolucionario neo marxista, esta misma consolidación se produjo en paralelo al error de análisis o comprensión de la realidad más difundido, que no es otro que aquel que afirma que las definiciones políticas doctrinarias por ser abstractas y aparentemente lejanas de lo práctico de la vida, carecen de efecto social intenso. De esta forma, concebimos equivocadamente a los sistemas políticos y sus doctrinas; ya sea en sus alcances teórico-políticos, sociales, morales, económicos o culturales, como algo propio y sujeto a efecto en gran medida, sólo sobre quienes los sustentan y no sobre el conjunto de la sociedad en general y la vida personal en particular, que de por sí constituyen el ESCENARIO para el cual se elaboran. Y por otra parte, desafortunadamente cuando hablamos de ateísmo o de materialismo; en su concepción profundamente teológica, no siempre se entiende que una idea religiosa puede y debe informar un principio político. La religión (su defensa o combate) se halla en las raíces de todas las grandes revoluciones y cambios políticos. Las culturas surgen de las religiones, su filosofía, su actitud frente al mundo y su mirada hacia el universo no es más que un dialogo con lo eterno... ya sea para afirmarlo o negarlo. El hecho es que en cualquier tiempo como H. Belloc señala “la doctrina de una creencia forma la naturaleza de los hombres y que las naturalezas así formadas determinan el futuro de la sociedad constituida por esos hombres”.

Las creencias actúan como fuerza social y delinean el contorno y la esencia de las costumbres. Y la omisión de este principio por un lado (el nuestro) y su acertada utilización ideológica por otro lado (el neo socialismo) ha sido la fuente principal de las grandes transformaciones sociales que ha sufrido nuestro país y Occidente en los últimos cuarenta años. Y LO MAS IMPORTANTE, se ha olvidado que los hombres viven por una verdad y cuando las gentes aceptan una verdad, esta desciende necesariamente al campo personal y las gentes se considerarán a sí mismas de una determinada manera, actuaran y vivirán en consecuencia y consideraran al mundo conforme a ello. De esta forma, la negación o aceptación de una verdad así como afecta a un individuo, afecta también a la sociedad. Y lo más importante, se debe comprender que en el fondo los conflictos entre los hombres, nunca son conflictos de intereses, son conflictos ideológicos y por esta razón, tienen explicación en función de la definición que sobre su propia naturaleza el hombre ha escogido libremente. Esto significa, que no se comprende nada en el hombre, mientras no se llega a la zona profunda en que se fabrican los motivos de su conducta: su entendimiento. Aspecto éste fundamental para entender el porqué de las razones de la modificación táctico estratégica de la teoría revolucionaria y que veremos más adelante.

Por tanto, la investigación destinada a lograr un conocimiento y comprensión cabal de la auténtica matriz ideológica de cualquier cuerpo doctrinario de ideas destinadas a ordenar la vida del hombre en sociedad, cuando no se articula a partir del correcto conocimiento de estas verdades, está condenado a naufragar en el sinsentido. Quedando además truncada y mal formulada pues se desprendería de una concepción metodológica errónea. Subsistiría entrampada en el eterno retorno que va, del análisis de una parte de la acción política, esto es la formal, a su consiguiente explicación también de naturaleza formal. Obviando de esta manera, lo más esencial: el trasfondo que sustenta la acción política formal, permaneciendo así completamente oculto el origen ideológico y su vínculo metafísico. Siendo además esta acción formal -como veremos más adelante- siempre consecuencia y no principio de un orden político.

En otras palabras y en gran parte como derivación de una serie de errores de procedimientos analíticos y conceptualización ideológica equivocada, cuando hablamos de “neo socialismo” (término exacto con el que se debe designar en general a la izquierda renovada), solo pensamos en él como en un sistema político o económico populista...a lo sumo como un neo marxismo cultural. O a partir de la violencia neo guerrillera urbana de la revolución molecular, como una confirmación de la intransigencia comunista y su desmedido afán de poder político. Nuestro limitado vocabulario ideológico (y esta aseveración es para toda la sociedad) nada sugiere algo de teológico porque hemos olvidado lo que significa ese término que ya no forma parte de nuestras vidas. Se hace patente aquí la enorme “asimetría” que existe entre la constitución de las fuerzas políticas de izquierda y derecha. Y entre la concepción que se tiene del neo marxismo y de sus reales manifestaciones por parte de la sociedad en general y la derecha en particular en estos tiempos. Dicha asimetría tiene como sustento el ignorar porfiadamente que el principal escenario de la lucha ideológica, se configura precisamente en la negación del sentido de trascendencia de la vida y su origen divino y no en la modificación o corrección de un sistema socio económico de distribución de la riqueza o generación de la misma.

De esta manera, desde la creación del primer Estado laico consecuencia directa de la revolución política madre, la Revolución Francesa; de la cual todos los teóricos y revoluciones comunistas son hijos primogénitos y tributarios ideológicos; en estos dos siglos de combate abierto y directo contra lo sobrenatural, el punto de litigio como tal fue entablado originariamente, sobre la cuestión de saber si lo sobrenatural tenía el derecho de intervenir sobre el mundo natural, -algo que nunca se había discutido en toda la historia de la humanidad- de establecerse sobre la base de lo natural, de aplicar su leyes a la vida de los hombres, y no solo a la vida íntima y privada, sino que como leyes de alcance universal tenían el derecho de informar también a la vida exterior y pública. Pero lo que comenzó como una reclamación de derechos de autonomía para la razón y el Estado, de separación entre la fe y la ciencia, de petitorio de libertad de enseñanza; ha devenido del proceso de ruptura con lo sobrenatural, a un intento de extinción de lo sobrenatural y el giro que han tomado en consecuencia las cosas, hace que lo que esté en juego ya no sea una cuestión teórica de separación de dominios de influencia entre iglesia y Estado, a la manera de cómo lo expresó Feuerbach: “Queremos la paz y poner fin a esta querella eterna; tomad el cielo si lo queréis, y dejadnos la tierra. Os dejamos lo sobrenatural en vuestras Iglesias, en vuestra teología; cosas son estas que nosotros no discutimos. Pero no queremos que os metáis en nuestro dominio.” El acento ahora está puesto en que no quede de pie ningún principio de fe, ningún resquicio de libertad intelectual frente al pensamiento único, ninguna convicción de la conciencia, ninguna exigencia del derecho natural, ninguna categoría de moral objetiva, ninguna de las tres potencias del alma –entendimiento, voluntad y memoria- de tal manera que no sea posible ningún juicio de la razón que afirme la verdad en lo que tiene de conformidad con Dios y el orden natural. La premeditación de la ruina de lo sobrenatural, los es; a sabiendas que con ello, se destruirá al mismo tiempo lo natural. El “abajo el cielo” de Lenin, que Bakunin explicita afirmando que “es evidente que, en tanto que tengamos un amo en el cielo, seremos esclavos en la tierra”, tiene como lógica consecuencia; la ruina de la familia, la escuela, la nación, el matrimonio, las costumbres públicas y privadas que sancionan la moral objetiva, la ley natural, la anulación de todo principio de autoridad que refleje un orden divino, la extinción de todas las instituciones políticas, sociales y religiosas, por medio de la extirpación de raíz en ellas, de toda idea de vida pública y privada inspirada en Dios, en fin; demoler todo para que no quede piedra sobre piedra sobre la obra civilizadora del cristianismo en el presente y en lo porvenir. Citando nuevamente a Bakunin, este objetivo lo pone de manifiesto con palabras que son una explícita vocería de Lucifer. Y este dicho, no es solo una alegoría sin ningún fundamento. Porque este impío teórico de la otra cara ideológica más manifiesta de la revolución, la Acracia; según sus propios esclarecidos biógrafos, redactó su pasquín “Dios y el Estado”, durante su residencia en París, la que consideran su “época masónica”. En el reconoce que: “Toda autoridad temporal o humana procede directamente de la autoridad espiritual o divina. Pero la autoridad es la negación de la libertad. Dios, o más bien la ficción de dios, es, pues, la consagración y la causa intelectual y moral de toda esclavitud sobre la tierra, y la libertad de los hombres no será completa más que cuando hayan aniquilado completamente la ficción nefanda de un amo celeste”.

Más explícito es aún, otro “hermano” ácrata; Proudhon: “Oh, Adonai, Dios maldito: el primer deber de todo hombre inteligente es expulsarte de su espíritu y su conciencia… Espíritu mentiroso, Dios imbécil, tu reino ha concluido…” K. Marx reconoce por su parte explícitamente, que “La religión es la teoría general de este mundo (…) su sanción moral, su solemne complemento, (…) y que en consecuencia “La lucha contra la religión es, por tanto, indirectamente, la lucha contra aquel mundo (sobrenatural) que tiene en la religión su aroma espiritual.” Mientras que Proudhon directamente sin ambages exclama: “hago un llamamiento a la destrucción de la idea de Dios”.

Lo expuesto hasta aquí, constituye una reducida exposición de argumentos ideológicos coincidentes entre comunistas y anarquistas, que dan cuenta de la uniformidad de criterios en torno al primer objetivo estratégico de la revolución que ambos propugnan y de la cual no son más que el anverso y el reverso: el aniquilamiento de toda idea de Dios, de toda religión en general que establezca un vínculo extra terreno para la vida y del cristianismo en forma específica y prioritaria. No obstante, esta uniformidad ideológica estratégica en la esencia del proceso revolucionario, existen en ambas ideologías diferencias substanciales en las formalidades teóricas y de proyecto político que busca establecer un orden de cosas sin Dios; y en la praxis y en la naturaleza de los agentes subversivos que deben concretar ese mismo orden. Esta fue la causa que provocó la ruptura entre comunistas y anarquistas en la “Primera Internacional”. Y aunque cada ideología ha “evolucionado” en forma particular con respecto a la especulación dialéctica sobre el objetivo estratégico contra Dios y la religión; no obstante ambas se han encontrado históricamente en las barricadas, en el atentado y la subversión que ha teñido de sangre inocente cada proceso revolucionario en poco más de cien años y han hecho causa común en el combate abierto contra Dios y todo lo que le está subordinado. Más aún, específicamente ha sido condición a lo largo de la historia, que en todo proceso revolucionario previo a la toma del poder por los comunistas, exista una fase previa “revolucionaria anarquista” contra la institucionalidad legal vigente (anomia). Y esta circunstancia, que es una constante ideológica, la podemos observar nítidamente en los procesos revolucionarios de Ecuador, Chile, Colombia y últimamente en los EE.UU. pero con la importante adición de un nuevo tipo de anomia: La socio cultural. Sin embargo, el proceso auto crítico de renovación marxista, en una de sus vertientes revisionistas, recoge, valida y asume ciertos aspectos ideológicos del anarquismo y los asume teóricamente en su proyecto político y además lo lleva a las calles en una nueva praxis revolucionaria. Esto hace -dicho sea de paso-; como lo mencionamos en un comienzo y retomaremos más adelante, que este nuevo modelo revolucionario tenga como una de sus características esenciales, el ser “integrador” de teorías y experiencias revolucionarias que otrora en el antiguo modelo se anatematizaban. No obstante esta circunstancia de integración mencionada, en el caso de la relación del anarquismo con el comunismo, hace que dada la naturaleza del proyecto político anarquista y su práctica esencialmente individualista de negación de representatividad como expresión de “delegación de poder”; implica que sus minoritarias y compartimentadas fuerzas, siempre estén subordinadas a la cuantitativamente mayor organización de las fuerzas comunistas en cada proceso revolucionario.

De esta forma, la renovada unidad revolucionaria anarco-comunista en este nuevo modelo revolucionario, tanto en la concepción teórica de la Revolución Molecular en la que participan destacados elementos del anarquismo, como así mismo en el ejercicio explícito de la violencia y el terror ejecutados por ella contra la religión y la iglesia; una vez más, tiene como sustento la primacía del ahora renovado neo marxismo. Y reiteramos que en ambos casos; la teoría que sustenta la RM y la nueva reformulación del ataque a la religión, tiene la primacía neo marxista condensada esta vez en la nueva concepción de conquista del poder de Antonio Gramsci.

Específicamente lo que pretendemos demostrar es que gracias a Gramsci en este nuevo modelo revolucionario, el polo de identificación revolucionaria ha sido removido de la “identidad de clase” a la de “identidad de anticristiano”, renovándose de esta forma de manera original y con un alcance inusitado por parte de este teórico comunista italiano, el objetivo estratégico de supresión de toda idea de Dios y de toda religión. Y que además, explícita e innegablemente, todo el proceso de renovación ideológica de las categorías esenciales del marxismo, pasan en primer lugar por “actualizar” dicho objetivo estratégico. Y que en segundo lugar; el abandono del “centralismo unipartidista soviético stalinista” en la década del 50, solo tuvo como objetivo estratégico el dar “cierta autonomía” a los partidos comunistas locales para la construcción de un “socialismo bajo sus propias idiosincrasias nacionales”, “desburocratizando la revolución”. Pero en última instancia, este proceso en su origen carecía en lo absoluto de la necesaria profundización ideológica para renovarla desde su interior. Dicha profundización y la consecuente reformulación y renovación ideológica vendría en gran medida de parte de Gramsci.

Aunque debemos consignar el hecho estratégico no menor, de que en la década de los 80 antes de la caída del muro de Berlín, la ex URSS utilizó todas sus plataformas partidistas internacionales para difundir a Gramsci, las nuevas categorías ideológicas de la escuela de Frankfurt y el proceso de reformas internas de la misma URSS y que Gorbachov denominó Perestroika. Solo cuando la difusión de la renovada ideología logró un gran alcance y se consiguió echar a rodar las nuevas “institucionalidades revolucionarias” al interior de los países cuyos partidos comunistas acusaban una clara influencia y dependencia soviética; se desechó el modelo revolucionario “soviético bolchevique unipartidista, mono vanguardista, voluntarista, estatal, burocrático, dogmático, vertical, economicista, de revolución de abajo hacia arriba y de revolución en dos pasos” y se le quitó el sustento político a los “socialismos reales” desmoronándose de esta forma sus sanguinarios regímenes, quedando así sepultado “intencionalmente” el viejo modelo revolucionario bajo las piedras teñidas de sangre inocente del derrumbado muro de Berlín.

Sucintamente, la cronología de la renovación ideológica gramsciana, es la siguiente:

Década del 30. Gramsci concibe su teoría del poder hegemónico cultural.

Década del 40. Se difunde parcialmente el pensamiento de Gramsci.

Décadas del 50 y 60. Togliatti perfecciona o complementa a Gramsci y se crea un “núcleo disidente” con los partidos comunistas de Italia, Francia y Yugoslavia que divulgan y empiezan a dar forma a un proyecto político de matriz gramsciana. Se comienza a delinear de esta manera, las “vías nacionales al socialismo” de las cuales la italiana va a la vanguardia. Se produce la “desestalinización” de la URSS y se comienzan a asumir las nuevas categorías ideológicas de Gramsci.

Décadas de los 70 y 80. Se difunde masivamente a Gramsci y se crea e implementa en Europa, el “eurocomunismo”, basado en la nueva teoría y estrategia gramsciana.

Décadas del 90 y 2000. Se implementa en la mayoría de los países Hispanoamericanos el modelo político cultural gramsciano.




