9 nov 2019

DECODIFICACIÓN DE LA SIMBOLOGÍA PROFÉTICA.

DECODIFICACIÓN DE LA SIMBOLOGÍA PROFÉTICAJose Luis Uribe Fritz

image001Desde el punto de vista de quien analiza las transformaciones socio-culturales que determinan nuevos cursos de acción en la sociedad, a partir de un cuerpo doctrinario de objetivos -definidos a su vez- por una ideología; lo inquietante de las profecías en el sentido de ser portavoces de estas transformaciones, es asistir a su ejecución material por medio de sus símbolos.
Tomemos por ejemplo el “666”. Su culminación práctica se ha realizado a partir de la etiqueta del código de barras. Las elucubraciones matemáticas que determinan el resultado final del “666” en dicho código ciertamente no son casualidad ni mucho menos inintencionales. Existen además, amplios estudios matemáticos que hacen inteligible el cómo se logra llegar a esta cifra en el susodicho código. En lo que a nosotros incube, no  haremos un análisis de ese tipo aquí, puesto que nos interesa solo la simbología y su “ideologización” y porque además; el autor es “alérgico” a los números.
No poseemos ningún estudio que avale la afirmación siguiente, más que el buen juicio y la intuición, por lo que si damos una cifra, es solo una especulación, eso sí, con una alta base de realismo: Lo inquietante con respecto a la  implementación del  “666” en la vida diaria, es reconocer  que tal vez un 80 0 90 % del comercio mundial se realiza con la tecnología del etiquetado de barras. Quedan muy pocas actividades comerciales fuera de su radio de acción.
En conclusión, podemos aseverar por la inferencia que nace de la observación de las metamorfosis sociales  y como tesis al mismo tiempo; que a medida que el símbolo se concreta y permea la sociedad, avanza al mismo tiempo; con toda la carga ideológica que conlleva  la imposición de una nueva “realidad” o categoría axiológica como motor de justificación de las conductas sociales.
Sin embargo, debemos conceder que no siempre la divulgación y masificación de un símbolo ocurre con la venia de nuestra voluntad, como sucede con el consabido “666”. Pero cuando adherimos libremente a un símbolo, somos los responsables de la “carga” valórica y de la realidad inmaterial o espiritual que presupone dicho símbolo y debemos asumir la cuota de influencia que dicho símbolo tiene en la conformación de una nueva realidad social y del nuevo ordenamiento valórico que se produce.
He aquí nuestro ámbito delimitado para explicar o decodificar el aspecto simbólico de las profecías, en especial la que nos preocupa que es la letra “K”.
Pero… ¿Qué es un símbolo? Reitero que este análisis es “ideológico”  por lo tanto la respuesta a esta interrogante dice relación con el “origen y significado de las ideas y su consumación socio-cultural”. En consecuencia, diremos que un símbolo es la “REPRESENTACIÓN IDEOGRÁFICA DE UN VALOR”¿Cómo explicamos esto? De la siguiente manera. Como afirma  José M. Salaverría, “el hombre no puede prescindir de los símbolos porque son los lazos que nos unen a lo ideal”.  La representación de una “idea” por medio de un símbolo es inherente a la naturaleza humana e innegable e ineludible. Pero además, diremos  que el símbolo es el lazo que nos une a lo REAL, en el sentido que exterioriza el valor y el significado de aquello que se ha hecho inteligible a nuestro entendimiento a partir de la comprensión de su esencia abstracta (cuando lo es). Más aún, a partir de su aceptación y comunión social, nos permite adherirnos a ciertos códigos de conductas que establecen límites o condicionan la convivencia social.   Por ejemplo, todos conocemos el símbolo de “un ceda el paso” y sabemos las consecuencias nefastas que se pueden producir por la “transgresión” de dicho símbolo (en el plano material) y también todos sabemos las consecuencias más nefastas aún de usar o identificarnos con una “cruz invertida” (en el plano espiritual).
