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METODOLOGÍA DE ANÁLISIS PARA LA DECODIFICACIÓN IDEOLÓGICA DEL PROCESO REVOLUCIONARIO MODERNO
18
OCTUBRE DE 2019
CHILE…
LA
REVOLUCIÓN DEFINITIVA I/III
Marcha
por los derechos humanos, Morande esquina moneda, 11 de Septiembre de
2000.
PRIMERA PARTE
DECODIFICACIÓN
Y
ANÁLISIS DEL
NUEVO MODELO REVOLUCIONARIO ACTIVADO
EN
SU ULTIMA ETAPA
EN
CHILE Y SUDAMÉRICA
DESDE FINES DEL 2019.
TEXTOS:
José L. Uribe Fritz.
DIAGRAMACIÓN:
Eduardo Beltran R.
IMÁGENES:
Centro de Estudios Nacionalistas.
INTRODUCCIÓN
“La
verdad, debe ser proclamada tanto más fuerte y firmemente, cuanto
mayor es la gravedad del asunto al que se enfrenta”.
“¿A
QUE NOS ENFRENTAMOS LOS CHILENOS DESDE EL 18 DE OCTUBRE DE 2019?”
. ¿Con
que
nombre
podríamos
designar,
hacer referencia,
definir
y catalogar los acontecimientos que se desataron y
aún continúan desarrollándose
con una violencia y magnitud inusitada en
Chile y otros países de la América Hispana?
El
origen
del planteamiento
para
estas interrogantes
fundamentales nos
viene dada por una norma de deducción aristotélica:
“Nadie
puede establecer los alcances de una materia en discusión, si
primero no ha establecido
la
naturaleza de la materia en discusión”.
A
su
vez, la
respuesta para
esclarecer
estas inquietudes
nos viene de
la perenne necesidad humana de
comprender la realidad de la cual
forma
parte. Es
decir, de asumir
como cierto y verdadero todo
aquello que acontece en
su entorno y
es verificable de manera irrefutable
y segura. De
este
modo,
la circunstancia de utilizar determinadas palabras para designar a
los seres u objetos que existen tanto en la realidad como en el
pensamiento, equivale a reconocer que el nombre o sustantivo por
medio del cual denominamos
todas las cosas
y
las personas, obedece a un tipo de palabras cuyo significado
determina la naturaleza de las
cosas o personas objeto de conocimiento.
El
simple acto de llamar a
algo
por su nombre, pone en evidencia su misma esencia, pues
es lo que lo define y
hace posible que sea inteligible.
En
consecuencia: ¿Es
correcto dar el nombre de “estallido
social”
como
apelativo
que designa la verdadera
naturaleza
de
los
violentos hechos que vienen ocurriendo desde el 18 de octubre de
2019?.
Más
aún, la descripción que hacemos de las cualidades inherentes a la
naturaleza de las cosas, ya sea concreta o abstracta; la
efectuamos por medio de “adjetivos
calificativos”,
que
no solo hacen manifiesta una cualidad específica e
inherente solo al
sujeto objeto de conocimiento;
sino que además
al mismo tiempo, esa
misma cualidad, determina
o limita la extensión del mismo. Por lo tanto, ¿sería también
exacto afirmar
que
la cualidad más relevante de este supuesto
“estallido
social”
que
lo limita y le da toda la
extensión para
su discusión y argumentación es
la
“crisis del modelo socio económico neo liberal”?
Indudablemente
está muy lejos de la realidad utilizar
el
nombre de “estallido
social”
para
expresar
la
verdadera
NATURALEZA
de
la serie
de graves hechos de violencia que se sucedieron en Ecuador en
septiembre, que
en
Chile continúan
desde
el 18 de octubre y en Colombia a partir del 21 de noviembre. Porque,
como es de manifiesta y pública evidencia, estos
hechos no
solo escapan a la conducta normal de los considerados actores
principales de ellos...los ciudadanos de las clases media y baja y
porque
además, no corresponden al
lenguaje de las supuestas demandas sociales argüidas
como el elemento central
del descontento de la “ciudadanía”.
Desde el primer día quedó
de
manifiesto que
ese “Chile
despertó a
las injusticias sociales”,
no guarda ninguna relación con las elaboradas consignas ideológicas
que dan cuenta de un proceso de movilización social que,
instrumentalizado
en
su mismo
origen
y fin por
la izquierda chilena e
internacional,
es
claro
que
más
allá de
la consigna de las “reivindicaciones
sociales”,
hunde
sus tentáculos en las marañas de un elaborado plan ideológico
para
cambiar la sociedad chilena desde su raíz
(“refundar
Chile”).
Lo
correcto sería entonces,
pues es lo políticamente
evidente,
dar el nombre de “proceso
ideológico y revolucionario”
a lo que nos afecta, no
desde
el 18 de octubre; sino
que desde hace décadas atrás y que ha venido decantando en sus
fases hasta llegar al presente bajo la etapa de insurrección
“final
y total”,
con la que se quiere cerrar este proceso neo revolucionario.
No
es fácil hacer una afirmación como ésta y menos todavía, que sea
comprendida por la mayoría de la sociedad, pues esta carece de la
necesaria formación política que les permita el uso del lenguaje
adecuado
y necesario
para decodificar correctamente
la
naturaleza de los actos y protagonistas del proceso revolucionario
insurreccional en curso. Puesto
que además,
la
capacidad de reacción frente a un hecho político, siempre está
determinada por la comprensión ideológica del mismo,
el
objetivo del presente ensayo es desarrollar específicamente
en la primera parte,
un método de investigación que nos permita adquirir las
herramientas necesarias para ir eliminando, en primer lugar, errores
conceptuales tanto
de
la
política en
si misma, como también de la ideología neo marxista como
inspiradora
y ejecutora
de la revolución que
nos afecta, para
poder así entenderla
en su esencia, forma y alcances; de manera que pueda generarse la
necesaria oposición plenamente
informada a
sus postulados y
objetivos.
Generalmente
estos
errores conceptuales en
política, son el
sustrato
de
yerros
y confusión no
solo en
el hombre común. También
son
evidencia
de la
miopía profesional y horizonte infranqueable por la falta de rigor
intelectual, de todos aquellos teóricos de escritorio incapaces de
profundizar y relacionar las ideas políticas desde su fuente
abstracta primigenia (ideología), a la acción práctica llena de
sentido (praxis revolucionaria), que constituye sus más variadas
formas de expresión y cuyo devenir en el tiempo -establece un
proceso concreto- desde donde fluye la dinámica doctrinaria que
produce el movimiento político,
cultural y social
en el sentido de buscar alcanzar un fin ideológico preestablecido y
que no es otro, para la revolución; que reorientar la sociedad por
un nuevo cauce, previa
aniquilación de su lecho histórico
original.
H.
Belloc, el gran observador de los procesos culturales que formaron a
Occidente, ya dio cuenta de esta miopía en su tiempo, al señalar
que la actividad intelectual obliga ineludiblemente a tomar posición
detrás de una definición. Pero, “toda definición
implica esfuerzo mental, y por lo tanto, repugna”.
Y si hoy en día estuviera entre nosotros más que en su propio
tiempo, tendría los motivos suficientes para seguir afirmando, que
“el lenguaje de los hombres está saturándose de
expresiones que denotan en todas partes un desprecio por el uso de la
inteligencia”. O
como afirma Spengler, cuando alude a la decadencia de las culturas
señalando como claro síntoma de esta decrepitud, que precisamente
“se renuncia entonces a toda demostración; los
hombres quieren creer, no analizar. La investigación crítica deja
de ser un ideal del
espíritu”.
Se
necesita mucha capacidad de discernimiento para decodificar la
realidad presente en su justa esencia y el criterio de apreciación
de los conflictos sociales, debe ser muy elevado si le adjudicamos un
origen
ideológico
de izquierda. Más todavía, si los hechos que consignaremos,
provienen de una izquierda que aparentemente no tiene la fuerza de
antaño y que supuestamente
aceptó
de buena gana, no solo su fracaso ideológico, sino que además,
desenvolver su renovada actividad política dentro de las reglas de
la “democracia”.
De esta forma, dicho criterio tiene que estar informado de
manera responsable.
Pero… ¿Dónde encontrar esa información? ¿Bajo qué parámetros
comprobar su veracidad? El desconcierto que provocan
las violentas
e inéditas manifestaciones
revolucionarias
del
presente, es evidente en quienes tienen buena fe y un sentido común
despierto. Ellos presienten que en lo colindante de ciertas conductas
que identifican a grupos sociales heterogéneos y hasta antagónicos;
hay un discurso, un lenguaje, un argumento, una
consigna, una
acción y un propósito, que va más allá de lo meramente social,
económico
o cultural. No obstante, el nexo causal político-ideológico que se
intuye, no es tan explícito ni se puede poner de manifiesto con la
obviedad
del examen racional, porque simplemente no se poseen las categorías
del pensamiento imprescindibles para elaborar el argumento necesario
que pruebe, demuestre y relacione. ¿Con
que o con quien entroncar las ideas y
la praxis de
este “nuevo
socialismo”?
¿Dónde encontrar esos organismos estatales, sociales o
partidistas, que nos muestren que desde allí, es posible desenrollar
el hilo ideológico que explique satisfactoriamente la raíz de la
acción política revolucionaria
que
nos
afecta?
Lo
cierto
es que la mayoría de los chilenos “despertó”...pero
despertó a
la realidad de un violento acontecer revolucionario, e
insistimos
en esto majaderamente; el
que
bajo ninguna de sus facetas actuales
puede
ser constreñido o
confundido, con
la
inmediatez
de
la política
coyuntural en su origen -“crisis
del modelo socio económico liberal”-
y
su formalidad - “crisis
social”-
que
son los conceptos con que artifisiosamente
nos los justifica y
define la
izquierda.
Recalcamos
que su data es de largo plazo, que
no descansa sobre ninguna crisis social o
de cualquier otro tipo;
sino sobre un “conflicto
ideológico”
planteado bajo
los
términos dialécticos de
la ideología neo marxista
y que esta afirmación reposa sobre pruebas que están a la
vista
para
quien quiera profundizar en un
análisis
concorde a
la evolución ideológica de los hechos.
Sucede
así, una circunstancia digna de mencionar por
lo coincidente.