3.- GRAMSCI Y EL NUEVO MODELO REVOLUCIONARIO





Pocos son los pensadores marxistas que reúnen en su obra los atributos de ser al mismo tiempo, teóricos de la revolución y estrategas de su praxis. Gramsci es uno de ellos y sin duda, que en su calidad de “político formal” de la democracia burguesa; esto es, siendo diputado por el partido comunista en el parlamento italiano, pudo sin dudas “pensar” la ideología comunista desde “dentro” de las estructuras del mismo Estado burgués. Pero es evidente -pues es doctrinario- que para todo marxista ese “pensar” el Estado no es más que una especulación sobre el mejor modo de precisamente aniquilar dicho Estado, por representar la máxima expresión de la opresión del régimen capitalista o más específicamente, la “opresión del hombre por el hombre” y que constituye junto con la destrucción de la Nación y de todo sentimiento de patriotismo que lleva aparejada dicha aniquilación; uno de los cuatro objetivos estratégicos fundamentales para la construcción del utópico paraíso comunista en la tierra. Pero al mismo tiempo, Gramsci “teoriza” desde las también mismísimas filas político “formales” de la revolución, es decir, como militante primero del partido socialista y después como militante y dirigente del partido comunista italiano. Auto proclamado este último como todos los partidos comunistas del mundo; como la vanguardia “consciente del pueblo organizado” que tiene como misión histórica-ideológica la mencionada destrucción del Estado capitalista burgués opresor. Por lo tanto, Gramsci no solo pensó como hacer la revolución teóricamente sino que dirigió al mismo tiempo en una etapa de su vida, la praxis revolucionaria del partido comunista italiano del cual fue cofundador. Partido que precisamente gracias al trabajo intelectual de Gramsci continuado y perfeccionado por Palmiro Togliatti, se convirtió en uno de los partidos comunistas más influyentes en el proceso de renovación ideológica del marxismo, con el fin de hacer posible su asimilación doctrinaria por el proletariado de la Europa Occidental primero, dando así origen al “eurocomunismo” y de toda la renovación ideológica de los partidos Occidentales de izquierda más tarde. De esta manera, el pensamiento gramsciano constituye uno de los ejes fundamentales que impulsó en las últimas décadas e impulsa aún en el presente; la contraofensiva ideológica marxista para volver a alcanzar posiciones de poder político, pero ahora con inéditos “ingredientes” táctico-estratégicos e ideológicos que impulsan esta contraofensiva.

Objetivamente “teoría, praxis y crítica” son los elementos centrales o los pilares sobre los cuales descansa toda la dialéctica revolucionaria marxista. Pero ¿Cómo se articulan estos elementos de la especulación marxista en el pensamiento revolucionario Gramsciano? Sin embargo, antes de responder a esta interrogante, debemos hacer una puntualización sobre la obra de Gramsci. Sucede con Gramsci un fenómeno curioso, irresponsable para ser más precisos. Y es que por un lado, se ha infravalorado su pensamiento teórico pues desde el auge del deconstruccionismo y el estructuralismo de la Escuela de Frankfurt, equivocadamente se le ha dado como “superado” en el sentido de que ya cumplió su misión histórica de “repensar” el marxismo. Y por otro lado, ese repensar “estratégicamente” el marxismo, se absolutiza en Gramsci por medio de su concepción del “poder hegemónico cultural” como fin estratégico y el movimiento táctico de la “guerra de posiciones” como medio para alcanzar dicho fin. No obstante, el aporte original de Gramsci a la ideología marxista, continúa plenamente vigente en su totalidad y es mucho más que solo la hegemonía del poder y la guerra de posiciones, pues abarca otras áreas sensibles que incluyen los cimientos mismos del “materialismo dialéctico” y el “socialismo científico”, a partir de la reformulación de sus conceptos fundamentales hasta llegar incluso a la “reconfiguración” de la mismísima lucha de clases. En efecto, Gramsci ideológicamente corrige y perfecciona en primer lugar al mismo padre del comunismo K. Marx y en segundo lugar; estratégicamente corrige y supera al hasta ese momento único gran estratega de la revolución; Lenin, como veremos en seguida. Por lo pronto, hay que recalcar que nada serían sin el aporte de Gramsci, la Escuela de Frankfurt y sus productos emblemáticos como son el “marxismo cultural”, “el deconstruccionismo” y el “estructuralismo lingüístico y antropológico”.

La obra de Gramsci junto a las de otros teóricos de la renovación marxista, se desarrolla en torno a una inquietud histórica coyuntural de extrema importancia, como lo fue el triunfo de la revolución bolchevique en Rusia en 1917. El éxtasis y la euforia que provocó el nacimiento del primer Estado comunista de la historia, fue poco a poco cediendo paso a la perplejidad al constatar que las masas proletarias del resto de Europa no seguían el impulso revolucionario soviético inicial y no se levantaban contra sus opresores. ¿Qué había sucedido? ¿Porque no se había encendido la llama de la revolución en el resto de estos países? ¿Cuál había sido el freno que detuvo el impulso arrollador del octubre rojo soviético? Los dos intentos calcados de exportar la revolución de los soviets bolcheviques a Europa Occidental después de una efímera existencia, son decididamente aplastados primero en Baviera, Alemania y luego en Hungría, ambos en el año de 1919.

No obstante, junto a Gramsci surge específicamente otro teórico de la revolución preocupado por resolver estas apremiantes inquietudes. Nos referimos a George Lukács comisario de “educación y cultura” de la recién mencionada república de los soviets húngaros. Ambos teóricos dan inicialmente como respuesta al freno contra revolucionario la misma causa: el cristianismo que penetra a las masas proletarias, les da el sustento ideológico para el significado de la vida y el orden social y moral, impidiéndoles de esta manera, abrazar en toda su integridad el materialismo de la doctrina comunista.

Si bien es cierto, la solución ideológica elaborada por Gramsci para superar este gran escollo, es superior y de mayor complejidad al planteamiento de G. Lukács, difiriendo entre ellos solo en los aspectos formales, ambos no obstante, se complementarán teórica y estratégicamente a la perfección. Más aún, es el mismo Lukács quien será encargado como primer director de la Escuela de Frankfurt, de dar inicio a la implementación práctica de las ideas gramscianas. Al respecto, Lukács señala al cristianismo en general como “EL” freno para la expansión de la revolución y específicamente menciona a Jesús impíamente EN PARTICULAR afirmando que: “Hay que bajar a “ese” hombre de la cruz...y humanizarlo”. Objetivo que sería cumplido con creces décadas más tarde por el comunismo staliniano que siguiendo coincidentemente más que conscientemente, la línea gramsciana de penetración cultural, infiltraría a la iglesia católica y “humanizaría” su doctrina por medio de la “teología de la liberación”. Por su parte, Gramsci elabora una estrategia mucho más refinada, intrincada y de largo aliento, pues llega a complementar al mismo tiempo el postulado teórico de su pensamiento, con la acción práctica para concretarlo como ya señalamos, de tal forma, que logra darle una eficacia nunca antes vista al proceso revolucionario. En forma muy esquemática gran parte de su pensamiento “revisionista” sobre la doctrina marxista y de propuestas “originales e inéditas” para la corrección y profundización de sus categorías ideológicas primordiales, se resume en estos seis puntos:

1.- LA DESCRISTIANIZACIÓN DE LAS MASAS PROLETARIAS.

2.- LA RE SIGNIFICACIÓN DEL MATERIALISMO.

3.- LA RE SIGNIFICACIÓN DEL LENGUAJE.

4.- LA REFORMULACIÓN DE LA SUPERESTRUCTURA.

5.- LA RE CONFIGURACIÓN DE LA LUCHA DE CLASES

6.- LA HEGEMONÍA DEL PODER Y LA GUERRA DE POSICIONES.

La articulación del pensamiento revolucionario de Gramsci mencionada más arriba, tiene como inicio la consigna de Marx, que afirma sin dejar duda alguna, “Mi filosofía tiene por punto de partida la abolición resuelta y positiva de la religión. La crítica de la religión es la condición preliminar de toda crítica”. “El opio del pueblo” es decir, la religión -afirma también Marx- es alienación porque en primer lugar, desvía al hombre del único ámbito en donde le es realmente posible la salvación y felicidad, el mundo humano, el mundo de la finitud expresado en la vida social y económica (materialismo). Y en segundo lugar, porque es una invención humana que consuela al hombre de los sufrimientos en este mundo, disminuye la capacidad revolucionaria para transformar la auténtica causa del sufrimiento (que hay que situar en la explotación económica de una clase por otra) y lo más importante...LEGITIMIZA DICHA OPRESIÓN.

En síntesis, la alienación de la religión para Marx que Gramsci conoce a la perfección, consiste en la siguiente argumentación: puesto que la religión orienta la actividad humana fuera de la realidad y de la existencia concreta material del hombre hacia algo que es de por sí irreal, el hombre se desvaloriza a sí mismo y por consiguiente subordina todo el valor de lo humano incluido su origen y destino, a una supuesta realidad espiritual trascendente y divina, que no es más que una invención del hombre. Al respecto, Marx es claro al señalar que “no es Dios quien crea al hombre sino el hombre el que crea a Dios”. Se produce entonces, la postergación y desviación a la solución de lo apremiante de las necesidades materiales de la vida del hombre, hacia un mundo espiritual que no solo carece de sustento real para su existencia en el sentido que es contrario a lo “razonable”, sino que además, es “ilegítimo” en el sentido moral de lo “justo” pues carece de la intención y voluntad de otorgar justicia, igualdad y felicidad plena al hombre en el presente, por medio de una clara determinación de modificar el orden político, social y económico opresor, explotador y culpable. Por lo tanto, la religión en vez de centrar su actividad en aquello que produce el sufrimiento humano para “liberar” al hombre, contribuye a su sometimiento al prometer soluciones en un mundo “irreal”, en un “más allá espiritual” hacia el cual el hombre no trascenderá nunca. De esta forma, lo único que obtiene el hombre es un falso “consuelo” a las penurias que le toca vivir. Finalmente la crítica a la religión se hace más específica y afirma que ésta, se inclina con todo el peso de su autoridad moral, concepción del mundo y la realidad, a favor del orden existente al ponerse de lado de las clases dominantes opresoras justificando de esta forma, la injusticia, la opresión y el sometimiento de las clases desposeídas; por medio de principios teológico doctrinales y morales. Lenin lo expresa en forma categórica afirmando que “todas las formas de religión son órganos de reacción burguesa llamados a defender la explotación de la clase obrera… la opresión religiosa es una de las formas de consolidar la explotación económica”.

Específicamente tres son las ideas propias de la doctrina marxista que Gramsci desarrollará y relacionará de una manera nueva, dándoles un original significado ideológico y ensamblándolas dentro de un nuevo esquema revolucionario del cual nacerá como es lógico, una inédita, refinada, sutil y extremadamente eficiente praxis revolucionaria que logrará alcanzar en pocos años, objetivos estratégicos que durante el modelo revolucionario anterior, se alcanzaron solo parcialmente y que fue imposible sostener en el tiempo por una serie de complejas razones de variada índole. De esta forma, ya maduro el nuevo modelo revolucionario de base gramsciana (eurocomunismo) en las décadas de los 70 y 80, se abandonará el modelo ““soviético bolchevique unipartidista, mono vanguardista, voluntarista, estatal, burocrático, dogmático, vertical, economicista, de revolución de abajo hacia arriba y de revolución en dos pasos” y los totalitarios y sanguinarios regímenes de los “socialismos reales” serán abandonados mediante la simbólica caída del muro de Berlín y 24 horas después de este hito histórico, la mayoría de los partidos comunistas europeos cambiarán su nombre abandonando conceptos claves de la revolución como “trabajadores, socialismo y clase obrera” para auto nombrarse y asumir las nuevas categorías ideológicas gramscianas del neo marxismo y se re nombrarán como “demócratas miembros (ciudadanos) de la sociedad civil”, lo que indica claramente un desplazamiento del eje y los sujetos-objetos de la revolución como veremos más adelante.

Concretamente las tres ideas fuerza marxistas señaladas que Gramsci reformula, son las siguientes:

1.- (NUEVO) MATERIALISMO. Para el materialismo, al no reconocer una causa, superior, distinta y anterior al hombre, transforma a éste, en la suprema realidad del universo. Marx afirma tajantemente; "La filosofía no lo oculta. Hace suya la profesión de fe de Prometeo: "¡En una palabra, odio a todos los dioses!". Y opone esta divisa a todos los dioses del cielo y de la tierra que no reconozcan como suprema divinidad a la autoconciencia humana. Esta no tolera rival". Este pensamiento Gramsci lo acepta sin problema. Sin embargo, tal vez lo más ilustrativo como expresión del materialismo comunista y que Gramsci considera burdo, como de manual de colegio, sean los conceptos de F. Engels quien asegura: “La materia es lo primario y es de por sí en consecuencia, el concepto general”; “la materia es increada”, “la materia es eterna”, “la materia está en permanente movimiento, evolución o autodesarrollo”; “todo es materia”; “el automovimiento se origina por la lucha de las contradicciones que anidan en el seno de la materia” etc. Durante el régimen soviético, la propaganda antirreligiosa llega incluso a los absurdos materialistas más grotescos, que podrían servir perfectamente para el libreto de una tétrica comedia de humor negro. Por ejemplo, “…Nikita kruschev declaraba en 1964 en Budapest: hemos enviado a Gagarín para ver donde podía estar metido el Dios de los creyentes; no encontró nada. La cuestión está terminada.” Por la misma fecha salen en el diario “Le monde”, las declaraciones de la “cosmonauta” Valentina Terechkova, quien afirma que “no es posible aliar convicciones religiosas y pilotaje de aviones supersónicos”. Más adelante señala que “Las Sagradas Escrituras afirman que el reino celestial está situado en el jardín del paraíso en el cielo (sic). Nuestros cosmonautas han efectuado numerosas revoluciones alrededor del planeta y no descubrieron esos jardines celestes”

Volviendo a los conceptos nombrados más arriba y que definen el materialismo ideológico hasta ese entonces, Gramsci establecerá sobre el mismo, el primer punto de inflexión que desde ahora en adelante modificará radicalmente todo el proceso revolucionario. Partiendo por identificar al cristianismo como el freno que impide la concientización ideológica del proletariado, seguirá afirmando que puesto que Europa es cristiana, la gran responsable de la construcción de la identidad cultural y sostén por tanto del orden valórico y socio económico, es la iglesia católica. En efecto, la iglesia es quien transmite el sentido de “TRASCENDENCIA” de la vida y de espiritualidad de la misma. Por lo tanto, frente a este sentido espiritual cristiano de la vida, Gramsci se pregunta cómo antítesis radical... ¿Qué es el materialismo? Y la respuesta que da es la siguiente: “MATERIALISMO ES TODO LO QUE SE OPONE AL ESPÍRITU”.

2.- (NUEVO) ANTICRISTIANISMO: De este modo, Gramsci supera no solo un materialismo burdo y de manual como el descrito, sino que al mismo tiempo, afirma que ese “tipo” de materialismo se había transformado en una especie de realidad externa al hombre, anterior y superior a él, con rígidos principios dogmáticos tal como la irrealidad del mundo espiritual que la iglesia propaga, por lo tanto, le resta toda eficacia para combatir a la religión su principal y mortal enemigo. Es así, que para lograr el objetivo estratégico de una efectiva “descristianización” de las masas (punto 1), para Gramsci pasa por re significar el concepto ideológico del materialismo y codificarlo en función de un nuevo objetivo estratégico como fuente de una nueva praxis revolucionaria y no esgrimirlo como parte de un “catecismo revolucionario” que era enseñado para repetirlo de memoria; lo que lo convertía en prácticamente “letra muerta” (punto 2) y es así que opone a la noción de “trascendencia” de la vida, un nuevo materialismo que se debe expresar en el sentido “inmanente” de la vida. Y siendo ahora el “materialismo inmanente” la categoría suprema que explica toda la realidad, marxismo pasa a ser sinónimo de “inmanencia”, es decir, de un sentido “terrenal” absoluto de la vida en todo orden de cosas. Se infiere además, que ese género supremo de todas las cosas comprende la totalidad de lo existente. Y eso incluye al “lenguaje”. El lenguaje se transforma de esta manera, en un factor de primerísimo orden en la lucha ideológica, tanto así, que Gramsci sugiere la “obligación” de estudiar filología para así resignificar el lenguaje en general y quitarle su sentido de “transmisor cultural” del sentido de “trascendencia y espiritualidad” como principio justificador y ordenador de la vida y dotar en cambio a las palabras, de un sentido de “inmanencia” que reorienten la misma hacia un fin absolutamente terrenal (Punto 3). De esta manera, la negación filosófica de un mundo espiritual superior y anterior al hombre; se debe negar además, en los actos humanos y en el lenguaje como instrumento de “representación de la realidad”. Gramsci tiene presente de esta forma, la consigna de Marx y Engels que afirman que “El arte de crear con la palabra es un instrumento al servicio de la revolución”.