Dada la naturaleza humana corpórea que lo ata al mundo material, el hombre condiciona todo su saber a reunir por medio de sus sentidos los datos necesarios para en seguida, decodificar, conocer y valorar con su entendimiento, todo aquello que lo rodea. De profunda belleza y teñida de humildad es la siguiente oración del prefacio de Navidad de la Misa de siempre:   “Pues que por el misterio de la Encarnación del Verbo se ha manifestado a los ojos de nuestra alma un nuevo resplandor de tu gloria; a fin de que, llegando a conocer a Dios bajo una forma VISIBLE, seamos atraídos por El al amor de las cosas INVISIBLES.” 
Ahora, ¿Qué es lo ideal? En primer lugar está la relación que señala que lo ideal, guarda correspondencia con aquello que “perfecciona” la naturaleza humana. Sin embargo, es de público conocimiento que la “justicia ideal”, el “bien ideal”, y otras categorías valóricas, no son posibles en el grado de perfección en el “limitado e imperfecto” hombre y por lógica derivación; no están presentes en “grado sumo de refinamiento” en el escenario actual de este mundo, ni en un futuro próximo o lejano.  .
Desde el punto de vista filosófico, fuera de ser una doctrina materialista e inmanente, el idealismo que lleva a la acción -desde la política doctrinaria- es una quimera angustiante (no existen los humoristas de izquierda); porque concurre una evidente dicotomía en lo que la realidad “debiera ser” de acuerdo a la “idea” y de cómo es; y ese intento “voluntarioso” de modificar la realidad sin ninguna dosis; valga la redundancia; de realismo, produce desasosiego y desesperación (máxime cuando este “más acá” es la única realidad y el “más allá” no existe y me voy a morir sin que el mundo en su actualidad haya cambiado un ápice).
¿Cómo se resuelve el problema de la lejanía en el futuro de la materialización de la idea y se “bloquea” la angustia subsecuente? (esto es solo falacia y sofismo bien lo sabemos puesto que no es posible eludir esta angustia). La izquierda “renovada” resolvió esto de la manera siguiente: reconocieron que otro aspecto práctico del idealismo-político, es la “materialización” de la idea en cuanto a alcanzar un estadio de inmanencia -en el orden individual y de allí a lo social- como consecuencia de la anomia que se debe producir como medio de disolución cultural que  predisponga o que provoque el vacío necesario para ser llenado con un nuevo orden inspirado en la “idea” que se quiere imponer. En efecto, anomia es: el estado de desorganización social o aislamiento del individuo como consecuencia de la falta o la incongruencia de las normas sociales. O si se prefiere, falta de fuerzas colectivas, esto es, de grupos constituidos y adheridos a una misma concepción de la vida y que es necesario para reglamentar la vida en sociedad.
Expliquemos esto de otra forma. Entroncamos aquí la “idea” con la utopía y el nuevo modelo revolucionario de izquierda. La utopía, en cuanto a materialización de un mundo “ideal”, ya no es algo lejano ni es algo “soñado”. Es algo real, práctico, concreto ¿Cómo es esto? Nace y se desarrolla en mí, Porque la rebelión es “personal”. Yo me rebelo “aquí y ahora” (existencialismo) para que el mañana no sea más una categoría espacio-temporal, distinta de la realidad presente y esta –a su vez- deje de ser lo que es-: un ordenamiento axiológico justificado por una creencia distinta a la mía.   Es así como esta “rebelión” se disipa a la sociedad con la entropía que le secunda,  y por eso los “derechos humanos”, son ante todo “derechos personales”, que la sociedad debe garantizar. (Incluyamos aquí todos los derechos humanos: derechos sexuales y reproductivos, derecho a la objeción de conciencia, y otras aberraciones.)
Hemos unido política con teología o religión si se quiere. Pero es que la realidad nos obliga a ello y porque además, en el campo de la política es donde se definen, confrontan y se difunden las ideas que el hombre materializa en la sociedad como signo de la época en que vive. Por otro lado, la política no es un estamento de la vida social que corra por un carril separado de los otros, sin influencia y relaciones. Los cinco órdenes que existen en toda sociedad –moral, cultural, social, económico y político- son imbuidos por la idea que el hombre tiene de sí mismo, del Estado y de la sociedad. Y todos estos órdenes a su vez son informados por una concepción trascendente o inmanente de la vida. Si se cree que el hombre es materia pura, esta inmanencia se reflejará en los órdenes señalados y lo mismo si la concepción es trascendente y afirma que la esencia del hombre es espiritual y que existe una realidad superior a él. (Este tema también lo tratamos más ampliamente en los artículos “creencia, política, sociedad”).