Durante la fase previa al abandono del modelo revolucionario
bolchevique que dio
origen
a la ex U.R.S.S. y
época de las grandes gestiones de revisión crítica del socialismo
tipo “soviético”; Y. Andropov afirma: “Ha
sucedido un fenómeno curioso. Precisamente cuando la realidad
soviética se ha hecho, por una serie de motivos, más accesible ha
occidente, éste ha empezado a entender menos”.
Más
tarde, en
la misma linea argumentativa,
ya en
plena marcha de
las reformas y en vías
claras de
abandono
del
modelo bolchevique por parte
del
P.C. de la ex U.R.S.S., M.
Gorvachov asegura:
“En
occidente hay quienes creen que
las reformas que hemos implementado son para dejar de ser
socialistas. Que no se equivoquen, pues estas reformas no
son
para dejar
de ser socialistas sino para profundizar
nuestro socialismo”.
Por
su parte, el socialismo chileno enfrascado en su propio proceso de
renovación, afirma en sus documentos de discusión interna en el año
1986: “Así, el partido de la
hora presente y del futuro será uno que asume la teoría marxista
como un método de interpretación de los fenómenos sociales, sujeto
a la permanente confrontación y corrección con la realidad”.
Antes
aún, en “Los Textos de la
Renovación Socialista. El Socialismo Chileno Rescate y Renovación”
editados por el “Instituto
para EL NUEVO
CHILE” en
1983; Jorge Arrate preguntado
sobre el proceso de convergencia socialista señala: “Su
objetivo es reimplantar la idea socialista en la sociedad chilena, en
el marco de un proyecto de largo alcance, profundamente
transformador, y cuyas bases ideales se conformarán por el encuentro
y desarrollo de todos aquellos valores comunes al socialismo marxista
y libertario...”.
Pongamos
ahora de manifiesto, no una sino varias circunstancias
“coincidencias”.
Primero, la
renovación de las ideas o el ideario socialista, tanto
en Chile como en la ex U.R.S.S., no
es para abandonar “ese
ideario”
sino
para profundizarlo, depurarlo
de sus errores de praxis y
volver a implantarlo en las sociedades y lograr el ansiado tránsito
hacia el “comunismo”.
Segundo, el
hito fundacional para la renovación del marxismo por allá por los
años veinte en Alemania, se gestó
a partir de la creación de instituciones específicamente creadas
para “repensar
el marxismo”. La
primera de ellas se llamó
originalmente “Instituto
para el Nuevo
Marxismo”.
El
que con posteridad mudará su nombre por el de “Escuela
de Frankfurt”.
Su
fin era re-implantar
un
comunismo
“reformulado”
en
las masas proletarias de Europa Occidental de
tal manera, que pudiera ser asimilado por unas masas que hasta
entonces habían sido muy poco permeables al comunismo materialista
ateo y
a
la
lucha de clases.
En Chile, se funda en el exilio el “Instituto
para el Nuevo
Chile”
y su objetivo es la renovación del socialismo chileno para
re-implantar el socialismo en Chile. Tercero,
en el caso de nuestro país, se pone de manifiesto aquí la idea de
proceso ideológico y revolucionario en la continuidad de las
concepciones teórico
doctrinarias
que
impulsan la acción de la izquierda en general:
“EL
NUEVO CHILE”
de los años 80 y el “REFUNDAR
CHILE”
del 2019. Sin
embargo, lo que media “ideológicamente”
entre
las
décadas
de los setenta
y
ochenta
y este fatídico año en curso, es tierra ignota para la mayoría de
los chilenos. Desconocen,
precisamente
cuando fue más visible,
que el proceso de renovación socialista chileno, “Siguiendo
el principio marxista de “revolución permanente” y el principio
leninista de “revolución ininterrumpida”, e indicando que “el
gran salto no es económico” (…) sino político-cultural”, el
neo socialismo chileno
en los “Cuadernos
de Chantilly”
sentencia
explícitamente: “tiempos de cruzada. Sin plazos, la meta es
transformar de raíz la mentalidad”.
La
consigna que ilustra
esta introducción, “revolución
solo es hacer”, da
cuenta de uno de esos aspectos tan desconocidos de este nuevo modelo
revolucionario que ha simplificado ideológicamente la práctica
revolucionaria. “Revolución
solo es hacer”
equivale a la acción
directa.
A la revolución en un solo paso. A “tomar...ocupar...usar
y expropiar”,
como lo reproducen las
paredes, los panfletos del grupo terrorista “Movimiento
Juvenil Lautaro”
y los “fanzines”
de
matriz ácrata desde los años
90.
Es el pueblo haciendo la revolución de manera directa...“sin
partido”.
Sin
leyes consagradas a legitimar dicha expropiación y uso, pero
que serán consagradas después cuando la revolución haya cerrado su
último ciclo. Tal es la evidencia que podemos observar en el proceso
revolucionario venezolano y
que claramente ha señalado en nuestro país el Senador Guido
Girardi:
“se
va a terminar el rol subsidiario del Estado, o sea, terminar una
sociedad donde la propiedad privada está por sobre cualquier otro
valor”.
Por
otro lado, el
despertar de los chilenos a este proceso revolucionario, es
netamente formal
y
se debe a una circunstancia ajena a su propia acción, acción
además
que
ha sido a lo
largo
de estos años extremadamente irresponsable y
desidiosa.
En
efecto, esta
circunstancia ha sido el
hecho manifiesto que desde el mismo 18 de octubre la izquierda
chilena ha abierto el manual de la “vía
armada al poder”.
Y aunque para la mayoría el tipo de violencia revolucionaria y su
objetivo no es claro, pues corresponde a una nueva forma
revolucionaria de guerrilla urbana (revolución
molecular disipada),
basta el simple hecho de la violencia por si misma para que la
mayoría de las personas hayan reaccionado al
peligro ideológico de la izquierda y su discurso de una nueva
constitución a partir de una asamblea constituyente.
Pero
esta violencia mal entendida como lo es realmente, ha llevado a un
error garrafal en la apreciación del proceso revolucionario y una
reacción que si bien es positiva, no es del todo firme
como para sentar una resistencia ideológica
contra revolucionaria que
se pueda proyectar en el tiempo. El
error garrafal mencionado, es la falsa apreciación de que en Chile
el 18 de octubre comenzó un proceso revolucionario. Basta para
desmentir este despropósito señalar el hecho histórico de que
ninguna revolución ha comenzado en la calle, sino al contrario...han
terminado su proceso en la calle. La
revolución política madre, de la que son herederos los comunistas y
cuyos postulados en su forma más radical estos nos quieren obligar a
aceptar; la sanguinaria Revolución Francesa; comenzó décadas antes
con un proceso socio-cultural
que fue divulgado por toda Francia y se consolida al
final políticamente
en
la calle con la toma de la Bastilla. La otra gran revolución, la
bolchevique, también comienza décadas antes y culmina en la calle
con la toma del Palacio de Invierno. Y sin duda, de no mediar la
heroica resistencia de CARABINEROS
DE CHILE,
el “octubre rojo”
chileno hubiera terminado en la calle con la toma del palacio de la
Moneda. Los revolucionarios más calenturientos tuvieron esa idílica
imagen y objetivo en sus mentes en su momento y así lo hicieron
saber. El
diario digital de izquierda “Werken
Rojo”
en los primeros días del estallido revolucionario, sentencia:
“Estamos en guerra. Sí, así
de claro, estamos en guerra en contra del régimen, del capitalismo y
sus sirvientes. Hemos salido a
luchar y no dejaremos las calles hasta derribar el gobierno y
hacernos de él”.
Para
cerrar esta introducción y entregar las últimas consideraciones,
volvemos a plantear la pregunta inicial;
“¿A
QUE NOS ENFRENTAMOS LOS CHILENOS DESDE EL 18 DE OCTUBRE DE 2019?”
. No
precisamente a una revolución en regla como las que llevaron al
poder a los revolucionarios en Francia y Rusia, ni mucho menos esta
neo
revolución
ha comenzado en nuestro país el 18 de octubre de 2019 como
ya lo señalamos.
Muchísima
agua ha corrido bajo el puente desde esas sanguinarias fechas y
para nosotros desde la Unidad
Popular y
su intento de consolidación de una sociedad chilena comunista.
Aunque
en lo fundamental nada ha cambiado en cuanto a los objetivos y el fin
revolucionario que perviven incólumes.
Por
eso, la tesis central de este trabajo a demostrar
y probar, es la siguiente:
“los chilenos nos enfrentamos a un nuevo modelo revolucionario que
dada la radicalidad en la reformulación de sus postulados
ideológicos y nueva praxis revolucionaria, es infinitamente más
grave, más sutil y más complejo que el que vivieron nuestros padres
en la Unidad Popular... lo
que lo hace definitivo”.
En
lo que respecta a nuestro país, esta nueva revolución fue
planificada por
la izquierda en el exilio en
los años
70
y 80 e implementada por
medio de un proceso cultural y social desde
el primero de los gobiernos de la Concertación. Por lo tanto, ahora
nos
enfrentamos -nunca
será suficiente reiterar esto- al
ciclo definitivo que pretende cerrar “políticamente”
el
proceso revolucionario de “traspaso
del poder”
y
no a un simple y
falso “estallido
social” cuyas
causas
no
son
ni
la
desigualdad ni
la injusticia social.
Lo
que confunde sin duda, es que lo que está empujando esta
transformación política radical, sea una forma de violencia inédita
y desconocida y que por lo mismo, desconcierta. Pero
que no es más que la reformulada “vía
armada al poder”
de este nuevo modelo revolucionario.
Sin
embargo, para
una ínfima minoría de chilenos existe el conocimiento y la certeza
de
que
lo medular de la verdadera revolución no está en las calles y que
fatídicamente… ya ha ocurrido. Si
bien es cierto los
breves antecedentes que hemos expuesto nos bastan para ilustrar esta
afirmación y sentar la idea de “proceso
ideológico y revolucionario”,
repetimos
que sus
aspectos más decisivos ya fueron inoculados desde
hace décadas y
lo siguen siendo, a toda
la
sociedad chilena y
lo más grave… sin oposición ideológica alguna.