En síntesis -tanto para Marx como para Gramsci- la religión es el principal impedimento para la vida plena del hombre en la tierra. Al respecto Gramsci afirmará ya en el inicio de sus estudios sobre la religión; que “el hombre moderno puede y debe vivir sin religión, y yo entiendo sin religión revelada, o positiva o mitológica, o como se quiera. Este punto me parece todavía hoy la mayor contribución a la cultura mundial de los intelectuales italianos modernos; me parece una CONQUISTA CIVIL que no debe ser perdida”.

Finalmente, debemos decir que este nuevo enfoque de la lucha antirreligiosa, lo obtiene Gramsci no profundizando el marxismo ateo. Su formación ideológica comunista “tradicional” ya estaba completada y cerrada. Había viajado a la URSS y entablado contacto con Lenin, Trotsky y Stalin, los grandes prohombres que gestaron la revolución bolchevique de 1917. Sino estudiando en primer lugar, a la iglesia y el rol que le cupo en la formación de la Civilización Occidental a la que le dio su impronta y nombre... Cristiana. En consecuencia, es lógico que afirme con absoluta seguridad, que “El mundo civilizado ha sido saturado de cristianismo durante dos mil años”. Y que infiera desde allí una nueva forma de guerra revolucionaria: “Por ello, una tal cultura, basada en tal religión, sólo puede ser vencida desde dentro.” Este es el punto de partida del que se origina el impulso que orientará en segundo lugar, la necesidad de estudiar y profundizar la teoría marxista y el materialismo. Y de allí saldrá su reformulación ideológica del “materialismo inmanente”, su nuevo concepto de superestructura, de la nueva “formalidad” de la lucha de clases, y por último, la hegemonía cultural como sustento del poder político y la necesaria guerra de posiciones como movimiento táctico tendiente a lograr el objetivo de alcanzar posiciones de poder de hegemonía ideológica cultural, cuyo fin último; es el desplazamiento y la sustitución de la creencia cristiana dominante, por un nuevo comunismo radical, despojado de todo materialismo “dogmático”, mecanicista, mesiánico y economicista, que será desarrollado en profundidad más tarde por la Escuela de Frankfurt y específicamente por los teóricos franceses.



3.- (NUEVA) LUCHA DE CLASES. Para el marxismo la lucha de clases viene a ser el motor de la historia. Por lo tanto, la clave de la historia está en el conflicto que se produce entre clases opresoras y clases oprimidas. La vida humana además, en su totalidad se explica, justifica, desarrolla, adquiere sentido, valor y finalidad, de acuerdo a la naturaleza de las relaciones de explotación económica mediante las cuales el hombre satisface sus necesidades. Sin embargo, el origen y la naturaleza de ese conflicto vital fue reformulado por Gramnsci y marca el segundo gran punto de inflexión que este ideólogo provoca en la teoría marxista. En efecto, para Marx el desarrollo de toda sociedad depende de la relación entre la infraestructura y la superestructura. Para Marx, la infraestructura es todo el conjunto de materiales y relaciones económicas de producción (economía), que vienen a ser los fundamentos del funcionamiento y desarrollo de la sociedad y al mismo tiempo; el soporte que condiciona los componentes de la superestructura, es decir, en la superestructura se encuentran como resultado o producto de la infraestructura, el Estado capitalista y sus instituciones, la familia, la iglesia (cristiana por supuesto), las universidades, el sistema político demócrata burgués, etc. En otras palabras, sobre el sistema de propiedad capitalista se levanta todo el sistema de relaciones sociales, por lo tanto, es en primer lugar la relación social de la producción económica la que explica todo el andamiaje del resto del entramado político, ideológico, social y el conjunto de ideas y creencias de tipo religioso, jurídico y filosófico, entre otras. Por lo tanto, el triunfo de la revolución para Marx está en la expropiación y el control por parte de la clase obrera de los medios de producción y el quiebre de la economía capitalista y las instituciones que la sostienen en la infraestructura (bancos, FF.AA. policía, etc.) y que son la fuente del poder de la clase burguesa y como resultado de este “quiebre y expropiación” de la economía y los medios de producción en la mencionada infraestructura, la superestructura terminará derrumbándose al no existir ya la base que es su sustento. El gran hito estratégico del antiguo modelo revolucionario entonces, que es el requisito fundamental para el triunfo de la revolución y la transformación de una sociedad demócrata burguesa a una de “clase y socialista”, lo constituye el cambio “por la fuerza revolucionaria” de una economía capitalista a una comunista. Y este cambio por supuesto solo es posible por medio de la implementación de una de dos estrategias o la combinación de ambas. La “vía armada” al poder por medio del aparato militar del Partido Comunista o la “vía democrática” donde las armas están subordinadas al “proyecto democrático” y se usan para corregir o acelerar el proceso revolucionario de toma definitiva del poder. En síntesis, la máxima teórica que explica la razón de ser y la dinámica de este modelo antiguo revolucionario es “quien controla la economía controla la ideología”. Pero para Gramsci la toma del poder político es su preocupación central y el motivo que guía todas sus disquisiciones ideológicas, por lo que de su reformulación de la superestructura nacerá la consigna “quien controla la cultura controla la ideología” como veremos en seguida.

Si Trotsky, F. Engels -y con ellos otros teóricos del antiguo modelo revolucionario- siguiendo rigurosamente a Marx sostiene el primero que: “Las ideas religiosas, como las demás, nacen en el terreno de las condiciones materiales de la vida”. El segundo por su parte afirmará que “Así como Darwin descubrió la ley del desarrollo de la naturaleza orgánica, Marx descubrió la ley del desarrollo de la historia humana: el hecho, tan sencillo, pero oculto bajo la maleza ideológica, de que el hombre necesita, en primer lugar, comer, beber, tener un techo y vestirse antes de poder hacer política, ciencia, arte o religión”. Por su parte, Gramsci diferirá substancialmente de todos ellos y sostendrá que;

1.- No se debe absolutizar el rol de la economía como el único y más importante campo revolucionario, pues no siempre la naturaleza de las ideas religiosas u otras, junto con los cambios sociales, políticos, ideológicos e históricos están determinados por la modificación en la naturaleza de las condiciones materiales de la vida social o lo que es lo mismo, en las relaciones de explotación y producción económicas. El orden social entonces, no está subordinado ni mucho menos nace de la naturaleza de la propiedad capitalista u otra, sino de la naturaleza de las ideas hegemónicas dominantes.

2.- Niega que la relación entre “infraestructura y superestructura” sea de causa y efecto. Es decir, que la existencia de una infraestructura económica sea la causa única y necesaria, del origen de una superestructura “político-ideológica”. De esta forma invierte los factores y pone el acento de la revolución en una nueva jerarquía…desde arriba hacia abajo, de la superestructura a partir del ambiente de la cultura hasta llegar a la infraestructura y todas sus expresiones formales siendo las últimas las económicas y político estatales.

De esta forma, Gramsci revaloriza la superestructura que en Marx es secundaria y accidental y establece una nueva guerra de clases no ya de naturaleza económica ni en la infraestructura; y lo hace, bajo la interacción de dos grandes instituciones de la superestructura a las que les otorga un original papel: la sociedad política y la sociedad civil.

Es así que la sociedad civil está constituida por “la totalidad de los organismos que comúnmente se denominan privados”. Estos organismos como la iglesia, la escuela y todos los medios de expresión cultural, son los que difunden el pensamiento “hegemónico doctrinario” y su rol es precisamente establecer dicha hegemonía de las clases dominantes sobre la sociedad en su conjunto, logrando de esta forma, la adhesión y el control de las masas a una determinada concepción del hombre, el Estado, el gobierno, ciertos valores afines y la misma estructura social, pues “enseñan a pensar” y reproducen por medio de la cultura, las categorías del pensamiento necesarias para en función de una determinada concepción de la realidad (espiritual-trascendente) justificar y sostener el orden establecido.

Por su parte, la sociedad política está constituida por todas aquellas instituciones “públicas” necesarias para sostener “coercitivamente” esto es por medio de la fuerza legal, el orden establecido. Es decir, componen la sociedad política entre otras instituciones, los tribunales de justicia, las FF.AA. y la policía. Gramsci determina que a la sociedad política le corresponde “La función del ‘dominio directo’ o del mando, que se expresa en el Estado y en el gobierno ‘jurídico’. De tal modo, que el rol de “coacción por el uso legal de la fuerza” que le corresponde a la sociedad política, es en función de complementar o asegurar el rol “hegemónico doctrinario” de las instituciones de la sociedad civil. Para Gramsci “entre la base económica y el Estado con su legislación y su aparato coercitivo, se encuentra la sociedad civil” y es precisamente en el seno de la sociedad civil donde se produce la confrontación de las ideas que definirán el rumbo de la misma. En consecuencia, quien logre vencer en esta disputa ideológica, logrará crear una sociedad a “su imagen y semejanza doctrinaria”.

De esta manera, como ya lo hemos mencionado, se producen una serie de modificaciones cardinales en la esencia misma del proceso revolucionario, en su forma tradicional de dinámica de la praxis, en el sujeto-objeto de la revolución y en la superación de la “lucha de clases” por una nueva forma de guerra social. Algunas de estas innovaciones más importantes son las siguientes:

  1. El eje de la revolución es desplazado desde “una clase social” –el proletariado- a la sociedad “civil” en su conjunto y de la cual la clase obrera forma parte. Y junto con la cual además, el proletariado recibe el mismo adoctrinamiento ideológico por parte de las instituciones de sociedad civil. Por lo tanto, se hace imperativo la “liberación” de la sociedad en su conjunto para liberar por medio de este amplio e integral proceso revolucionario, a la clase obrera en particular. Ya no se trata entonces de liberar en primer lugar a una clase social…el proletariado, de la explotación económica; sino de liberar al conjunto de la sociedad civil de la “opresión cultural” que le imponen las instituciones culturales y que genera y sostiene el modelo económico opresivo.

  2. El obrero es desplazado del eje de la revolución en cuanto sujeto y objeto de la misma y la economía deja de ser por antonomasia el campo revolucionario de la teoría y praxis del proceso de liberación del hombre. En su reemplazo, surge el “ciudadano” como ente social básico de la sociedad, el cual es determinado por el contexto cultural que le es impuesto desde “arriba” por las instituciones del poder hegemónico de la sociedad civil. El medio ambiente cultural de esta forma, pasa a ser en nuevo campo donde se debe desarrollar toda la dinámica y las categorías ideológicas del nuevo modelo revolucionario.

  3. Por medio de este nuevo materialismo inmanente el hombre “ciudadano” debe tomar conciencia en primer lugar, no de su clase; si no de sí mismo y su realidad. De esta manera, el primer ejercicio revolucionario es la “auto emancipación” cultural condición sine qua non para la consecuente “autodeterminación” política que debe ir desde el plano personal al colectivo. En este sentido se entienden las nuevas categorías sexuales, homosexualismo, lesbianismo, etc.; la política de género; el indigenismo; el empoderamiento de la mujer y el feminismo entre muchas otras nuevas prácticas revolucionarias. Esta dimensión subjetiva de la praxis revolucionaria por parte de los agentes subversivos de la revolución, será profundizada por la Escuela de Frankfurt y llevada a sus últimas expresiones filosóficas por los teóricos deconstruccionistas franceses.

  4. La guerra de clases se transforma en una “guerra social” total que encubre bajo las formas de “sociedad política” a las clases adineradas –la burguesía- y en la “sociedad civil” a las clases asalariadas –el proletariado- es así que el triunfo de la revolución ya no pasa por una confrontación directa de clases determinada por el control de los medios de producción económicos; sino por el control de los medios de transmisión cultural que moldean la realidad que el ciudadano vive cotidianamente y asimila como buena, legítima y verdadera de acuerdo a las categorías del pensamiento que explican su “propia” naturaleza, el orden socio-económico, la moral que debe practicar, la naturaleza del gobierno que lo rige y las instituciones por medio de las cuales desarrolla la particularidad de su “ser”.

De esta manera, Gramsci diseña una nueva estrategia revolucionaria y sentencia que “la única forma que tenemos para hacernos del poder como comunistas, no es lo que hizo Marx. Nosotros debemos infiltrarnos en la sociedad, infiltrarnos dentro de la iglesia, infiltrarnos en la comunidad educativa, lentamente e ir transformando y ridiculizando las tradiciones que se han sostenido históricamente, a fin de ir destruyéndolas y formando la sociedad que nosotros queremos”. Por su parte, Charles A. Reich abogado, profesor y activista homosexual norteamericano, siguiendo rigurosamente a Gramsci y amplificando sus ideas dirá en su obra “The Greening of América” (1990): “Hay una revolución en marcha. No será como las revoluciones del pasado. Su punto de partida será la cultura y su objetivo el individuo; y como acto final, el cambio de la estructura política. No necesitará violencia para triunfar ni la violencia podrá detenerla. Es la revolución de la ‘Nueva Generación’”. Finalmente en lo que respecta a nuestro país, el partido socialista chileno en su proceso de renovación ideológica a comienzos de la década de los 80, sigue rigurosamente la nueva matriz teórico-revolucionaria gramsciana, prácticamente citando a Gramsci literalmente palabra por palabra, y se autoimpone como objetivo estratégico ser “en lo cultural, un partido que promueve la superación de aquellos sistemas de valores más reaccionarios y atrasados de la sociedad civil”. Estableciendo que “esta finalidad sitúa al partido más allá de su función estrictamente política, para insertarlo como SUJETO CULTURAL en el complejo mundo de la llamada sociedad civil. En dicho sentido, asume especial importancia el permanente proceso de transformación CULTURAL que la acción socialista deberá impulsar mediante una estrategia que contemple la apropiación de los más modernos instrumentos y conocimientos de la comunicación cultural. (…) Lo que es necesario subvertir, en consecuencia, son los grandes problemas representados por una concepción del mundo, de la familia, de la mujer, de la sexualidad, del tiempo libre, de la diversidad, etc., que son los fundamentos mentales de la vieja sociedad”. (2)

Finalmente, para terminar esta breve exposición de algunos elementos fundamentales del pensamiento gramsciano, que constituye una de las fuentes más importante de la renovación ideológica marxista, diremos que el ciclo de la articulación revolucionaria de su teoría, se cierra con la segunda inversión de factores que nace como consecuencia lógica de la primera inversión señalada más arriba y que se ubica como dijimos, en la relación entre infraestructura y superestructura: la revolución de arriba hacia abajo y no ya de abajo hacia arriba. Esta nueva inversión por su parte, modifica de suyo el orden y el objetivo estratégico de las etapas del proceso revolucionario y el carácter de las fuerzas revolucionarias y fue perfeccionada más tarde por el amigo y camarada de Gramsci; Palmiro Togliatti. El otro gran teórico y líder del Partido Comunista italiano. De esta forma, si en el antiguo modelo revolucionario la conquista del Estado es el objetivo prioritario, en este nuevo modelo; su conquista será no solo la parte final que cierre todo el proceso revolucionario, sino que además, dicha conquista no será ejecutada por la vía armada al poder; sino por un largo proceso de transformación de las categorías del pensamiento dominante que dividirá la revolución en tres etapas. Esto no significa que la “violencia” no esté “presente” o haya sido descartada en este nuevo modelo revolucionario. Recordemos que para el comunismo según Marx; “La violencia es la partera de toda sociedad vieja preñada de una nueva”. Simplemente la violencia revolucionaria se exteriorizará como era de esperar, bajo las específicas formalidades de este nuevo modelo y se manifestará como siempre, cuando sea necesario, corregir, acelerar el propio proceso revolucionario o desarticular las filas o la hegemonía el adversario, que impiden el avance o el cierre de atapas revolucionarias. Como hemos visto en los “alzamientos populares” (pseudos estallidos sociales) del año pasado primero en Ecuador, después en Chile y Colombia y este año en USA; donde aún continúan bajo el aspecto y el nombre de “guerra molecular” surgida de la “mismísima sociedad civil” y sus organizaciones y no ya como la VISIBLE guerrilla para militar de las organizaciones guerrilleras como brazo armado del Partido Comunista, como ocurría en el antiguo modelo revolucionario. El Partido Socialista chileno es claro en este punto y afirma ya a principios de los años 80, que “inserto como sujeto cultural en la sociedad civil” (…) el debate político-cultural al interior del partido tenderá a salir hacia afuera de la organización. Esencialmente por dos razones: porque no es un partido de conspiradores NI ES APARATO MILITAR”.