Los griegos, por ejemplo, consideraban que el peor crimen político (porque alteraba el orden social) era la blasfemia contra los dioses. En consecuencia, condenaban al exilio a los blasfemos y a los que se burlaban de los dioses. Lo propio ocurría en la edad media, en el sentido de “comprender que la alteración” del orden sagrado religioso, implicaba también la alteración del orden social.
Por otro lado, no queremos ser majaderos en la siguiente premisa, puesto que la hemos mencionado en otros escritos, pero no hay duda de que la “idea” de un mundo “sin Dios” está dando paso a un mundo con un “nuevo dios” y que la nueva y reformada política revolucionaria y específicamente la acción ideológica de la izquierda en general y algunos sectores en particular, tienen mucho que ver en aquello.
Citemos a Reed para que nos quede un poco más clara esta cuestión:
“En nuestro siglo (XX) se ha visto que a la palabra “revolución” se le ha dado un nuevo significado, o con más precisión, se le ha dado su verdadero significado: la destrucción sin fin hasta que La Ley (se refiere a la ley de la biblia) se cumpla. Cuando la palabra “revolución” se puso vigente por primera vez en Occidente, se sostuvo que significaba una cosa limitada: un violento levantamiento en un lugar definido, causado allí por condiciones específicas en un determinado momento. Ya no es contra una casta gobernante reyes y zares, han desaparecido. No es tampoco contra sistemas de pensamientos ajenos o antagónicos en cuanto a definir formas de estado y de gobierno. Es contra todo o aquello que viene de Dios…. La revolución rusa reveló que la revolución había sido organizada como una cosa permanente: una fuerza permanentemente destructiva, permanentemente organizada con un cuartel central y provisto de un personal permanente, y con objetivos mundiales. Así, no tenía nada que ver con las condiciones aquí o allí, o ahora y entonces, o la opresión local. Representaba la destrucción como un objetivo en sí mismo, o como un medio de quitar todos los gobiernos legítimos del mundo y poner en su lugar algún otro gobierno, otros gobernadores.”
La reformulación de las categorías ideológicas del marxismo, (nuevo modelo revolucionario) ha llevado a que desde el ámbito de la guerra ideológica, (Gramsci) fecundada por los parámetros culturales (nueva superestructura) en detrimento de los económicos que son su consecuencia; (estuve a punto de decir paradigmas que es el término que la nueva izquierda utiliza para “socializar” sus nuevas categorías intelectuales) se busque intencionalmente una confrontación en donde todo aquello que significa una manifestación del pensamiento distinto del cristiano, se utilice como arma contracultural de la creencia dominante. En este caso, como arma de destrucción del cristianismo. Y… ¡que más contrario al cristianismo que el satanismo! He aquí la explicación ideológica para la utilización política del satanismo. (El anarquismo, como veremos,  es la punta de lanza en estos menesteres)
A continuación podemos ver la palabra anarquía con la letra “K” y unida a un hexagrama demonológico de seis puntas.
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No obstante, sería ingenuo creer que la cosa solo queda allí, en un juego de poder entre facciones políticas. Bien lo sabemos los católicos a la antigua. Y bien que la realidad nos abofetea en la cara con extraños símbolos que nos dicen que algo está pasando más allá del campo de la lucha ideológica.
Preguntémonos entonces ¿Cuáles son los símbolos de este “nuevo gobierno” y de este “nuevo dios”? ¿Qué “nueva sociedad” nacerá bajo estos símbolos? ¿Qué símbolos identifican al hombre que propugna a este “nuevo dios”? ¿Cómo sabemos que simbólicamente se está transformando el orden social-cultural y está naciendo otro?
Aclaremos, que las manifestaciones del satanismo van mucho más allá de la transgresión del culto cristiano y de la figura de Dios mismo. Esa es solo una parte y dice relación con él “culto” de adoración que se le rinde al demonio en el sentido religioso. Antes o tal vez junto a la propagación de este “culto” está la difusión de la figura del demonio como este “nuevo dios” y por consiguiente –su simbología-“prefigura” o anuncia este nuevo mundo y este “nuevo hombre” sobre los que reinará.