Es
así, que un claro ejemplo para ilustrar esta reacción a las
formalidades contingentes
de
la revolución y no a su esencia ideológica y menos a su proceso; es
el proyecto anunciado por el MINEDUC
para
sancionar el “adoctrinamiento
político en los colegios”
en noviembre de 2019. Y este proyecto netamente “reaccionario
y contingente”,
nace de las denuncias de apoderados con respecto a los “cánticos”
enseñados por profesores a sus pequeños alumnos. La
ignorancia y la confusión aquí es
tan
evidente, que es el mayor ejemplo de lo inoperante e
irresponsable de nuestra clase política dirigente que ocupa los
cargos del gobierno nacional y
que ha sido incapaz de frenar la violencia revolucionaria. Por lo
tanto, mal le podríamos pedir que se
enfrente con las categorías ideológicas adecuadas, a
un proceso ideológico que no entiende. Es
realmente irrisorio confundir una consigna callejera de la
revolución “normalizada”
por la contingencia política, como
“el pueblo unido jamás será
vencido”
con “adoctrinamiento
ideológico”.
Cuando en realidad, el verdadero adoctrinamiento ideológico sigue
su curso en todos los textos de estudio de los colegios de
Chile...desde
hace décadas. Es así, que cualquier ciudadano medianamente
informado sobre las nuevas categorías ideológicas del
neo
socialismo, puede encontrar estas mismas categorías en los textos de
enseñanza pública, desde el mismísimo Pre-kinder.
La democracia directa, las
políticas de género, el
consejismo, el comunitarismo como nuevo orden colectivo, el
asambleismo,
la
ecología profunda, el derecho a la diferencia, el animalismo, los
derechos humanos, etc.
Campean
a sus anchas sin que medie ninguna “denuncia
al respecto”.
No
obstante estos antecedentes ideológicos plenamente verificables, con
respecto al otro “antecedente”
que el gobierno maneja y le preocupa, la consigna “ideológica
el pueblo unido jamás será vencido”,
le recordamos a la derecha chilena que esa misma consigna fue coreada
por “el pueblo”
a los pies de la Moneda el año 2013, cuando toda la izquierda
renovada de Hispanoamérica y por supuesto toda la guerrilla; se dio
cita en nuestro país para conmemorar el 30 aniversario del 11 de
septiembre de 1973. Y que esa misma consigna cantada entusiastamente
por los revolucionarios chilenos, fue completada
por el guerrillero Daniel Ortega quien
desde un balcón de la moneda les dijo: “No
olviden la segunda parte...EL PUEBLO ARMADO JAMÁS SERÁ APLASTADO”.
Acto
seguido, el locutor que oficiaba también su papel revolucionario,
despidió a los asistentes a tan magno evento, diciéndoles: “y
recuerden, en la noche las poblaciones son nuestras”.
En
resumen, hay quienes somos parte de esa ínfima minoría de chilenos
que no calificamos como reaccionarios sino anticomunistas y chilenos
patriotas de tomo y lomo
y
que venimos combatiendo y
denunciando este
nuevo proceso revolucionario desde sus fuentes mismas de renovación
y propagación
por
un espacio de tiempo que ya supera los 20 años.
Porque, que duda cabe, la revolución en su aspecto más peligroso,
sutil
y desconocido, el cultural; se ha introducido a nuestros hogares en
los textos de estudio de nuestros hijos y hay
quienes desde
hace años como
padres, venimos
dando la pelea para sacar de la cabeza de nuestros hijos todas sus
categorías explícitas en ellos. Es
por eso, que consideramos que no se puede abordar este proceso
revolucionario sin una metodología analítica mínima que
decodifique adecuadamente y ponga en su lugar, cada idea,
acto
y etapa de este proceso a
lo largo de estos años, para
así llegar a dar la
luz
conveniente
a
los graves hechos revolucionarios que nos agobian y
que comenzaron el 18 de octubre pasado y
que a
fin de cuentas, son
simplemente su desgraciada culminación.
Es
así, que la primera parte de
este análisis se
enfoca en este punto. Y
recibe el nombre de “contextualización
político metodológica del nuevo proceso revolucionario”.
La
segunda parte, ya con una cierta metodología analítica básica,
analiza los hitos más importantes del proceso de renovación del
comunismo en
lo que hemos definido como “La
revolución de siempre en el antiguo y nuevo modelo revolucionario”.
Después
de
conocido el proceso y las principales categorías ideológicas
de
la renovación comunista, con estos antecedentes recién hacemos la
“contextualización
del origen del último ciclo revolucionario chileno”.
Nombre que recibe la tercera parte. Y por último, en
la cuarta parte y final de este análisis y decodificación,
realizamos el “Análisis
de la esencia ideológica y formalidad revolucionaria del último
ciclo del proceso revolucionario chileno”.
Finalmente
reiteramos que sabemos
que hay que dar la lucha y resistir. Lo
sabe ya todo Chile. Y
si este gobierno inoperante ha sido incapaz de frenar como dijimos,
la desquiciada violencia revolucionaria, pudiendo
hacerlo y contando con todos los medios legales para hacerlo;
nosotros con la foto que ilustra la portada de este trabajo,
cumplimos con la tarea de demostrar la falacia e
hipocresía
de la “espontaneidad”
de este falso estallido social, cuyo
análisis
profundizaremos en la tercera parte de este trabajo.
Además,
la razón de poner esta decidora
foto como portada, es
hacer patente que
de
lo que se
trata aquí, es de desarticular la argumentación ideológica de la
izquierda en el mismo plano en que ésta se da. Se debe combatir al
enemigo ideológico, allí, donde precisamente obtiene sus mayores
éxitos. Se debe pelear en el mismo terreno del que nace, por su
propia acción, la base de su sostén político y
llevar la guerra ideológica a una “simetría”
de fuerzas, en
donde
una idea, una teoría y una acción; deban ser desarticuladas por
otra idea, otra teoría y otra acción cien por ciento
CONTRARREVOLUCIONARIA.
José
A. Primo de Rivera lo señaló claramente al enfrentarse a la
sanguinaria República Socialista Española en los años 30 del
siglo pasado: “Ante
una amenaza revolucionaria, solo puede levantarse otra aspiración
revolucionaria”.
Pero
hay que dar la lucha como lo plantea Mgr.
Ketteler, el gran artífice que dio fructífera vida a la doctrina
social de la Iglesia bosquejada por el
Papa
León XIII y
que
con su obra sentó
las bases ideológicas de las cuales bebieron gran parte de los
partidos y movimientos nacionalistas católicos del siglo XX para
contra argumentar a la dialéctica comunista. Y su llamado a la lucha
contra los corifeos de la revolución a partir de la correcta
asimilación de su tiempo histórico, es un llamado que no ha perdido
ni un ápice su vigencia:
“Puesto
que la lucha es necesaria, hay que combatir bien. Para ello es
preciso ante todo conocer la época en que se vive y los caminos que
hay que seguir y medios que hay que emplear en nuestro tiempo para
que sea eficaz el combate por el derecho y la verdad. Cada época
tiene su carácter particular, mientras que los grandes principios
son siempre los mismos. El que no conoce los caracteres particulares
de su tiempo, el que sólo se agita en el ambiente de los grandes
principios, con frecuencia da golpes en el vacío, sin que su
esfuerzo aproveche a sus contemporáneos”. Dios
mediante, nosotros esperamos que nuestro esfuerzo plasmado en este
trabajo, sea de provecho para nuestros compatriotas, de
manera de
que podamos
enfrentar y rechazar con éxito este último asalto al poder por
parte de los “sin
Dios y sin Patria”.
Para
terminar, debemos tener siempre presente, que en
política, nadie puede ser tan iluso como para pretender transformar
la sociedad sin crear conflictos...
y
puesto que el
conflicto es el ABC del manual revolucionario
del
comunismo, se
le deben crear y
oponer los
necesarios “conflictos”
que impidan lograr su objetivo de transformación total de nuestra
sociedad.
¡LA
PATRIA AL PODER! ¡VIVA CHILE!
1.-
CONTEXTUALIZACIÓN POLÍTICO METODOLÓGICA DEL NUEVO PROCESO
REVOLUCIONARIO.
REGLAS
Y ESQUEMAS DE METODOLOGÍA ANALÍTICA
Existen
en política, una variada serie de elementos, factores y reglas de
procedimiento que constituyen el fundamento necesario para una
correcta metodología analítica. Ante la imposibilidad de
profundizar en el desarrollo de dichos elementos, mencionaremos
algunos con el fin, de a grandes rasgos, sentar las bases para un
básico, decisivo y adecuado método de intelección requerido, en
orden a concebir, conocer, entender, descifrar, decodificar,
distinguir, interpretar, juzgar, valorar y relacionar en su justa
naturaleza, carácter, dimensión, objetivos, magnitudes, fines y
alcances, las ideas y las acciones más relevantes del proceso
revolucionario en curso en nuestro país. Algunas de estas reglas de
metodología que es necesario tener presente siempre, son las
siguientes.
1.-LA
REVOLUCIÓN ES PERMANENTE Y DEBE SER POR LO TANTO ININTERRUMPIDA. De
acuerdo a este principio ideológico marxista, se debe establecer
desde un comienzo las
bases del análisis sobre la existencia y el crecimiento
evolutivo del
cauce político, histórico y cultural, del
proceso ideológico
comunista, desde su origen
hasta el presente (neo
socialismo). Es
decir, se debe proyectar la decodificación de las categorías
ideológicas del análisis, dentro y a partir de la lógica interna
del desarrollo del necesario proceso revolucionario que las origina,
explica y justifica a lo largo del tiempo. De esta manera, se debe
adoptar siempre el concepto de proceso ideológico y revolucionario
permanente, como fuente de los conflictos ideológicos de la
actualidad, descartando de este modo, la falsa “espontaneidad”
de los mismos para conectarlos a su vez, dentro de la evolución
programática de etapas y la superación de las mismas, que se
producen
por el perfeccionamiento y la reformulación táctico-estratégica de
dichas etapas, dentro del constante devenir revolucionario en función
del objetivo de construcción de una sociedad íntegramente
socialista.
2.-
LA MATRIZ IDEOLÓGICA DEL COMUNISMO Y SU FIN SON SIEMPRE LOS
MISMOS. NO ESTÁN SUJETOS A
TRANSFORMACIONES. SOLO A PROFUNDIZACIONES EN SUS CATEGORÍAS
FILOSÓFICAS. Establecer el
origen y la naturaleza -siempre inmodificable- de las ideas que son
la matriz ideológica del proceso revolucionario y por tanto, el
substrato subsistente de su dialéctica, de su teoría política, de
su lenguaje conceptual, denominación organizacional y su praxis
revolucionaria. Siempre sujetas estas últimas cuatro
particularidades, a revisión y cambios, al confrontarlos en su
eficacia para la transformación social. Lo que equivale a decir, que
se deben mostrar como útiles y eficaces para implementar y
consolidar la revolución. En consecuencia, se deben definir las
áreas del pensamiento donde se ha reformulado una nueva teoría
política, fuente a
su vez, de nuevas prácticas revolucionarias.