Retomando el punto anterior sobre la revolución en tres etapas, lo afirmado no significa que la revolución se ejecute en tres pasos; sino que la revolución concebida como tal por Lenin; esto es, como “EL PROCESO DE TRASPASO DEL PODER”, será un proceso evolutivo, marcado por un movimiento creciente en “magnitud horizontal” y de “contenido subjetivo” de CREACIÓN de poder HEGEMÓNICO, que como ya señalamos, mediante una lenta e imperceptible revolución cultural en una primera etapa, divulgará las nuevas categorías del pensamiento, en específico; sobre el origen, naturaleza, valor, sentido y fin del hombre, de la naturaleza y objeto del conocimiento humano, la sociedad, el gobierno y el Estado. Consolidadas estas nuevas categorías ideológicas, como es natural; se producirá en una segunda etapa, una revolución social que “normalizará” por las costumbres, las conductas morales y la creación de una nueva institucionalidad y un nuevo ordenamiento social, las categorías indicadas. Para finalmente conquistar el poder total por medio de una revolución política, que dará la sanción político-jurídico-administrativa definitiva al nuevo poder hegemónico o mejor dicho, a la “nueva sociedad” que logró precisamente ese “poder hegemónico”, lo reiteramos una vez más... crear a su imagen y semejanza.

De esta manera, la acumulación de fuerzas revolucionarias según Gramsci -como ya señalamos- modifica radicalmente su naturaleza y fin y es el resultado lógico de la creación de este NUEVO poder HEGEMÓNICO que viene a ser el corolario de la teoría del poder de Gramsci. Debemos precisar acá, que el concepto teórico de hegemonía o si se quiere de “poder hegemónico”, no es original de Gramsci sino de Lenin. Y es el mismo Gramsci quien reconoce que: “El principio teórico-político de la hegemonía (...) es la mayor contribución teórica de V. Ilich a la filosofía de la praxis”. En otro pasaje de una de sus obras, reafirmó esta idea: “Es posible afirmar que la característica esencial de la filosofía de la praxis más moderna (refiriéndose a Lenin) consiste en el concepto histórico-político de hegemonía”. Con esta aclaración, ilustramos lo afirmado al comienzo de este análisis. Que en lo fundamental, el proceso de renovación ideológica del marxismo, consiste por un lado, en volver a sus fuentes teóricas originales para la corrección y profundización de sus categorías ideológicas primordiales y no el abandono de ellas y por el otro, sumar categorías ideológicas de otras fuerzas revolucionarias como la social democracia y el anarquismo, que demostraron su eficacia para alcanzar objetivos revolucionarios. Reiteramos aquí además, lo que Gorbachov puntualiza en este sentido en su libro Perestroika: “que no se equivoquen algunos. Las reformas que hemos implementado no son para dejar de ser socialistas sino para profundizar nuestro socialismo”. En la misma línea, el historiador soviético Kiva Maidanik entrevistado por la ideóloga comunista chilena Marta Harnecker sobre el significado del proceso político que inició la perestroika y que ella denomina como una “nueva revolución dentro de la revolución”, afirma dicho historiador que este proceso significa “¡Más socialismo!”, esta es la idea principal, el hilo conductor del proceso. Se trata de la ofensiva general e inmediata del socialismo”.

En resumen, La inversión de factores que surge de la concepción teórica del poder hegemónico de Gramsci, que como ya señalamos, invierte a su vez las etapas del proceso revolucionario jerarquizándolas a partir de nuevos objetivos estratégicos, difiere substancialmente del modelo revolucionario antiguo en su matriz leninista por las siguientes razones.

1.- En el antiguo modelo revolucionario la interpretación y el contexto que Lenin le otorga al concepto teórico de hegemonía, están implícitamente relacionados con el concepto teórico de vanguardia que se le atribuye al partido Comunista. Es decir, la hegemonía está supeditada a una estrategia que consiste en una amplia alianza de fuerzas político formales ya estructuradas como tales y lideradas por el partido como “vanguardia” opositora al poder constituido. Cuando ello ha ocurrido…la hegemonía se ha construido. Es decir, la hegemonía leninista es completamente político-formal. Lenin es claro al respecto; "No sólo podemos -afirma Lenin- sino que debemos dirigir de cualquier forma esa actividad de los diversos grupos de oposición si queremos ser vanguardia".Nosotros debemos asumir la organización de una amplia lucha política bajo la dirección de nuestro partido”.

2. El objetivo estratégico que persigue la hegemonía leninista, es la acumulación de fuerzas revolucionarias para que el partido comunista como vanguardia del proceso revolucionario, conquiste el poder político absoluto, teniendo como condición sine qua non previa, la conquista del Estado, para instaurar desde allí la “dictadura del proletariado” y a continuación construir una sociedad socialista como estadio anterior necesario e inevitable del definitivo régimen comunista de dirección y control socio político jurídico a cargo de la clase proletaria. Nuevamente Lenin es explícito "La dictadura del Proletariado, afirma, es una lucha tenaz, cruel y terrible, violenta y pacífica, militar, económica, pedagógica y administrativa, contra las fuerzas tradicionalistas de la vieja sociedad" y continua diciendo: "Bajo la Dictadura del Proletariado, será preciso reeducar a millones de campesinos y pequeños propietarios, intelectuales burgueses, subordinando a todos a la dirección del proletariado".

3.- La hegemonía de Lenin entonces, opera en este sentido… liderando las fuerzas de oposición dentro de la formalidad política partidista, ya sea al interior del sistema democrático burgués mediante un proyecto político o desde fuera del sistema político formal, con la conspiración de fuerzas paramilitares del partido comunista para derrocar al gobierno o con una combinación de ambas. Lo que se conoce y señalamos más arriba, como las estrategias de “vía pacífica o democrática”, donde las armas están supeditadas al servicio del proyecto político “democrático” para corregir o acelerar el proceso de asalto definitivo al poder y la “vía armada al poder” donde las armas son lo proponderante. En esta última, las armas y la estructura militar del partido persiguen por medio del terror y la violencia explícitas, forzar el cambio de la institucionalidad vigente, a partir de un quiebre en la correlación de las fuerzas revolucionarias y las fuerzas político ideológico institucionales sobre las cuales descansa el poder del régimen estatal gobernante. Especial significación tuvo y tiene todavía en él presente, aunque dentro de un contexto histórico ideológico revolucionario distinto; la infiltración y división de las FF.AA para neutralizarlas como garantes del sistema político imperante, sumando parte de sus filas en forma directa al proceso revolucionario de toma del poder, de tal forma de producir el quiebre en la correlación de las fuerzas mencionada. Trotsky señala al respecto: “la guerra revolucionaria no es CONTRA las FF.AA sino por el CONTROL de las FF.AA”.

4.- Por último, el orden leninista de las etapas del proceso revolucionario desarrollado en función de alcanzar un poder hegemónico, como se infiere claramente de lo hasta aquí señalado, consiste en;

A) La creación de fuerzas políticas formales partidistas propias, de las cuales la más importante es el Partido Comunista que se considera a sí mismo como la fuerza política consiente y organizada de la clase proletaria y como tal; la única vanguardia que debe conducir “siempre” el proceso político y la guerra revolucionaria.

B) La premisa doctrinaria “todas las formas de lucha son válidas” que nace de la absoluta subjetivación de la moral comunista, sumada a la firme convicción ideológica de la que la burguesía no entregará jamás el poder de manera “pacífica”; constituyen el sustento teórico para la creación de un aparato militar propio, que funciona desde fuera del partido como brazo armado del mismo. Por lo tanto, dicha necesidad de contar con una organización guerrillera paramilitar, se debe contar dentro de las estructuras de organización formal del partido. Y esta formalidad es en el doble sentido de; primero, la “formalidad” en la creación militar de cuadros combatientes profesionales dado el objetivo de los mismos; esto es, para el combate “simétrico armado” contra las fuerzas de orden y segundo, en la naturaleza “formal” de la violencia aplicada a otros objetivos; es decir, “violencia guerrillera subversiva asimétrica”.

En cambio, la nueva teoría del poder hegemónico gramsciano pone el acento en los siguientes aspectos:

1.- Desde el punto de vista del carácter de la interpretación de dirección político ideológica que Lenin le otorga al concepto teórico hegemonía, en el nuevo modelo revolucionario se trata de mantener la misma interpretación leninista de hegemonía en el sentido de dirección de las fuerzas revolucionarias, pero transferido ahora a otro contexto ideológico, otras fuerzas revolucionarias, otra praxis revolucionaria y otros agentes subversivos de la revolución. Es decir, se aplica no al aspecto formal de la estructura política partidista demócrata burguesa, sino a lo que Gramsci denomina como una de las dos instituciones de la superestructura; esto es, la sociedad civil. Es decir, la capacidad de dirección político ideológica moderna según Gramsci, está determinada no por el objetivo de acumular fuerzas partidistas políticas formales y liderarlas como vanguardia partidista (PC), para después ejecutar el asalto definitivo al poder y conquistar el Estado. Puesto que la opresión social que redunda finalmente en la explotación económica, tiene una matriz cultural determinada por el sentido trascendente y espiritual de la vida, específicamente en Occidente por el cristianismo, se deben crear fuerzas político culturales revolucionarias, dentro de las instituciones de la sociedad civil con el objetivo de desplazar en ella la creencia cultural valórica dominante y reemplazarla por la concepción inmanente de la vida. Cuando eso ha ocurrido…el poder hegemónico cultural se ha construido. Es decir, la hegemonía gramsciana es completamente “socio cultural” y de movimientos y no “partidista” y de posiciones inamovibles.

2.- Y aquí está la inversión de las etapas del proceso revolucionario que hace Gramsci; la dirección hegemónica socio cultural aspira a crear; primero, una sociedad socialista para en seguida conquistar el Estado. Se debe primero conquistar la sociedad, modificar su matriz cultural e ideológica, modificar su estructura orgánica y modificar la “conciencia” de los sujetos que la conforman de acuerdo a dicha matriz, para de esta forma producir la desalineación-autoemancipación y la liberación definitiva del hombre del sentido trascendente de la vida y del sistema político cultural dominante. Esta subjetivación radical de la política, es la que recoge, asume y desarrolla Guattari, llevándola a sus últimas consecuencias por medio de su “micro política del deseo”, sin mencionar jamás; que dicha estrategia pertenece a Gramsci. Cobran importancia entonces en este modelo de “creación del poder hegemónico” como agentes revolucionarios de acumulación de fuerzas, no ya los partidos políticos, sino los “movimientos sociales” y grupos políticos “formalmente no vinculados a ningún partido” adscritos no a una “ideología” sino a los intereses de los “ciudadanos y la sociedad civil”. Grupos como el M.A.S chileno, boliviano y de otros países, dan cuenta de esta nueva lógica estratégica como su mismo nombre lo indica… “MOVIMIENTO AL SOCIALISMO”. Debemos reiterar aquí por su importancia fundamental, que de esta premisa estratégica gramsciana de la teoría de la “subjetivación de la política” (relacionada con el empoderamiento y otras categorías) que han desarrollado pensadores como Norbert Lechner y el ya citado Guattari entre otros. Reiteramos que es importante tenerla siempre presente, pues marca el traspaso del “hacer político”, “del poder” y de la “representatividad política por delegación”; desde el partido político que pertenece de acuerdo a su estructura formal AL ANTIGUO MODELO REVOLUCIONARIO, hacia las “vocerías” de las “asambleas de los “organismos apolíticos de la sociedad civil”. Es así, que del militante partidista se va al ciudadano, de los mismos y ya anacrónicos partidos políticos, a los movimientos sociales, de los organismos estatales de dirección y organización social ministerial a las ONG`s (organismos NO GUBERNAMENTALES), etc.

3.- Queda por resolver el problema de la dirección y control hegemónico del nuevo proceso revolucionario. Es decir, el de la vanguardia, unido indisolublemente en Lenin y Gramsci a la capacidad de crear el necesario poder hegemónico que permita el quiebre de la correlación de fuerzas y el triunfo de la revolución. Aquí viene un tercer punto de inflexión decisivo sobre la doctrina marxista que sin embargo, no lo aportará Gramsci, sino su amigo de juventud y camarada P. Togliatti. Este político comunista italiano continúa la obra de Gramsci y con su re formulación teórica de la vanguardia, se puede decir que termina por cerrar el complejo esquema gramsciano de la reformulación de las fuerzas revolucionarias, de la lucha de clases y de la nueva praxis revolucionaria. Es así, que partiendo de la sentencia gramsciana que afirma que “La conquista del poder cultural es previa a la del poder político y esto se logra mediante la acción concertada de los intelectuales llamados “orgánicos” infiltrados en todos los medios de comunicación, expresión cultural y universitarios”; se infiere por tanto de esta misma sentencia, la necesidad de crear múltiples frentes de acción revolucionaria, que tienen como objetivo desplazar los criterios culturales del poder ideológico dominante –impuestos por la “sociedad civil”- desplazamiento reiteramos, que debe hacerse en y desde las mismas instituciones privadas de la “sociedad civil”: escuelas, institutos, universidades, ministerios de educación, etc. y de todos los medios de transmisión cultural: cine, teatro, periódicos, literatura, arte, etc. Se entiende así, este desplazamiento como un movimiento táctico que Gramsci define como una “guerra de posiciones”. La que tiene como fin estratégico, reemplazar finalmente dichos criterios por nuevos “paradigmas” acordes a un nuevo principio como norma cultural, en este caso según Gramsci, emanado del sentido terrenal inmanente absoluto de la vida en oposición al sentido trascendente.