Veamos. No quiero anticiparme a un trabajo en preparación sobre la demología moderna, pero no puedo dejar de mencionar algunos tópicos que nos darán alguna luz sobre lo aquí señalado.
La demología moderna y sus símbolos, aunque guardan relación con manifestaciones y significados antiguos en cuanto al demonio y al infierno, distan mucho de los estereotipos que comúnmente se le relacionan. Así tenemos,  que en primer lugar la política cultural de la izquierda promueve simbología humana “precristiana” y derechamente demonológica. Algunos de estos símbolos son: la espiral, las manos, los colores azul, amarillo y rojo, la estrella roja, los tres círculos unidos, la letra “K”, la letra “E” invertida, el ojo, el triángulo invertido etc., solo por mencionar algunos.
La difusión de estos símbolos es sistemática y sostenida en el tiempo específicamente desde hace unos 25 años (coincide con la caída de los socialismos reales y la exteriorización pública del nuevo modelo revolucionario y sus nuevos grupos: movimientos sociales de todo tipo: ecológicos, animalistas, feministas, homo-lésbicos, pro-aborto, etc., quienes los usan a destajo). Y cruzan o son transversales (en terminología neomarxista) a todo el quehacer social y cultural.
En esta segunda imagen –de un sitio ateo- vemos una cruz rota por una espiral.
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Con todos los antecedentes ideológicos que hemos entregado, dilucidemos ahora la letra “K” en la profecía de San Anselmo que es lo que nos inspira.
En primer lugar delimitemos nuestro análisis a partir de las siguientes proposiciones:
1.- El significado y el valor de un símbolo, al igual que el uso de una palabra, está determinado por una serie de elementos, entre ellos definición y significado, y que se los infunde quien lo usa o la arroja a la lucha ideológica. Esto, independiente del que posean en sí y por los cuales son conocidos, puesto que no necesariamente tienen que coincidir. Si las personas son incapaces de decodificarlos (palabra o símbolo) o entienden otra cosa por ello, esto no impide o por el contrario, es la causa de que el símbolo o la palabra se reproduzcan socialmente.
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2.- El símbolo se relaciona siempre con el fin ideológico que lo inspira y sustenta y que a su vez, condiciona la acción que lo reproduce socialmente. Que este fin sea conocido o no por quien lo reproduce, carece de importancia.
3.- Observamos también en esta nueva lucha ideológica, la deconstrucción y la transgresión del símbolo como parte de la desacralización de la creencia de quien le ha dado el valor y significado  y lo ha utilizado además, como elemento de construcción cultural. No olvidemos que para que el mundo sea socialista (ateo, materialista y anticristiano) debe primero dejar de ser precisamente… cristiano y ello incluye la desaparición de su simbología.
En cuanto al símbolo en propiedad –la letra “K”- señalemos lo siguiente:
1.- Dejaremos de lado la evolución de la figura,  la filología, la fonética, el orden fónico y de abecedario que son el nexo por los cuales esta letra del sánscrito, pasando por otros idiomas; ha llegado al nuestro.
2.- Tomaremos solo su carga esotérica que es como se entrecruza con afinidad en varios idiomas y que es como específicamente ha llegado al presente unida indisolublemente a la masonería y a la “kabalah” judía.
En esoterismo, esta letra K, en algunos casos es una letra asociada  a la guerra y a la violencia, por su forma representa la mano alzada y armada. Se corresponde con la letra Kaf del idioma hebreo y tiene un valor numérico de 20. Este número a veces se lo considera nocivo y se le atribuye el significado de una energía que favorece la oposición de los contrarios.
Conforme a los estudiosos de la masonería, la letra “K” que utilizan profusamente, es una denominación de la palabra Kadosh que es una palabra de origen hebreo que quiere decir santo, purificado, elegido o sagrado.  ¿Elegido o sagrado para que o por quién…? Esperamos obtener una respuesta coherente para esta inquietud.
Los cabalistas y masones se apropian la palabra Kodesh o Kadosh como nombre del dios judío representado por esta letra (o de la espiritualidad que se desprende de la relación con este Dios).
Por otro lado, los Caballeros Kadosh se encuentran en uno de los grados más avanzados de la Francmasonería. Entre sus obligaciones estaban las de defender los principios de la Masonería.