3.-ESTABLECER
LA NATURALEZA Y EL CARÁCTER DEL CONFLICTO IDEOLÓGICO.
Por
un lado;
de
acuerdo a su coyuntura
formal en el presente (sumatoria
de circunstancias, protagonistas
y factores que inciden sobre él
en un cierto momento histórico).
Y
por
el otro; su
relación con la
etapa o ciclo que le corresponde dentro del proceso de
acuerdo a la teoría política y su expresión
revolucionaria, implementadas
y adaptadas
a las nuevas modalidades de la
guerra
revolucionaria que
justifican el surgimiento de dicho conflicto.
4.-
FACTORES SUBJETIVOS Y OBJETIVOS QUE INTERVIENEN EN EL
CONFLICTO. Se deben hacer
presente las propiedades y
características de los factores objetivos (materiales: armas,
cuadros políticos operativos, etc.)
y subjetivos (espirituales: creencia,
cosmovisión, cultura, etc.)
que son connaturales
a la matriz ideológica de los principales actores que intervienen
como antagonistas en el conflicto, de
manera de establecer las diferencias esenciales entre ellos, los
planos o estadios donde se enfrentan (cultura, economía, moral,
social, lucha armada, etc.) y los niveles de asimetría o
simetría que se
dan en estos distintos
estadios de confrontación.
5.-
DEFINIR
LA TEORÍA Y LA PRÁCTICA REVOLUCIONARIAS EN
CURSO.
Establecer
los objetivos tácticos y estratégicos de la teoría y praxis
revolucionaria (siempre sujetos a revisión y cambios) mediante los
cuales se pretende
alcanzar el fin ideológico último -SIEMPRE
INMODIFICABLE-
y decodificar su estructura formal de acuerdo al modelo
revolucionario que las impulsa y sostiene en la actualidad.
6.-
PROYECCIÓN DEL PROCESO REVOLUCIONARIO DE ACUERDO A SUS NUEVAS
CATEGORÍAS IDEOLÓGICAS. Conocida
y entendida la esencia y carácter del conflicto ideológico que
activa el ciclo revolucionario, proyectar el proceso revolucionario
en curso de acuerdo a los posibles escenarios de resolución del
conflicto principal. Conflicto que es de por si, el eje del ciclo
revolucionario y que se decidirá en una de sus dos vertientes
naturales. Primero, de acuerdo al diseño propio implementado por el
poder hegemónico de la vanguardia ideológica principal y los
escenarios proyectados para su resolución de acuerdo a sus
intereses. Segundo, de acuerdo a la re configuración de escenarios
nuevos surgidos a partir de la calidad y cantidad de resistencia
generada naturalmente como oposición al fin ideológico y a la
“particularidad” de su
“vía revolucionaria”. Lo que significa la reformulación y
activación de nuevas tácticas que permitan superar los “sub
conflictos” surgidos a partir de esa resistencia y que pudieran
detener el proceso o en el peor de los casos desarticularlo.
7.-
ESTABLECER LOS CÓDIGOS MEDIANTE LOS CUALES SE REPRODUCEN LAS
CATEGORÍAS IDEOLÓGICAS DE LA REVOLUCIÓN. Situado
y demostrado el proceso ideológico como fuente impulsora del
proyecto de transformación de la sociedad, conocida y entendidas su
teoría y praxis revolucionaria, se debe establecer cuales son y cual
es, la naturaleza de los códigos mediante los cuales dicho proceso,
en su práctica revolucionaria, se va desarrollando. Cabe recordar
que todo proceso revolucionario marxista de transformación política,
social y cultural, ya sea del antiguo o el nuevo modelo
revolucionario; puede ser investigado y conocido por medio de sus
códigos ideológicos. Y estos códigos se distribuyen en en cuatro
grupos: "las ideas, los conceptos, los actos y los símbolos".
Todas
estas reglas señaladas aquí, están implícitas en todo el
documento presente. Por lo tanto, no es necesario abundar en
explicaciones sobre ellas. Sino simplemente tomarlas como lo que son;
puntos de referencia inamovibles e insustituibles por medio de los
cuales establecer las premisas correctas para encauzar acertadamente
el análisis político ideológico, independientemente del tipo de
sociedad en que la revolución opere.
Sin
embargo, una circunstancia es necesario tener en cuenta al momento de
comenzar a proyectar el análisis a partir de estas reglas: el origen
y la naturaleza de la información que se requiere procesar como
materia prima del análisis mismo. Aquí es
necesario distinguir tres
centros
como
fuentes desde
donde recabar
la información requerida.
1.-Centros
de gestión ideológica.
2.-Centros
de
transmisión
política.
3.-
Centros de propagación masiva.
Es
de Perogrullo,
que
la información requerida para conocer,
explicar
y
difundir los conflictos
ideológicos a
partir de la veracidad tanto de su
origen como
así mismo
de
su naturaleza
y el
fin
que
persiguen, no
los encontramos jamás expuestos
en
toda su magnitud en
los canales informativos “oficiales”
de
los medios de comunicación. Los
que dicho
sea de paso, no
alcanzan
a cubrir más que un escasísimo
porcentaje del
acontecer nacional y de
todas las aristas de muy variada índole, que guardan una relación
directa con el proceso revolucionario. Es
de público conocimiento, que las noticias llegan al
conjunto de la sociedad,
a través de ellos, editadas de manera pre-fabricada. O lo que es lo
mismo, ya procesadas, listas para ser “digeridas”
y que su objetivo inmediato no solo es “desinformar”
en el sentido de ocultamiento de la verdadera información, sino que
al mismo tiempo, crear una opinión pública dirigida a aprobar
determinadas y específicas “políticas”,
a no cuestionarlas e inhibir respuestas naturales a cuestiones de
índole ideológica de por sí...simplemente
antinaturales. Como
por
ejemplo,
el aborto, la eutanasia, las “nuevas sexualidades”, las “nuevas
familias homoparentales”, etc. Esto
último, debe ser entendido en la amplitud ontológica de lo natural
y
la ley que las rige.
Es decir, desde la concreción existencial propia de los seres (el
hombre como
una unidad
consubstancial de cuerpo y alma expresados
en un hombre y una mujer),
las cosas (la política como
medio tendiente a asegurar los medios para los
fines
propios
del hombre)
y los organismos sociales (familias, naciones
y gobiernos
como
accidentes substanciales propios del
desarrollo de
la naturaleza humana),
en su especificación ya sea individual o colectiva,
inferidas
a partir del carácter propio o inherente a sus “esencias”,
hasta el principio metafísico que las explica y la fuente espiritual
que
como
causa primera
las
sostiene insuflándoles el “ser”
y el “existir”.
Lo
que vale a intelegirlas tal cual como salieron de las manos de Dios y
no como el desquiciamiento mental de una minoría fáctica
revolucionaria
nos
la re-presentan espúriamente
en estos fatídicos tiempos, por
medio de la modificación de las categorías trascendentales del
pensamiento metafísico para
forzarnos a vivir una nueva “realidad”,
a partir de una concepción inmanente de las esencias y las formas
absolutamente
ajenas y
contrarias a
ellas.
O.
Spengler señala con
respecto a la
manipulación
de la información;
“El
lector se entera de lo que DEBE SABER y una voluntad superior informa
la imagen de su mundo”.
Sentencia, además, una práctica que se ha masificado
exponencialmente desde su época a la nuestra: “Puede
la prensa condenar a muerte a una verdad; bástele con no comunicarla
al mundo”.
En definitiva, si hacemos la misma relación que Spengler, esto es,
observar la concordancia entre la “libertad de prensa moderna” y
la “libertad pluripartidista”, ambos subproductos de la
democracia liberal, llegamos a la misma conclusión lapidaria e
irredargüible: “SE
ES LECTOR Y ELECTOR, ESTO ES, DOS VECES ESCLAVO”.
De esta manera, al ser “maquilladas-manipuladas” las noticias en
su carácter y tergiversadas en su esencia y finalidad,
la realidad se va modificando progresiva y sustancialmente sin mayor
conocimiento de
esta transformación (anulando
la posibilidad
de una
resistencia) y lo más grave; sin el consentimiento por
parte de la mayoría de las personas, que
desconocen
el
origen, naturaleza,
objetivos y fines de los principios ideológicos que propician esta
transformación a
la que son empujadas.
Los que en definitiva, permanecen ocultos e imperceptibles en su
conexión con la expresión de normalidad o gravedad, según sea el
caso, con el que se re-presentan y llegan al público en general,
dichas cuestiones ideológicas vitales (Centros
de propagación masiva).
En consecuencia, conocer y entender la esencia de estos principios y
la identidad de quienes los sostienen, divulgan y utilizan de
manera prolífica
(centros
de gestión ideológica y transmisión
política),
es el fundamento ineludible que nos impone la necesidad de “indagar”,
es decir, averiguar y examinar la verdadera
información
destinada a descubrir o a hacer patente y “visible”
aquellos aspectos no conocidos y entendidos como los factores que sí
permiten una verdadera aprehensión de la concepción de la realidad
tal cual es en sí misma y
de los distintos niveles donde interactúan los seres que la pueblan.
Una
información relevante y de primerísimo orden que debemos adquirir,
pues es la base a partir de la cual entender la dinámica del proceso
revolucionario, es el ya
señalado conocimiento
y entendimiento del origen y naturaleza de las ideas que lo inspiran.
Es
necesario comenzar por la idea, por la doctrina, la persuasión
intelectual previa a la acción y fuente de la misma. El
hombre es movido por ideas, en consecuencia, manifiesta sus creencias
al actuar. Y
sería muy difícil conocer
su
interior y las ideas que lo mueven, si no estudiáramos al mismo
tiempo su conducta y
la conducta política de la agrupación a la que adhiere como
principio justificador de la suya. Ya
que como afirma O. Spengler; “todo
hombre, quiéralo o no, es miembro de ese acontecer militante, ya
como sujeto, ya como objeto; no cabe una tercera posición”.