Ante este distinto, original y fértil campo revolucionario, Togliatti siguiendo los lineamientos teóricos de Gramsci, se plantea no tanto la unificación de las fuerzas revolucionarias bajo una vanguardia. Unidad que siempre la ha dado de por sí, los principios teóricos y la adhesión irrestricta a la ideología en sí misma; sino que se plantea la ejecución de la nueva praxis revolucionaria en el sentido de que por medio de ella, se debe crear el poder hegemónico necesariamente dominante, pero ahora teniendo en consideración la multiplicidad y diversidad de los campos revolucionarios sobre los que se deben divulgar los “nuevos paradigmas culturales” orientados a la creación del poder hegemónico. Frente a este extenso y variado campo de praxis revolucionaria, Togliatti elabora una solución extremadamente pragmática y ante el cuestionamiento por la construcción y dirección de este “nuevo socialismo eminentemente de penetración y creación CONTRA cultural” bajo una necesaria dirección vanguardista, dictamina que “Allí, donde se está construyendo el socialismo, ALLÍ está la vanguardia”. De esta manera, si en el antiguo modelo revolucionario existe una sola vanguardia cuya prerrogativa es exclusiva del partido comunista y su objetivo es el de divulgar un nuevo orden económico y político, conquistar el Estado y desde allí crear un nuevo orden político, económico, social y jurídico; el nuevo modelo revolucionario será poli vanguardista y el rol de “las vanguardias” será el de imponer un nuevo principio ideológico justificador, validador y ordenador de la realidad humana a partir de la sociedad, en la sociedad y para la sociedad, en todas las áreas de creación y trasmisión cultural. Gramsci puntualiza esta nueva estrategia revolucionaria con un mandato perentorio: “Tomen la educación y la cultura, y el resto se dará por añadidura”. De esta forma, la revolución ya no se ejecuta en dos pasos, es decir; primero crear fuerzas revolucionarias, segundo conquistar el Estado y desde allí construir el socialismo. Ahora la revolución reenfocada en su objetivo estratégico; simplemente en un solo paso, CREA EL SOCIALISMO por medio de la praxis cultural actuando directamente sobre la sociedad. De esta forma, se imprimen tres nuevas características exclusivamente gramscianas a este nuevo modelo revolucionario, de revolución de arriba hacia abajo, ser poli vanguardista y de revolución en un sólo paso.

Por su parte, con la liquidación del rol de vanguardia del partido comunista y el desplazamiento del eje de la revolución de una clase social a la sociedad en su conjunto, la “vía italiana al socialismo” se transforma en un polo de conflicto al interior del movimiento comunista internacional y Togliatti pasa a ser calificado como un “renegado revisionista”. Aunque en rigor, Togliatti no hace más que seguir el camino de “desestalización comunista burocrático estatal” iniciado por Jruschov, quien formula la tesis de que “cada país, dado que tiene sus propias condiciones específicas, debe construir también un socialismo específico”. No obstante, la teoría polivanguardista que es complemento del pensamiento de la nueva praxis revolucionaria gramsciana, termina por irse abriendo camino y junto al Partido Comunista Francés, más la Liga de los Comunistas de Yugoeslavia, se crea un centro revisionista del marxismo-leninismo que bajo la teoría del “policentrismo” relega al partido comunista soviético de rol director exclusivo de la revolución, a un centro más de propagación del marxismo. De esta forma, este nuevo núcleo de especulación y revisión ideológica, pretende transformarse en un centro dirigente a cuya cabeza debería figurar el Partido Comunista Italiano con P. Togliatti. Es así que en esta línea de revisión y autocrítica fuera del centro hegemónico del PC soviético, la Liga de los Comunistas de Yugoeslavia declara en su “programa revisionista” de 1964: “El punto de vista de que los partidos comunistas tienen el MONOPOLIO, EN TODO, del desarrollo hacia el socialismo y que el socialismo solo se expresa en ellos y a través de ellos, teóricamente no es justo y en la práctica muy dañino. Y agrega también… “la Liga de los Comunistas de Yugoeslavia considera como un DOGMA LA PROCLAMACIÓN DEL MONOPOLIO OBSOLUTO DEL PARTIDO COMUNISTA EN EL PODER POLÍTICO COMO PRINCIPIO UNIVERSAL Y PERPETUO DE LA DICTADURA DEL PROLETARIADO Y DE LA EDIFICACIÓN SOCIALISTA”. En la misma línea el partido comunista francés en su XXVII congreso declarará que: “ha rechazado la idea de que la existencia de un solo partido es la condición indispensable para pasar al socialismo”. Sin embargo, P. Togliatti “ya en la reunión del CC del PCI, el 24 de junio de 1956 había dicho: podemos notar, en efecto, una tendencia hacia el socialismo y una orientación más o menos clara hacia reformas y transformaciones económicas de tipo socialista también en los países donde los partidos comunistas no solo no forman parte del poder, sino que algunas veces no son tampoco una gran fuerza…” Finalmente en el XVIII congreso de la internacional socialista realizado en 1989 en la ciudad de Estocolmo en el mes de junio, cinco meses antes de la caída del muro de Berlín, hito histórico que terminó por sepultar definitivamente el antiguo modelo revolucionario unipartidista; en su declaración de principios se concreta la condena en bloque y sin ambages, del “desviacionismo” del partido comunista. En el párrafo 75 de dicha declaración se afirma que: “El comunismo ha perdido el “atractivo” que tuvo en ciertos momentos –tras la revolución de octubre o durante la lucha antifascista- para una parte del movimiento obrero o para algunos intelectuales.

Los crímenes del estalinismo, las persecuciones masivas y la violación de los derechos humanos, así como sus problemas económicos “sin solución”, han erosionado la imagen del comunismo como alternativa al socialismo democrático o como modelo para el futuro”.

Por su parte, en nuestro continente, específicamente en Argentina, “Ya a comienzos de la década del 60, un grupo de jóvenes intelectuales integrantes del PC, entre los que se encontraban Juan Carlos Portantiero, Oscar del Barco y el propio Aricó, serán quienes rompan lanzas con su maestro Agosti y con la organización que los cobijaba y decidan fundar en Córdoba una revista trimestral que desde su nombre mismo evidenciaba una clara filiación gramsciana. “Pasado y Presente” saldrá a la calle en abril de 1963 y a poco de difundirse, forzará la EXPULSIÓN del grupo del PARTIDO COMUNISTA ARGENTINO. El editorial de su primer número, escrito y firmado por Aricó, explicitaba la emergencia de una “nueva generación” que concebía al marxismo como “conciencia crítica de la acción transformadora” y expresión de una “verdadera crisis del pensamiento dogmático”. La dirección del PC denunciará como provocadores a estos jóvenes “renegados”, afirmando que no resultaba lícito “un marxismo fuera del marxismo-leninismo”. Su definitivo alejamiento de esta organización será el puntapié para que este grupo se constituya como una referencia fundamental de irradiación de las ideas de Gramsci en Argentina y América Latina”.

De esta manera, a partir de la nueva codificación del materialismo que hace Gramsci, reiteramos una vez más, nace una nueva y amplia teoría y praxis revolucionaria enfocadas hacia nuevos objetivos, puesta en práctica por nuevos agentes subversivos y dotados todos ellos de una “flexibilidad de movimientos e independencia extraordinarias” gracias a la inferencia poli vanguardista de Togliatti. En consecuencia, se produce el abandono del dogmatismo doctrinario materialista; la renuncia a la construcción de un orden socio político fundado en el economicismo comunista de control de los medios de producción; la liquidación de la unidad indisoluble entre el rol de vanguardia y hegemonía exclusivos del partido comunista; la renuncia al principio teórico de que la construcción del socialismo pasa necesariamente por la instrumentalización y dirección de un partido único; el abandono del objetivo teórico estratégico de que la conquista del Estado es condición prioritaria y paso inevitable para construir una sociedad socialista; el fin del rol del proletariado como sujeto-objeto de la revolución; entre otros muchos aspectos que sería largo enumerar. Y en su reemplazo, se retoma la subjetivación radical del utilitarismo, el existencialismo y el pragmatismo en aras de esta nueva teoría y praxis revolucionarias. En consecuencia, las acciones revolucionarias más eficientes son aquellas que tienen una relación determinada por el carácter práctico de sus resultados. De esta forma, el valor de la práctica revolucionaria, es buena en cuanto por sí misma y en sí misma es útil en la construcción de algunos de los múltiples aspectos del neo socialismo. La filosofía de la praxis que Gramsci promueve entonces, se enfoca HACIA en el nuevo único y gran objetivo estratégico revolucionario: la “transformación de la realidad”. Gramsci así, relega otro dogma comunista más al bote de los trastos viejos; el dogma mesiánico “del advenimiento inevitable del socialismo” y su desarrollo mecanicista de etapas fijas correlativas y predeterminadas para su advenimiento. Con Gramsci ahora, el “hacer revolucionario de la praxis” equivale al “hacer ideológico” propiamente tal y no constituye ya una imposición “externa” a la sociedad. Al respecto Gramsci señala: “una ideología es una concepción del mundo que se manifiesta en el arte, en el derecho, en la actividad económica, en todas las manifestaciones de la vida, individuales y colectivas”. La praxis entonces va construyendo con su hacer “cotidiano” a la misma ideología y la ideología a su vez...va creando a la sociedad de acuerdo a sus “paradigmas” de cosmovisión de la naturaleza, la sociedad y el hombre.

Reiteramos por su valor, que es de vital importancia entonces entender, que gracias a Gramsci, la IDEOLOGÍA deja de ser un cuerpo externo y extraño que se le impone desde fuera a la sociedad en etapas sucesivas como oleadas revolucionarias que en un movimiento de “engrosamiento de las fuerzas revolucionarias”, deben ir copando y vaciando el aparato político administrativo estatal (poder dual de Lenin). Como demuestra H. Eckardt, “el poder del Estado y la existencia del gobierno de los soviets venían a coincidir con la idea socialista. Por lo tanto, para mantener el socialismo y realizarlo en un futuro más o menos tardío era preciso conservar el Estado.” A partir de Gramsci entonces, es necesario obtener para “hacer el socialismo” una mayoría social. Esto significa que son las personas, esto es; los ciudadanos, quienes al ir asumiendo como norma de conducta personal y social las categorías ideológicas del socialismo, van por extensión en la “cotidianeidad” creando la ideología socialista. Y entendiendo que el substrato de toda sociedad son las personas, al mismo tiempo se va “creando una nueva sociedad” (subjetivación radical de la política). De esta manera entonces, la toma del poder político será la etapa final de este nuevo e inédito proceso revolucionario y pondrá de manifiesto en esta etapa final, una dicotomía capital entre la nueva sociedad que ha surgido y el Estado que la representa: LA DIAMETRAL OPOSICIÓN ENTRE LA NATURALEZA DE LA SOCIEDAD QUE HA SURGIDO Y LA NATURALEZA DEL PODER POLÍTICO DOMINANTE QUE GOBIERNA. Es precisamente “ese instante SUPREMO DE CONTRADICCIÓN” el que marca el último punto de inflexión del proceso revolucionario y es el que estamos viviendo visiblemente desde el18 de octubre de 2019, donde el poder político formal estatal DEMOCRÁTICO REPUBLICANO PARTIDISTA DE REPRESENTACIÓN está dando sus últimos estertores y donde la revolución molecular “visibiliza” como uno de sus objetivos estratégicos, precisamente esta “contradicción entre sociedad y gobierno” y que a continuación explicamos por medio de la “re conceptualización estratégica” de la vanguardia ideológica.

No obstante, se debe tener presente que el rol de la vanguardia tanto en el antiguo modelo como en el nuevo modelo revolucionario plantea cuatro tareas fundamentales ineludibles que le son propias. Sin embargo, como ya lo hemos mencionado reiteradamente, en este nuevo modelo se ejecutan bajo nuevas categorías teóricas y por nuevos agentes revolucionarios. A saber estas cuatro tareas son las siguientes:

1.- La creación de fuerzas revolucionarias

2.- La construcción de un poder hegemónico IDEOLÓGICO a partir de estas fuerzas.

3.- El quiebre de la correlación de fuerzas por acumulación de fuerzas propias superiores al adversario y

4.- El asalto definitivo al poder.

¿Cómo se resuelven esas tareas dentro del nuevo modelo revolucionario por parte de las “nuevas vanguardias” destinadas a construir una nueva sociedad a partir de la modificación radical y substancial de la realidad? La respuesta a estas cuatro tareas está prescrita por Gramsci y da cuenta de la plena actualización de su pensamiento teórico tanto en la configuración táctico estratégica de esta etapa final del proceso revolucionario, como así mismo; en el origen de dicho proceso y en el desarrollo histórico del mismo a lo largo de los últimos 50 años en Occidente y desde hace 30 años en nuestro país.

La creación de fuerzas revolucionarias. Como ya hemos visto, la configuración y la naturaleza de las nuevas fuerzas revolucionarias, son diametralmente opuestas en este nuevo modelo revolucionario, a lo que fueron por lo menos hasta la década de los setenta. Al respecto, la centralidad de la persona como sujeto y objeto de la revolución dada por Gramsci, condiciona la práctica revolucionaria como un hacer subjetivo que tiene como primer objetivo el “liberar a las personas” de la categorías culturales dominantes. Esto es, liberarlas del pensar doctrinario ideológico y del hacer moral de las instituciones de la sociedad civil que reproducen las categorías doctrinarias y detentan el poder hegemónico cultural dominante, reiteramos; determinando el “que pensar” (ideología) y el “como obrar” (moral). Este proceso será llamado más tarde como “auto emancipación” y tiene un significado como ya hemos dicho, netamente cultural-moral e intelectual y es condición ineludible como estadio previo para la anhelada “autodeterminación política, social, individual y colectiva” que le debe seguir naturalmente. No podemos dejar de mencionar aquí una vez más, que Guattari recoge de Gramsci esta subjetivación de la política, llamándola “micro política del deseo” para transformarla, como ya dijimos en un principio; en una nueva categoría reduccionista deconstruccionista dogmática total de la política, afirmando que “En cada situación (política y revolucionaria) para mí el deseo lo es todo”.

La creación de fuerzas revolucionarias pasa entonces, por crear estas fuerzas en la sociedad civil a partir de la sociedad civil con organismos de la sociedad civil, para liberar a la sociedad civil y que puedan oponerse CON NUEVAS CATEGORÍAS IDEOLÓGICAS a la hegemonía doctrinaria dominante, de manera de ir sustrayendo del dominio hegemónico doctrinario cultural y político a las personas (poder contra-hegemónico y contra-cultural). Pero siempre desde la perspectiva de alcanzar los cuatro objetivos estratégicos que reiteradamente hemos mencionado. Surgen así, un sin número de “movimientos sociales” que abarcan todo el quehacer tanto de las personas en su problemática cotidiana de necesidades básicas planteadas a nivel comunitario local (territorial) tales como vivienda, educación, conectividad, trabajo, salud, uso del agua, propiedad de la tierra, etc. como así mismo; de resolución de las mismas dentro del ámbito de la “sociedad civil” en su conjunto a nivel nacional estatal. Y por supuesto, se manifiestan las nuevas problemáticas que surgen de la nueva matriz cultural que informa a la sociedad; categorías sexuales y discriminación; FFAA y objeción de conciencia; liberación animal y rodeo; educación pública de mercado y gratuidad educacional; etc. Pero además, lo más importante; desde la perspectiva ideológica y con un claro fin político estratégico se integran al proceso revolucionario de “liberación cultural para la auto emancipación” desde la sociedad civil como organismos de la sociedad civil, un gran y variado número de organizaciones sociales que propagan las nuevas categorías ideológicas del neo marxismo mencionadas como problemáticas sociales y que acabamos recién de señalar; y surgen organismos; tales como el movimiento de liberación del pueblo mapuche, el movimiento de liberación homosexual, de derechos sexuales y reproductivos (aborto) de liberación animal, etc. Que son los encargados de “construir una nueva realidad” o para ser más explícitos, “refundar a Chile”.