Algunos estudiosos del tema sitúan el origen del Kadosh alrededor del año 1743 en la Ciudad de Lyon, Francia. Entre sus principales símbolos se encuentra un águila bicéfala mitad blanca y mitad negra, que podría simbolizar la cercanía con Dios, recordemos que esta ave es considerada la reina de todas ellas y la más cercana al Sol y a Dios.
En 1918, este grado fue considerado anti-católico en la Enciclopedia Católica y además se decía que iba en contra del Papa pues, se decía que en el rito de iniciación el futuro Caballero Kadosh debía apuñalar una tiara y una corona, ambos objetos representaban el poder del Papa. Al respecto la enciclopedia católica nos asegura que:
“El Kadosh (decimotercer grado), pisoteando la tiara papal y la corona real, se destina a desahogar una justa venganza en estos “grandes criminales” por el asesinato de Molay  y “como el apóstol de la verdad y de los derechos del hombre” librar a la humanidad “de la esclavitud del Despotismo y de la Tiranía espiritual”.  “En la mayoría de los rituales de este grado todo respira venganza” en contra del “Despotismo” religioso y político. Por eso se dice que los símbolos Masónicos “resplandecen de ideas, que deben penetrar el alma de cada Masón y ser claramente reflejados en su carácter y comportamiento, hasta que llegue a ser una columna de fortaleza para la fraternidad”.
Por último, otro significado esotérico dado a la letra Kaf (K): “representa la palma de la mano, simbolizando el final de las pruebas de aceptación, y las leyes que garantizan el buen corolario de la obra. El resultado es la consecuencia de un esfuerzo mental y físico que pone de manifiesto la capacidad de utilizar un potencial. Kaf es una mano tendida, lista para recibir en todos los sentidos del término, dirigiéndose a alguien para darle la bienvenida…”
Para la Torah o la Cabalah judía (da lo mismo) KADOSH significa “lo que es APARTADO”. Pero ahondando en el significado primigenio del término y complementando  el significado primario de la d´var Kadósh, Apartado es: “APARTADO PARA ALGUIEN. Esta es una explicación textual de un estudio actual judío. Obviemos los conceptos que desconocemos y quedémonos con la conclusión: En este caso explicaríamos mejor el pasúk así : Ustedes pueblo serán Kadoshim (APARTADOS PARA MI), porque Yo, YAHWÉH, soy Kadosh (APARTADO PARA USTEDES). O para mejor entendimiento: ‘Ustedes pueblo serán Kadoshim (UNICAMENTE PARA MI), porque Yo, YAHWÉH, soy Kadosh (UNICAMENTE PARA USTEDES). Antes de hablar que lo que significa ser APARTADOS PARA EL miremos primero lo que significa que él se APARTA PARA NOSOTROS. ¿De quién o de qué se aparta Yahwéh para nosotros?  Espero no herir susceptibilidades con lo que se va a decir: Yahwéh se aparta de todas las naciones. Para ser Elohim únicamente, exclusivamente de la CASA DE YAHUDAH Y DE LA CASA DE YAHOSEF”.
(…) A través de estas brajot declaramos que El es únicamente Elohim nuestro y de ningún otro pueblo”.
CONCLUSIONES
1.- La utilización de la letra “K” por parte de la masonería nos indica que Existe una estrecha relación entre el objetivo de destrucción del cristianismo por parte de ésta, y el mesianismo judío.
2.- Además, la utilización de esta letra simbólica en la masonería en su afán destructivo, al parecer, se complementa con el “advenimiento mesiánico” en el sentido mundialista y segregacionista que los judíos le dan. Ellos están “apartados” para el mesías y este mesías no es para el mundo, sino que el mundo les será entregado por él.
3.- La utilización ideológica de los grupos radicales de izquierda de la letra “K” coincide con el fin de destrucción del cristianismo que la masonería declara y está asociado indudable y expresamente al demonio.
Que este demonio sea el nuevo dios o que al menos inspire la destrucción del cristianismo y sea la fuente de donde dimanan los lineamientos del nuevo orden-político que promueven, es algo más que claro. Negarlo sería negar la evidencia de las pruebas como las que a continuación mostramos.

¡VADE RETRO SATANAS!


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