Por
otro lado,
en el ámbito de la exteriorización de los postulados ideológicos
que justifican la necesidad de un determinado nuevo
orden
político, se
desarrolla un conocimiento específico que
expone
una argumentación elaborada
a partir de un
conjunto de pruebas
y datos por
los cuales
el
“sujeto
militante”
considera que su saber
político
es “válido”
y “necesario”
para
la “transformación”
de la sociedad
hacia
un “nuevo
orden”.
Se
debe llegar entonces analíticamente,
a la serie de creencias ideológicas
que
sustenta ésta
y otras
conclusiones, como
la permanente “critica”
que
pretende hacer creer a las personas en general, que el orden social
presente es “defectuoso
e
injusto”.
Pues
es desde allí...desde la crítica que expone y visibiliza la
necesidad de “cambios
estructurales”,
que la izquierda crea y sustenta la necesidad de su propia
existencia. En
este nivel del
análisis, la
importancia de la especulación intelectual, estriba en advertir, que
el objeto del entendimiento es “comprender”
y
ante una comprensión completa...la crítica se desvanece.
En
consecuencia, el verdadero y único análisis objetivo e imparcial de
la política, comienza por reconocer la circunstancia fundamental, de
que si se modifica la forma de “conocer”
en primer término; la naturaleza humana, se modifica la forma de
entender, de ser y de obrar del sujeto cognoscente. Y
que además, si
se modifica la naturaleza humana, se modifica todo lo que hemos
señalado como prolongación substancial
de su ser, la familia, la sociedad y el Estado. Parafraseando a C.
Joudain, podemos asegurar, “que
el espíritu humano es como el “original” que cada sistema de
pensamiento trata de reproducir, necesario es pues conocerlo para
comprender bien, y sobre todo, para juzgar tantas doctrinas en las
cuales se ha depositado el conocimiento de sí mismo. Sin este
conocimiento, la naturaleza de una época queda reducida a un
catálogo estéril” de fechas de calendario, de donde nada
productivo podrá jamás salir.” Pues en general, el espíritu de
una época depende de las doctrinas que en ella han prevalecido, y
las vicisitudes que se observan en las leyes y en las costumbres de
las naciones tienen por causa primera el trabajo interior que ha
tenido lugar en las ideas.”
Finalmente,
todo
acercamiento a
la
comprensión de los fenómenos político-ideológicos, supone
reconocer
que
las personas lo hacen
desde tres enfoques de razonamiento
argumentativo.
Que
es por lo demás, la única manera que tiene el intelecto
humano
de alcanzar la verdad, dado que el conocimiento humano no es
intuitivo como los espíritus puros, sino indirecto y
la
verdad debe
ser alcanzada, como
ya señalamos,
por la demostración en
base a pruebas y evidencias desarrolladas en un argumento, que valga
la redundancia...pruebe
y demuestre como requisito primario para formar el juicio
y convencimiento
sobre la naturaleza, carácter y razón de ser de una cosa.
Es así, que esta comprensión señalada, la
manifestamos
solo
y unicamente desde
el
punto de vista del análisis a
partir
de
lo
que hemos establecido como tres
modalidades o estadios
de la lógica.
No
quiere decir esto que existen tres lógicas como manifestación
formal de la verdad. Pues
solo
existe una.
Unicamente
queremos sentar como parte del
método analítico,
la
circunstancia de
que
existen tres estadios de comprensión del proceso revolucionario
y
cada uno de
ellos
desarrolla
su
propia lógica para llegar establecer la veracidad del conocimiento
específico que
tiene o ha alcanzado de
dicho
proceso.
Que
esta comprensión guarde una relación coherente con el pensamiento
formal y
la lógica del proceso revolucionario, constituye el “quid” de la
cuestión analítica que
pretendemos dejar sentada como precedente metodológico.
1.-
LÓGICA
INTERNA DEL PROCESO REVOLUCIONARIO:
Es
la que establece en
primer lugar,
la relación correcta, directa
y obvia;
entre la naturaleza misma de la revolución y su especificación
práctica como teoría
y doctrina
política,
tendiente a transformar la realidad en
todas sus manifestaciones de
acuerdo al fin ideológico que es propio de la cosmovisión y teoría
del conocimiento de quienes han dado forma y contenido con ellos, a
un determinado
proceso
revolucionario para alcanzarlo.
En este caso puntual, el neo-marxismo o nuevo socialismo. En
segundo lugar, es
en
el mismísimo proceso de renovación del comunismo donde es más
patente el desenvolvimiento de “su
lógica interna”.
En
efecto, lo
que media entre las principales características del antiguo modelo
revolucionario y las peculiaridades de este nuevo modelo que se
liberó formalmente al
mundo con...no
la “caída”...sino
el “abandono”
de los socialismos reales; es
precisamente esa
lógica implacable apañada por el procedimiento de la “crítica
interna”
y el principio teórico comunista, de la “correcta
lectura de las condiciones objetivas para la revolución”.
De
manera que es absolutamente metódico porque es de manual; la
evolución lógica del proceso revolucionario por medio de la
profundización de sus categorías ideológicas. Es decir, que exista
y sea posible el abandono de ciertas teorías y experiencias
revolucionarias que demostraron ser un obstáculo para la
construcción del socialismo. Que a fin de cuentas burocratizaron y
anquilosaron la
revolución; como así mismo, que existan y
sea posible el asumir nuevas
teorías y prácticas revolucionarias surgidas a la luz de
la natural subjetividad para el pensar y el hacer, de una doctrina
que asume la permanente evolución como principio justificador y
ordenador de la realidad. Lenin,
uno de los principales teóricos de la revolución lo afirma
taxativamente:
“el
factor decisivo para aceptar o rechazar una idea, está dado por la
utilidad de la misma en los planes del partido”.
En
conclusión, quien no asume el conocimiento y entendimiento del neo
marxismo, de su nueva conceptualización teórica y de praxis
revolucionaria, a partir de su “lógica
interna”,
no solo no va a entender nada; sino que además
se
situará en una posición que estará anclada al pasado y a una
falsa, incompleta
e incorrecta interpretación del proceso revolucionario moderno.
2.-
LÓGICA
EXTERNA DEL PROCESO REVOLUCIONARIO:
Dice
relación con la comprensión siempre subjetiva de la política y que
tiene su origen en una
asimilación falsa de la misma. Que
descansa sobre un conocimiento y
entendimiento que
no guarda relación con la concepción propia de aquellos que siendo
sus autores y teóricos;
en el caso de la revolución, son
los que originalmente han establecido su
naturaleza, carácter, medios y fin. De
allí, de esa posición que aplica una lógica externa propia de un
criterio subjetivo y distinta de la del proceso revolucionario,
surgen crasos errores como los siguientes:
1.-
Tomar como cierta y segura la “información oficial”.
2.-
Reproducir
categorías ideológicas prefabricadas que
no se entienden en
su verdadero carácter, fin
y alcance
ideológico, ni en los distintos planos que operan.
3.-
Estructurar el análisis del proceso revolucionario a partir de la
formalidad tanto de la política como del proceso en sí mismo sin
llegar a su esencia.
4.-
Repetir
“conceptos”
para explicar la realidad, cuyo significado está dado por el poder
hegemónico de la revolución, es
decir por su ideología, y no por el significado propio de uso
habitual de las palabras. Por
ejemplo, en los textos de la renovación socialista de acuerdo a la
resignificación del lenguaje a partir de Gramsci, se llama a hacer
“socialismo
sinónimo
de democracia”.
Por lo tanto, cuando la ex presidenta Bachelet en su momento
señaló que “debemos
profundizar nuestra democracia”,
debemos entender que a lo que se refiere es a “profundizar
el nuevo socialismo”.
Pues
todas las reformas en educación, justicia, administración estatal,
etc. han sido orientadas efectivamente
en
ese sentido.
Sin
ir a las fuentes del pensamiento de quienes
crearon, propagan
y ejecutan
la
revolución, no es posible entender su dinámica ni desarrollo. Ni
es posible llegar a
la
esencia ideológica que es la fuente de la
racionalidad
de sus acciones revolucionarias. Por
lo tanto, desde
una lógica externa que se desarrolla sobre un conocimiento parcial,
no es posible
emitir
un juicio plenamente informado, sino solo
una
opinión; que
es una simple estimación general sobre
algo
que
“se cree que es”.
3.-
LÓGICA FORMAL:
El
origen del juicio que dirime lo falso de lo verdadero para la
especulación filosófica marxista, no está asentado en la verdad
tradicional aristotélico- tomista que afirma que: “las
cosas existen fuera de nosotros y su conocimiento depende de dos
factores; de la existencia del sujeto conocido (estímulo) y de la
existencia de un conocedor (sujeto cognocente)”.
Como la misma experiencia sin mayor problema confirma. Para el
marxismo no existe una realidad externa distinta del ser humano.
Todas las concepciones sociales, económicas, políticas, morales y
culturales que elabora su dialéctica, obedecen a una matriz
claramente inmanente, en la cual nada es fijo sino que todo está
sujeto a un cambio propio de las supuestas “contradicciones
internas”
que porta en sí todo organismo. Puesto que la materia es la fuente
de todo y está en permanente evolución, el hombre está sujeto a un
determinismo materialista que lo encierra en un único ciclo
de
vida...el de su cuerpo. De esta forma el hombre nace, crece y muere.
No hay otro mundo ni nada espiritual o superior al hombre que
determine su naturaleza como un principio distinto y externo al
hombre mismo. De esta manera, el hombre es un “ser
cerrado”
que no puede alcanzar el conocimiento de una realidad anterior y
superior a él. Así, es completamente incongruente por ejemplo, que
un marxista hable de “libertad”,
“espíritu”, “justicia”, “bien”, “verdad”,
etc. cuando de acuerdo precisamente a la “lógica
formal”;
no puede existir libertad en un sistema de pensamiento “determinista”
o un “espíritu”
allí donde la materia, que es lo opuesto al espíritu, es
considerada la causa de todas las cosas. Por su parte, la lógica
formal establece las formas del raciocinio humano, se preocupa de que
los argumentos por medio de los cuales se establece o demuestra la
naturaleza de las cosas, estén en consonancia con las leyes de la
lógica. La verdad es de por sí absoluta y objetiva y se manifiesta
de tres maneras, lógica o formal (naturaleza del raciocinio),
ontológica (naturaleza de los seres y las cosas) y moral o
lingüística, pues descansa en las palabras que afirman
la verdad. Se debe establecer entonces, la veracidad de la
argumentación neo marxista, de acuerdo a las manifestaciones de la
verdad y en relación a la naturaleza del hombre, el Estado, la
sociedad y el gobierno que se da a sí mismo un Estado Nación. Solo
desde esta posición entonces, es posible hacer un análisis
integral. Plantear una argumentación válida para un juicio objetivo
que pruebe y demuestre la falsedad de la dialéctica marxista y
reconozca que su lógica interna nada tiene de sustento en la lógica
formal del pensamiento verdadero, sino en la lógica propia de un
materialismo determinista que reduce al hombre a materia pura. El
aborto tiene por ejemplo aquí su justificación plena. Pues para el
neo marxismo; el hombre no nace, pues “no
es creado”,
sino que “se
hace”.