 


La Revista “Cal y Canto” por ejemplo, se concibe a sí misma como “una revista de los movimientos sociales”. Y él Nº 4 de agosto de 2018 de dicha revista, da cuenta del encuentro de múltiples movimientos sociales tanto de Chile como Brasil y Bolivia, reunidos “Durante el año 2017 en el marco del desarrollo de la plataforma Mercosur Social Solidario, entre ECO, Educación y Comunicaciones y SEDEJ, las dos organizaciones que forman parte de la alianza regional en Chile…”. Allí afirman, que “El Ciclo Formativo “Movimientos Sociales y Desafíos Región Conosur” realizado en este encuentro, tiene como propósito desarrollar los siguientes objetivos:

a) Favorecer la comprensión teórica y práctica de los nuevos movimientos sociales en Chile y América Latina.

b) Explicar y comprender las prácticas de los movimientos sociales en el contexto histórico chileno y abrirse al análisis comparativo con otras experiencias latinoamericanas.

c) Evaluar el impacto de los movimientos sociales con relación a las viejas y las nuevas formas de la política

Además, se expresa claramente que “La DECONSTRUCCIÓN de las relaciones de poder, la necesidad de nuevas relaciones con el Estado son todas temáticas transversales a los nuevos movimientos sociales”. Más adelante, en las materias abordadas por distintas comisiones, se afirma que “Las sesiones estuvieron marcadas por la presencia de una diversidad de actores provenientes del mundo universitario y académico, organizaciones territoriales, culturales, regionales y agrupaciones políticas. En cada colectivo se pudo reconocer las diferentes áreas de trabajo y lucha que se han desplegado y fortalecido en los últimos años: feminismo, medioambiente, pueblo mapuche, educación popular, medios comunicacionales CONTRA-HEGEMÓNICOS, movimiento de vivienda, entre otros.”

Más ilustrativo es aún, el Nº 2 de noviembre del año 2016 de la misma revista. Allí también se afirma que “En el primer número de nuestra Revista dimos cuenta de un conjunto de experiencias educativas, que denominamos “CONTRA HEGEMÓNICAS” por su voluntad y sus prácticas encaminadas a producir cambios.” Además, ante la perspectiva del proceso constituyente iniciado durante el gobierno de M. Bachelet, se reflexiona que “En el contexto actual es difícil imaginar salidas genuinamente democráticas, si no se modifican las reglas del juego del sistema político, es decir, sin una Asamblea Constituyente. Esto que parece una evidencia para muchos no lo es para la clase política porque supone un REDISEÑO DEL ESTADO Y DE LAS NORMAS DEMOCRÁTICAS A PARTIR DEL EJERCICIO DE LA “SOBERANÍA POPULAR”. O sea, supone tener en cuenta a la ciudadanía y sus formas propias de expresarse, que desde el punto de vista de la acción colectiva, ésta se tiende a expresar como “movimientos sociales”. Movimientos estudiantiles; movimientos territoriales; movimientos ambientalistas; movimientos de trabajadores; movimiento por el fin de las AFP; etc.”

Por último, en la contratapa de la revista y como mensaje final aparece la consigna “refundar la sociedad” que tres años más tarde durante el “levantamiento popular” del 18 de octubre del 2019 será más específica llamando a “refundar Chile” como natural fin ideológico, de todo este proceso revolucionario gramsciano neo marxista de décadas.

Otro antecedente claro, es la iniciativa del año 2014 del gobierno de M. Bachelet, donde se incentiva la participación de organismos de la “sociedad civil” en interacción con el Estado, para un nuevo “ciclo político”. En notoria la ausencia absoluta de estructuras partidistas formales tanto de izquierda como de derecha, en este “nuevo ciclo” de hacer política que se anuncia.






Ya en el año 2016, se avanza decididamente en la propuesta de una nueva constitución y el rol “ciudadano” en su elaboración: “NUEVA CONSTITUCIÓN: LA CIUDADANÍA DECIDE”. Aquí se debe aclarar que la consigna “la ciudadanía decide”, debe ser entendida como la más alta expresión de la “auto determinación política” encarnada por supuesto en una nueva constitución nacida desde el pueblo para el pueblo, auto convocado además, en asambleas territoriales locales que derivarán necesaria y lógicamente en una “asamblea nacional”.




Como último antecedente, la organización ACCION.ag., (Asociación Chilena de organizaciones no Gubernamentales) en un informe del año 2016 sobre un estudio de los movimientos sociales en nuestro país, afirma la existencia de 74.000 movimientos sociales, bajo la denominación de “organismos no gubernamentales” (ONG’S).



 Sin embargo, los datos y registros más completos sobre los movimientos sociales corresponden a la organización “Sociedad en Acción” concebida a sí misma como “una iniciativa que nace desde la sociedad civil”. En su informe del año 2016 llamado sugerentemente “FORTALECIENDO LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL Propuestas para impulsar las OSC de Chile y construir un país mejor”, da cuenta en primer lugar, del acto ideológico de asumir nominal y estratégicamente el concepto gramsciano de “organizaciones de la sociedad civil”, como alternativa de contra-poder a la estructura estatal de gestión de políticas de todo tipo que van desde “lo local” a lo “nacional”. Es significativo entonces, que en el informe mencionado más arriba de “Acción, ag.”, se afirme que una de las principales razones para ser parte de estas organizaciones de la “sociedad civil”, sea “La idea de aunar fuerzas a partir de la constitución de un actor colectivo (un referente) que sea capaz de tener una posición con resonancia política, tanto para fortalecer a las organizaciones de la sociedad civil, especialmente en su lucha desde una lógica de derechos, como para generar una contraparte potente que pudiera interactuar de igual a igual con el Estado, planteándo los problemas de la sociedad civil a la institucionalidad pública”. De esta manera, lo dicho recientemente sobre un “contra-poder” que nace desde la sociedad civil, es refrendado además por los siguientes datos que entrega “Acción, ag,” que demuestran que “Los tipos de actividades de incidencia que más desarrollan las organizaciones son la participación en comisiones, consejos y mesas temáticas de los gobiernos locales y regionales (56,5%) y del poder ejecutivo nacional (52,2%). Es decir, poco más de la mitad de las organizaciones que totalmente realizan actividades de incidencia participan en estas instancias, y otro tanto envía informes temáticos y propuestas a organismos gubernamentales (47,8%) e invita a tomadores de decisiones, a participar en seminarios, visitar su sede, entre otras actividades del tipo (47,8%). Como se observa, las acciones de incidencia en las que participan la mayor parte de las organizaciones tienen como objeto a agentes del Estado, lo que lógicamente se relaciona con la preeminencia del financiamiento estatal que observábamos en el capítulo respectivo. Con un importante 43,5% aparece la participación en marchas y mítines, en vinculación con la importancia que tiene la participación de las organizaciones socias en movimientos sociales”.





Por último, dos antecedentes esclarecedores nos posicionan en un escenario pre “estallido social del 18 de octubre 2019” en donde el “ESPONTANEISMO DE LAS MARCHAS MASIVAS DE CIUDADANOS exigiendo derechos en salud, educación, salario digno, pensiones justas, fin de las AFPs, etc.” A LO LARGO DE TODO EL PAÍS, da cuenta de un sostenido trabajo de concientización ideológica canalizada por medio de los más diversos organismos sociales. Primero, la organización “Sociedad en Acción” gestiona en el año 2015 una serie de encuentros a largo del país “Realizados entre el 29 de junio y el 13 de julio, los Encuentros Regionales fueron convocados y organizados por Sociedad en Acción. Durante los meses previos se difundió ampliamente el llamado al Encuentro en cada ciudad, y estuvo dirigido a todas las organizaciones de la sociedad civil, buscando la mayor representación posible”. Segundo, al respecto los antecedentes que entrega esta “organización salida de la sociedad civil” son esclarecedores. Afirman en su informe que “Hemos generado cifras que no dejan de impresionar”. Lo que efectivamente es cierto y consignan al respecto que “Hoy existen 234.502 organizaciones, el doble que hace 10 años; emplean a más de 160 mil personas; y movilizan a cerca de 2 millones de voluntarios. Los recursos del sector sin fines de lucro equivalen al 2,2% del PIB de Chile.” Finalmente y como dato no menor, es de hacer notar que todas estas organizaciones como “Acción, ag.” Y “sociedad en Acción”, entre otras que son la “vanguardia” de la “sociedad civil”, aunque hablan de “Chile”, jamás usan los conceptos “república o Estado de Chile”. Tampoco aunque se arrojen una “auto representación” de la sociedad chilena, jamás usan ni la bandera nacional ni los colores patrios. Más aún, escriben algunas veces “Estado” con minúscula. Cumpliendo así con el objetivo estratégico de anulación “nominal” de la Nación-Estado, mediante la omisión de sus símbolos y de toda expresión de relación de sentimiento patrio con dichos símbolos y la nacionalidad que representan o si se quiere ser más explícito, “deconstruyendo en sus símbolos nacionales, en la praxis y en el lenguaje, la nacionalidad y la institucionalidad política nacional vigente”.

De esta forma, desde la sociedad civil y no de partidos políticos, se ira produciendo o mejor dicho “construyendo” el objetivo estratégico de -valga la redundancia- construcción de un poder hegemónico a partir de estas fuerzas sociales. La acumulación de estas fuerzas revolucionarias a su vez, va creando el poder necesario para provocar el inevitable quiebre en la correlación de fuerzas. Ahora, si es manifiesto que la acumulación de fuerzas revolucionarias no se produce como en el antiguo modelo revolucionario, por el aglutinamiento partidista y paramilitar con el consiguiente monopolio partidista paramilitar del mismísimo partido comunista… ¿Cómo se produce, de que naturaleza es y en qué momento se produce entonces el quiebre en la correlación de fuerzas? Esta interrogante se dilucida por un lado, a través de la conceptualización ideológica del “sentido común” que hace Gramsci, atribuyéndole el rol de catalizador cultural dominante. Por otro lado, por medio del “consenso” como acuerdo y aceptación tácita de las categorías ideológicas y culturales dominantes entre la sociedad civil y la sociedad política, lo que hace posible el sostener la dirección y el control socio político. Y finalmente, por medio de la significación ideológica revolucionaria de los conceptos de “hegemonía doctrinaria” y “dominio coercitivo”. Todos estos conceptos ideológicos son elaborados por Gramsci, como partes constitutivas de su concepción estratégica de conquista del poder.

SENTIDO COMÚN. Entender el concepto ideológico de “sentido común” que Gramsci elabora para explicar la homogeneidad de pensamiento de una sociedad, se debe hacer bajo dos criterios íntimamente relacionados y que son inherentes a la dialéctica marxista que gira siempre en torno al materialismo como visión suprema de la realidad y del pensamiento inmanente para captarla.

1.- NADA ES INMUTABLE, TODO ESTÁ SUJETO A CAMBIO. En primer lugar, dado que para la dialéctica marxista, nada existe como determinación subsistente en lo mudable de la conducta humana. Más aún, lo único que existe como verificable y es fuente de toda realidad, es el permanente proceso de transformación (historicismo) de la materia por la acción humana (voluntarismo). Es decir, nada hay inmutable, anterior y superior a lo humano como origen de su actividad y centro de referencia para perfeccionar la vida humana; todo está sujeto a un cambio permanente y a una evolución “progresiva sostenida en el tiempo”, que en virtud de la contradicción interna del propio estado transitorio de las cosas, porta en su seno la superación y perfección de dicho estado, para luego volver a repetir el mismo ciclo a partir del nuevo estado de cosas (tesis-antítesis-síntesis). Gramsci que adhiere plenamente a este principio hegeliano, afirma que el sentido común es una “construcción histórica” y por lo tanto, absolutamente humana. De esta forma, el “sentido común” para Gramsci, no es más que el modo común de pesar de las personas y lo define como la “concepción tradicional popular del mundo”. “El sentido común -explica Gramsci- es la filosofía de los no filósofos, es decir, la concepción del mundo absorbida acríticamente por los diversos ambientes sociales y culturales en los que se desarrolla la individualidad moral del hombre medio". De esta forma, el “sentido común” no es más que la forma de concebir la realidad y todas sus manifestaciones de acuerdo a una determinada cosmovisión. Pero esta cosmovisión que determina que es el hombre, la cultura, la sociedad, la moral, el Estado, el gobierno, la ley, la propiedad, el trabajo, la enseñanza, las clases sociales, etc. No es inherente al hombre sino que, en tanto humana; le es impuesta y es creada por el poder hegemónico de la clase dominante y se expresa por el uso común del lenguaje. De esta forma, el lenguaje en cuanto construcción humana va haciendo no solo el sentido común, sino que al mismo tiempo, va haciendo el poder hegemónico y su voluntad de dominio mediante un pensar “común” que se transforma de esta manera, en la manifestación más clara de hegemonía doctrinaria en cuanto cosmovisión del mundo y que es rol específico de las instituciones de la sociedad civil que lo crean, ejercen y divulgan. Y Estas instituciones son concretamente la iglesia y la enseñanza (en universidades y colegios) a quienes Gramsci considera las dos más grandes organizaciones culturales. Particularmente Gramsci juzgaba que “en Italia era la Iglesia la principal alimentadora de ese sentido común cristiano que, como veremos, será preciso erradicar, arrancar de cuajo, para que pueda prender el nuevo sentido común materialista-inmanentista”.



2.- NEGACIÓN DE LAS CATEGORÍAS TRASCENDENTALES DEL PENSAMIENTO METAFÍSICO. En segundo lugar cabe preguntarse ¿Cómo se traduce el concepto “sentido común”, es decir; como deberíamos entenderlo en cuanto a elemento a modificar para transformar la forma de pensar de las personas y desde allí crear una nueva realidad completamente inmanente? Como buen materialista y ateo Gramsci no puede hablar de “absolutos trascendentales metafísicos” propios de la Civilización Cristiana Occidental, como “el ser”, espíritu, alma, bien supremo, Dios, verdad, justicia, etc.

Por lo tanto, la afirmación materialista del sentido inmanente de la vida, debe construir un nuevo “sentido común”, que en cuanto “concepción tradicional popular del mundo” debe entenderse simplemente como la negación de las categorías trascendentales del pensamiento metafísico que al menos en cinco de sus categorías supremas, deben ser “depurados” de todo sentido de trascendencia en otra vida o referenciadas a un Dios creador como fuente causal de ellas. Y estas serían, el espíritu, la verdad, el bien, la justicia y la belleza. En síntesis, es condición necesaria para la construcción de un nuevo sentido común, que ocurra primero el repudio y rechazo al sentido religioso-espiritual de la vida.

HEGEMONÍA DOCTRINARIA. Es ejecutada por las instituciones privadas de la sociedad civil sobre las clases subalternas. La escuela, la universidad, la iglesia, los medios de comunicación social por su propia naturaleza y rol, son organismos hegemónicos doctrinarios. Y por medio de estos organismos el grupo o clase social dominante ejecuta y mantiene la necesaria hegemonía intelectual sobre la sociedad en su conjunto, que se traduce en una determinada forma de pensar y concebir el mundo a la que adhieren las clases subalternas, que son instruidas en dichas categorías del pensamiento, por medio de la educación formal e informal y de la reproducción del sentido común.

COERCIÓN Y DOMINIO. Si el rol propio de la sociedad civil es la “hegemonía doctrinaria”, la sociedad política tendrá como rol principal “la coacción y el dominio”. Esta coerción se manifiesta en las leyes y la justicia diseñadas para defender legalmente el orden establecido y en el control de los organismos necesarios para ello; esto es, los tribunales de justicia, la policía y el ejército.

La dirección y el control de la sociedad se complementan de esta manera y se manifiesta en el apoyo y respaldo entre la sociedad civil (hegemonía doctrinaria) y la sociedad política (dominio coercitivo).

CONSENSO. Si el Estado no cuenta con la adhesión de la sociedad civil, es muy poco probable que se pueda sostener y proyectar en el tiempo. Para Gramsci el dominio político lo establece quien tiene la hegemonía, es decir; quien impone su particular “sentido común”. Es natural entonces que el poder político dirigente, necesite de la adhesión de las clases subalternas.