Es un “constructo
social”.
De esta forma los vericuetos de la re enfocada dialéctica neo
marxista, eliminan a Dios no en sí mismo y por si mismo, en la
negación de su existencia y en la prohibición de
su creencia; sino que ahora lo hacen a partir de la negación de la
obra de Dios tal cual como salió de sus manos.
MARCO
METODOLÓGICO ARGUMENTATIVO
Sobre
la política se ha ido acumulando una pátina falsa, que a la par de
ocultar su verdadero rostro, deja traslucir una paradoja con visos de
tragedia, dados los aciagos tiempos que vivimos. Esto,
porque nunca
antes en la historia del mundo, la política había alcanzado los
grandes niveles de influencia a escala planetaria como en este siglo
que recién comienza. Pero esta aseveración no es inferencia del
alcance e
instantaneidad de las comunicaciones modernas, que han transformado
al planeta en la manoseada consigna descriptiva cliché “una aldea
global”. A lo que apunta como natural deducción, es a la
constatación ineludible de que nunca antes se habían podido
registrar hechos históricos de índole ideológica de una gravedad
tan trascendente en contenido y extensión. Se advierte hoy en día,
en efecto; el diseño, la planificación y la puesta en marcha, de
incuestionables arquetipos ideológicos destinados a influir al mismo
tiempo y transversalmente, en continentes, naciones, Estados,
universidades,
escuelas, familias,
organizaciones nacionales e internacionales, sociedades, comunidades
y culturas; en un fluir constante de ideas y acciones homogéneas,
que van desde lo “local”
a
lo nacional, de lo nacional a lo internacional y viceversa. Todo ello
registrado
en un proceso revolucionario neo
marxista
de nuevo cuño, más radical y más subversivo. Depurado ideológica
y
doctrinariamente,
con nuevos contenidos y
con nuevas
tácticas y estrategias en su
accionar, lo
que ha determinado que su
radio de influencia en
el presente sea
inconmensurable
y
muy
complejo
de diagnosticar y decodificar.
Peor
aún, el ejercicio de la política hoy en día demuestra de
manera irrefutable,
que está desnaturalizada, deshumanizada y desnacionalizada, y por lo
tanto, desprovista de principios y hechos que sean capaces de
producir aquellos lazos de efectiva y natural correspondencia,
identidad e integración; con el ser que la genera y
la sustenta y la agrupación que lo acoge e
identifica: el hombre y su sociedad nacional. Y he aquí la gran
contradicción. Por un lado,
precisamente ahora en que la naturaleza y finalidad de los conflictos
ideológicos nunca habían
sido tan agudos y la curva de su influencia tan dilatada, por el
otro; en contraste, la esencia de sus postulados nunca fue tan
groseramente desconocida, infravalorada y peligrosamente
relativizada.
Es
así que en estos tiempos de multiplicidad de conflictos políticos y
manifiesta convergencia ideológica de los mismos dentro un mismo y
persistente proceso revolucionario que ha explayado las fronteras de
su dialéctica, es extremadamente difícil y complejo su análisis
por una serie de factores que en un resumen muy esquemático podemos
constreñir en cuatro puntos.
1.-
La naturaleza y
compleja composición
ideológica de dichos conflictos y
su nueva formalidad.
Constituye este aspecto que llamamos composición ideológica, un
área ignota en la mayoría de los análisis, pues es tratada de
manera muy superficial. En efecto, solo para aclarar este punto, que
no podemos desarrollar aquí en profundidad, diremos que escapa a la
observación de ciertos conflictos ideológicos puntuales y en el
desarrollo de distintos aspectos del proceso revolucionario
neo marxista, la confluencia que se produce en estos, de ciertos
lineamientos teóricos y de praxis, que no solo no se condicen
con la vieja y original escuela de la rigurosa doctrina comunista,
sino que además, son parte de los postulados doctrinarios de sus
enemigos “formales“
en lo ideológico como lo son, la social democracia, el anarquismo y
el socialismo utópico entre otros. Carlos Altamirano ex secretario
general del Partido socialista chileno e ideólogo de una de las
experiencias revolucionarias históricas más importantes del
comunismo del viejo modelo unipartidista soviético estatal; la
Unidad Popular del gobierno de Allende, expresa en 1989 que “después
de todo, en aquellos que calificábamos peyorativamente como
reformistas (social demócratas), existía
-potencialmente-
una fuerza de cambio“.
Aceptando de esta manera como legítima para el nuevo modelo
revolucionario, la praxis de las reformas paulatinas desde dentro del
sistema político democrático capitalista-burgués y por lo tanto,
como vía legítima de construcción del socialismo. Quedando
superada entonces, la aguda dicotomía “reformismo
(socialdemocracia) o revolución (comunismo)”
por la reformulación del concepto “cambio
revolucionario”.
Otra
fuente a venido a constituir, los dirigentes y teóricos expulsados y
excomulgados por el partido, siendo sus teorías anatematizadas como
“desviacionistas“ en relación a la linea oficial y hoy
plenamente rehabilitados en lo personal y doctrinario. Mención
aparte e imposible de desarrollar acá, es el acto de asumir, no
creíble para algunos, de plena racionalidad diremos nosotros,
aquellos aspectos más importantes de la Civilización Cristiana
Occidental; en lo económico, en la organización social, en el
asumir la acción en y a partir de la conciencia individual, en el
evitar actuar sobre los accidentes substanciales (familia, sociedad)
e ir directo a las esencias (naturaleza humana), por ejemplo y en
otros de mayor complejidad como el sentido de universalidad e
integración a un orden superior elaborado en torno a una gnoseología
del conocimiento humano, como primerísimo estadio del proceso de
“desalineación” necesaria que siempre ha propugnado el
comunismo, como mecanismo de ruptura con el “viejo orden”,
pero ahora elaborada bajo una nueva matriz. Al respecto, Konrad Low
en su obra “La Fascinación del Comunismo”, estudia este
tema dentro del contexto de la evolución histórica del cristianismo
mediante el dogma y las escrituras y hace un paralelo entre
cristianismo versus marxismo, en el sentido de la suplantación que
hace éste último respecto del primero, de su mensaje de “reforma”
del hombre y la sociedad. Claro que con las propias palabras de Low,
nosotros también afirmamos que “se podría
negar en igual forma la igualdad de los esqueletos del mono y del
hombre, como la igualdad de estructura del marxismo y la cosmovisión
cristiana”. Es así que tal vez la lectura más
superada de este paralelismo impío y el afán de suplantación de la
doctrina cristiana por parte del marxismo; su principal y único
enemigo mortal, es ese mesianismo determinista sobre el inevitable
advenimiento del socialismo, acompañado de ese materialismo de
manual de colegio, que Gramsci se encargó de sepultar y que en su
reemplazo logró dar a la inmanencia materialista una real dimensión
de estrategia práctica revolucionaria enormemente efectiva, a
partir de la resignificación del lenguaje y la anulación de su
sentido metafísico trascendental cristiano.
A
toda esta externalidad de nuevos agentes que reformulan y amplían
enormemente la teoría y praxis revolucionaria, dotándola de una
eficacia y profundidad insospechadas, se debe agregar su mismo
proceso crítico de reformulación de sus categorías ideológicas
esenciales y fundacionales. La escuela de Frankfurt, el freudismo
marxista, A. Gramsci, G. Luckacs, P. Togliatti, J. Mariátegui, son
en una primera etapa, algunas de las instituciones e intelectuales
marxistas que sepultan el antiguo modelo revolucionario
marxista-leninista a partir de 1989 y permiten el surgimiento del
llamado Euro comunismo (neo socialismo) que arribó a nuestras costas
en el equipaje de los exiliados del 73 que fueron a aprender en las
mismas fuentes de la renovación marxista, las nuevas y mortíferas
pestilencias que sutilmente actualizaron las viejas aspiraciones
comunistas de crear a un nuevo hombre y una nueva sociedad hechos a
su medida.
2.-
La carencia de estudios
analíticos integrales.
Lo
que vendría a traducirse como ausencia
de análisis rigurosamente
profesionales y
que en la mayoría de los casos o toma como premisas referentes
analíticos ideológicos
equivocados,
extemporáneos
o
simplemente focalizan
el análisis desde
una arista contingente
o coyuntural
que redunda en una parcialidad analítica o una sobre valoración
de
esta misma arista, perdiéndose
así
la visión integral del proceso revolucionario, tanto
desde su origen, su nueva y adaptada
formalidad
conflictiva y el desarrollo y proyección de la misma en el tiempo,
en pos de un fin ideológico predeterminado. De
esta forma,
dicho
análisis entrampado en la contingencia, no
pasa de ser una especulación intelectual de escritorio disociada por
lo
tanto de todo realismo político.
Ningún
análisis que se quede solo
en la interpretación de
la formalidad de los actos revolucionarios de la contingencia, podrá
traspasar los distintos niveles de la realidad donde interactúan y
mucho menos
podrá
-lo
reiteramos por su importancia- proyectar
en el tiempo esa
formalidad de la
acción revolucionaria en
vistas a tomar las medidas para anular la proyección del proceso
ideológico y evitar su consolidación. Y
aquí surge una nueva complejidad en el análisis. Ninguna de las
acciones revolucionarias son determinadas en su naturaleza y
trascendencia; específicamente las de vanguardia, por una sola
interpretación de la misma. Es
decir, determinadas acciones revolucionarias pueden ser
conceptualizadas en distintos esquemas analíticos, porque su campo
de influencia traspasa el mero acto de formalidad revolucionaria con
el cual surgió en un determinado proceso ideológico o en una etapa
decisiva del mismo. Tomemos
como ejemplo la original
revolución
molecular disipada.
La
decodificación de la guerra
molecular disipada
puede ser realizada desde
variados
puntos
de vista, como
su naturaleza, función y objetivos. Es
así que solo desde la particularidad de su naturaleza, podemos
afirmar
como
ya lo señalamos,
que
esta nueva modalidad de violencia revolucionaria, no es más que la
reformulación de la “vía
armada al poder”
surgida en
un escenario teórico post Escuela
de Frankfurt e implementada en el contexto socio
político del
capitalismo tardío o
moderno según esta misma escuela. Además, en segundo lugar esta
“nueva
formalidad”
de la vía armada al poder, también es una nueva caracterización de
la guerra subversiva que se da a su vez, dentro de la reconfiguración
gramsciana de la lucha de clases. Esto
es, “sociedad
civil” (proletariado) versus “sociedad política” (burguesía).
La
multiformalidad conflictual ideológica como expresión de una nueva
teoría-praxis
revolucionaria, exige
no solo la permanente
necesidad
metodológica de
desagregar parte por parte los variados componentes
de
un
determinado
conflicto ideológico
para
su estudio,
sino que además al mismo tiempo, remontarse
a la matriz originaria en sí misma, esto es; en su esencia y
carácter irreductible
de cosmovisión
ideológica DOCTRINARIA
que explica al
hombre, al
Estado y a la sociedad
para
así poder discernir, cuales de sus atributos esenciales -siendo
naturaleza (materialismo)
y forma (comunismo)
los
principales- permanecen
inalterables o renovados
y
la razón de su evolución cuando esta es efectiva, en
su intento persistente
de imponerlos a como
de lugar a toda
la sociedad.
Carlos
Altamirano, ex secretario del partido Socialista chileno y pionero en
Hispanoamérica
de la renovación socialista, lo
expresa
de la siguiente manera: “No
es que haya cambiado una verdad por otra, sino que cambié la forma
de aproximarme a NUESTRA VERDAD“.
Por
lo tanto, un análisis desde
la perspectiva neo marxista sobre
cualquier conflicto moderno,
sea
cual sea
el
carácter del mismo, debe
saber explicar esa “aproximación“
de nuevo modelo
revolucionario a la vieja
verdad
marxista y
no quedarse en la coyuntura de la contingencia política
en su “formalidad“.
Con
esto queremos dejar recalcada
la idea de
PROCESO
IDEOLÓGICO
Y REVOLUCIONARIO
sujeto
a una revisión y corrección interna PERMANENTE,
como marco referencial ideológico
analítico
de
todo conflicto político. Y
el concepto “marco
referencial”
en rigurosa
acepción
idiomática,
no es más que aquello por medio de lo cual se “describe
objetivamente algo...ateniéndose a la realidad”.
Y
esta realidad en su dimensión política se
debe
tomar y estudiar a partir del desarrollo de la vida del hombre en un
espacio, tiempo y cultura determinada. Tengamos
presente aquí la máxima de Lenin: “EL
CARÁCTER DE LA ÉPOCA, DETERMINA EL CARÁCTER DE LA REVOLUCIÓN“.
3.-
Modificación
o anulación de las categorías trascendentales del pensamiento
metafísico. Tal
vez el
factor
de
mayor
dificultad,
lo
constituye
la
ausencia en el común de las personas receptoras
de estos análisis, de
las categorías del pensamiento necesarias para interpretar y
decodificar todas
aquellas ideas y argumentos gneseológicos
que es imprescindible al menos conocer en forma superficial, para
concebir los conflictos políticos modernos en sus justas dimensiones
de origen, esencia, forma, símbolos
y finalidad ideológica.
Circunstancia
ésta de suyo compleja, pues implica nada menos que la capacidad de
inteligir
(concebir,
conocer
y entender) el mundo y los
seres que pueblan e
interactúan en los distintos planos que conforman
la realidad,
a
partir de absolutos trascendentales metafísicos que ya no se
enseñan. Añádase
aquí
como agravante, lo que el genial R.P.
O. Lira denomina como mentalidad borreguil: “aprender
para repetir, en vez
de
aprender para COMPRENDER”.
Y
que
no es otra cosa que la porfiada
negativa
moderna
del
hombre, a
pensar con propiedad para
obtener un conocimiento cierto, seguro y necesario, sobre aquellos
problemas
más urgentes
de la vida humana y su positiva resolución para vivir una vida
realmente plena por
medio del
uso consciente y responsable de todas sus potencias y facultades.
Y
tal vez lo más importante, la relación metafísica
que subsiste entre toda cosmovisión ideológica y su correspondiente
intento
por
informar el sentido de la vida personal y social. Pues otra cosa no
es y no significa más, que INFORMAR
EL PROCESO DE LA VIDA HUMANA,
el
concepto gobernar.
El
que desgraciadamente se confunde con la formalidad de la política,
esto es, copar “democráticamente”
por un periodo determinado de años los
cargos administrativos estatales en
la concepción de organización político jurídico administrativa
superior que
se le atribuye al Estado en sí mismo. El
fracaso de los “socialismos
reales”
tal
vez sea el ejemplo más claro de estos equívocos sobre
la definición correcta de los
términos
POLÍTICA
y
GOBIERNO,
en
sus
áreas de
influencia y
alcances; y
en el complemento
y enfoque
de
ambos
conceptos
para
la resolución de los fines mediato y remoto de la vida del
hombre en
sociedad, por
medio
del
bien común, poniendo para
ello en
funcionamiento los procesos,
métodos
y medidas necesarias para
lograr alcanzar su armoniosa ejecución.
En
otras palabras, se equivocan enormemente
quienes creen que el fracaso del comunismo
fue su
imposibilidad de llevar a la práctica de
manera efectiva por
medio del control estatal total, sus postulados socioeconómicos para
la construcción de una sociedad más justa.
Pues
nada tiene que ver la economía con la construcción del socialismo
como lo aclaró en su momento Gramsci. Debemos
reiterar
aquí, que estos “equívocos”,
fueron resueltos positiva y exitosamente por la izquierda, dando vida
a un nuevo y refinado “corpus” ideológico
y
sus correspondientes teorías, praxis, concepciones
táctico-estratégicas, sus nuevos agentes de subversión, su nueva
utopía y
nuevos “paradigmas/arquetipos”
enmarcados
en
un nuevo modelo revolucionario conocido como: euro comunismo, neo
marxismo o neo socialismo. No
podemos decir lo mismo de sus oponentes o de quienes creen ser
oposición consciente
y verdadera al nuevo
proceso
revolucionario moderno. Los
cuales
las más de las veces, tienen no solo una idea equivocada
sobre
el comunismo
(no
lo conocen ni
en
sus
nuevas formas ni en sus
verdaderas
fuentes ni
en sus reales
alcances)
sino que además,
no están al tanto de todo el proceso y mecanismo de autocrítica
interna de renovación ideológica marxista, de
los
factores históricos-doctrinarios y
la
superación -o el perfeccionamiento según sea el caso- de sus
teóricos o estrategas que
incidieron
ostensiblemente en dicha renovación.
Necesario es entonces que junto al marco
referencial ideológico
mencionado
anteriormente,
se desarrolle un imprescindible marco
metodológico analítico-argumentativo
que nos permita calzar cada pieza histórica de la experiencia
marxista, en el lugar que le cupo en el proceso de renovación junto
a otros factores también determinantes. Como
así mismo, decodificar las nuevas experiencias y su importancia en
la conformación de la nueva y avasalladora hegemonía ideológica
del neo marxismo.
4.-
La verdadera
naturaleza y fin del comunismo que
persisten inalterables en el nuevo modelo revolucionario.
Un
último
inconveniente
no menor que
vendría a
cerrar el breve
esquema
del
marco
metodológico
analítico-argumentativo
esbozado
en
el punto anterior y que
continuamos en este,
lo constituye el
cúmulo de errores que nacen de la ignorancia
intelectiva
del
cuerpo doctrinario de ideas (ideología neo
marxista),
la lógica bajo la cual operan y la gravedad que se desprende de
ellas en cuanto están destinadas
a su vez, tanto
ayer como hoy; a
informar de
manera específica el
proceso revolucionario encaminado a trasformar de
forma radical, la
matriz político-cultural de una determinada sociedad. Proceso
que necesariamente pasa por el cedazo de la teoría revolucionaria
para que
luego,
mediante una táctica y estrategia consecuentes, se externalicen en
la praxis revolucionaria puesta
en acción por los agentes subversivos
del “cambio
epocal“
(Lenin).
De
esta forma, no es posible bajo
un
punto de vista parcial,
develar
la correcta
relación
causa-efecto de
ciertos fenómenos ideológicos, sino
se puede ascender, porque se desconocen; desde esos “nuevos
agentes subversivos del cambio” (homosexuales,
lesbianas, indígenas, animalistas, ecologistas, et.),
hacia
sus nuevas fuentes ideológicas que explican su nueva formalidad
revolucionaria.
O
para ser más precisos, relacionar
siempre
doctrina,
teoría y praxis revolucionaria como las
únicas fuentes
correlativas verdaderas de los fenómenos políticos contingentes y
de esta manera, catalogar
como peligrosa irresponsabilidad aquella liviandad con que se les
trata, pues se infiere de esta misma irresponsabilidad,
una lectura
que relega la causalidad de
la fenomenología
política
a
la
ausencia de una intencionalidad intelectual preconcebida.
Como si los hechos concernientes
a los procesos revolucionarios fueran producidos por “generación
espontanea” u
obedecieran
a la naturaleza “de
una época”.
Esto
es, como si la “época”
que
nos tocó vivir, fuera un ente susceptible
de
racionalidad y
por tanto de intencionalidad volitiva
que
busca generar cambios por si misma a partir de si misma.
Esta
irresponsabilidad que no es más que una ignorancia desidiosa por
parte de quienes tienen el deber de velar por la integridad y los
destinos de la Nación, es
fuente de tremendos peligros para su
subsistencia. Genera además, la inevitable inseguridad,
desorientación
y
dilación que
dificultan en sumo grado la necesaria resistencia en regla al último
y violento
ciclo
del proceso
revolucionario que
nos afecta desde el 18 de octubre.
Por
otro lado, la complejidad de los fenómenos políticos
revolucionarios en lo que
tienen de profundos
agentes de subversión y transformación social y
el consecuente nuevo orden que persiguen generar,
debe ser asumida en rigor,
de acuerdo a una jerarquía ontológica y axiológica por los
alcances metafísicos
y teológicos que
de suyo tiene todo proceso revolucionario y en particular el moderno.