Para Gramsci no hay revolución ni proceso revolucionario triunfante si no hay primero la necesaria toma de “conciencia”. La estrategia para la victoria que diseña Gramsci de esta manera, no descansa sobre la toma violenta del poder político. Esta vía demostró ampliamente no ser el camino correcto. Está más que comprobado su fracaso histórico porque la violencia represiva no se puede mantener en el tiempo sobre todas las personas. Como bien dice Del Noce, “La así llamada evolución democrática del comunismo consiste en el paso del terror físico a la marginación moral”. Y la ridiculización y descredito de todo aquel que sostenga un sentido trascendente de la vida y de una ley moral superior y anterior al hombre. Primero entonces, es la conquista de la sociedad civil por medio de la modificación del “sentido común”. Esto es, en el sentido de las ideas y la cultura para finalizar con la toma del poder político. Coincide así Gramsci o mejor dicho, da continuidad y ejecución práctica y concreta al postulado de la ilustración de la revolución francesa esbozado por J.J. Rousseau “no hay revolución, si no hay primero revolución en la educación”. El acento revolucionario ahora está puesto en la quiebre del “consenso” ciudadano sobre la creencia dominante o sentido común. Y Gramsci afirma que en este nuevo camino hay que hacer “una agresión molecular a la sociedad” de tal manera que las personas defeccionen en sí mismas y por sí mismas de la creencia cultural dominante y terminen reorientando sus vidas y por extensión natural, reorientando el orden social y a la sociedad misma, hacia una terrenidad total y radical de la vida individual y social.

QUIEBRE EN LA CORRELACIÓN DE FUERZAS. De esta forma, la modificación del sentido común cultural dominante en las sociedades occidentales cristianas para Gramsci significa “desmontar” el sistema cristiano de creencias dominante e ir “montando” al mismo tiempo un “sentido común inmanente”. Dicho sea de paso, podemos ver aquí claramente en los términos “montaje” y “desmontaje” que usa Gramsci, la forma embrionaria de la estrategia “deconstruccionista”. ¿Que implica entonces, el quiebre de la correlación de fuerzas? Ya lo hemos señalado…la modificación del sentido común imperante. Es decir, finalmente como cierre de un largo proceso revolucionario la sociedad civil se reestructura bajo una nueva hegemonía dominante…la única verdadera…la marxista. El triunfo de la revolución sería entonces, el resultado de una sociedad civil “liberada”, “auto emancipada” esto es… donde los intereses y necesidades de la sociedad civil, es decir del proletariado; sean finalmente los mismos de la sociedad política produciéndose así la tan anhelada sociedad sin clases y el fin de todas las contradicciones de todo tipo y donde el gobierno, la dirección y el control del Estado no es más que expresión de la autodeterminación que se da a sí misma la sociedad civil “proletaria” o el “pueblo trabajador” auto convocado. Es por eso que O. de Carvalho asegura con justísima razón que dado la naturaleza eminentemente cultural de este proceso revolucionario, “Gramsci estaba SEGURO cuando dijo que la revolución son los intelectuales (que debe educar en la toma de conciencia al proletariado). Y G. Lukacs también tenía razón al decir que el proletariado en nombre del cual hablan los intelectuales (marxistas) no es el proletariado existente, sino solo el “posible proletariado” que ellos mismos planeaban inventar”.

Gramsci predice en este escenario de unidad o equivalencia entre intereses de un “proletariado ideal e idealizado” con la sociedad civil, la extinción del Estado que ya no tendrá razón de ser. Por su parte, este proceso de “desmontaje” y “montaje” el teórico neo marxista N. Lechner, siguiendo rigurosamente a Gramsci lo describe afirmando que “La secularización (entiéndase descristianización) no abarca solamente un proceso de deconstrucción. La misma descomposición del orden recibido plantea la recomposición. Esta reconstrucción ya no puede apoyarse en una legitimación divina (la autoridad y el poder para ejercerla por derecho divino que la revolución francesa elimina) ni orientarse por criterios de algún pasado ejemplar (los grandes Estados Naciones liberales burgueses y laicos que reemplazan a los reinos cristianos). En lugar de restaurar un orden consagrado, se trata de instituir el orden a partir de la sociedad misma”. Gramsci no puede menos que aflorar, nítida y completamente en este párrafo de N. Lechner. Que al igual que Guattari, es tributario ideológico de las ideas de Gramsci. Ambos autores desarrollan manifiestamente ideas y principios estratégicos gramscianos; pero que en un acto de deshonestidad intelectual narcisista supremo…presentan como propias y sin mencionar al autor de las mismas.

De esta forma, anulado el “sentido común cristiano dominante” en y a partir de una mayoría social puesta bajo la nueva hegemonía de un “sentido común materialista inmanente”, se producirá una anacrónica relación entre el sistema político vigente y el sustrato social que representa. Y en consecuencia, el gobierno de turno dejará de contar con el consenso social, moral y cultural para dirigir hegemónicamente sin contrapeso a la sociedad civil (clases subalternas) y además, para hacer uso legítimo de la fuerza de coacción judicial y policial para frenar el avance del proceso revolucionario (sociedad política). Perdida la capacidad de hegemonía que es el sustento de la dirección y el control social y del consiguiente “dominio político e ideológico” que le sigue; se producirán en esta etapa, dos contradicciones supremas, buscadas y creadas estratégicamente.

1.- La anulación moral de la ley y de los organismos encargados de aplicarla. En este sentido, debemos puntualizar que la nueva moralidad como expresión a su vez, de la nueva creencia dominante, se configura por sí misma; en una fuerza ideológica que se emplea estratégicamente contra la institucionalidad vigente. Dada la estructura integralmente social de las fuerzas revolucionarias, quienes dirijan el proceso revolucionario, como así mismo los organismos que lo compongan; surgidos de la mismísima sociedad civil; aparecerán necesariamente como apolíticos y como representantes de los intereses de organizaciones sociales de la ciudadanía y por tanto; eminentemente apartidistas y no ya como representantes de intereses de los tradicionales partidos políticos, que para la configuración del modelo revolucionario y el avance del mismo proceso revolucionario, están definitivamente obsoletos. Aunque en la realidad, esto sea un consumado engaño. Al menos para los partidos políticos de izquierda, cuyos miembros; no hacen más que estar en “comisión de servicio” en los órganos de la sociedad civil. Así lo comprobaron miles de chilenos, cuando post “estallido social-levantamiento popular” quienes convocaron, organizaron y llevaron la voz cantante en las “asambleas locales territoriales de los cabildos auto convocados de la sociedad civil”, que debían ser la base “espontanea” de la discusión para dar origen a una nueva constitución; no eran ciudadanos políticamente neutrales, sino que eran miembros del partido comunista, o del frente amplio, o del PCAP (partido comunista acción proletaria) y de otros organismos de izquierda, ya sean estos parte integrante de la formalidad parlamentaria o extraparlamentaria de la izquierda. Por lo que la cacareada auto convocatoria de la sociedad civil; no era más que la pantalla diseñada para encubrir a los miembros activos de organismos partidistas de izquierda como los mencionados. Ejemplos que podríamos dar al respecto abundan. La máxima dirigente del movimiento social ANDHA (asociación nacional de deudores habitacionales), confesó hace unos años atrás en una entrevista a un diario de circulación nacional, su militancia en el partido comunista. Luis Mesina por su parte, dirigente y vocero del movimiento social “No más AFPS” pertenece al partido socialista. Otro partido con “representantes en la sociedad civil” es el PPD (partido por la democracia). Partido político fundado al calor del proceso de renovación ideológica de la izquierda chilena, y que reunió en las filas de quienes lo fundaron, a conspicuos personajes del socialismo renovado y del comunismo reformado. Otro tanto se puede afirmar de los movimientos de “ciudadanos indignados”, tanto en Brasil como en España. Cuyos dirigentes reconocieron ser miembros, unos del partido comunista brasileño y otros del PSOE español.

De esta manera, al asumir la misma sociedad civil las tareas de plantear y resolver sus propias necesidades, sean las que sean. Y al mismo tiempo, asumir su propia representación de cara a la sociedad política. La “represión” a la ciudadanía por expresar sus “justas demandas” y la represión ejercida también sobre sus “dirigentes sociales” por parte de las fuerzas policiales; no puede aparecer más que un contrasentido. Un anacronismo y una contradicción que se agudiza con la presencia de las FF.AA, en las calles o brindando apoyo a la policía. Reiteramos lo dicho anteriormente, no hay duda que hacer “visible” esta “contradicción” fue uno de los objetivos estratégicos de la “guerrilla urbana” ejecutada por la “primera línea”. Cuya naturaleza como era de esperar dado este modelo revolucionario, APARECE como “apolítica y apartidista”.

2.- La anulación del orden político-jurídico vigente. A lo largo de las últimas décadas, naturalmente el auge de las organizaciones de la sociedad civil no ha sido espontaneo y ha tenido dos centros claros de irradiación: las innumerables agrupaciones de la izquierda renovada que operan en y desde la sociedad civil y la izquierda de los grandes partidos políticos que después de un sostenido “asedio” al Estado, -para usar la expresión de Lenin que Gramsci asume- no solo han copado con “intelectuales orgánicos” miembros o no de sus filas pero afines a las ideas marxistas, la casi totalidad de las instituciones de gobierno, sino que además, las han reestructurado de acuerdo a su estrategia gramsciana de “desmontaje” de la cultura dominante que inspira el orden político jurídico superior, en su camino de acceso total al poder montando para ello en su reemplazo, su propio “sistema inmanente de la vida”. Recordemos aquí como claro ejemplo, la nueva definición que el partido socialista hace de sí mismo y que ya mencionamos con anterioridad, esto es; como un “SUJETO CULTURAL inserto en el complejo mundo de la llamada sociedad civil.

Su misión ha consistido en ir paulatinamente reformando los distintos códigos legales y especialmente el sistema educativo. Desde 1990 por ejemplo, la división de cultura del Ministerio de Educación evoluciona hasta convertirse en el “soviet de cultura”, es decir; el Consejo de las Artes y la Cultura. De esta forma, tal como lo estipula Gramsci, desde arriba hacia abajo, se realizan desde la institucionalidad estatal todas las reformas necesarias para ir divulgando “el nuevo sentido común” que la sociedad civil ha ido creando en su proceso de auto emancipación cultural. Sería largo enumerar ejemplos sobre la modificación de la ley y el orden político vigente. Al respecto, podemos solo reiterar que la auto representación de la sociedad civil en cuanto que refleja los intereses ciudadanos más elementales, salud, vivienda, educación, trabajo, pensiones, etc. También es reflejo del “cambio de paradigma” de la sociedad civil y de las nuevas organizaciones que la componen y representan. Por tanto, también necesariamente es reflejo de los otros intereses sociales emanados de esos nuevos paradigmas: la no discriminación, la garantía de derechos para el aborto, derechos sexuales y reproductivos, el matrimonio igualitario homoparental, la no discriminación e inclusión, etc.

Largo sería también enumerar, las complejas sutilezas táctico-estratégicas que informan la nueva praxis revolucionaria y que tienen como objetivo estratégico el “desmontaje” del Estado republicano, la democracia representativa que lo identifica y su institucionalidad jurídica. La “democracia directa” constituye uno de esos elementos estratégicos preponderantes. En combinación con la “horizontalidad” y el “empoderamiento”, confluyen en una nueva práctica de la vida social, que anula en sí misma y a partir de sí misma, las relaciones de jerarquía entre la autoridad de gobierno y los ciudadanos, desde la local y regional, hasta llegar a lo nacional. Anulando además, los conductos legales de presentación y solución de las demandas o problemas sociales más elementales del conjunto de la sociedad. Si una comunidad necesita por ejemplo, un semáforo; se toma la calle corta el tránsito y se establece “un dialogo directo” entre autoridad y ciudadanos, sin que medie para ello, ningún conducto burocrático. La democracia directa entonces, no solo es un ejercicio de negación del poder que emana de la autoridad política vigente, si no que por esta misma actitud, es manifestación inequívoca de la voluntad de no “delegar representación” en cuanto ésta se entiende como delegación de “poder”. Dicho sea de paso, vemos claramente aquí como el neo marxismo ha asumido conceptos políticos propios del anarquismo como en estrategia de la “democracia directa”.

Otra línea estratégica seguida, es la implementada como “derechos sociales ciudadanos” y que se aplica sobre distintos tópicos socio-económicos, como lo es por ejemplo, el uso y propiedad del agua en la agricultura. Indirectamente y obviando la consideración del concepto “bienes nacionales”, se alude a la anulación de la propiedad privada. Es en este sentido que se entiende la alusión a la extinción de la propiedad privada, argüida por el senador socialista Guido Girardi, quien afirmó que el inicio del proceso constituyente significaba “el inicio del fin de la Constitución de Pinochet”, lo que implicaría terminar una sociedad en la que la propiedad privada está por sobre cualquier otro valor”. También dijo que se terminaría con el agua como propiedad privada”. Al respecto, Ingvar Carlsson presidente del partido social demócrata sueco y primer ministro de Suecia, por allá a fines de los 80, en un artículo escrito para la revista socialista “Nueva Sociedad” titulado “Cambiar el derecho a decidir sobre la producción”, afirma que “Transferir el poder de decidir –y no necesariamente la propiedad- es una manera más eficaz de lograr una participación popular en el proceso de producción. (…) Queremos que los derechos de los ciudadanos predominen sobre el derecho de propiedad, al igual que los derechos de los trabajadores sobre el derecho del capital, y los derechos de los consumidores sobre los derechos de los fabricantes”. Debemos mencionar aquí, que precisamente a la luz de esta estrategia indirecta de anulación de los derechos de la propiedad, se crean los organismos estatales de defensa de los consumidores, como nuestro SERNAC (Servicio Nacional de Consumidores).

Finalmente la pregunta a responder es ¿Cuando y donde se produjo el quiebre en la correlación de fuerzas en nuestro país? Y para tratar de dar mayor claridad al asunto, por su importancia decisiva, debemos preguntar además exhaustivamente… ¿es posible, que cualitativa y cuantitativamente exista específicamente un hito revolucionario visible como prueba del quiebre en la correlación de fuerzas y del reordenamiento de la sociedad civil chilena bajo un nuevo sentido común? Sin embargo, la respuesta a estas preguntas cardinales está condicionada a la respuesta a otras dos preguntas fundamentales. Primero ¿Cómo fue posible o cual fue la razón por la cual el levantamiento popular (falso estallido social) del 18 de octubre de 2019 haya sido exitoso en Chile, fracasado en Ecuador, contenido parcialmente en Colombia y nuevamente haya aflorado exitosamente en USA? Y segundo ¿Cuánto de cierto existe en la afirmación de que Chile, como modelo de un sistema socio económico liberal exitoso, pero con agudas contradicciones y desigualdades internas, fuera elegido por la izquierda nacional e internacional por esta misma razón; como “tumba del neo liberalismo moderno” y hayan sido precisamente “esas contradicciones y exclusiones agudas internas del modelo”, el sustento que dio legitimidad política y apoyo social al mal llamado estallido social del 18 de octubre?

Las primeras dos preguntas las podemos responder aquí, como cierre de esta parte del análisis de la matriz teórica gramsciana del proceso revolucionario neo marxista. Las siguientes dos preguntas, no las podemos responder acá, pues corresponden al análisis práctico que haremos en la tercera parte, teniendo como base metodológica e ideológica, las categorías que hemos desarrollado en el presente análisis. Pero, sin embargo, el mencionarlas al cierre de este mismo análisis, obedece a la razón de conexión y continuidad metodológica; que nos sirve a su vez, para introducir las categorías ideológicas y táctico estratégicas que desarrollaremos en la tercera parte mencionada y que es necesario tener como base para una cabal comprensión  de la praxis revolucionaria, que decodificaremos a partir de dos elementos revolucionarios emblemáticos: el levantamiento popular del 18 de octubre y la “primera línea” guerrillera urbana; y el movimiento indigenista mapuche y la “guerrilla rural”.