Lo que significa que la
prioridad analítica
al
conflicto ideológico del presente, obedece o está subordinada
necesariamente a la
naturaleza de aquellas
ideas
que forman parte del poder
hegemónico (Gramsci) que sustenta la
contingencia, la proyecta en el tiempo y
es al mismo tiempo la
inequívoca fuente del
poder político formal
(izquierda parlamentaria)
e informal dominante
como fuente de la
subversión (izquierda
extraparlamentaria. La
calle: guerrilla subversiva) y
el fin ideológico que
sustenta este
conato revolucionario de “refundar
a Chile” (la
revolución desde arriba).
Es así que conflictos
como los creados por ejemplo, por el movimiento indigenista, el
aborto, las políticas de género y las sexualidades “modernas“,
como parte integrante de la renovada ideología neo marxista deben
calzar necesariamente con plena lógica revolucionaria y coherencia
ideológica dentro de una nueva formalidad del mismo proceso político
revolucionario que ha sido sostenido en el tiempo, desde la macabra,
atea, genocida y anticristiana revolución francesa cuyas “ideas”
siempre tendieron hacia el mismo fin que ha hecho suyo el comunismo;
-entendiendo que el comunismo se declara hijo ilustre y continuador
de la revolución francesa-, fin que no es otro que la anulación de
todo lo espiritual trascendente cristiano en el hombre y su reemplazo
por lo existencial inmanente y anticristiano.
Ahora
¿donde
reside la originalidad del planteamiento de este análisis? No
precisamente en el acto de levantar el dedo para señalar un
conflicto y motejarlo nominalmente como “neo
marxismo“. Aunque
abundan los que no son tomados como tal con
todo el peligro que ello implica.
La originalidad está dada
por una cuestión de simple metodología
analítica
y que más o menos se
infiere de
todo lo señalado
hasta aquí. Y para ser
sinceros, esta metodología analítica no solo es el imperativo
profesional de quien elabora determinadas tesis politológicas
a desarrollar, sino que
además, nace forzada por la realidad misma del
presente revolucionario como
sustrato analítico. Esto
significa que en primer lugar, se debe explicar y demostrar que el
fenómeno de la revolución neo marxista en su totalidad no es más
que la reformulación y profundización de sus premisas ideológicas
fundacionales y no la superación de las mismas por el “abandono“
de ellas en pos de un pseudo proceso de avenimiento democrático que
suavizó sus categorías ideológicas más radicales como la vía
armada al poder, la extinción de la religión y la supresión de la
propiedad privada. O
a la absurda afirmación de que el comunismo
“reconoció”
sus errores o peor aún, asegurar como lo hace la mayoría, sean
legos o profesionales de la política: que el
comunismo
es la ideología de los fracasos. Quien
conoce un poco la doctrina comunista,
sabrá que para un comunista
de verdad, el “error”
nunca reside en la teoría revolucionaria. Pues ésta tiene un
fundamento inamovible e inmodificable...el
socialismo científico.
El “error”
siempre estará en la “praxis
revolucionaria“.
Es decir, en la incorrecta
interpretación de la premisa ideológica como fuente de la acción.
En
otro sentido complementario, se debe recordar lo afirmado por Lenin:
“el proceso
revolucionario está constituido no por uno sino por muchos intentos
de construcción del socialismo“.
Es bajo éste
lineamiento doctrinario que se entienden entonces
las palabras pronunciadas por la extinta secretaria del Partido
Comunista chileno
Gladys Marín, en el año
2013, fecha del 30
aniversario del 11 de septiembre de 1973.
Palabras que fueron dichas
ante el pleno de la “renovada“
izquierda
hispanoamericana (incluida
toda la guerrilla Hispano
Americana)
reunida en el edificio
Diego Portales de Santiago de Chile: “fuimos
derrotados más no aplastados en nuestro intento de construcción del
socialismo y lo volveremos a intentar las veces que sea necesario”.
Esta
es la orientación ideológica táctico-estratégica revolucionaria
rigurosamente leninista,
que explica en parte, este
“nuevo asalto”
que sufre nuestra patria por construir en ella una sociedad
socialista. Que este
asalto sea en propiedad el
definitivo, es lo
que pretendemos demostrar
y lo que inspira al mismo
tiempo la tesis central de este escueto análisis. Sin
embargo, lo definitivo de este proceso revolucionario, no viene dado
ni por la violencia ni por la formalidad de la nueva guerra
subversiva (revolución
molecular disipada) a
pesar de su manifiesta gravedad.
Ambos no son más que meros accidentes tácticos,
que siempre han sido el apoyo necesario para el proceso
revolucionario de
su vanguardia doctrinaria.
Tampoco lo
definitivo viene dado por
el cambio
en la formalidad de un
“gobierno
liberal por uno
socialista”. También
mero accidente formal
en la estructura político jurídica administrativa superior que es
en sí mismo el Estado. Lo
definitivo de este proceso revolucionario,
viene dado por la
anulación y destrucción del hombre mismo en cuanto tal. Con todas
sus potencias y facultades. Es decir, en cuanto a organismo dotado de
una unidad consubstancial
de alma y cuerpo, poseedor de un origen y un fin divinos que lo hacen
trascender toda realidad terrena y su reemplazo por una “estructura
funcional de órganos que se
complementan con
otros órganos”, sin
determinación metafísica
alguna externa
distinta y superior. Sin
determinismo ontológico alguno.
Peor aún...sin siquiera
la idea de “organismo
humano” como
referencia concreta sobre la cual sentar
algún grado de distinción y supremacía jerárquica con respecto al
mundo circundante. Esta
circunstancia da cuenta de la
profundización dialéctica ya mencionada y que ha dado paso a la
sacrílega superación de
la negación de DIOS. Ahora lo que se afirma en
esta nueva escuela de pensamiento revolucionario, es la MUERTE
DEL HOMBRE (M.
Foucault Escuela de Frankfurt) Finalmente,
debemos consignar que lo
complejo del análisis politológico
moderno en general y del proceso revolucionario que vive nuestro país
en particular, es precisamente hacer “visible”
los “accidentes
revolucionarios”
de este nuevo proceso revolucionario y su perfecta unión racional
con las inmodificables pero actualizadas concepciones metafísicas
que le dieron origen. O la negación de las mismas para ser más
exactos y que llevan a una
anulación total del
hombre en esencia y forma. Y
si cambia la
esencia misma del hombre...cambian en consecuencia, todos los
accidentes substanciales que nacen de su mismísima y singular
naturaleza, esto es; se
modifican la familia, la comunidad de vida y de trabajo, la sociedad,
el Estado y el gobierno que se da a sí misma la sociedad en su
estructura jurídica superior de orden y bien común que es el
Estado.
En
síntesis, podemos afirmar que las concepciones más avanzadas de los
procesos revolucionarios marxistas a lo largo de la historia, no han
fracasado, porque hasta aquí no han sido más que etapas. Cada una
de ellas ha sido un mero punto de reposo sobre una marcha
ascensional, que retoma desde ese nuevo punto de referencia, llamado
a ser la base de una nueva idea teórico-estratégica; la dinámica
ideológica destinada a su vez a enriquecer y a ampliar, lo
reiteramos nuevamente; el
mismo y único proceso revolucionario. Cuando
se conoce la verdadera matriz ideológica del comunismo, su
naturaleza y su fin, se puede afirmar con pleno conocimiento lo
que acabamos de decir. Y sírvase
entender lo recién
expresado, como lo que es:
inferencia lógica de una
premisa de metodología analítica que perfilaremos en
lo medular para cerrar nuestro marco teórico y
que distingue este cuarto
punto del tercero. En el anterior remarcamos la idea de proceso
integral el cual
necesariamente debe reflejarse en el análisis y acá insistiremos en
la idea de la metodología necesaria tanto
para el
análisis en cuanto tal de
dicho proceso, como
también para la
exposición argumentativa mediante la cual se debe
dar a conocer.
En
segundo lugar,
se debe explicar
y demostrar que el nexo entre
el comunismo
clásico y el neo
socialismo. descansa
sobre los siguientes elementos:
1.-
Entre comunismo
clásico y neo socialismo., subsiste el mismo macro fin
ideológico o fin último.
2.-
Entre comunismo
clásico y neo socialismo., permanecen
inalterados los cuatro objetivos tendientes a lograr alcanzar el fin
último.
3.-
La única diferencia real consiste en una “divergencia“
táctico-estratégica de
la “formalidad“
en la implementación de
los cuatro objetivos señalados,
que está dada como ya señalamos, por una profundización de sus
categorías ideológicas y
que son: A) el fin de
toda religión e idea de Dios y específicamente
la extinción de la
religión católica. B) La extinción de todos los Estados-naciones y
de todo sentimiento de patriotismo. C) La
desaparición y
substitución
de la familia
tradicional como
núcleo
social básico. Y D) La
supresión
de toda propiedad privada.
Sírvanos
aquí para ilustrar esta cruda realidad que surge de la nefasta
ideología neo marxista, la afirmación del
P. Virgilio Filipo hecha
hace varias décadas atrás
y que no a perdido nada
de actualidad: “Los
revolucionarios
no son adversarios de opiniones accidentales, sino enemigos de
principios esenciales“.
Y
estos principios esenciales, OBJETIVOS
HISTÓRICOS A DESTRUIR POR EL COMUNISMO,
no son otra cosa que
los fundamentos de la Civilización Cristiana Occidental. Es
por este lado de las ideas metafísicas y
teológicas e intenciones
y objetivos revolucionarios inmanentes, antinaturales
y anticristianos, que se
debe entender la consigna: “REFUNDAR
A CHILE”, a
partir de una nueva formalidad revolucionaria
y sus nuevos agentes
subversivos. Que la punta
de lanza para activar este decisivo
ciclo revolucionario neo marxista
que está ad portas de
cerrar el último proceso revolucionario comunista comenzado
hace 30 años en nuestro país, sea el majaderamente
reiterado discurso de la
“desigualdad social”
que genera su pseudo
antagonista ideológico,
el liberalismo; no
debe ser subestimado pues
no es ni casual
ni superficial, ya
que en estricto rigor
obedece a la implacable lógica dialéctica de
la dinámica
revolucionaria con la cual
comienzan todos los ciclos
“definitivos”
de los procesos revolucionarios; esto
es... LA LUCHA DE
CLASES YA COMO
ABIERTA GUERRA DE CLASES.
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