Retomando los dos primeros cuestionamientos, la respuesta a ellos es la siguiente. Gramsci no duda que el triunfo de la revolución será posible e irreversible. Pero no a la manera de un “asalto violento al poder” sino a modo de una “larga marcha” o “persistente asedio”. Este persistente asedio tiene como objetivos no solo ir “tomando la cultura”, sino además; las “fortificaciones y casamatas” por medio de las cuales el Estado se “blinda”. Es decir, es necesario hacerse con todas las agrupaciones e instituciones “públicas” que como organismos representativos de la estructura socio-política-cultural, fungen como una extensión de la coerción y la hegemonía de las clases dominantes pertrechadas en el Estado. Es por esto que Gramsci define magistralmente al Estado, como HEGEMONÍA ACORAZADA DE COERCIÓN. De tal manera, que después de este largo proceso de asedio ideológico, la sociedad civil terminará DEVORANDO a la sociedad política y ya no habrá dicotomías ni fracturas entre ellas, pues la sociedad política será reflejo de los genuinos intereses de la sociedad civil liberada. Como hemos visto, durante este prolongado asedio se irán realizando tareas específicas cuya importancia es gravitante para el proceso revolucionario. Una de estas es precisamente por su vital importancia, la conformación de un nuevo sentido común. Expresión que ha devenido en ser homologable con el concepto “nuevos paradigmas”. Puesta de moda en los últimos años por intelectuales izquierdizantes de variopinta especialización académica, que pretenden pasar por “originales” en sus especulaciones socio políticas.

Concretamente, el hecho representativo y medible cualitativa y cuantitativamente que marcó históricamente el quiebre de la correlación de fuerzas políticas y encarnó el nuevo sentido común como nuevo “paradigma” de creencia moral y cultura nacionales, se dio bajo el gobierno del socialista Ricardo Lagos, quien fuera presidente de Chile entre los años 2000 y 2006. Durante varios gobiernos del conglomerado político de centro izquierda que gobernó a Chile desde el “retorno a la democracia”, se hicieron masivas “fiestas de la cultura ciudadana” al aire libre en distintos lugares de la capital y en varias ciudades de regiones. Durante el gobierno del socialista R. Lagos una de estas fiestas se realizó exactamente el mismo día en que se realizaba la tradicional peregrinación de la Virgen del Carmen, patrona de nuestra patria y sus FF.AA. Al evento auspiciado por el gobierno concurrieron aproximadamente un millón de personas. Por su parte, en la procesión de la Virgen del Carmen…doscientas cincuenta mil personas según los cálculos oficiales. No es casualidad en absoluto la “coincidencia” de las fechas para realizar ambos eventos masivos de tan diametral opuesta naturaleza. Y el grado de convocatoria, no deja dudas con respecto al tipo de “creencia hegemónica” que se estaba forjando y la que estaba siendo desplazada. Significativo es además, que en el evento de “cultura ciudadana” del gobierno socialista, tuvieran representación colectivos sexuales como el MUMNs, (movimiento unificado de minorías sexuales) que repartían “condones de manera gratuita”, que tuvieran también presencia incipiente agrupaciones feministas, que abogaban por los derechos sexuales y reproductivos y por la entrega gratuita por parte del Estado, de la abortiva pilladora del día después. Y por supuesto no podía faltar  el MPMR (Movimiento Político Manuel Rodríguez) brazo político formal del grupo terrorista FPMR, brazo armado a la vez del Partido comunista de Chile.

















Adolecente pintando un mural callejero en la fiesta cultural “Santiago amable”. La consigna sobre la que está sentada dice “sexo y cannabis”.


Adolecente pintando un mural callejero en la fiesta cultural “Santiago amable”. La consigna sobre la que está sentada dice “sexo y cannabis”.


Actividades realizadas a fines de los 90 y principios del 2000 por los organismos estatales INJUV y SIDACCIÓN, sobre “sexualidad responable” para el control del sida.











Poco después, en otra fiesta de la cultura ciudadana esta vez realizada en la Avenida La Paz de la comuna de Recoleta, se dio un hito emblemático del “progresismo sexual” que muestra nítidamente la evolución de la sociedad chilena en una generación…esto es, exactamente 20 años. En esa ocasión un grupo de alumnos del “Centro de Alumnos de Arquitectura de la PUC” (Pontificia Universidad Católica) participaron con un stand llamado “destape progresista”. Como puede apreciarse en la fotografía de aquel stand, se exhibía pornografía explicita de distintas tendencias sexuales. Aunque cubierto el mural con un plástico que pretendía aminorar un poco la exposición de las crudas imágenes, estas eran igualmente visibles en su gran mayoría. Dentro del stand, solo había un personaje, cuya única tarea era “mostrarse”. En efecto, el personaje en cuestión, la única actividad que realizaba era hacer un pequeño asado de choripanes en una parrilla. Sin embargo, esta actividad “normal” la ejecutaba solo con la ropa interior, zapatos y una camisa. Más tarde, cuando pretendió quitarse incluso sus prendas íntimas que para el caso ya no lo eran, fue detenido por los otros miembros de los distintos stands que lo rodeaban.





Si esta "performance", se mostraba radical para la época, inicios de la década del dos mil, 20 años después, en pleno “estallido social-levantamiento popular” de octubre del 2019, sucede un hecho de la misma naturaleza, absolutamente más radical, pero completamente congruente ya con la época, por lo que nadie impidió ni CUESTIONO  su ejecución, EN CONTRASTE CON LO OCURRIDO DOS DÉCADAS ANTES. Lo significativo de ello es que ocurre ahora en el frontis de la Pontificia Universidad Católica de Chile y en el monumento levantado al Arzobispo de Santiago y destacado catedrático de la universidad Mgr. Crescente Errauriz Valdivieso, monumento que al igual que todos los monumentos de Santiago, no escapo a la vandalización y ridiculización por medio de pintadas y adición de elementos ofensivos (según consta en el nutrido archivo audiovisual disponible en la web) . Allí, en plena vía pública se muestran un grupo de estudiantes quienes con desnudos y actos sexuales explícitos, realizan esta “progresista actividad cultural” bajo la consigna de “la dictadura sexual nunca termina”.







CONCLUSIÓN


Por último, para cerrar la segunda parte de este análisis, es necesario recordar que establecer la identidad de una situación revolucionaria a partir de la correcta observación de las condiciones objetivas de una coyuntura histórica específica, es la típica regla analítica del manual revolucionario marxista. Es el “etapismo” burdo que aún continúa vigente a pesar de las recomendaciones en contrario de Gramsci. Es así, que siguiendo inflexiblemente a Lenin quien asegura que “…la revolución es imposible sin una situación revolucionaria…” los neomarxistas apegados al avance del proceso revolucionario por etapas, no dudan en aplicar la violencia si es necesaria, para apurar el tránsito de una etapa a otra. Esto es lo que vivimos claramente con el “alzamiento popular del 18 de octubre del 2019”. Esta “etapa violenta” se planifica como respuesta al fracaso “político formal” del proceso constituyente implementado “desde arriba” en el último gobierno de M. Bachelet. Pero Lenin es más claro aún, cuando en la misma línea afirma que si “A un marxista no le cabe duda de que la revolución es imposible sin una situación revolucionaria; -asegura inequívocamente que- además, NO TODA SITUACIÓN REVOLUCIONARIA DESEMBOCA EN UNA REVOLUCIÓN”. Al respecto, el historiador francés Mathez, citado por L. Jugnet dice una perogrullada que sin embargo, “nadie reproduce” a pesar de lo obvio… “la miseria hace rebeliones, no hace la revolución”. Para ello hace falta UNA DOCTRINA, IDEAS LIGADAS ENTRE SÍ…”

No obstante, como siempre, la realidad resiste y desmiente todos los “análisis objetivos” de la teoría estratégica marxista, para identificar “situaciones revolucionarias”, como sustento para tomar las decisiones estratégicas adecuadas a la supuesta “situación revolucionaria” que se manifiesta en la contingencia. En efecto, si el objetivo revolucionario más persistente, es la impulsiva tarea de modificar la realidad socio política vigente, después que se ha establecido una “inequívoca” situación revolucionaria a partir de una coyuntura histórico temporal “favorable a una etapa de la revolución” o para desembocar en una “revolución en regla” TAL COMO AFIRMA LENIN; la verdad innegable es que los factores siempre se invierten. Es decir, que la “situación revolucionaria” creada intencionalmente por los revolucionarios, siempre es la que explica la coyuntura histórica que una sociedad debe enfrentar, pues es clara manifestación de agredir a la sociedad para desalinearla y reposicionarla sobre un nuevo cauce histórico. Esto queda patente en la agresión neo marxista que sufrieron violentamente primero Ecuador, luego Chile, en seguida Colombia y finalmente USA, por medio de esta etapa definitiva final de acceso al poder total, impulsada por la nueva formalidad guerrillera de la “revolución molecular”, que apoya y empuja el proceso político formal. Aunque lo “definitivo” lo analizaremos en detalle en la tercera parte, hasta ahora este concepto lo hemos utilizado tal cual se desprende de la consigna revolucionaria más voceada: “la refundación de la sociedad” y que como hemos visto hasta el momento, no es más que expresión de un nuevo orden socio político nacido de un nuevo “sentido común”. Indistintamente de las tremendas diferencias entre la sociedad chilena y norteamericana, el grito de guerra revolucionaria neo marxista, “refundar Chile” se escuchó también nítidamente en la sociedad norteamericana. En efecto, el llamado también a “refundar USA” se oyó fuerte y claro. Esto se debe a que evidentemente en ambas sociedades, el modelo ideológico implementado es el mismo. Aunque indudablemente el proceso táctico estratégico y los agentes subversivos de la revolución sean distintos. O mejor dicho, sean los específicos de la idiosincrasia de cada Nación.

Para terminar, sería largo analizar los casos en que efectivamente en la coyuntura histórica se manifestaron claramente “condiciones más agudas” que las dictadas por el manual revolucionario leninista y no se creó ninguna situación revolucionaria. Si analizamos objetivamente las condiciones socioeconómicas previas al 18 de octubre, podemos desmentir de manera irrefutable todos los argumentos marxistas para el “estallido social”. Por ejemplo, el acontecimiento emblemático que gatillo “el Chile despertó a los abusos”, el alza al precio del valor de la tarifa del metro, fue significativamente superior en el gobierno de la socialista Bachelet…la tarifa subió 80 pesos. En el gobierno de Piñera el alza “abusiva” fue de…30 pesos. Si profundizamos el análisis con otros antecedentes parecidos, todas las cifras apuntan a un repunte socio económico claro, en comparación con el estancamiento y recesión del gobierno socialista anterior. Al respecto, muchos especialistas hicieron los estudios pertinentes para demostrarlo, por lo que no es necesario hacerlo en este análisis. De esta forma, con un gobierno que encabezaba con éxito un repunte en el desarrollo del país, se alejaba la posibilidad de un nuevo gobierno de izquierda, que tendría un indudable viraje más radical hacia la izquierda y que seguramente por este mismo viraje, sería el encargado de retomar el proceso constituyente desde “arriba y desde dentro” del gobierno y la política formal.

Sin embargo, damos como referencia para quien quiera profundizar esta arista del proceso revolucionario, el audio “De la Revolución Molecular Disipada a la guerra insurreccional nacional”, que se puede oír en nuestro canal “Reconquista Nacional” en YouTube. En el analizamos las condiciones objetivas y subjetivas del “alzamiento popular” del 18 de octubre y además, examinamos el componente social más esgrimido…la falsa “espontaneidad” del falso y planificado estallido social que como se infiere lógicamente; no podía ocurrir bajo un gobierno socialista, sino bajo el alero de un gobierno liberal, como sustrato adecuado a la revolución para manifestar no solo las “agudas contradicciones del sistema” y canalizar el proceso revolucionario hacia el proyecto constituyente ahora “desde abajo”, sino para además; desarrollar desde el manual gramsciano, el cierre del largo proceso revolucionario neo marxista que desemboca en la para algunos “nueva constitución y asamblea constituyente”, pero que como se desprende de este análisis, no es más que para el proceso revolucionario “la fagocitación de la sociedad política por la sociedad civil” ya auto emancipada de la “hegemonía doctrinaria dominante” (creencia) y que necesariamente está en tránsito a su “auto determinación política” para liberarse de la “hegemonía coercitiva dominante” ejercida por la sociedad política, con el fin claro no solo de “soldar” todas las diferencias de intereses entre sociedad civil y sociedad política, sino que lo más importante, establecer UN NUEVO DOMINIO HEGEMONICO SOBRE LA SOCIEDAD, DE CLARA INSPIRACIÓN ANTI NACIONAL, ANTIHUMANA Y POR TANTO, ANTICRISTIANA, tal cual lo teorizó Gramsci. De esta manera, esperamos desmentir aquella irracional, insostenible y desgraciadamente tan equivocada afirmación que ASEGURA SIN NINGÚN FUNDAMENTO, que: Gramsci pasó de moda”…que su pensamiento es de “hace cuarenta años atrás” y que ya fue superado… si es así, cabría preguntar: ¿por quien fue superado?. Al menos no por el deshonesto intelectual de Guattari. Eso es evidente.

De esta manera, desde esta tesitura política que nos toca vivir, en que antiguos pero profundizados y renovados factores ideológicos crean nuevas situaciones revolucionarias reformuladas por nuevos objetivos estratégicos, las verdaderas dificultades del análisis, radican en traducir esos factores ideológicos de tal manera, que las situaciones revolucionarias más importantes “creadas intencionalmente” por la izquierda, pierdan su ambivalencia interpretativa y por consiguiente su valorización para el proceso revolucionario, que equivale a decir para la destrucción de nuestra patria, sea la correcta. De esta forma, por ejemplo, la nueva categoría ideológica que define al Estado; esto es, el “Estado facilitador”, aparentemente neutral y al servicio de la ciudadanía, guarda una enorme distancia ideológica y estratégica con la concepción del Estado “como órgano represor al servicio de la burguesía” del antiguo modelo revolucionario. Así lo demuestra sin equívocos “desde fuera del gobierno”, la consigna abortista: “la mujer decide, la iglesia calla y el Estado “facilita” un aborto libre, gratuito y seguro”. Como así mismo, sucede desde dentro de la mismísima institucionalidad del Estado, que asume la categoría de “facilitador”,  nombre para designar a los monitores encargados de dar cursos o capacitaciones específicas como ocurre en el Ministerio de salud. De esta forma, se anulan las instancias de delegación básica de poder o de principio de autoridad en las relaciones del Estado con la ciudadanía.










Por último, como lo dijimos en la primera parte de este análisis que designamos como “Chile la revolución definitiva”, no hay más que señalar que metodológicamente aproximarnos al examen de este proceso revolucionario, con una lógica que no sea la de este nuevo modelo revolucionario o a partir del desconocimiento de la profundización de sus categorías ideológicas puestas dentro de un nuevo cauce táctico estratégico o a partir de premisas ideológicas superadas por el marxismo; nada se podrá adelantar en la comprensión de su verdadera naturaleza y formalidad presente. Es de vital importancia entonces, traducir por medio del lenguaje ideológico adecuado y de la metodología analítica correcta, las dos emblemáticas situaciones revolucionarias que ya mencionamos, porque van a la vanguardia de la “aceleración de este proceso revolucionario”, para pasar por medio de la coacción de la violencia terrorista, a la siguiente etapa revolucionaria que no es más que el cierre del proceso revolucionario y el triunfo definitivo de la revolución. Nos referimos al levantamiento popular del 18 de octubre y su “primera línea” guerrillera urbana y el movimiento indigenista mapuche con su “guerrilla rural”. Esperamos dar para ello, las claves analítico-metodológicas adecuadas, en la tercera parte y final de este análisis general de la “revolución de siempre” que transcurre inexorablemente sin la adecuada oposición ideológica para sus fines, bajo las específicas particularidades de este nuevo modelo revolucionario…definitivo.

Como cierre y corolario del proceso revolucionario neomarxista:  Asistimos a la privatización ideológica de lo público y a la colectivización ideológica de lo privado.























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